Petro puso un cerco humanitario sobre su Gobierno
26 Abril 2023

Petro puso un cerco humanitario sobre su Gobierno

Crédito: Fotoilustración de Yamith Mariño

El presidente Gustavo Petro barajó y reordenó la cartas de su gabinete. Tenía dos opciones: abrirse a la concertación o radicalizarse, y escogió la última. ¿Cuáles son las implicaciones?

Por: Redacción Cambio

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

La incertidumbre sobre los nombres que iban a salir del Gobierno terminó sobre las dos de la tarde de este 26 de abril con el consejo extraordinario de ministros que se llevó a cabo en la Casa de Nariño. El país estaba a la expectativa de saber la magnitud del rompimiento de la coalición de Gobierno y las caras del remezón ministerial que se anunciaba. 

Sobre las 11 de la mañana, CAMBIO fue confirmando, uno a uno, los nombres de los ministros que dejaron sus cargos. Al final, con la película completa del reordenamiento del gabinete, el presidente Petro envió un mensaje inequívoco: va a gobernar con sus propias tropas. Un remezón de siete ministros en un día, y a menos de nueve meses de haber empezado el gobierno, no tiene registro en la historia política reciente del país y sin duda marca un nuevo tercio en la actual administración. Se acabó el gobierno del Pacto Histórico, que fue como se bautizó a esta convergencia de tendencias de centro izquierda que incluyeron al santismo, algunos dirigente de partidos políticos tradicionales y toda la gama de izquierdas.  

El rompimiento con el santismo y el liberalismo fue claro. Sacó a Ocampo y Cecilia López, dos de los más experimentados ministros, quienes además tenían una alta favorabilidad en la opinión pública y dejó a otros más controversiales pero fieles al petrismo como Irene Vélez. También le cobró la crisis por la reforma a la salud a Carolina Corcho y a Alfonso Prada, así como le cobró el carnet del Partido de la U a Sandra Urrutia. Las controversias y su impronta conservadora también le costaron el puesto a Guillermo Reyes en el Ministerio de Transporte.

Para entender un terremoto político de semejantes proporciones es necesario analizar punto por punto las claves de la nueva estrategia de Gustavo Petro de construir un ‘gobierno de emergencia’.

El alto costo de la reforma a la salud

Aunque los cambios en el gabinete fueron más allá del Ministerio de Salud, la fallida concertación de la reforma a la salud fue el detonante del rompimiento de la coalición y de la crisis ministerial de Petro, que hace dos meses sacó a tres ministros y hoy a siete más. Los afectados son el santismo y el oficialismo del Partido de la U, el conservatismo y el Partido Liberal.

“A la doctora Dilian Francisca Toro y a toda la banda mi cariño y gratitud por reconocer y respaldar mi gestión”, fue el mensaje de despedida de Urrutia.

Si bien los tres partidos estuvieron negociando durante meses con el Gobierno para construir un proyecto que no los atemorizara, el acuerdo final nunca se hizo realidad. En una anécdota se convirtió la frase del  ‘99 por ciento’ de concertación que aseguró el ministro saliente Alfonso Prada, a quien inesperadamente Petro le aceptó la renuncia. Las extensas negociaciones que nunca dieron frutos, desgastaron la relación entre el presidente y los jefes de los partidos, incluyendo a César Gaviria, sobre quien se precipitó una rebeldía dentro de su bancada.

Pero el desgaste también fue de los dos ministros que hoy quedaron por fuera del gabinete: Carolina Corcho y Alfonso Prada. Ambos mostraron las dos caras del Gobierno en las negociaciones: Corcho reacia a moderar su propuesta y Prada tratando de conseguir votos en el Congreso, saltándose a los jefes partidistas para tener diálogo directo con los legisladores.

Por ello, los reemplazos de Corcho y Prada son estratégicos. A Palacio llega Guillermo Alfonso Jaramillo, un hombre de la entera confianza del presidente, quien asume a la cartera de Salud para tratar de salvar el proyecto que quedó en el limbo. Jaramillo es médico de profesión y político de carrera. Ha sido congresista, alcalde de Ibagué, gobernador del Tolima y secretario de Salud de la Bogotá Humana. Incluso era precandidato a la alcaldía de la capital por el Pacto Histórico. Su perfil es menos activista que el de Corcho y tiene más habilidad para la negociación. En todo caso, basta con la no presencia de Corcho para que las posibilidades de concertación sobre la reforma a la salud aumenten.

Al ministerio de la política llega un curtido político: Luis Fernando Velasco, el liberal rebelde que enfrentó a Gaviria para intentar llevar al partido al la campaña de Petro, y que ante la negativa del expresidente produjo un rompimiento desde la base y lideró la cascada de adhesiones liberales a la campaña del Pacto Histórico. El cambio de oficina de Velasco a la del Ministerio del Interior es un guiño presidencial a los ‘liberales progresistas’ que se le rebelaron a Gaviria. Este grupo de políticos viene dando amplias muestras de lealtad al Gobierno en la última semana, especialmente con el trámite de la reforma a la salud. Su acto más reciente fue la carta que firmaron 18 representantes a la Cámara criticando a Gaviria, la cual se escribió después de que asistiera a una cena en la Casa de Nariño el pasado 25 de abril en la que estuvo presente Velasco.

Al final de cuentas, el atropellado y lento trámite de la reforma a la salud no solo tensionó al máximo la coalición de Gobierno en el Congreso y la relación de la Casa de Nariño con los jefes políticos sino que también fragmentó la cohesión misma del gabinete. Carolina Corcho terminó saliendo de su cargo dos meses después que Alejandro Gaviria, su más duro contradictor.

