Crédito: Industria Licorera de Caldas
Entre el aguardiente y el ron: la historia de éxito de la Industria Licorera de Caldas
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Esta compañía ha vivido un proceso de transformación que le ha permitido reinventar productos tradicionales como el Aguardiente Amarillo de Manzanares y el Ron Viejo de Caldas. Ambos, pilares de la cultura licorera colombiana, han evolucionado para adaptarse a las nuevas tendencias de consumo, sin perder su esencia ni su tradición.
La Industria Licorera de Caldas, referente en la producción de aguardientes y rones, ha dejado una huella imborrable en la historia del mundo de los licores a nivel global. Su éxito no solo se debe a la calidad de sus productos, sino también al amor y compromiso de los caldenses, quienes han respaldado y apoyado esta emblemática industria durante más de 110 años. Esta conexión profunda entre la región y la empresa ha sido clave para su crecimiento y consolidación, convirtiéndola en un símbolo de tradición y excelencia en el sector licorero mundial. Un claro ejemplo de esta evolución es el Aguardiente Amarillo de Manzanares, un producto que ha experimentado una reinvención impresionante, consolidándose como un referente de innovación, resiliencia y ofreciendo una valiosa lección empresarial.
De los orígenes a la modernización: la historia del Aguardiente Amarillo de Manzanares
La historia del Aguardiente Amarillo de Manzanares es un claro ejemplo de reinvención y resiliencia en la industria licorera colombiana. Considerado uno de los aguardientes más antiguos del país, este producto ha experimentado diversas transformaciones para adaptarse a los cambios del mercado y de los consumidores, consolidándose como un referente tanto a nivel nacional como internacional. Jaime Andrés Mejía, gerente de Mercadeo y Ventas de la Licorera de Caldas, destaca que la evolución reciente del Aguardiente Amarillo ha sido clave para su consolidación, señalando que la marca se ha posicionado no solo como pionera en la historia del aguardiente colombiano, sino también como un símbolo de calidad y sofisticación.
Originalmente, el Aguardiente Amarillo fue elaborado siguiendo los patrones de otros licores tradicionales colombianos, como el Ron Viejo de Caldas, pero en los últimos años la marca experimentó una profunda renovación. Esta transformación, que incluyó una actualización de la imagen y la reformulación del producto a 24 grados de alcohol, respondió a la necesidad de conectar con nuevas generaciones sin perder la tradición que caracteriza al aguardiente en Colombia. “Nosotros no vendemos licores, vendemos experiencias”, afirma Mejía, un lema que refleja el enfoque de la Licorera de Caldas para atraer a un público más joven, adaptándose a sus hábitos de consumo.
La renovación del Aguardiente Amarillo no solo fue una respuesta a las demandas del mercado, sino también una oportunidad para competir de manera más efectiva en un sector altamente competitivo. A través de la innovación en el diseño de la botella y un marketing fresco y moderno, la marca logró destacarse en un mercado donde representa solo el 30 por ciento del territorio nacional. Esta adaptación también permitió que el producto hablara un “mismo idioma de consumo” que bebidas internacionales como el tequila, ampliando su alcance fuera de Colombia.
Este proceso de transformación no estuvo exento de desafíos, pero el enfoque en ofrecer una bebida que combine tradición y modernidad, con una fórmula más accesible y una imagen renovada, permitió que el Aguardiente Amarillo de Manzanares se mantuviera relevante en un contexto global. Hoy, esta bebida tradicional, se ha reinventado para conectar con los jóvenes, quienes buscan experiencias de consumo más suaves y sofisticadas, sin perder la esencia que ha hecho del aguardiente un emblema de la cultura colombiana.
Pero el proceso de modernización no se limitó al mercado nacional. En palabras de Mejía, "aunque el mercado colombiano sigue siendo clave, nuestra mirada está puesta en la internacionalización. No solo buscamos sobresalir en el país, sino también expandirnos globalmente". Con un mercado nacional saturado en algunas regiones y restricciones legales, la expansión internacional se presentó como una oportunidad estratégica. Hoy, el Aguardiente Amarillo de Manzanares ha logrado penetrar mercados internacionales, destacándose en lugares con comunidades colombianas, como Estados Unidos y España.
Además, la Industria Licorera de Caldas ha apostado por estar presente en ferias internacionales, como la Feria de Licores de Berlín, para consolidar su presencia en mercados como el chino, donde con solo un pequeño porcentaje de la población, podrían triplicar su volumen de ventas.
El Ron Viejo de Caldas: la transformación del "papá de todos"
Si bien el Aguardiente Amarillo de Manzanares ha sido el foco de mucha de la innovación reciente, el Ron Viejo de Caldas también ha experimentado su propia transformación. Para Mejía, el ron es el “papá de todos”, el producto estrella de la Licorera de Caldas, y su renovación es un ejemplo claro de cómo la compañía ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos.
El cambio en la presentación de Ron Viejo de Caldas fue fundamental para resaltar su calidad y atraer a los consumidores más jóvenes. “El diseño de la botella y la etiqueta es clave, ya que es lo primero que ve el consumidor en el punto de venta. En un mercado tan competitivo, la apariencia de un producto puede hacer la diferencia”, señala Mejía.
El proceso de modernización de Ron Viejo de Caldas también incluyó la mejora de su perfil de sabor. El ron se añeja a 2.200 metros de altura, lo que proporciona un añejamiento más estable y equilibrado, gracias a las temperaturas más frías y constantes. Además, se añeja en barricas de roble blanco colombiano, lo que le otorga un sabor único. Como señala el experto en mixología David Ríos, “Ron Viejo de Caldas tiene cualidades especiales y únicas que lo hacen sobresalir”.
A pesar de estas transformaciones, el mercado colombiano sigue siendo clave para la compañía, aunque con ciertas restricciones. "Nuestro mercado está llegando a un punto de saturación, especialmente con las limitaciones del aguardiente. Por eso, nuestra mirada está puesta en la internacionalización", comenta Mejía.
El desafío de ser una empresa estatal con mentalidad privada
A pesar de su naturaleza estatal, la Industria Licorera de Caldas ha logrado operar con mentalidad empresarial privada, lo que le ha permitido afrontar desafíos significativos y lograr sus objetivos de crecimiento. "La clave ha sido encontrar el equilibrio entre ser una empresa pública y operar con una mentalidad privada", explica gerente de Mercadeo y Ventas. Esto ha sido fundamental para la capacidad de la empresa de mantenerse relevante, innovadora y competitiva en un mercado cambiante.
El esfuerzo por adaptarse a un mercado global de licores también ha traído consigo desafíos, como las restricciones legales que limitan la venta de aguardiente en algunas regiones del país. Según Mejía, "El aguardiente es el único producto que no puede venderse en todo el territorio nacional. Este es un momento crucial para todos nosotros, y estamos esperando la decisión sobre la salvaguarda de los aguardientes". Este tipo de barreras pone a prueba la resiliencia de la empresa, pero también genera oportunidades para la innovación.
Bajo toda esta visión, la Industria Licorera de Caldas ha demostrado que innovación y tradición pueden complementarse y fortalecerse mutuamente. Con un enfoque en calidad, adaptación a nuevas tendencias y expansión internacional, el Aguardiente Amarillo de Manzanares y el Ron Viejo de Caldas se consolidan como íconos de la licorería colombiana. Estos productos representan no solo la excelencia de la marca, sino también un pedazo de la rica cultura del país. El futuro de la industria dependerá de seguir innovando, manteniendo su esencia y ofreciendo experiencias memorables a los consumidores.
*Contenido elaborado con apoyo de la Industria Licorera de Caldas.