“Imagino un archivo que dialoga con la nación”, Francisco Javier Flórez, director del Archivo General de la Nación

Francisco Javier Flórez.

14 Abril 2024

“Imagino un archivo que dialoga con la nación”, Francisco Javier Flórez, director del Archivo General de la Nación

Desde el pasado 20 de febrero y por primera vez en sus años de existencia, el Archivo General de la Nación lo dirige un académico oriundo de la Costa Caribe colombiana. Se trata de Francisco Javier Flórez.

Por: Redacción Cambio

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Francisco Javier Flórez Bolívar, el ahora director del Archivo General de la Nación, es un historiador que nació en Cascajal, un corregimiento del municipio de Magangué (Bolívar), habitado, en su mayoría, por artesanas, campesinos y pescadores. Es hijo de la artesana Alicia Bolívar Navarro y del campesino Donaldo Flórez Jiménez, quienes le inculcaron el gusto por el estudio. Tras culminar el bachillerato, viajó a Cartagena en donde se graduó de historiador en la Universidad de Cartagena. Luego, obtuvo varias becas que le permitieron estudiar la maestría y el doctorado en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos. A lo largo de su trayectoria profesional, Flórez Bolívar ha sido docente universitario, investigador y director de revistas académicas y culturales.

Flórez habló con CAMBIO sobre el panorama que encontró en la entidad, los principales retos a enfrentar y sus apuestas de territorialización y proyección internacional de una de las entidades culturales más importantes de Colombia.
 

CAMBIO: Usted es la primera persona afrocaribeña que llega a dirigir el Archivo General de la Nación, ¿cómo hizo para llegar a este puesto?
Francisco Javier Flórez:
Siento que se conjugaron tres factores para que alguien como yo, con orígenes afrocaribes, campesinos y artesanales, dirija en estos momentos el Archivo General de la Nación. En primer lugar, estamos en el marco de un gobierno que, bajo el liderazgo del presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez, asume que la materialización efectiva de la democracia sólo es posible con la participación e incidencia de hombres y mujeres pertenecientes a territorios históricamente excluidos. En segunda instancia Juan David Correa, el ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes, asume, con sobrada razón, que para darle forma a un verdadero cambio social es imperativo que desde lo cultural se planteen conversaciones sobre el destino político de Colombia como nación, entre ellas las conversaciones relativas a las históricas exclusiones que han enfrentado los pueblos indígenas y afros del país.
Esta forma de leer la cultura se corresponde tanto con mi manera de entender la memoria histórica del país como con las aproximaciones que he utilizado para narrarla. En mi reciente libro “La vanguardia intelectual y política de la nación”, editado por Juan David cuando hacía parte de una de las editoriales más importantes del país, pongo en el centro de la historia intelectual de Colombia a habitantes negros y mulatos de las costas Pacífica y Caribe. Gracias a este texto, el ministro y yo iniciamos una conversación sobre historia, cultura y política que llevó a que él considerara mi nombre, primero, como su asesor de despacho y, luego, como director del Archivo General de la Nación
 

CAMBIO: ¿Después de un mes de haberse posesionado, cómo describe el panorama que encontró en la entidad?
F. J. F.:
Como suele suceder en muchas de las entidades del país, he encontrado una institución con sus luces y sombras. Dentro de las primeras, debo mencionar que el Archivo General de la Nación se distingue por contar con funcionarios que, en medio de las históricas limitaciones enfrentadas por los archivos, hacen todos los esfuerzos posibles por cumplir las actividades misionales que le son propias. Debo destacar la asistencia y acompañamiento que sus profesionales brindan a los entes territoriales en materia de gestión documental, al tiempo que es necesario remarcar la formulación de directrices tendientes a fortalecer el buen funcionamiento de la política archivística. Así mismo, es admirable la rigurosidad con la que se adelantan los procesos de inventario, restauración y clasificación de la información en el AGN. Sin embargo, encontramos algunos retos en materia administrativa, de planeación y en las fases de estructuración contractual. También preocupa los rezagos que la entidad enfrenta en materia de tecnologías de la información. Mientras que las discusiones a nivel global giran en torno a las contribuciones de la inteligencia artificial en la configuración de las nuevas sociedades del conocimiento, el AGN sigue sin contar con un software eficiente que garantice a sus usuarios consultar la riqueza documental de la que dispone.


