Casa de Moneda del Banco de la República.
Crédito: Fotos cortesía de la Subgerencia Cultural del Banco de la REpública
Banco de la República, un tesoro de la cultura colombiana
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El Banco de la República celebra 100 años de existencia. Uno de los frentes en los que más le ha aportado al país ha sido la cultura. Una conversación con Ángela María Pérez, subgerente cultural del Banco de la República, sirvió de base para este breve e incompleto perfil de la labor cultural que ha desarrollado el banco desde la década de los 30 del siglo pasado.
Por: Eduardo Arias
En 2023 el Banco de la República celebra un siglo de existencia. Además de diversos aspectos relacionados con el éxito de las políticas monetarias y otras medidas que ha tomado en estos 100 años, es indudable que Banco también se ha destacado de manera sobresaliente por la labor cultural que adelanta desde los primeros años de su existencia. Dependencias como la Biblioteca Luis Ángel Arango, el Museo del Oro, el Museo Botero y la Casa de Moneda son apenas la punta del iceberg de un trabajo que comenzó en la década de los 30 cuando apenas tenía 10 años de vida.
Como señala Ángela María Pérez, subgerente cultural del Banco de la República, muchos bancos centrales en el mundo, en particular en Latinoamérica, desarrollan actividades culturales a través de museos y bibliotecas. “Sin embargo”, sostiene, “ninguna tiene el alcance y la dimensión que ha logrado el Banco de la República de Colombia. Es, de lejos, el banco central del mundo con una mayor actividad cultural”. Como ella recuerda, los banqueros siempre han sido coleccionistas de arte. Desde los tiempos de los Medici, los banqueros han atesorado patrimonio cultural. Otros bancos cuentan con grandes colecciones de arte. En Latinoamérica varios de ellos cuentan con colecciones de piezas de oro, como es el caso de Costa Rica y Perú, y algunos, como el de Brasil, tienen bibliotecas. “Pero un factor que hace diferente la labor cultural del Banco es su vocación de servicio al público”.
¿Cómo se gestó esta vocación? Una década después de su fundación, el Banco tenía una colección de cerca de 2.000 libros de economía internacional al alcance de funcionarios de la entidad y visitantes ilustres. Entonces, en 1936, el Banco decidió abrirla al público. La gente podía entrar a una oficina a consultar estos volúmenes.
Tres años más tarde, el Banco recibió una carta del Ministerio de Educación que le pedía salvar una pieza de orfebrería indígena conocida como el poporo, que había puesto en venta la señora Magdalena Amador de Maldonado. El Banco la compró y esa fue la semilla del Museo del Oro, ya que al adquirir la pieza no pagó un precio equivalente a su peso en oro sino el doble porque también reconoció su valor como pieza arqueológica, artística y patrimonial. De esta manera. el Banco comenzó su colección de piezas precolombinas, que exhibió por primera vez en 1944, en el Salón de Juntas de la sede del Banco, en el edificio Pedro A. López, su primera sede hasta 1958, un año clave en la historia del Banco, ya que adquirió su nueva sede, la actual, y además inauguró la Biblioteca Luis Ángel Arango, lo que fortaleció en gran medida su vocación de servicio en el área cultural. La Biblioteca Luis Ángel Arango, que lleva el nombre del gerente del Banco que impulsó esa obra, y quien murió un año antes de que abriera sus puertas.
Como señala Ángela María Pérez, los gerentes del Banco por lo general han tenido una vocación humanista muy marcada y esto ha sido determinante para fortalecer tanto su afán por valorar la cultura como su interés por ofrecerle su riqueza cultural al público. Desde un principio, además de ofrecer los servicios propios de una biblioteca, también tuvo en cuenta contar con salas para realzar exposiciones de arte. Los dos edificios de la biblioteca (el de 1958 y la ampliación de 1966) marcaron una dirección definitiva. Además de los servicios de biblioteca, en la ampliación se construyó la Sala de Conciertos, obra maestra de la firma Urdaneta, Esguerra, Sáenz y Samper, y en particular de Germán Samper Gnecco, quien la diseñó. También se destinó un espacio para oír música grabada y luego adquirió una colección de instrumentos musicales. En 1968 se inauguró la sede actual del Museo del Oro, también obra de Urdaneta, esguerra, Sáenz y Samper.
Una decisión muy importante para la cultura de muchas ciudades la tomó Miguel Urrutia en los años 90, cuando era gerente general. El Banco empezó a cerrar oficinas de tesorería. Él determinó que donde se cerraran tesorerías se abrieran bibliotecas. Como no hay colecciones de arte en otras ciudades, las que están en Bogotá viajan a esos centros culturales.
