Los "locos" de Montelíbano que se la juegan por el teatro, el cine y la paz

Este grupo de líderes de Córdoba trabaja en distintas iniciativas culturales en sus municipios. Foto Leo Queen.

5 Abril 2024

Los "locos" de Montelíbano que se la juegan por el teatro, el cine y la paz

Un grupo de artistas se unieron para hacer realidad un sueño en este municipio de Córdoba: un colectivo que, a pesar de las dificultades, hace teatro y cine, forma a los niños y organiza un festival.

Por: Redacción Cambio

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La casa estaba llena esperando la pelea de Antonio Cervantes, Kid Pambelé. Mientras tanto, presentaban una novela, un dramatizado. Dos personas hablaban dentro de la cajita mágica, la imagen era de una pantalla a blanco y negro de 12 pulgadas. El encanto fue automático. Esa fue la primera vez que el profesor Manuel José Martínez Arcos vio la televisión. El mismo instante en que su vida cambió y se enamoró del cine, el teatro y el arte en general.

Tenía 7 u 8 años, vivía en Palotal, un corregimiento del municipio de Ayapel, en Córdoba, y el mágico encuentro se dio porque su papá le pidió que lo acompañara al “teatro”, como le decían a la única casa que tenía televisor en el pueblo. Hasta ese momento, sus días se iban entre ordeñar las vacas, cuidar el corral y recoger lo que sembraban en el terreno.

La imagen del televisor llegó como un destello de locura por el que empezó a investigar qué era eso, cómo funcionaba y cómo hacían esos señores para estar ahí metidos. Aprendió que eran actores, que estaban representando un papel, que seguramente llevaban varios días ensayando y que detrás de eso que hablaban había un guion, una historia que alguien más había escrito. “Ahí dije: bueno, entonces yo voy a ser guionista”, recuerda.

Su obstinación sonaba extraña para una zona en la que no había salas de cine ni grupos de teatro y en la que casi nadie se dedicaba al arte. Le decían "loco", que eso de los guiones y de la actuación allá no existía, que se estaba metiendo en una cosa de “marihuaneros”. Nadie creyó en “el peludo de Ayapel”, nadie pensó que iba a poder hacer una película o una obra de teatro.

Han pasado más de cuatro décadas y Manuel ha cumplido en parte sus sueños. Ahora no solo es el profe, el líder y alma de la Corporación Integración de las Artes Escénicas del San Jorge (CIAES), un colectivo de amantes del teatro y del cine en una región conformada por ocho municipios ubicados al suroriente de Córdoba y bañados por el río San Jorge, sino que ha escrito sus propias obras de teatro y guiones para películas locales, ha hecho cortometrajes, tiene semilleros de teatro con niños en varios colegios de Montelíbano, el municipio donde vive ahora, y es uno de los organizadores del Festival Internacional de Cine del San Jorge, que ya lleva ocho años.

Ya no es un loco solitario, se le han unido otras personas de Montelíbano que también han encontrado una pasión en la cultura y las artes. Con ocho de ellos conforma el grupo Criterio Teatral, que hace parte de la asociación, y con el que hacen obras de temas de derechos humanos y género, algo muy significativo en una zona que sufrió por el conflicto armado.

Ruth Mary Olivero Zabala, veterana líder social por los derechos de la mujer, es una de las actrices. Se integró al grupo después de que un texto suyo fuera escogido, entre otros 300, por la Fundación Heinrich Boll para el libro Feminismos andantes. Eso desembocó en un homenaje en la Casa de la Música de Montelíbano y ahí fue donde conoció al profe Manuel, quien la invitó a la corporación y empezaron a trabajar. Hoy, además de hacer papeles en algunas de las obras más representativas del grupo, ha dirigido cortometrajes y ha incluido, dentro del festival de cine, una sección de cortometrajes sobre la prevención de violencias de género.

Su gran aliada en eso es la profesora Esther, otra líder feminista, fundadora del Comité de Mujeres de Montelíbano, quien tiene 70 años. Ella perdió a su hijo y a su esposo hace 22 y ese dolor la ha motivado a luchar por las mujeres. Sus primeros contactos con el teatro fueron en el colegio, donde organizaba obras con los estudiantes para que entendieran mucho mejor los conceptos. “No recuerdo quién, cuál de estos locos, me invitó un día a hacer teatro y la primera vez que me subí a los escenarios me sentí una verdadera artista. Y me encanta, no importa la edad, importa es la actitud”, dice.

Junto a ellas y al profe hay también jóvenes como Andy Montañez, un músico, productor audiovisual y gestor cultural, quien ya protagonizó una película de acción (La martina) y ahora escribe guiones para obras de teatro. “Esta gente ha trazado un camino que les ha costado demasiado -explica-. El compromiso de nosotros como nuevas generaciones es hacer que lleguen muchos más jóvenes”.

Más que sacrificios

Varias personas del colectivo, de hecho, trabajan en los colegios de los municipios de la zona, sin contraprestación alguna, para motivar a los más pequeños a que se interesen por estos temas. También propician espacios de circulación artística en teatro, cine y literatura por el corredor del río San Jorge y, en algunas ocasiones, han ido a las veredas y corregimientos gracias a contratos que consiguen con la alcaldía o empresas privadas, que los contratan para hacer campañas, a través del teatro.

La realidad es que para llevar a cabo sus proyectos les toca sacar de su bolsillo, usar lo que ganan de sueldo en sus trabajos regulares y sufrir por un sitio para ensayar o para conseguir dinero que les permita, por ejemplo, comprar cámaras para grabar mejores películas o ir a los festivales a los que los invitan en otras ciudades del país.

“El grupo de teatro era muy fuerte, muy numeroso, pero por todo esto, la gente se fue desmotivando. Algunos no tenían ni para el transporte. Los que seguimos aquí, firmes, es porque realmente nos gusta”, cuenta Ruth Mary Olivero.

Actualmente, los miembros del colectivo están participando en el proceso del Pacto Cultural por la Vida y por la Paz con el Ministerio de las Culturas. Con la entidad han venido trabajando, junto a otros actores culturales de Montelíbano, en un diagnóstico sobre las necesidades colectivas del sector. El próximo sábado 6 de abril en San Pelayo, un municipio a dos horas en carro, se encontrarán con el ministro Juan David Correa y los directivos del ministerio, junto con representantes de otros municipios, para firmar un pacto: una hoja de ruta de compromisos y acuerdos con los que el ministerio se compromete a fortalecer el sector, a cambio de que ellos asuman otras responsabilidades.

El profe Manuel dice que espera poder seguir haciendo teatro, televisión y cine con un objetivo: visibilizar las cosas que están mal y que no funcionan en la sociedad para poner a la gente a pensar. Así lo hizo él cuando escribió Zapatos en el agua, una obra de teatro, basada en una experiencia real de cuando se encontró unos cuerpos flotando en el río, sobre los desaparecidos por el conflicto armado. El día que la presentaron por primera vez, cuando estaban sobre el escenario, y una de las actrices representaba a una madre que lloraba buscando a su hijo, alguien del público se levantó y gritó “¡Eso, así es que es!”.

Ese día, mientras se sentían plenos haciendo lo que más les gustaba, se dieron cuenta de que a pesar de las adversidades valía la pena esforzarse para hacer arte, para seguir los sueños, así les digan locos.

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