SWIFT, el arma nuclear del sistema financiero
10 Marzo 2022

SWIFT, el arma nuclear del sistema financiero

Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Alemania, Francia e Italia, aprobaron la exclusión de Rusia, del sistema Swift.

Crédito: Pexels

Dentro de las sanciones masivas de los aliados occidentales destinadas a asfixiar la economía de Rusia y lograr que Putin detenga su agresión militar, se aprobó lo que el ministro francés de finanzas llamó “el arma nuclear del sistema financiero".

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Por: Mauricio Trujillo Uribe*

Se trata de la mayor red internacional de mensajería encriptada que permite realizar el tránsito de órdenes de compra-venta entre empresas, de gestión de valores en el mercado bursátil, de pago entre bancos, de transferencia de fondos y de otras muchas transacciones esenciales para el intercambio comercial y financiero de un mundo globalizado como el nuestro. Con el advenimiento del Internet y la era digital, el sistema Swift fue creado en la década de 1970 cuando todavía se utilizaban las cartas y el fax. Esta plataforma de flujo de mensajes estandarizados garantiza la confidencialidad e integridad de los mismos, permite a sus usuarios una comunicación en tiempo real, disminuir costos y asegurarse de que sus instrucciones son válidas y genuinas.

Con sede en Bruselas, Swift es copropiedad de más de 2.000 bancos e instituciones financieras. El sistema está bajo la supervisión del Banco Nacional de Bélgica, la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra y otros bancos centrales. Conecta alrededor de 11.000 establecimientos bancarios y financieros en más de 200 países, envía más de 40 millones de mensajes al día y en el 2021 transmitió 10.000 millones de órdenes de pago, haciendo viable la circulación de billones de dólares en todo el mundo. De hecho, los bancos colombianos utilizan el código SWIFT, una serie alfanumérica de 8 u 11 dígitos. Son datos de dominio público destacados en diversas fuentes.

De acuerdo con la asociación nacional rusa Rosswift, la Federación Rusa es el segundo país después de Estados Unidos que tiene el mayor número de usuarios del sistema Swift, con más de 300 bancos e instituciones. Técnicamente la sanción consiste en desconectarlos de la red, con lo cual, según la Unión Europea, el 70% del sector bancario ruso ya no podrá realizar la mayoría de sus transacciones financieras globales y de esta forma “se bloquearán las exportaciones e importaciones rusas", afirmó la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen. Además se restringe el acceso del banco central ruso a los mercados internacionales de capital para evitar que Putin utilice, según el FMI, cerca de 630.000 millones de dólares en reservas para defender el rublo.

Sin embargo, siendo Rusia el principal proveedor de gas y gasolina de Europa, no es evidente encontrar otras fuentes de suministro a corto plazo. Y ante la actual espiral de los precios de la energía y sus efectos colaterales, los gobiernos europeos prefieren evitar el impacto de suspender su importación. Por eso Alemania y Francia, el primero con un canciller estrenando mandato y el segundo con un presidente en campaña electoral, y otros países de la Unión Europea, acordaron no excluir de la plataforma Swift aquellos bancos rusos que son necesarios para seguir comprando esos recursos energéticos. Por el momento, las transacciones financieras asociadas a este comercio seguirán operativas y los gigantes rusos como Gazprom y Rosneft seguirán presentes, a pesar de la escalada de violencia de las fuerzas armadas rusas contra los ucranianos.

Pero cortar el acceso a la red Swift también puede resultar un arma de doble filo. Por ejemplo, grandes empresas europeas implantadas sólidamente en Rusia, como la Société Générale, también se verán afectadas. Y las agencias financieras y los servicios de inteligencia occidentales perderán información clave a la que tienen acceso privilegiado para, respectivamente, tener acceso al análisis económico global y rastrear los delitos económicos internacionales.

Putin deberá entonces buscar cómo redirigir sus exportaciones de petróleo, gas, carbón y trigo, y procurar nuevos mecanismos de pago, entre ellos las criptomonedas, para evitar la hiperinflación y la fuerte caída del PIB. Recordemos que antes de terminar los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing en febrero pasado, Putin y Xi Jinping firmaron un nuevo contrato para suministrar 10.000 millones de metros cúbicos por año de gas ruso a China. Moscú podría encaminar sus transacciones a través del propio sistema de China, el Cross-Border Inter-Bank Payments System –CIPS. También Rusia podría utilizar, e impulsar la ampliación, de su Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros –SPFS- que desarrolló luego de las sanciones por la anexión de Crimea en el 2014.

De cualquier manera, descartada la intervención directa de la OTAN para apoyar a Ucrania, que probablemente conduciría a una confrontación con armas nucleares de efectos devastadores para el planeta, los socios del G-7, que también tienen corresponsabilidad en el fracaso de la diplomacia para evitar esta guerra, no tienen otra opción que potenciar las sanciones en cascada contra el régimen de Putin para lograr disuadirlo. La prohibición de los aviones rusos en el espacio europeo y norteamericano, el bloqueo de los bienes de los magnates rusos cercanos a Putin, el retiro de empresas norteamericanas del territorio ruso, la suspensión de exportaciones de tecnologías a Rusia, la prohibición de comprar bonos rusos, entre otras medidas en curso, deberán dar resultado más temprano que tarde, o al menos ese es el cálculo de los aliados occidentales.

Por su lado, un entendimiento entre Rusia y China también le serviría a Beijing, que aspira a la reunificación de Hong Kong y Taiwán. Y a nivel geopolítico, tanto rusos como chinos tienen interés en desplegar una red alternativa de mensajería transaccional con países emergentes como Irán e India, y con otros de África, Sudeste Asiático y América Latina, con miras a conformar un bloque independiente del sistema Swift y de las instituciones bancarias estadounidenses y europeas.

Todo lo anterior parece indicar que más allá de la guerra en Ucrania, estamos frente a una nueva confrontación de las potencias mundiales para mantener o ampliar su posición hegemónica según las regiones, recursos y mercados, o sea, en función de sus intereses estratégicos. En el telón de fondo estamos asistiendo a una recomposición de poder en el escenario mundial.

@maurotrujillo21
*Ex-Alto Consejero Distrital de TIC para Bogotá.
 

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