Los hombres que hicieron posible el cese bilateral entre el ELN y el Gobierno
El almirante Orlando Romero y el comandante guerrillero Bernardo Téllez encabezaron la comisión técnica del cese al fuego. Foto: Ramón Campos (OACP)
Crédito: Alfredo Molano Jimeno
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El vicealmirante Orlando Romero y el jefe guerrillero Bernardo Téllez fueron los protagonistas de las subcomisiones técnicas que lograron el cese bilateral de fuego y de hostilidades que se firmó el pasado viernes en La Habana, Cuba.
En estos 60 años de guerra entre el Estado y el ELN, y de media docena de intentos de paz, el país ha sido testigo de lo mucho que cuesta acordar un cese bilateral del fuego y las hostilidades con esta guerrilla. El último intento fue en 2017, durante el gobierno de Juan Manuel Santos. Duró 101 días. Ahora, tras meses de desencuentros públicos y privados entre la guerrilla y el equipo negociador del presidente Gustavo Petro, la historia de los procesos de paz empezará a escribir un nuevo capítulo.
Los detalles del acuerdo ya son conocidos: tendrá una fase de alistamiento desde el 9 de junio hasta el 5 de julio; una fase de perfeccionamiento de los protocolos y el mecanismo de monitoreo entre el 6 de julio y el 3 de agosto. A partir de entonces, por 180 días, se instalará el cese al fuego bilateral, nacional y temporal.
Lo que muy poco se sabe es que a este punto se llegó de la mano dos veteranos hombres de guerra, quienes lideraron las subcomisiones técnicas que le dieron forma a la voluntad de paz de las partes.
Del lado del Gobierno, la misión la encabezó el vicealmirante en retiro Orlando Romero Reyes, un oficial bogotano que está llegando a los 60 años y ha pasado más de la mitad de su vida al servicio de la Armada Nacional. De padres boyacenses, Romero estudió en el tradicional colegio capitalino Inem, de donde se graduó en el año 76. Luego ingresó a la Escuela Militar Almirante Padilla, llegó al grado de vicealmirante y sirvió como agregado militar en Francia. Desde 2018 está en "uso de buen retiro", como él mismo dice.
“El almirante Romero fue el hombre clave de este ciclo de negociación y el arquitecto, por parte del Gobierno, del acuerdo de cese bilateral. No solo porque su conocimiento técnico quedó consignado en los detalles del texto, sino porque su papel de bisagra entre los negociadores, la fuerza pública y los delegados del ELN fue impecable. Sin él, este acuerdo hubiera tomado más tiempo o no se hubiera dado”, detalló Carlos Rosero, uno de los delegados de paz del Gobierno.
Y es que Romero Reyes es uno de los oficiales con más experiencia en materia de negociaciones de paz, protocolos de cese de fuego, y en técnicas de monitoreo y verificación. Fue jefe de inteligencia de la Armada cuando empezaron los diálogos de paz con las Farc y fue llevado a La Habana para hacer parte de la subcomisión para el fin del conflicto que pactó el silencio de los fusiles en 2016. “Era uno de los hombres más cercanos al general Javier Flórez en la subcomisión técnica con las Farc y luego asumió como jefe del mecanismo de monitoreo y verificación”, contó otro de los plenipotenciarios del Gobierno.
Es casado. Tiene un hijo de 22 años y la ilusión de que el país pueda dar por terminado el largo capítulo del conflicto entre el Estado colombiano y las insurgencias nacidas en el fragor de la Guerra Fría de los años 60. "El almirante Romero juega un papel fundamental, no solo en este ciclo sino en el mismo proceso. Es una persona con una experiencia muy importante en el proceso de paz de las Farc y tiene una enorme capacidad de sinergia con los equipos de terreno, con los procesos comunitarios que tiene la delegación, y le suma otra perspectiva a quienes llevan la vocería política de la delegación", dijo Rodrigo Botero, director en Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible y miembro del equipo negociador del Gobierno.
Del lado del ELN, la cabeza de la comisión técnica fue Bernardo Téllez, un cesarense de 51 años, nacido en Codazzi, el mismo pueblo que el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie. Entró a la guerrilla en el año 88, siendo muy joven, y hoy pertenece a la Dirección Nacional. Desarrolló su vida militar en áreas de fuerte confrontación como Arauca, Catatumbo y el Magdalena Medio, y para los organismos de inteligencia, es uno de los hombres cercanos a alias Pablito, comandante del Frente Domingo Laín, considerado uno de los hombres fuertes de la guerra y a quien se le asigna cierta reticencia con los recientes intentos de negociación política.
En diálogo con CAMBIO, Téllez aseguró que el encuentro con los militares, contraparte en la guerra, es un ejercicio que produce hondas reflexiones en quienes ponen el sacrificio y la sangre en el conflicto. “En 2017, que fue nuestro primer encuentro con los militares, entendimos que el problema del conflicto armado en Colombia pasa por el régimen político que se niega a buscar soluciones a la guerra y ha hecho que seamos los excluidos los que nos toque cargar con el peso de esta guerra”, señaló el comandante guerrillero.
Téllez también habla sobre el encuentro con Lafaurie, quien siendo del mismo pueblo es la antítesis social del jefe guerrillero. Lafaurie representa la clase política que ha dominado Codazzi, ganadero y terrateniente cuya historia no pocas veces tiene relaciones con el paramilitarismo que ha dominado el Cesar desde hace tres décadas. Curiosamente Téllez reconoce que la raíz de su tierra le ha permitido una relación particularmente cercana con el dirigente ganadero, que la cultura fraterna y distendida de la costa los ha llevado a juntarse.
“Ha sido un encuentro interesante porque los ganaderos han sido un actor determinante en el paramilitarismo de Estado y él hace parte de ese gremio, pero los estereotipos se van diluyendo en la medida que uno conoce a las personas. La participación de José Félix en el proceso es un buen mensaje para el país porque abre las posibilidades de que sectores antagónicos encontremos puntos de encuentro y surja un acuerdo nacional que saque al país de la guerra y la desigualdad. Además, desde lo personal, ha sido interesante pasar de las distancias iniciales a una relación amable. Es la muestra de que interlocutando se conoce la parte humana de nuestra contraparte y nos hizo dar cuenta de que de ese lado también hay una persona que quiere una Colombia distinta”, sostiene Téllez.
Es así como el encuentro de militares y guerrilleros para llegar a un acuerdo de cese bilateral empieza a ser una experiencia que transforma a los contendientes en los campos de batallas y que son las primera puntadas de un tejido que empieza a tomar forma para ponerle fin a la historia de la guerra entre el Estado y la insurgencia en Colombia.