Diòba: hacer cine colaborativo, radical y sin creer en Hollywood
9 Abril 2024

Diòba: hacer cine colaborativo, radical y sin creer en Hollywood

Hablamos con Adriana Rojas sobre Diòba, su ópera prima: una apuesta por hacer cine contemplativo, radical y colaborativo.

Por: Juan Francisco García

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Hacer cine radical. Escribir una película basándose en una visión: una mujer indígena que corre por un prado vestida con un vestido de primera comunión. Solo un personaje. Solamente un diálogo. Sin música, sin plot twists, por fuera de las fórmulas de Aristóteles y de Hollywood. 

Cine radical y colaborativo. Sin estímulos de ningún fondo, pues los fondos no financian las películas basadas en visiones y sin diálogos y en las que el único personaje es una mujer indígena absolutamente sola. Hacer una película de 83 minutos apelando a la inversión, en especie, en trabajo, de los implicados. La directora de arte, el director de fotografía, la protagonista, la asesora jurídica, y la asesora de temática indígena como principales inversionistas. Sacar un préstamo. Entregar los ahorros. Dárselo todo a la visión. 

No ceder ante las presiones del mercado, el público masivo y las finanzas básicas y hacer una película cuya gran ambición estética y narrativa es dar cuenta de que hay otro tiempo distinto al del mercado, la técnica, el consumo y el ruido. Por seis años, entregar el cuerpo y las neuronas a una película esencialmente contemplativa mientras siguen rompiendo récords las sagas infinitas de Rápido y Furioso y El Paseo. 

Así nace la película Diòba

Hubo que apelar, en estos tiempos regidos por TikTok, a la paciencia y al silencio. A mostrar sin decir y exigirle al espectador que complete las imágenes, las haga suyas y saque sus conclusiones. Jugársela toda por dar a luz una película con la certeza de que el consumidor genérico “la va a odiar”. Poner la cámara en función del tiempo de las imágenes, como si fueran seres vivos. Dilatar el tiempo. Demandar atención plena. 

Ir a buscar locaciones en bus, almorzar lo justo, hacer valer cada minuto de rodaje. Rodar en dos tandas sin tener ninguna certeza de poder llegar al fin. Hacer cine con vocación indígena yendo a contracorriente de las tendencias y la centralización, y con el alto riesgo de tener que vérselas con la censura de la apropiación. 

No temerle a lo experimental en un país en el que, para muchos, ir al cine sigue siendo sinónimo de reír mucho y pensar poco. Tener fe en que el público cambia y apoya también narrativas locales con otros tópicos: el valor del agua, el sincretismo, el desarraigo, la libertad, el tiempo de los pueblos indígenas. Seguir indagando sobre los estragos del colonialismo. 

Simultáneamente, crear y dirigir Intermediaciones, festival no competitivo de videoarte y cine experimental para que los nuevos directores se animen a contar lo que de verdad les late por dentro y el público no le huya a lo que se sale de la convención. 

Salir a la luz con unos costos inverosímiles que se comería en un día una película de acción. Abrir el correo y darse cuenta que Diòba, la visión hecha película, fue seleccionada por Ann Arbor Film Festival  –el festival de cine experimental más antiguo y exigente del mundo–  para el estreno mundial. Hacer parte de la selección de los festivales Lima Alterna, el FAM de Florianópilis, el festival de cine indígena de Chile FICWALLMAPU y el de cine iberoamericano de Trieste; recibir la mención especial del jurado en el FICCALI y la de mejor largometraje nacional en Sanfici. Ver la luz en festivales de Cali y Santander. 

Y ahora en Medellín, en las salas del Centro Colombo Americano y en la Cinemateca de Bogotá, en donde el 12 y el 13 de abril, además de la función, habrá un conversatorio con Adriana Rojas Espitia, la directora de esta cinta, su ópera prima, su visión y quijotada. Su resistencia radical. 

Créditos: Ojo Mágico Producciones

 

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí