Soplan vientos difíciles para los agricultores colombianos
21 Diciembre 2022

Soplan vientos difíciles para los agricultores colombianos

Crédito: Unsplash

Aparte de los riesgos generados por factores climáticos, que está en aumento, la labor del campo actualmente se ha visto golpeada por causas tan lejanas como la invasión rusa a Ucrania, la crisis de los contenedores en China o el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos. Así, un campesino de Ventaquemada, en Boyacá, tendrá problemas con su parcela de papa por culpa de Vladímir Putin.

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Quizá hoy más que nunca la agricultura pende de hilos que no controla: la situación en Ucrania ha elevado el costo mundial de los fertilizantes necesarios para lograr cosechas sanas, la ruptura en la cadena de suministros provocada por la pandemia ha hecho escasear los insumos a nivel mundial, la inflación que azota la economía gringa y las medidas de ese gobierno para contenerla disparó el precio del dólar y con esto se encarecieron productos indispensables en el agro… El transporte está más caro, el combustible está más caro, las medicinas y pesticidas están más caros... 

Y en el centro de todo esto está el campesino, que tiene pocas herramientas para mitigar los efectos del desorden mundial en su propia economía. 

Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad Colombiana de Agricultores SAC, enumera los principales factores de riesgo actuales para la producción agrícola: “Dólar alto, tasas de interés al alza y un invierno que, como lo ha dicho el Ideam, puede extenderse hasta febrero de 2023 en lo que sería el primer fenómeno de La Niña de triple inmersión en el siglo XXI, es decir, tres inviernos consecutivos”.

Cultivar es costoso

Cada año se producen en los campos colombianos alrededor de 70 millones de toneladas de alimentos. Para conseguir este rendimiento, se importan más de dos millones de toneladas de fertilizantes –como urea, nitrógeno, fósforo o potasio–, necesarios para nutrir los suelos y obtener cosechas saludables; y más de ocho millones de toneladas de materias primas para la alimentación de gallinas, pollos, peces, cerdos y vacas.

“Los costos de estos insumos han subido por la crisis de las cadenas de logística de finales de 2021 y por la reprochable invasión de Rusia a Ucrania, que prácticamente desbarató el mercado internacional de estos productos durante lo corrido de 2022”, dice Bedoya. “Mientras se mantenga la invasión y el clima afecte la producción de estos insumos, particularmente de maíz y soya en países como Estados Unidos, Brasil y Argentina, enfrentaremos una volatilidad de los precios internacionales”.

Como medidas de contingencia, el presidente Gustavo Petro anunció subsidios para los fertilizantes que se destinen a la producción de alimentos y se reinició la importación por parte de la empresa Monómeros.

Paisaje
Foto: Unsplash

Dólar, inflación y otros demonios

Gran parte de los insumos agrícolas, como pesticidas, fertilizantes, maquinaria, se tasan en dólares, así que a la mezcla de riesgos que enfrentan los campesinos debemos sumarle la tasa de cambio. En 2022 la moneda de curso en Colombia perdió cerca de 20% de su valor frente al dólar, según datos de TRM del Banco de la República, pasando de $3.981 el 1 de enero a $4.769 en 21 de diciembre.

“Las coberturas cambiarias y la información pública en tiempo real del observatorio de insumos, creado bajo el mecanismo de libertad vigilada, son herramientas que deben tener un impacto, particularmente en los pequeños y medianos productores”, afirma Bedoya.

Por otra parte, está el problema de la inflación, que entre enero y noviembre de 2022 ya había acumulado 11,72% según cifras del DANE. Para contener este fenómeno y evitar que el costo de la vida siga aumentando para los colombianos, el Banco de la República ha incrementado este año las tasas de interés pasando de 4% en enero a 12% en diciembre, lo cual se traduce en el encarecimiento del costo del crédito al que acuden muchos productores agrícolas.

De allí que este año Finagro, el fondo para el financiamiento del sector agropecuario, haya visto caer la colocación de créditos por primera vez en su historia, mayormente a pequeños campesinos.

Frente a estos fenómenos, dice Bedoya, “reiteramos la invitación al Gobierno nacional a que destine cuantiosos recursos al subsidio a las tasas de interés, a través de las LEC que tiene Finagro. Se necesita también crédito barato para enfrentar esta ‘tormenta perfecta’”. 

Diego Bautista, presidente de la Agencia de Desarrollo Rural, sobre la que pesa buena parte de la responsabilidad de sacar adelante los planes que el gobierno de Gustavo Petro tiene para el agro, sale al paso diciendo que “el presupuesto en el país nunca será suficiente para atender todas las necesidades del campo; y estos problemas vienen de décadas atrás. La buena noticia es que en 2023 tendremos tres veces más el presupuesto que hoy tiene la Agencia. Además, esperamos que con los recaudos de la Reforma Tributaria tengamos más dinero para invertir”.

El éxito con que se enfrenten estos retos dependerá del diseño de un plan que se adapte a los entornos externo e interno esperados, según Fedesarrollo. “Esta estrategia deberá estar centrada en los tres grandes retos que afrontará el sector: aumentar la competividad de la producción nacional, responder ante las necesidades sociales de la población rural y adoptar un patrón de desarrollo más armónico con el medio ambiente”.

Así las cosas, el panorama para los agricultores colombianos es de riesgo, y la labor campesina actualmente debe desarrollarse en medio de la volatilidad y la incertidumbre: en lo que crece la papa del campesino de Ventaquemada todo puede cambiar. 

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