Así se burlaba Martinón de Rojas Pinilla y parodiaba a los grandes poetas

Hoy hace 70 años el teniente general Gustavo Rojas Pinilla derrocó al presidente Laureano Gómez. Su llegada al poder provocó cambios dramáticos en un país convulsionado por la violencia desatada entre los dos grandes partidos tradicionales. Pero también hubo espacio para el humor y la ironía. Hernando Martínez Rueda, un medico de filiación conservadora, se hizo muy conocido a mediados del siglo pasado por sus poesías satíricas y sus parodias a los grandes poetas del parnaso colombiano que firmó con el seudónimo de Martinón.
El general Rojas Pinilla fue dardo de sus burlas, ya que solía llegar en helicóptero a su finca de veraneo en Melgar, Tolima, en la frontera con Cundinamarca.
Martinón aprovechó este hecho para dedicarle varios sonetos a las excursiones del primer mandatario, y lo hizo a la manera de... Estos son cuatro de ellos. 

Guillermo Valencia

Trazaron sus artífices la vasta ciudadela,
para guardar incólume la pretoriana hueste,
desde la tierra dócil de la llanura agreste
hasta el soberbio monte donde el cóndor no vuela.

Desnuda allí su planta de la ferrada espuela,
laxo el nervudo puño dominador del Este
como el latino César, a comentar se apreste
tu gesto, oh legionario, mientras la guardia vela.

Con el punzante stilus, sobre la cera intacta,

burile áticas líneas el numen que redacta

la alocución homérica o el cerebral encomio.

Y no furtiva epístola, ni estudiantil protesta
disturben los laureles sobre la calva testa
del que venció a Laureano y estranguló al binomio.

León de Greiff

Para fablar con fusa y semifusa
la melgareja noche, noche blanca
tórrida, hórrida, estiva, estulta, estanca,
dáme el rabel, ilusa, abstrusa musa.

Dáme el lai de Villon, dame la lusa
órbita hueca de Camoens, la manca
grifa de Don Miguel, dame la zanca
de Lord Byron, maguer patidifusa.

Para fablar la noche, el ululante
mílite, el pululante pregón y la volante
luciérnaga, flamígero coleóptero

y el múltiple noctámbulo, el nocturno
glaciar absintio, el vale taciturno,
el general y el áptero helicóptero.

Luis Carlos López

Hoy sábado he salido de mi tambo
y me vengo a la plaza, cuánta tropa
y qué calor y en el hotel Europa
ese radio moliendo el mismo mambo.

Le endilgo a la estanquera un ditirambo
y me sirve una copa y otra copa.
Qué se va a hacer, alcémonos la ropa
en este pueblo polvoriento y zambo.

En silencio, qué raro, es que la gente
mira volar ese aparato horrible
con que juega al zancudo el Presidente.

Y la banda del pueblo, la imposible
banda municipal, solemnemente
entra a tocar: Oh gloria inmarcesible.

José Eustasio Rivera

Entre bosques de cámbulos, por la ruda pendiente

van rodando las aguas del caudal Sumapaz

y al chocar las piedras, en el cálido ambiente

suelta rizos de espuma, revoltoso y locuaz.

Al llegar a la finca del Señor Presidente

donde están los soldados que impusieron la paz

disminuye la marcha de la viva corriente

hasta cinco kilómetros, o hasta diez cuando más.

Se sumerge en las ondas la oficial caravana;

deliberan alegres los ministros desnudos

hay temblor de decretos en el aire febril.

Y fundido en el horno de la luz meridiana

un cordón de cadetes insolados y mudos

ve las aguas del río saturadas de añil.

Y a propósito de la conmemoración de esta fecha histórica, hoy martes se lanza el libro Anocheció de golpe, de César Augusto Ayala Diago. El libro lo presentarán Giovanni Molano Cruz, del Iepri; Eric Barbosa, de la Universidad Nacional, y Medófilo Medina, del Instituto Caro y Cuervo.
El evento se llevará a cabo en el Auditorio Margarita González Postgrados de Ciencias Humanas. Este evento lo organiza el Departamento de Historia de la Universidad Nacional.