El muchacho al que no pudieron rematar
20 Abril 2022 08:04 am

El muchacho al que no pudieron rematar

Iván Andrés Orrego está repitiendo sexto de bachillerato, el mismo grado que realizaba en abril de 2021 cuando terminó baleado. Hace poco cumplió 18 años.

Crédito: Cortesia

Iván Andrés Orrego, un joven que, siendo menor de edad, sobrevivió a un ataque del Ejército que dejó sin vida a uno de sus amigos mientras transitaban en una motocicleta por una carretera del Guaviare, le contó a Cambio cómo los militares le pegaron tres tiros más cuando ya estaba herido y cómo su amigo y él fueron luego presentados como guerrilleros de Gentil Duarte.

Por: Edinson Arley Bolaños

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Yo salí de la casa a las cuatro y media de la tarde de un día domingo, en compañía de un amigo de nombre Fernando. Íbamos en la moto mía, que es una XTZ, por la carretera que va para Miraflores. Llegamos a un sitio donde había rastrojo a un lado de la vía y potrero, al otro; íbamos recochando con mi amigo cuando escuchamos un grito: ¡hey! Yo seguí en la moto y luego sentí dos tiros en el pecho que me tumbaron. Nos disparaban desde el rastrojo, de donde salieron unos soldados a la carretera. Nos trataban mal, o me trataron, porque a mi amigo lo mataron de una vez: cuando caímos, él ya estaba muerto. 

Uno de los soldados me decía que no me moviera. ¡Pero cómo no me iba a mover con ese dolor tan hijueputa! Encima, me trataban con palabras muy groseras y me gritaban que yo era guerrillero. Yo le suplicaba que no me matara, pero un soldado me pegó otros tres tiros a un metro de distancia: que porque no hacía caso, que porque me arrastraba por el suelo. Tenía mucha sangre alrededor, pero yo sentía que podía vivir. El soldado que me disparó, con la cara tapada con un pasamontañas, se me acercó y me puso la boquilla del arma en la cabeza. En ese momento, otro soldado le gritó que no me disparara, que me iban a revisar los signos vitales.  

Luego, llegó un soldado, supuestamente para prestarme auxilio; pero no me lo prestó, me dijo que me muriera. Después llegó otro, uno flaco, y ese sí me prestó auxilio: me tapó todos los huecos con un esparadrapo, para que no me saliera más sangre, y me puso suero. Ahí duramos como media hora. Un helicóptero bajó a tomarme videos; después, aterrizó el otro Arpía, al que me subieron en una camilla. 

Con Fernando íbamos para donde un señor que se llama Paco, pero no me sé más nombres ni apellidos de él, solo sé que le dicen Paco y que le gusta andar mucho en caballo. Yo hago actividades de ordeño en la finca del señor Paco, en la vereda Miraflores, la cual queda a diez minutos en moto de Puerto Cachicamo. Íbamos a un cumpleaños y a dar lora con él porque no estábamos haciendo nada en el caserío. Estaba de día y haciendo bastante sol cuando sucedieron los hechos. Nosotros ese día no llevábamos ningún elemento distinto a la ropa que teníamos puesta. No teníamos armas de fuego ni nada. 

Mientras estaba tirado en el piso, yo no escuchaba nada, porque disparaban como locos hacia el frente, en ráfagas. Es que eso es puro potrero. Cuando me subieron a la camilla, me tiraron como a un perro, me seguían tratando mal. Luego de que me subieron al helicóptero, me dieron dos bolsas de agua y me transportaron hasta el aeropuerto de Villavicencio. Hasta allí estuve consciente; no recuerdo más hasta después de los 20 días que duré sedado y entubado sin ningún conocimiento. 

Ivan Andres Orrego
Cuando suben a Iván Andrés al helicóptero y le dan agua. 

Cuando desperté, mi mamá me mostró una foto de la noticia de que supuestamente yo tenía un arma al lado, pero yo no tenía armas ni nada. O sea, esas armas me las colocaron allí. Yo no soy ningún guerrillero, yo era y sigo siendo estudiante de la escuela Santa Elena de Cachicamo. Estaba cursando el grado sexto de bachillerato, el mismo que hoy estoy repitiendo por lo que me hicieron hace un año. Ahí me enteré de que las noticias decían que todo se trataba de un combate contra las disidencias de las Farc. 

