Crédito: Smurfit Kappa
Reforestación comercial, una oportunidad frente al cambio climático
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El cambio climático es, sin duda, uno de los desafíos más relevantes que tenemos como sociedad, pues impacta todos los aspectos relacionados con nuestra vida cotidiana y es trascendental para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, -sobre todo en aquellos que tienen que ver con la erradicación del hambre, la salud y el bienestar, el acceso a la energía, el cuidado de la vida submarina y de los ecosistemas terrestres-.
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Por eso hay un consenso general alrededor de la necesidad de tener una perspectiva sistémica que busque el equilibrio entre los elementos ambientales, sociales y económicos para asegurar la sustentabilidad del planeta, las personas y las empresas.
Y aunque sobre esta visión ya se está trabajando, y el compromiso por sumarle horas a la tierra es robusto, creciente y cada vez más incluyente, se necesita avanzar a mayor ritmo para detener el calentamiento del planeta.
Lo anterior, debido a que la temperatura del mundo sigue incrementando y acercándose al punto de no retorno, a pesar de los esfuerzos puestos en marcha por reducir y compensar las emisiones que generan las actividades humanas, optimizar los procesos de producción, adoptar energías más limpias y renovables, incentivar la movilidad sostenible, y modificar los hábitos y comportamientos de compra de los consumidores, entre otros.
Parafraseando a Jeffrey Sachs, líder global en desarrollo sostenible, economía y cambio climático, “aunque vamos por buen camino, debemos seguir trabajando en tener una respuesta más contundente por parte de todos los actores de la sociedad, para minimizar la emisión de gases nocivos para el ambiente, buscar fuentes alternativas de energía, y asegurar un mejor uso de la tierra”.
Sobre este último punto, existe una gran oportunidad para nuestro país desde el enfoque forestal y de reforestación comercial. ¿Las razones?, dos principalmente.
Foto: Smurfit Kappa
La primera, porque las cifras demuestran que hay una necesidad latente de reforestar, pues a pesar de que Colombia cuenta con el 52% de su área territorial cubierta por bosques nativos, 26 millones de hectáreas están siendo destinadas a otros usos, poniendo en peligro la fertilidad de sus suelos y exponiéndolos a su degradación; en los últimos cinco años se deforestaron en el país más de 900 mil hectáreas, que hoy contrastan con las 540 mil que están establecidas en plantaciones forestales con fines comerciales. Además, porque se calcula que la madera proveniente de zonas deforestadas ilegalmente abastece cerca del 40% del consumo de este material.
Y la segunda, porque gracias a su ubicación estratégica que atraviesa dos océanos y tres cordilleras, Colombia cuenta con condiciones climáticas y topográficas favorables para el crecimiento de árboles.
De allí, que organismos como la Federación Nacional de Industriales de Maderas (Fedemaderas) estimen que Colombia podría llegar a ser el segundo productor forestal y de madera de Latinoamérica en tres décadas, si se adoptan medidas para duplicar las plantaciones forestales comerciales y la producción de madera actual.
¿Y qué tiene que ver esto con el cambio climático y los objetivos que tenemos?
En realidad, mucho, pues reforestar implica que nuevos árboles ayudarán a mantener el equilibrio en el ecosistema. En otras palabras, se cambia la trayectoria de una zona degradada al restablecer sus funciones ecológicas para que vuelva a una condición natural en la cual se logra capturar carbono, producir oxígeno y mitigar los impactos del cambio climático. A la vez que trae beneficios asociados a la disminución de la erosión de los suelos, la regulación de las corrientes de agua, la creación de fuentes de empleo en áreas rurales, la preservación de la flora y fauna silvestre y la protección de los bosques naturales.
¿Siendo un tema relevante, existen regulaciones y empresas que le apuestan a esto?
Sí, existen políticas públicas como el “Plan de acción para el desarrollo y la consolidación de la cadena productiva de las plantaciones forestales con fines comerciales para la obtención de madera 2018-2038″ publicado por la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), en la cual se traza el objetivo de tener una cadena productiva de las plantaciones forestales comerciales desarrollada y consolidada para el 2038.
Foto: Smurfit Kappa
También empresas como Smurfit Kappa –Compañía líder en la fabricación de empaques a base de papel y cartón, con una trayectoria de casi 80 años en el país– que trabajan por potencializar las plantaciones forestales como una oportunidad para que Colombia se beneficie de sus ventajas no sólo ambientales, sino también sociales y económicas; considerando, entre otras cosas, que el sector forestal ocupa el 0,79% del PIB y genera en su cadena productiva cerca de 12 empleos directos por cada hectárea cultivada.
Esta Compañía cuenta con plantaciones forestales comerciales de pino y eucalipto en los departamentos del Valle, Cauca, Quindío, Risaralda y Caldas, de los cuales extraen productos maderables y fibra virgen para su portafolio de productos. Desde el 2003, cuenta con la certificación FSC® (Forestal Stewardship Council), que garantiza el manejo responsable de su actividad forestal, bajo la aplicación de altos estándares en los componentes ambiental, social y económico. De esta forma, Smurfit Kappa se abastece de forma sostenible de la materia prima con la cual trabaja, mientras lidera iniciativas en comunidades rurales que propician el crecimiento económico, la utilización responsable de los recursos naturales y la equidad social.
Ejemplo de lo anterior, son las alianzas estratégicas que ha hecho con diferentes universidades que le han permitido identificar más de 2.800 especies de flora y fauna al interior de las casi 22 mil hectáreas de bosques naturales que protege y conserva como parte de su patrimonio, entre las cuales se incluyen algunas especies en peligro de extinción, como el oso andino.
Así como también, las colaboraciones que ha hecho con caficultores de estas regiones para introducir sinergias ecológicas a partir de la coproducción de plantaciones forestales; los programas que ha desarrollado de prevención y control de incendios, plagas y enfermedades forestales para proteger la sanidad de sus bosques y el entorno; el trabajo que hace con las comunidades vecinas para involucrar a la población en proyectos de desarrollo integral territorial; entre otras cosas.
¿Con estos avances, qué tareas quedan pendientes y cómo impulsarlas?
La tarea más importante está en aprovechar los 7 millones de hectáreas disponibles para la reforestación comercial que existen en nuestro país, según la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), abriendo paso a un proceso de reforestación comercial organizado que demuestre que Colombia puede ser un referente en la industria, al tiempo que capitaliza los beneficios de esta actividad en términos de prosperidad y sostenibilidad.