“La labor cultural del Banco consiste en gestionar el patrimonio. A diferencia del Ministerio de Cultura, que traza políticas culturales, el Banco colecciona, investiga y protege ese patrimonio y lo pone al servicio del público”, señala Ángela Pérez. Esto se determinó en la Asamblea Nacional Constituyente, donde se discutió si las tareas culturales que desarrollaba el Banco debía asumirlas el naciente Ministerio de Cultura. Se estableció que el Banco seguiría con su tarea, pero no podría excederse de ella.
Para desarrollar las tareas asignadas por la Constitución, el Banco cuenta con presupuestos autónomos para alimentar sus colecciones arqueológicas, bibliográficas y de artes, y para gestionar su cuarta línea de trabajo, la labor musical. La colección arqueológica y etnográfica, por ejemplo, se compone de más de 54.000 objetos, de los cuales 34.000, aproximadamente, son de oro. Esta colección se exhibe en seis museos del país, además del Museo del Oro de Bogotá.
Otro frente es el de las bibliotecas. La colección bibliográfica continuamente ha ido creciendo y el Banco comenzó a construir bibliotecas en otras ciudades. Hoy en día cuenta con 22 bibliotecas en el país que albergan una colección de casi tres millones de libros. La Luis Ángel Arango, en Bogotá, se amplió en 1990, lo que hizo que la biblioteca hoy ocupe toda una manzana, ya que las oficinas administrativas se encuentran en el edificio Vengoechea, una construcción de los años 40 que es patrimonio arquitectónico de la ciudad.
No menos importante es la colección de arte que surgió dentro de la biblioteca. En la biblioteca hay un mural de Alejandro Obregón, un mural-escultura de Eduardo Ramírez Villamizar y dos cuadros de gran tamaño de Luis Caballero.
Solo en Bogotá, el Banco de la República cuenta con salas de exposiciones en la sede de la biblioteca, así como en la contigua Casa Republicana que anexó en 1971. Frente a la biblioteca, en el costado sur de la calle 11, están el Museo de Arte Miguel Urrutia, sede de la colección permanente y el Museo Botero con las 208 obras donadas por el maestro Fernando Botero al país.
De igual importancia para la Subgerencia Cultural es el frente de la música, que nació a raíz de la construcción de la Sala de Conciertos. Hoy el banco tiene sedes en 28 ciudades del país, fuera de Bogotá, y en esas 28 ciudades se desarrollan actividades musicales.
La programación de conciertos nunca ha parado. Lo que al principio fue un programa basado en la disponibilidad de músicos internacionales que traían a Bogotá algunos agentes, hoy va mucho más allá. Existe un comité que se encarga de la programación. El Banco de la República también promueve proyectos de formación musical. Además, desde el día de la inauguración de la Sala, les ha comisionado obras a compositores colombianos destacados, así como a jóvenes promesas. Estas piezas además se han grabado, lo que ha permitido consolidar una colección de obras de autores colombianos de estos más de 50 años desde que Fabio González Zuleta compuso la Obertura de inauguración para órgano solo, comisionada en 1965 y estrenada el año siguiente junto con la Sala de Conciertos.
Otro frente es el de la numismática (la colección de billetes, monedas e instrumentos que se han utilizado a lo largo de su historia para imprimir billetes y fabricar monedas), cuyo principal emblema es la Casa de Moneda, que este año, como parte de la celebración de los 100 años del Banco de la República, abrió de nuevo sus puertas al público con una propuesta museográfica mucho más avanzada.
Tampoco puede pasarse por alto la actividad editorial de la subgerencia. Es de destacarse el Boletín Cultural y Blibliográfico, que se publica desde 1958, año de la apertura de la sede actual de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Comenzó como una herramienta de difusión de las actividades de la biblioteca y pasó a ser, por un lado, un espacio para textos académicos relacionados con la cultura y un espacio para la reseña y crítica de libros por parte de expertos en la materia. A esta publicación periódica (se editan dos al año) se suma el Boletín del Museo del Oro.
Otro frente de publicaciones muy importante del Banco son los catálogos de sus exposiciones, tanto de la biblioteca como de sus museos del oro, que en muchas ocasiones son verdaderos libros que no sólo dejan el registro para la memoria de esas exhibiciones sino que también son obras de muy alta calidad gráfica acompañadas de textos profundos y detallados acerca del contenido de las exposiciones y sus protagonistas. Adicionalmente se producen catálogos, afiches postales y material educativo que apoya sus exposiciones.
La Subgerencia Cultural del Banco también ha publicado o coeditado investigaciones académicas de diversas ramas de la ciencia, y reproducciones de facsímiles de diarios de viajeros y documentos.