Mi amigo se llamaba Luis Fernando Uní Arias y le decían Porre Loro. Tenía 16 años. Hacía dos años lo conocía, éramos bastante amigos. Él vivía en el Caquetá y hacía dos años que había llegado a Cachicamo y se estaba quedando donde yo vivo con mi mamá y mi hermana. Él se puso a trabajar en lo que saliera, hasta coca raspaba. 

Luis Fernando Uni Vargas
Luis Fernando Uni Vargas, muerto en esta operación militar el 4 de abril de 2021.

Al salir del hospital de Villavicencio, viajé a San José del Guaviare, donde me quedé un tiempo porque no podía transitar por carretera destapada para llegar a Cachicamo. Si lo hacía, los puntos del estómago se me podrían soltar. Desde entonces, no puedo hacer fuerza, no puedo trabajar. El brazo me lo pulverizaron con un tiro y me lo reconstruyeron con platino. El hígado sufrió mucho, le entró un tiro y casi lo destruyen. El pulmón está a medio funcionar, ya no puedo correr porque me ahogo. 

Lo último que quiero decirles es que, así como me jodieron, que me colaboren en todo, que me ayuden a buscar ayudas para tener mi propia casita, para tener dónde vivir. Yo me siento aburrido porque me arruinaron la vida, quedé inservible porque no puedo producir fuerza. Lo único que me queda es terminar de estudiar, nada más.  

Ivan Andres Orrego sobreviviente
El joven Iván Andrés envió fotos a la redacción de Cambio, desde su humilde casa en Puerto Cachicamo.

El Ejército se contradice

Los dos menores de edad fueron presentados por el Ejército como integrantes de las estructuras criminales de Gentil Duarte. A través de un comunicado, informaron que “la neutralización de los dos hombres se produjo en un encuentro de combate sostenido en el área de Puerto Cachicamo, zona rural de San José del Guaviare”. La versión de los militares, contradictorias con los hechos narrados por Orrego y con los documentos de inteligencia, están consignados en los expedientes de la Fiscalía, que investiga los acontecimientos. 

No fue una acción fortuita. Los militares que dispararon tenían una orden de operación basada en documentos de inteligencia que indicaban que por ese tramo de la carretera pasarían miembros de las disidencias. De hecho, según los documentos, el ejército llevaba días tratándose de ubicar en ese punto para realizar una emboscada o un ataque sorpresa. Entonces, vieron pasar a los menores de edad en una motocicleta. Al día siguiente, el Ejército informó a los medios de comunicación que se trató de un combate. 

Aparte de todos los certificados de la asistencia de Iván Andrés Orrego al colegio, el abogado Rubén Darío Galeano también acopia pruebas para desmentir que los jóvenes llevaran un arma el día de los hechos. Una de esas evidencias es la contradicción que existe en las versiones de los militares que dispararon, quienes aseguraron primero que alias Costeño, es decir, Luis Fernando Uní, intentó activar un arma que supuestamente llevaba colgada, y que por eso le dispararon. En la misma declaración, dijeron que Luis Fernando corrió unos metros y cayó muerto lejos del cuerpo de Iván Andrés. También aseguraron que la única arma que les encontraron estaba al lado de Iván Andrés, quien era el conductor de la moto y quien para los militares era alias Yiyo.

El general Royer Gómez Herrera, quien se arrogó el “éxito” de la operación en abril de 2021, le dijo a Cambio que las tropas actuaron frente a un objetivo militar contra sujetos que portaban armas de largo alcance, explosivos y municiones. No obstante, no se quiso referir a preguntas específicas como el maltrato y posterior agresión con tiros contra el menor que sobrevivió. Gómez ya no está en la zona; hoy es el comandante de la Fuerza de Tarea Omega del Ejército Nacional. 

En este momento el caso está en etapa de investigación por parte de la Fiscalía, que ha recaudado una docena de pruebas para individualizar a los responsables y decidir si los llama a imputación de cargos por los delitos de intento de homicidio y homicidio en persona protegida. 

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