A gobernar con tropas propias

Las dos bajas más cuestionadas fueron las de José Antonio Ocampo, economista de altísimo renombre, y Cecilia López, la ministra más experimentada que tenía Petro. Las credenciales de ambos no fueron suficientes para salir ilesos de la remodelación ministerial y es evidente que no fue por sus calidades profesionales sino por sus posturas respecto al estilo de gobierno del presidente, con reformas de hondo calado sin mayor debate y concertación.

En el caso de López, aunque era vista como una mujer experimentada en materia agraria y progresista con carné liberal, en las últimas dos semanas empezó a ser observada con reservas por el presidente. En la Casa de Nariño causaron molestia sus recientes declaraciones refiriéndose a la ministra de Minas, Irene Vélez, en un foro organizado por El Colombiano.

Como viene la ministra de Minas, yo tengo un mensaje: a mí me enfurece que nosotros los países en desarrollo adoptamos el discurso de los países ricos, entonces estamos diciendo que hay que proteger el mundo, etcétera, y no se dan cuenta de que lo que nos están exigiendo a nosotros es exactamente lo que ellos no hicieron”, dijo Cecilia López.

Además, López agregó una frase que fue premonitoria: “No me pongan a pelear porque me botan mañana. Bueno, yo feliz”. La salida de Cecilia también envía un mensaje claro sobre la reforma agraria, una de las banderas del presidente Petro. En su discurso en Zarzal, Valle del Cauca, el presidente le reclamó a López por los pocos avances de la reforma rural, y en particular por dos situaciones: el proceso de compra de tierras de los ganaderos y la eliminación de unos artículos del Plan Nacional de Desarrollo que permitían la adquisición de tierras privadas sin acudir a la expropiación.

Sobre lo primero, Petro dijo: “Hablamos con Fedegán, les dijimos que comprábamos la tierra que nos ofrecieran libremente y no ofrecieron sino 200.00 hectáreas y no en la tierra fértil sino allá en la frontera con Venezuela por los lados de Vichada”. Y sobre lo segundo, el presidente dijo que quien no logre "bajar el precio de los alimentos", "entregar tierra al campesinado" y hallar la fórmula de "cómo sembrar más alimentos", "no tiene cabida en el Gobierno". 

En el caso de Ocampo, su imagen del ‘adulto responsable’ en el gabinete lo condujo a tomar distancia prudente de algunas de las salidas del presidente. En la cartera de Hacienda constantemente tuvo que apagar incendios y contradecir a sus colegas, especialmente a la ministra de Minas, Irene Vélez. Su voz se volvió fundamental para apaciguar los temores de los mercados financieros que se han resentido hasta con los trinos del jefe de Estado. 

Pero la reforma a la salud fue lo que más fracturó la relación entre Ocampo y el presidente. El hoy ministro saliente fue uno de los que acompañó a Alejandro Gaviria en sus críticas al proyecto de Carolina Corcho, y aunque se salvó de la primera crisis ministerial al igual que Cecilia López, el apoyo no les alcanzó para superar la segunda crisis. La situación alcanzó un punto de no retorno el pasado 25 de abril cuando se conoció un concepto presupuestal de ese ministerio sobre la ponencia mayoritaria de la reforma a la salud. La comunicación de Hacienda llegó como respuesta a un derecho de petición instaurado por el senador liberal Alejandro Carlos Chacón, y en ella se asegura que la reforma tendría un costo de 113 billones de pesos en diez años.

Como relevo en el Ministerio de Hacienda llega otro hombre de la entraña de Petro: Ricardo Bonilla. Aunque no tiene el prestigio de Ocampo, sí es un economista juicioso que además, cuenta con la confianza del presidente, con quien trabajó como secretario de Hacienda en la Alcaldía de Bogotá. Viene de la dirección de Findeter y tiene la misión de conjurar la fuerte crisis económica que se asoma. 

En el caso del Ministerio de Agricultura la escogida fue Jhenifer Mojica, quien lideró el empalme en este sector y se venía desempeñando como directora de Asuntos Étnicos de la Unidad de Restitución de Tierras. Mojica es una abogada conocedora de los procesos agrarios. Viene de un sector campesinista, trabajó en el Incoder como subgerente de tierras en el gobierno de Santos y se destacó por intentar recuperar predios del parque nacional en las Islas del Rosario apropiados irregularmente por familias de la élite.  Mojica se encontraba como directora de la Unidad de Restitución y ahora será ministra de Agricultura, es decir, se convirtió en la jefe de su antiguo jefe.

Y finalmente, hubo movidas inesperadas, además de la Prada, es el caso de Mauricio Lizcano, quien deja el Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), pero no salió del Gobierno sino que se fortaleció. En sus manos quedó el Ministerio de las TIC. En su reemplazo llega Carlos Ramón González, un político de bajo perfil que tiene la personería jurídica de la Alianza Verde bajo el brazo hace más de dos décadas.

A González le debe Petro la división de la Alianza Verde, que en la práctica significó el hundimiento de la candidatura de Sergio Fajardo y la división de la bancada verde que se repartió entre la Coalición de la Esperanza y el Pacto Histórico. Carlos Ramón es un camaleón que fue guerrillero del M-19, tuvo alianzas con el parapolítico Luis Alberto ‘el Tuerto’ Gil,  después con el expresidente Álvaro Uribe a favor de Enrique Peñalosa y acabó compartiendo la dirección de los verdes con Antanas Mockus. Su militancia en el M-19 le significa la confianza de Petro y su llegada es un espaldarazo a una parte de la bancada verde que busca la presidencia del Congreso en la próxima legislatura.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí