Daniel Samper Ospina
16 Junio 2024

Daniel Samper Ospina

SI FALCAO JUEGA EN MILLOS

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Mi semana comenzó con la confesión de la senadora Clarita López a Eva Rey en la que le cuenta que en sus años mozos se metió por las narices todo lo que le pasara por las manos: “hongos, mezcalina, LSD, poppers: de todo”, enumeraba con los dedos en un plano de cámara en que toda ella parecía una incautación. Debería presentar El boletín del consumidor. 

El video de Clarita cayó en el pozo sin fondo de las noticias semanales sin siquiera causar una ligero temblor. Se diluyó en silencio en medio de otros titulares delirantes como estos: la subdirectora de Planeación duró por reloj quince minutos en su cargo: un cuarto de hora después de su nombramiento, fue destituida por orden de Palacio. Es la Ariadna Gutiérrez del servicio público. La Dian le puso una multa a la Dian de quince millones de pesos por no haber presentado a tiempo una información tributaria. El tercer general más importante del ejército protagonizó un escándalo por utilizar a los soldados de su esquema de seguridad para cocinar y hacer aseo

—¡Ajúa! ¡Ajuagar los platos! —les gritaba.
—Como ordene, mi general.
—Y usted allá, soldado: ¡hágame veinte de pecho!
—¿En la olla a presión, mi general?

Y por si no fueran titulares suficientes, el presidente Berto viajó a Suecia para detener la guerra de Ucrania mientras se enciende la del Valle: su vocación de líder planetario lo lleva a mirar antes el Cáucaso que el Cauca, lo cual es un voto de confianza para los funcionarios que se quedaron en el país, como el ministro Bonillita, gendarme general de las finanzas que esta semana reconoció que el Estado está desfinanciado y activa un plan de recortes que, Dios mediante, no incluya eliminar del organigrama presidencial el puesto a Nerú: en estos momentos de tensión, el primer masajista de la nación es el único que puede desvanecer los nudos, si no de las reformas, al menos de la espalda del presidente Berto.

Y, sin embargo, las noticias  más importantes de estos días provienen del fútbol por dos acontecimientos especiales: la final del torneo colombiano y el posible fichaje de Falcao García para que juegue, ay, en Millonarios. 

La negociación estaba como Clarita López en su juventud: trabada. Y por varias exigencias del astro más grande de nuestro fútbol: una  tributaria que, al parecer, ya se resolvió con el traslado de Mr. Taxes al Ministerio de Comercio y su dejación inmediata de la cuenta de TikTok, ambas solicitudes del mánager del goleador. El otro asunto no era un pedido sino un problema: que su esposa Lorelei aceptara el pequeño cambio de estilo vida que implicaría dejar Madrid para instalarse en nuestra moderna Atenas Sudamericana.

Imagino a Falcao con el deseo de cumplir su sueño de cerrar su carrera en el equipo del que siempre ha sido hincha y la forma en que dribla los argumentos de su esposa para convencerla de que, a diferencia de lo que sucedió con el gobierno de Berto, ese cambio es para bien. 

—Ejem, Lore… Hay un tema que te quiero tocar…
—¿Otro hijo, Falca? ¡Dejemos al menos que Dominique cumpla los dos meses! 
—Ejem, no, Lore… Es que… Es que quieren que juegue en Bogotá…
—¿Querés cambiar Madrid por Bogotá?
—Bogotá es una ciudad muy bonita. Y ya casi terminan el metro…
—¿Cómo así, aún no hay metro en Bogotá?
—Pero hay Transmilenio, y funciona muy bien.
—¿Y nuestros paseos por El Retiro? 
—Allá está el Parque Nacional.
—¿Y nuestras escapadas a la Puerta de Alcalá?
—En Bogotá está el monumento de los Héroes: podemos caminar por la paralela que es segura siempre y cuando uno no cruce por las polisombras. Ni a ciertas horas de la noche. O del día.
—No sé: ¿y si no nos gusta?
—Pues nos devolvemos, porque voy en calidad de préstamo…
—¿Y cuánto les tienes que prestar?

Lanzará entonces remates desde todos los ángulos: dirá que en Bogotá podrá llamar “veci” a cualquiera; que puede pedir ñapa; que hay una iglesia cristiana cada dos cuadras. Que por cada hijo recibirán un subsidio de Familias en Acción y que si aprueban la reforma a la salud el estado atenderá completamente gratis los partos que tengan en esta temporada.

—Pero me han dicho que las universidades son muy caras, Falca…
—Pero hay descuentos por docena… Y en últimas podemos matricularlos en la Nacho, una universidad muy tranquila desde que estrenó rector.
—No sé: estamos tan bien acá, en España…
—Qué va: mira la situación política… En cambio en Colombia todo es muy estable: ¡el presidente Petro acaba de decir que es refugio de la democracia! Y dentro de poco habrá elecciones: ¡suenan Vicky Dávila, Carolina Corcho, Laura Sarabia! 

Algunos pueden suponer que, como santafereño, me resultaría imposible soportar la noticia de que Falcao juegue con el equipo rival después de lo que sucedió anoche, en la final contra Bucaramanga.

Sin embargo, en un acto de generosidad que trasciende cualquier interés mezquino, y con el único ánimo de que la negociación no fracase, advierto de forma objetiva y amistosa al Tigre Falcao que una vez acepte jugar en Bogotá le sucederán más cosas. Que bastará una ida a Wok con los niños para que se les descuadre el presupuesto mensual; que Iván Duque lo invitará a un rave; Gloria Luz Gutiérrez, a una tertulia literaria en su casa y el Congreso le impondrá la cruz de Boyacá. Que Eduardo Luis narrará sus goles con el grito de "¡pidan domicilio!". Que terminarán construyendo en su honor una escultura frente del Campín semejante a la del Pibe en Barranquilla (para la que tomaron de referencia, no se sabe por qué, al técnico Gamero). Que su contratación será presentada por el presidente Berto como una de las inversiones forzadas que sugirió adelantar a los banqueros. Y que banca, precisamente, es lo que puede probar cuando lo sustituyan a los quince minutos, como a la subdirectora de Planeación. 

No vale la pena que acepte. Por si fuera poco, el encargado de meterle los pases se llama Beckham David Castro. 

Aunque pases, lo que se dice pases, los que metía Clarita López en su juventud.

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