En 1996 se empezó a utilizar la infraestructura digital. La Biblioteca Virtual de la Luis Ángel Arango fue la primera que se hizo en Latinoamérica, antes que las de México y Chile, que son dos potencias latinoamericanas en ese tema. Hoy en día la Subgerencia Cultural del Banco les presta servicios digitales a 20 millones de personas al año y servicios físicos a seis millones de personas en todo el país.
“Es muy impresionante esa red de intercambio porque todos los libros se prestan”, dice Ángela Pérez. “Una persona en Cali puede pedir un libro que está en Florencia, en Cartagena o en Leticia. Puede pedir que digitalicen un archivo que está en Montería. Es una red cultural y de conocimiento en el más estricto sentido de la palabra”.
En ese sentido, el Banco tiene una idea muy precisa de lo que significa descentralizar. No descentraliza desde el centro. Descentralizar no significa llevar cultura a los territorios porque, como señala Ángela Pérez, “la cultura está viva en todo el país. Hay que darles a las áreas culturales la capacidad de gestionar la cultura y ponerla al servicio del público”. Por esa razón el Banco presta sus servicios con un criterio específico para las necesidades de cada lugar. Se organizan encuentros con el público para preguntarles cuál es el patrimonio más importante que ellos poseen y lo que, de acuerdo con ellos, debe protegerse y gestionarse más. “Por ejemplo, en Buenaventura nos decían: ‘nosotros somos música, somos músicos. Somos productores musicales’. La biblioteca de esa ciudad se adaptó con una sala de prácticas musicales donde los jóvenes pueden ir y grabarse a sí mismos. Están los instrumentos, pero también está la consola, el estudio, para que se graben y se puedan llevar la música que ellos hacen. En San Andrés nos dijeron que son bilingüismo y oralidad. Allá funciona un centro de memorias orales donde las personas graban sus historias y así han ido formando un fondo oral de la región”. También han desarrollado mecanismos para llegar a territorios donde el Banco no está presente directamente.
Además, el Banco también lleva la cultura de Colombia a otros lugares del mundo, en particular con exhibiciones itinerantes con piezas de su colección arqueológica.
En estos tiempos que vive Colombia, marcados por procesos de paz y búsquedas de acuerdos para la convivencia, la Subgerencia Cultural del Banco de la República busca fortalecer la capacidad de los colombianos de ser ciudadanos. “Cuando un niño tiene acceso a la biblioteca en Florencia, Caquetá, a los libros, a la programación cultural, a un concierto, a un taller, a todas las actividades que hacemos, se va formando como ciudadano”, señala Ángela María Pérez. “En estas ciudades se desarrolla una cultura que apunta a que la gente hable desde su lugar, desde su capacidad, desde sus intereses, desde sus derechos, desde lo que nos hace ciudadanos”.
Otra labor del Banco relacionada con la construcción de ciudadanía es el proyecto La Paz se toma la palabra, que busca poner las herramientas culturales del Banco al servicio de procesos que promuevan expresiones culturales de paz. En el marco de este proyecto, el Banco ha recibido parte del archivo transmedia de la Comisión de la Verdad con el fin de ponerlo al servicio del público en contextos culturales. "El Acuerdo de Paz excede por completo las atribuciones del Banco, pero este puede fortalecer culturas de paz y de inclusión", señala Ángela Pérez.
A propósito de lo anterior, el Banco también le ha prestado atención a la inclusión. Se han esforzado en que sus espacios sean accesibles, así como los servicios que prestan. Un ejemplo de ello es una biblioteca para sordos y unos servicios muy desarrollados en sus museos para los ciegos.
En una investigación descubrieron que en Buenaventura hay muchos niños ciegos (muchos de ellos como consecuencia de la desnutrición) y entonces desarrollaron sistemas de enseñanza de música a través de la escritura Braille.
Este año ha sido de celebración. Reabrieron el Museo del Oro Zenú en Cartagena el 18 de febrero. El 16 de mayo estrenaron el documental 100 años de actividad cultural.
15 de julio, en Montería abrieron una biblioteca. El 19 de julio, en Bogotá, Leticia y Quibdó, se llevaron a cabo conciertos que resaltan cuatro obras musicales comisionadas por el Banco en estos 100 años. El 23 de julio fue la reapertura del Museo Casa de Moneda y de la publicación del libro Tesoros de la colección numismática del Banco de la República. El 6 de septiembre, en Riohacha abre sus puertas el renovado Centro Cultural del Banco de la República. El 15 del mismo mes se inaugura la nueva exposición del Museo de Oro Quimbaya. El 5 de octubre se lanza en Medellín la emisión filatélica conmemorativa del centenario del Banco de la República. El 28 de noviembre en Bogotá abrirá sus puertas la exposición El río Magdalena: territorios posibles y en diciembre 7, en el Museo del Oro de Bogotá, se exhibirá una muestra del archivo histórico fotográfico del Museo del Oro.