“Es posible que aquí haya algún asesinato grave“: Cecilia Orozco sobre elecciones en Colombia
5 Abril 2022

“Es posible que aquí haya algún asesinato grave“: Cecilia Orozco sobre elecciones en Colombia

Crédito: Colprensa

La periodista, quien recientemente fue víctima de una macabra amenaza contra su vida en Bogotá, reflexiona sobre la libertad de prensa y la democracia en el país. Para evitar una tragedia en esta época electoral, ella cree que “este sería un buen momento para llamar a la calma, sobre todo a los actores políticos que tienen responsabilidades públicas”.

Por: Sara Castillejo Ditta

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El domingo pasado, Noticias Uno la red independiente denunció un macabro episodio de seguimiento y amedrentamiento contra su directora, la reconocida periodista Cecilia Orozco. Durante 4 kilómetros, una carroza fúnebre siguió el vehículo en el que Orozco se dirigía a su vivienda en Bogotá. Al ser increpado por la policía, el conductor adujo que tenía instrucciones de seguir ese esquema de seguridad, porque iba a recoger un cadáver.

El origen del carro y del conductor todavía no están claros, sin embargo, la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) denunció a través de sus redes que “esto es una forma de intimidación hacia ella y el resto del equipo de Noticias Uno”, y agregó que “esto afecta el derecho a informar y recibir información de importancia para la ciudadanía”.

La periodista Orozco conversó con Cambio sobre estos hechos y lo que significan para la libertad de prensa y la democracia del país.

¿Cómo fue este nuevo episodio de amedrentamiento respecto a otros que usted ha vivido antes?, ¿fue un recordatorio de antiguos momentos álgidos?

En el pasado he tenido episodios también muy delicados, por eso tengo esquema de seguridad, pero no había sentido tan cerca la posibilidad de que sucediera algo más grave.

El carro fúnebre que nos siguió lo hizo casi encima de nosotros, no tomó ninguna precaución de esconderse sino que quería ser notorio. Fue un acto mucho más agresivo, más prolongado y, de cierta manera, más abierto, como para que yo entendiera de alguna manera que esta vez iba más en serio. 

Después del episodio, ¿se ha sentido segura?

No puedo dejar de decir que es intimidante lo que sucedió, aunque no quiero posar de heroína tampoco soy cobarde. Estoy consciente de que el periodismo que hacemos en Noticias Uno y las columnas que yo escribo incomodan a muchas personas, y son personas poderosas. 

Lo que estoy viendo con este incidente feo que me ocurrió y con otros que me han sucedido en el pasado, aunque nunca de esta gravedad, es que no es fácil hablar en Colombia. No es fácil hacer periodismo libre, totalmente libre, en Colombia, aunque todas las instituciones dicen que estamos en democracia.

Me siento segura, desde el punto de vista físico, por lo menos por el momento. En la Unidad Nacional de Protección (UNP) me reforzaron el esquema de seguridad y tengo que decir que la Policía Nacional reaccionó rápidamente, no solamente el día del incidente sino después. 

Todavía está fresco el incidente de septiembre del año pasado, cuando la Fiscalía intentó entrar a Noticias Uno para inspeccionar sus archivos reservados. ¿Usted confía en esa institución para investigar las amenazas en su contra y para defender en general la libertad de expresión?

Yo no tomé la iniciativa de poner una denuncia penal, porque las denuncias penales se ponen precisamente ante la Fiscalía. Sin embargo, en los últimos días recibí una llamada de un fiscal de la Unidad de Derechos Humanos que me dijo que va a abrir una investigación de oficio y me pidió reunirme con él. 

Yo me voy a reunir con él, puesto que es la entidad oficial que investiga en Colombia los hechos de carácter penal. No puedo decir que confíe, pero espero que si hay algo en concreto que encuentre el fiscal encargado del caso o los investigadores, lo investiguen recta y libremente, como deben ser todas las investigaciones: sin sesgar ni ocultar algunos datos. Y que tampoco me den la preferencia por ser una periodista a la que, de cualquier manera, se le ha prestado atención pública. 

No puedo decir que confío en la Fiscalía General, pero tampoco puedo decir que un fiscal de una Unidad de Derechos Humanos no lo vaya a hacer correctamente. Por el contrario, a los fiscales, no estoy hablando de la cúpula, sino de los fiscales que han hecho su tarea, más bien los considero unas víctimas del sistema actual y de la corrupción que se ha tomado la entidad.

¿Tiene indicios de quién estaría detrás de este nuevo amedrentamiento?

No, no lo puedo decir responsablemente. Si lo supiera lo diría.

Puedo señalar, no personas, sino sectores que francamente veo que están molestos conmigo, con el periodismo que hacemos en Noticias Uno, las opiniones que vierto en la columna de El Espectador e, incluso, las entrevistas que hago para los domingos en El Espectador también.

Pero señalarlos no sería responsable de mi parte, porque una cosa es que les molesten mis opiniones, incluso que me insulten, como me insultan muchas veces en las redes sectores claramente identificados de ciertas tendencias políticas, pero eso no me da la facultad de decir que ellos son los responsables de este incidente.

