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ELN, en Arauca: enorme desafío para la política de paz total
Ayer, 14 de septiembre, el ELN cumplió cuarenta y tres años de tener presencia en Arauca. Hoy, en ese departamento, el ELN es un estado dentro del Estado, y no hay tema que no sea supervisado por esa guerrilla: desde la contratación pública hasta la vida cotidiana en muchas veredas.
Por: Redacción Cambio
En la vereda Siberia de Tame, la noche del viernes 1 de noviembre, los perros ladraron de manera persistente y alertaron a la comunidad: algo estaba por pasar y así fue: desde la madrugada del sábado 2 y, durante todo el día, se presentaron fuertes choques entre estructuras del EMC – Farc y el ELN, que al final del día dejaron como resultados 12 muertos, 16 capturados y siete heridos. Los combates se saldaron a favor del EMC-FARC.
Ayer, 14 de septiembre, el ELN cumplió cuarenta y tres años de tener presencia en Arauca: ese día, el naciente frente Domingo Laín se tomó el caserío de Betoyes, en Tame, con un saldo de dos policías muertos, otros dos heridos y seis rendidos, y la población concentrada y arengada por el destacamento de catorce guerrilleros que anunciaron la aparición del ELN en Arauca. Un par de meses antes, las Farc habían hostigado igualmente un puesto de policía en la localidad de Fortul y daban vida al Frente Guadalupe Salcedo.
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Arauca ha vivido varios ciclos de violencia: en los años ochenta, la guerrilla creció en un territorio que conocía y donde tenía estrechos vínculos con la población y sus organizaciones. A mediados de la década apareció el petróleo, que ha sido un gran combustible para esta persistente violencia. Y tanto el ELN, como las Farc, se convirtieron en un paraestado que sometía a la clase política a una ley de hierro: “O trabajan con nosotros, o se van, o se mueren”. No en vano los dos últimos gobernadores de Arauca, Ricardo Alvarado y Facundo Castillo, estuvieron presos hasta hace pocos días acusados, de corrupción y de tener nexos con el ELN. Son los últimos enjuiciados de una larga cadena de políticos que han vivido la experiencia de gobernar entre la espada y la pared: o los mata la guerrilla o los enjuicia la fiscalía.
Arauca es un enorme desafío para la política de paz total. Allí la cosa es dura y la tarea grande: El ELN es un Estado al interior del Estado y hay enorme desconfianza con el poder central. Hay que volver a establecer una base de confianza y de nuevas realidades. Ese es reto del proceso de paz con el ELN, que tiene el Frente de Guerra Oriental como el eje de poder al interior del ELN. Ellos, los araucanos del ELN, son los “accionistas mayoritarios” al interior del ELN y hoy ejercen un importante control en Arauca: sin exagerar, no hay tema grande mediano o pequeño que no sea supervisado por el ELN: desde la contratación pública hasta la vida cotidiana en las veredas de Tame, Fortul, Saravena y Arauquita y en menor medida en Arauca capital, Cravo Norte y Puerto Rondón. Pero que están, están.
Con el acuerdo de paz con las Farc, en 2016, la inmensa mayoría de los combatientes entraron al pacto de paz; una pequeña minoría se puso al margen y fue tolerada por el ELN. Entre 2015 y 2018 se respiraba otro aire en Arauca. El ELN se expandió por el territorio dejado por unas Farc en paz; los perros dejaron de ladrar en la noche, y se pudo dormir profundo. Pero eso cambió y esa pequeña estructura de las Farc creció a lado y lado del río Arauca; se descaró con el tráfico de drogas que realizaba a plena luz del día; se volvió un aparato de cientos de hombres y mujeres, con muchos recursos, campamentos grandes en el estado de Apure, e interferencia en la vida social y comunitaria, lo cual prendió las alarmas en Caracas y desembocó en la gran operación militar de abril del 2021, que fue un fracaso para el Ejército Venezolano. Pero ese desastre no se quedó así y en un replanteamiento de la operatividad, y con ayuda del ELN, el Ejército Venezolano, actuando en pequeñas y bien entrenadas unidades, y con ayuda de alta tecnología de drones, desalojó a las disidencias de las Farc entre agosto y octubre del mismo año 2021, y los sobrevivientes pasaron el río Arauca, al lado colombiano.
El 3 de enero de 2022, el ELN, a la madrugada, en operativos simultáneos, mató a 24 integrantes de las disidencias de las Farc. Esto transcurrió en Tame, Fortul y Saravena y, desde ese día, hasta el presente, hay una nueva confrontación entre esas dos estructuras que conocen bien Arauca y sus entramados sociales y geográficos. Por esa confrontación vino la bomba contra el edificio de las organizaciones sociales de Saravena, el 22 de enero lo cual, por supuesto, fue un atentado contra civiles y fue ampliamente condenado. El año finalizó con la taza de homicidios más alta de los últimos años: 466 homicidios documentados, una parte producto de esta guerra entre ELN y EMC-Farc, que coloca a Arauca con una taza de homicidios de 160 por cien mil habitantes, lo cual no es otra cosa que una pandemia de violencia en un territorio que venia de años de relativa calma.
Para el ELN, las disidencias de las Farc, son paramilitares apoyados por el Ejército Colombiano. Así lo han denunciado en varias ocasiones y lo han reiterado ante los hechos de Siberia. De ellos afirman que son acciones coordinadas. Ese sería un tema de la mayor gravedad, que se ha pedido que sea analizado e investigado en el mecanismo de monitoreo y verificación del cese bilateral de fuego, vigente desde el pasado 3 de agosto. Ese mecanismo acaba de ser instalado en Arauca, con la participación de la Misión de la ONU, la Conferencia Episcopal, el propio ELN, militares colombianos y la Oficina del Alto Comisionado de Paz.
Son tan graves los hechos ocurridos en el corredor de Tame a Puerto Rondón y Cravo Norte, que hubo un pronunciamiento de organizaciones sociales de Arauca, respaldadas por más de trescientas organizaciones de varias parte del país, las cuales llaman a parar esta confrontación y a respetar las comunidades que hoy sufren confinamiento, desplazamiento y una enorme zozobra. Así lo expresaron e hicieron propuestas concretas:
“Estamos convencidas y convencidos que solo el diálogo, inicialmente con cada grupo por separado por parte del gobierno nacional, permitirá empezar a resolver la crisis histórica y estructural del departamento de Arauca.
Por esta razón hacemos un llamado:
1. Al gobierno de la vida adoptar decisiones para iniciar el conjunto de mesas de
conversaciones de paz con todas las fuerzas irregulares, entre ellas, la Segunda Marquetalia.
2. Al ELN, disponerse a pactar una tregua en sus actuaciones contra el EMC FARC.
3. Al EMC FARC, a iniciar el 17 de septiembre la mesa de conversaciones de paz y disponerse a una tregua con el ELN.
Esta tregua supone la delimitación de áreas.
4. A las AGC, parar la expansión de operaciones de Casanare hacia Arauca”.
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Arauca vive nuevamente la aciaga violencia que no para desde 1980. Y es un enorme desafío para la política de paz total, a raíz de la cual el Gobierno tiene el reto de parar la confrontación entre ELN y EMC FARC, desarrollar la participación pactada con el ELN y lograr que este territorio tome un rumbo de convivencia y paz.