Cinco actividades cotidianas a las que las personas trans no deberían temerles pero les temen
3 Noviembre 2022 12:11 pm

Cinco actividades cotidianas a las que las personas trans no deberían temerles pero les temen

Crédito: Yamith Mariño Díaz

Empleo, educación, salud, un paseo por la calle, incluso el ingreso a los baños públicos; las personas trans tienen dificultades para acceder a los derechos ciudadanos mínimos.

Por: Maria F. Fitzgerald

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El promedio de expectativa de vida de una persona transgénero, en todo el mundo, es de 35 años, según un informe realizado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Si pertenece a una minoría racial, la expectativa se reduce a 27 años. 

La salud mental que vive esta comunidad es, de hecho, deficiente. En promedio, el 55 por ciento de la comunidad trans ha tenido al menos un intento de suicidio, y, según estudios de la Organización Mundial de la Salud, las tasas de depresión y ansiedad son mucho más elevadas en esta comunidad que en cualquier otra.

Las causas de esta baja expectativa de vida se relacionan no solo con los distintos tipos de violencia física y emocional que sufre la población trans, sino también con la dificultad para acceder a servicios sociales mínimos: salud, educación, trabajo; incluso, entrar a los baños públicos. 

Estas son cinco actividades a las que las personas trans no deberían temerles pero les temen: 

1. Recibir atención profesional en salud

Un estudio realizado por la Clínica Mayo, un colectivo internacional de médicos, puso en evidencia que las personas trans prefieren no acceder a los servicios de salud por miedo a ser discriminadas. “Esto puede deberse a la falta de cobertura relacionada con cuestiones de género por parte de los seguros, al rechazo de los médicos a brindarles atención, a la dificultad para encontrar un médico con pericia en la atención de personas transgénero o, simplemente, al miedo a la discriminación en los entornos de atención médica”.

Las personas trans evitan ir a los centros de salud por miedo al maltrato psicológico y a la violencia física y sexual que están en riesgo de sufrir. Un informe publicado por la Liga de salud Trans recogió testimonios de mujeres y hombres trans de todo el país que hablaron sobre por qué no querían que los profesionales de la salud los acompañaran en sus tratamientos médicos. Básicamente, reconstruyeron las distintas experiencias de violencia, tanto físicas como sexuales, que han enfrentado en los centros de salud. Aseguraron sentirse irrespetadas por los profesionales y no haber recibido una atención que tuviera en cuenta su identidad de género; todo esto cuando no se les había negado directamente el servicio. Los testimonios dieron pie a que las mujeres transgénero crearan sus propios sistemas de atención y de cuidado colectivos.

2. Acceder a la educación 

Según un estudio realizado en mayo de este año por el Distrito de Bogotá, llamado 'Diagnóstico y recomendaciones para la inclusión laboral de los sectores sociales LGBTI', únicamente el 32 por ciento de la población trans consigue terminar su educación secundaria. Tan solo el 4 por ciento logra acceder a la educación superior y únicamente el 1 por ciento llega a tener estudios de posgrado. El 49 por ciento de las personas trans no cuenta con algún tipo de formación para el trabajo y el 80 por ciento ha sufrido alguna situación de discriminación en los procesos de empleo y contratación por su identidad de género.

3. Tener un trabajo 

Un estudio realizado por la Universidad de Vic Gerard Coll-Planas y Miquel Missé encontró que el 60 por ciento de personas que pertenecen a la comunidad transgénero no logra empleos con los criterios mínimos de dignidad. 

El estudio señala también que ser visiblemente trans profundiza el problema. En particular, los hombres trans no son segregados sino invisibilizados. Por alguna razón, parecen borrados, inadvertidos, sencillamente no existen. En el caso de las mujeres trans, las tasas de desempleo alcanzan el 80 por ciento, lo que las lleva a tener que recurrir a la informalidad, al mundo del espectáculo (cuyas plazas son mínimas) o al trabajo sexual. 

De acuerdo con un informe de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el 90 por ciento de las personas trans deben dedicarse al trabajo sexual. 

4. Usar baños públicos 

En Estados Unidos, la revista Pediatrics publicó un estudio en el que se dejó constancia de que en los baños públicos de los colegios, un 36 por ciento de los adolescentes transgénero sufrían agresiones sexuales (el doble de las tasas de abuso a adolescentes no transgénero). 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos añade que “casi el 70 por ciento de las personas transgénero, en particular las mujeres trans, han sufrido acoso verbal en baños separados por género, mientras que casi el 10 por ciento denunciaron agresión física”. 

Muchos integrantes de la comunidad alrededor del mundo han dado testimonio sobre sus experiencias utilizando baños públicos. La mayoría narran que han sido observados, golpeados, abusados, o, simplemente, que se les ha negado el uso del baño. 

Algunos países han adoptado la creación de baños públicos sin género. En Colombia todavía no existe una ley de baños mixtos. Sin embargo, distintas universidades e instituciones privadas han decidido aplicar esta política en sus edificios. 

5. Poder caminar en la calle

De acuerdo con el informe 'Qué maricada con nuestros derechos' de la ONG Temblores, la calle es uno de los lugares en los que las personas trans sufren mayores tasas de violencia. Si a esto se suma que sean mujeres trans que se desempeñan como trabajadoras sexuales, la violencia es mayor. 

Kennedy y Mártires, en Bogotá, son las dos localidades con mayor perpetración de ataques contra la comunidad trans. La noche es más peligrosa: entre las diez de la noche y las seis de la mañana se registran la mayoría de ataques verbales, físicos, sexuales y homicidas. 

El informe también advierte que, respecto del resto de la comunidad LGTBIQ+, las mujeres trans, por ser las más visibles, son las que reciben más ataques. Esto las convierte en las más vulnerables de la comunidad.

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