Pero ¿cree que este nuevo episodio está enmarcado en el cubrimiento que ha adelantado de la coyuntura electoral?

Sí. Yo sí creo que los ánimos están exacerbados en el mundo político. Entiendo claramente que el país está en un momento de tensión muy alto, muy delicado, porque los actores políticos, no todos, pero varios que son muy notorios han exacerbado la opinión pública. Han exacerbado los ánimos y, no pocos, han incitado a la violencia con sus palabras y a la rebelión: a la no aceptación de resultados electorales, a cierto señalamiento de personas que no son afectas sino que son contrarias a sus pensamientos.

Yo siento un ambiente muy pesado y, lamentablemente, creo que aquí es posible que haya, ojalá me equivoque, pero creo que es posible que aquí haya algún asesinato grave o algún incidente grave de alteración del orden público, un intento de forzar la poca democracia que aún nos queda.

Este sería un buen momento para llamar a la calma, sobre todo a los actores políticos que tienen responsabilidades públicas. Los que se ocultan y los que tienen bandas criminales para intimidar, como lo hicieron conmigo, no van a atender ninguna razón, pero por lo menos los actores políticos que tienen responsabilidades públicas sí deberían revisar lo que están diciendo y calmarse. Deberían ganar la campaña con votos, con ideas y con pensamientos, sin exacerbar más los odios y los antagonismos, porque ellos no saben donde puede parar eso; o sí lo saben y están siendo responsables.

Este tipo de amenazas puntuales también son advertencias para otros colegas que investigan y que hacen denuncias en el país. ¿Cómo cambia la vida de una redacción de noticias, el ambiente, tras un amedrentamiento tan contundente a la jefa editorial? ¿Cómo han sido estos días en Noticias Uno?

Sí hay inquietud, hay cierto ambiente de preocupación, pero somos un grupo acostumbrado un poco a la hostilidad del poder. No somos héroes, pero tampoco somos cobardes. No nos dejamos intimidar fácilmente. Somos, eso sí, prudentes en nuestros desplazamientos, en nuestros movimientos y, desde luego, absolutamente responsables en lo que publicamos.

Podemos decir que hemos seguido trabajando, no vamos a modificar la línea editorial por la una intimidación, porque la intimidación no es solamente para mí: es también, en primer lugar, para Noticias Uno y, en segundo lugar, para el resto de periodistas que hacen su tarea en el país. 

Por supuesto nosotros vamos a seguir haciendo nuestra tarea, aunque entiendo que la intimidación puede afectar la libertad de opinión, incluso, que puede incentivar la autocensura. Otros periodistas pueden sentir que están menos protegidos, que no tienen por qué arriesgarse. Ellos pueden pensar que, si atacan de esa manera a una persona que, como yo, ya tiene cierta visibilidad en el medio periodístico pues, ¿cómo no lo harán con otros que están empezando en su carrera? Con los periodistas jóvenes, o los que son reporteros que se exponen todos los días en las regiones y que tienen que entrar a sitios bastante poco seguros.

Desde luego, esta es una amenaza directa contra el periodismo libre e independiente, no solamente contra Cecilia Orozco. 

¿Este tipo de hechos también afectan la confianza de las fuentes y su disposición a colaborar con la prensa libre?

Seguramente. Las fuentes mías saben que yo prefiero recibir amenazas como estas antes que ponerlos en riesgo, pero sucede y lo puedo entender humanamente. Si algunas de las fuentes tuvieran temor de volver a hablar conmigo, sería comprensible. Aunque, si lo pensaran con responsabilidad de país, lo que deberían hacer era aún denunciar más cosas.

Lo que busca este tipo de actos es un pacto de silencio, un pacto que ya existe en gran parte del país: gente que sabe lo que está pasando prefiere quedarse callada para no meterse en problemas. 

Debería ser al revés, una rebelión contra el pacto de silencio. Y cuando todo el mundo comience a contar lo que está pasando, lo que no está correcto, seguramente no habrán tantos grupos criminales que puedan callarnos.

Lo que pasa es que cuando la generalidad del país se calla y solamente unos pocos hablamos, luego nosotros podemos ser el foco de la violencia. 

Finalmente, ¿de qué forma cree usted que se debe garantizar la seguridad de los periodistas en Colombia?

La única manera real de que haya garantías de seguridad para los periodistas en Colombia es que los actores que tienen poder en el país entiendan que la democracia informativa es así. La democracia no es un nombre, es un estado de conductas y comportamientos en los que circulan todas las ideas, todas las críticas, se ventilan los actos de corrupción y se solucionan.

Pero se solucionan dentro de las instituciones, no liquidando al que cuenta la historia. 

La única manera de que realmente haya seguridad para los periodistas en Colombia es cuando haya verdadera democracia, de lo contrario solamente vamos a estar protegidos mientras haya unos esquemas de seguridad que no es posible darle a todos. Así siempre va a ser inseguro el ejercicio de la profesión del periodista.
 

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