
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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Asamblea Mundial de la Salud 2025: ¿qué quedó del tratado sobre pandemias?
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Germán Velásquez, economista y PHD en salud pública, analiza para CAMBIO el acuerdo sobre pandemias aprobado por la Organización Mundial de la Salud el cual, según él, “mantiene la lógica de desigualdad y refuerza los desequilibrios de poder existentes en la gobernanza sanitaria mundial”.
Por: German Velásquez

El proceso liderado por el Órgano Intergubernamental de Negociación (INB) de la OMS para redactar un tratado sobre pandemias tenía como objetivo superar las fallas expuestas por la COVID-19 en materia de prevención, preparación y respuesta. Sin embargo, el documento finalmente adoptado en la Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2025 no cumple con el mandato original otorgado el INB. En lugar de un tratado internacional vinculante, mantiene la lógica de desigualdad, reproduce mecanismos voluntarios poco efectivos y refuerza los desequilibrios de poder existentes en la gobernanza sanitaria mundial.
Un aspecto clave permanece sin resolverse: el acceso justo y oportuno a vacunas, medicamentos y diagnósticos en los países en desarrollo. Esta cuestión central fue relegada a un anexo para futuras negociaciones.
La pandemia de COVID-19 dejó al descubierto graves inequidades en el acceso a productos médicos esenciales. Mientras algunas naciones acumulaban vacunas y tratamientos, otras enfrentaban la emergencia sin recursos, con consecuencias devastadoras. Se esperaba que la OMS liderara un cambio estructural en la gobernanza sanitaria global mediante un instrumento jurídico con capacidad real de garantizar equidad y eficacia. No obstante, el texto aprobado dista de ser un tratado vinculante. Muchos lo ven apenas como un paso preliminar hacia una negociación futura que podría culminar en un tratado más sólido.
El aplazamiento del PABS: una jugada arriesgada
Posponer la negociación sobre el sistema de acceso y reparto de beneficios (PABS) representa un riesgo significativo si no se define previamente una metodología transparente e imparcial. Dejar en suspenso este tema crucial debilita la credibilidad del proceso y pone en evidencia la influencia de intereses particulares.
Además, el aplazamiento neutraliza una herramienta potencialmente transformadora, necesaria para corregir las desigualdades en el acceso a recursos genéticos y biológicos. El PABS debía ser un mecanismo para avanzar hacia la equidad, no una nota al pie en espera de consenso.
¿Un tratado o una declaración simbólica?
La estructura del documento se basa, en su mayoría, en compromisos no vinculantes. A diferencia de tratados efectivos como el Convenio Marco para el Control del Tabaco, este acuerdo carece de obligaciones jurídicas claras y mecanismos de seguimiento. Aunque se establece que el acuerdo entrará en vigor una vez aprobado por al menos 60 parlamentos nacionales, ¿qué sentido tiene aprobar un texto repleto de aspiraciones sin peso legal?
Lo esencial permanece sin resolver: garantizar el acceso equitativo y oportuno a medidas médicas durante las emergencias. Esta omisión socava la capacidad del acuerdo para ser útil en tiempos de crisis reales.

PABS: ¿Formalización de una injusticia?
La provisión de apenas el 10% de los productos médicos para los países en desarrollo, de forma gratuita y un 10% adicional a precios “abordables”, no constituye una solución sostenible, sino más bien una institucionalización de la inequidad. El PABS debería aspirar a garantizar un acceso justo y universal a los recursos sanitarios, no a establecer cuotas asistenciales sujetas a condiciones. El resto —el 80%— ¿quedará a merced del mercado?
Durante la pandemia de COVID-19, iniciativas como COVAX demostraron sus limitaciones ante el acaparamiento de los países ricos. El nuevo acuerdo menciona una futura “Red Mundial de Suministro y Logística”, pero no especifica cómo funcionará para garantizar el acceso equitativo, ni quién rendirá cuentas por su desempeño.
Transferencia tecnológica voluntaria: una ilusión repetida
El concepto de transferencia tecnológica “voluntaria y de común acuerdo” ha demostrado repetidamente su ineficacia. Las tecnologías sanitarias críticas rara vez se comparten de manera voluntaria si no hay interés comercial de por medio. En lugar de innovar con mecanismos eficaces como licencias obligatorias automáticas o plataformas abiertas de innovación, el texto apela a la “buena voluntad” empresarial, lo cual resulta insuficiente para enfrentar una emergencia sanitaria global.
El enfoque 'Una sola salud': ¿una estrategia diluyente?
Si bien el enfoque 'Una sola salud' subraya la conexión entre salud humana, animal y ambiental, en el marco del acuerdo pandémico parece servir para dispersar competencias y debilitar el papel rector de la OMS. La transferencia de funciones a organismos multilaterales sin mandato sanitario refuerza la fragmentación institucional y puede socavar la coordinación global.
Un proceso de negociación desequilibrado
Las negociaciones reflejaron claramente la desigualdad estructural entre países. Las naciones desarrolladas, con el respaldo de sus poderosos sectores farmacéuticos, impusieron su agenda. La Mesa de Coordinación no actuó como árbitro imparcial, sino más bien como agente de ciertos intereses.
La Secretaría de la OMS, en lugar de desempeñar un rol neutral, se mostró alineada con los países más influyentes, lo que pone en cuestión su legitimidad como garante de la equidad global.
¿Multilateralismo eficaz?
A pesar de las fallas, el esfuerzo multilateral y la participación activa de todos los Estados miembros durante más de tres años representan un avance en sí mismo. No obstante, el resultado deja mucho que desear frente a las expectativas y urgencias evidenciadas por la pandemia.
Un acuerdo que no responde a los desafíos de la COVID-19
El documento omite soluciones reales a los obstáculos creados por la propiedad intelectual. Durante la COVID-19, las flexibilidades ofrecidas por los ADPIC resultaron insuficientes. Este acuerdo tampoco incluye cláusulas que permitan licencias obligatorias automáticas o la suspensión de patentes en situaciones pandémicas. En su lugar, reitera fórmulas de “acuerdo mutuo”, que en la práctica se traducen en demoras y bloqueos al acceso.
El acuerdo adoptado en mayo de 2025 por la AMS no establece compromisos firmes sobre temas clave: acceso equitativo a vacunas y medicamentos, regulación del acaparamiento, transferencia tecnológica efectiva, ni mecanismos de financiación sostenibles. Lejos de ser un instrumento transformador, reproduce estructuras de exclusión y deja sin respuesta muchos de las fallas reveladas por la COVID-19.
El Sur Global debe tener claro que la adopción del acuerdo no representa una victoria definitiva. Todo dependerá de cómo se conduzcan las próximas etapas de negociación sobre el anexo, especialmente el PABS. Será crucial garantizar una metodología más justa y equilibrada, que permita corregir las desigualdades estructurales y avanzar hacia una verdadera equidad en salud global.
Una cosa es segura: tras la Asamblea de mayo de 2025, el proceso de negociación continúa. Y lo que está en juego es el derecho a la salud de millones de personas frente a futuras pandemias.
