"Yo lo evité lo más que pude": Fernando Botero sobre García Márquez
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"Me cae pesadísimo [...] No lo considero mi amigo", dijo el fallecido pintor colombiano sobre el premio nobel y autor de 'Cien años de soledad'.
Por: Redacción Cambio
En el imaginario colectivo, los colombianos pensarían que el más grande pintor colombiano era amigo del más grande escritor colombiano. Que juntos, en su fama universal, eran cercanos y cómplices artísticos. Nada más alejado de la realidad.
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En diciembre de 2011, el entonces editor general de la revista SoHo, Diego Garzón, entrevistó al pintor Fernando Botero y le preguntó que si recordaba alguna comida o un almuerzo con Gabriel García Márquez. "No soy amigo de García Márquez. Lo conozco, pero no lo considero mi amigo", le dijo el pintor, fallecido este viernes, 15 de septiembre, en Mónaco.
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"Cualquiera pensaría que son amigos", le dijo Garzón, y Botero le respondió que le molestaba que la gente pensara que se había inspirado en García Márquez: "Yo tenía una manera de expresarme diez años antes de que apareciera Cien años de soledad. Siempre le digo a la gente que mire mis libros, mis catálogos. Él me cae pesadísimo [...] Desde el 57 yo pintaba Boteros, pintaba mi mundo, toda esa realidad desproporcionada, exagerada, yo la había hecho antes. Pero bueno, como yo no me gané el Premio Nobel, ese es el problema".
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En 1960, García Márquez le propuso a Botero ilustrar uno de sus cuentos, La siesta del martes: "yo hice una ilustración loquísima, y a él le gustó mucho, y a El Tiempo también le gustó", dijo en entrevista con el editor de cultura de El Tiempo, Fernando Gómez Echeverry. "El relato de él era mucho más naturalista que mi ilustración, que era mucho más… loca, digamos", mencionó Botero.
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En la misma entrevista con Gómez Echeverry, dijo que García Márquez era "un gran escritor, pero simpático no era. En todo. No era simpático. A lo mejor era simpático con otros, pero conmigo no fue simpático nunca, total que yo lo evité lo más que pude, porque ¡por qué me iba a mamar a ese tipo!".
De hecho, hubo una segunda colaboración entre ambos, con la revista Vanity Fair en 1983, donde le pidieron ilustrar Crónica de una muerte anunciada. También mencionó una edición de Cien años de soledad, de la editorial Cátedra, con portada de su autoría, aunque aclaró que nunca se le pidió permiso para ello y que consideraba dicha edición como pirata. "Bueno, pues me deben plata entonces. Hay que mandar abogado", le dijo a Gómez Echeverry.