CAMBIO: Precisamente, una de las principales quejas de los investigadores son las dificultades para consultar los documentos de manera remota por internet.
F. J. F.:
Ese es uno de los temas que una y otra vez pasa por mi mente y aprovecho su pregunta para explicar, con transparencia, lo que ha ocurrido al respecto. Es un tema muy técnico que intentaré resumir. En la década de los 90 del siglo pasado, el archivo adquirió un software llamado Archidoc, que funcionó bien durante los primeros años. El problema comenzó cuando el programa exigió actualizaciones y, por decisiones de orden técnico y financiero, dejaron de hacerse en su momento. Con el paso del tiempo, dado su nivel de obsolescencia, Archidoc comenzó a presentar problemas.
Hacia 2016, el AGN decidió migrar a otro sistema e preservación digital, que ha tenido retos en su despliegue. Se encuentra en curso un plan de mejoras producto de hallazgos formulados por la Contraloría y que se ejecutaran según se presentó en diciembre pasado.

CAMBIO: Mientras tanto, ¿cómo se puede acceder al material del archivo?

F.J. F.: En materia de consultas, el Archivo General de la Nación tiene en marcha un plan de contingencia, consistente en que los investigadores consultan los catálogos del archivo, envían un correo electrónico solicitando los documentos que requieren y, en un plazo de entre 1 y 2 días, los funcionarios responden la solicitud. El compromiso del nuevo equipo directivo es encontrar en la brevedad de lo posible una solución que garantice nuestra función de preservación digital y la divulgación. Con ese objetivo en mente, recientemente, conversamos con el director del Archivo General de México, entidad que dejó de utilizar Archidoc y optó por un desarrollo propio. Desde mi posesión, se han realizado varias mesas técnicas en las que se ha discutido este tema; tomamos la decisión de designar en la subdirección de Tecnologías de la Información a una funcionaria con amplia experiencia en el área y ya se están estructurando documentos técnicos para garantizar el abordaje más adecuado. La situación no es sencilla porque la solución que implementemos debe contemplar actualización de hardware, cumplir con las normas actuales de preservación digital de archivos y, a la vez, tener en cuenta aspectos administrativos, fiscales y jurídicos.

CAMBIO: ¿Cuáles son los principales retos que tiene usted en el archivo?
F. J. F.:
Aparte de superar el que le acabo de comentar, el AGN debe afrontar en su horizonte próximo tres retos fundamentales: primero, avanzar hacia un proceso de territorialización, que le permita lograr una mayor intervención en varios archivos históricos del país, cuyos fondos documentales se encuentran en riesgo. Segundo, salir de las paredes que le dan forma y proponer debates y conversaciones orientadas a que la ciudadanía piense históricamente. Y, finalmente, el AGN debe ampliar sus dinámicas de proyección internacional, las cuales, aparte de sus conexiones con archivos de otros países, también deben incorporar convenios y proyectos conjuntos con centros universitarios e institutos de investigaciones del exterior.

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CAMBIO: Hay muchos archivos históricos en el país que están en riesgo. ¿Tiene el AGN algún plan para intervenirlos?
F. J. F.:
Ya dimos pasos en esa dirección. Aparte de la reformulación y fortalecimiento del programa “Archivos para la paz”, que fue concebido en la pasada administración y tendrá incidencia en territorios PDET y ZOMAC, hemos dado forma a una serie de apuestas en las que varios territorios del país adquieren centralidad. Por ejemplo, mediante “Los archivos del río Magdalena” pretendemos intervenir archivos y hacer activación social de la memoria en centros urbanos como Magangué, Mompox, Calamar, Barrancabermeja y Honda. Desde el programa Archivos de las artes, los oficios y los saberes impulsaremos la recuperación de archivos claves en la reconstrucción de la historia musical, teatral, campesina, artesanal y pesquera de Colombia. Y, a través del programa más ambicioso, “Archivos, memoria y reparación histórica”, haremos presencia en los antiguos territorios nacionales (Guajira, Chocó, San Andrés y Providencia y Amazonía) y en Magdalena, Cauca y Bolívar. Afrontar estos retos implica conjugar un verbo que aprendí de manera temprana con mis abuelas y mi madre, todas ellas artesanas: tejer. Y en este caso, hay que tejer desde una doble perspectiva: por un lado, al interior del AGN y, por el otro lado, por fuera.


CAMBIO: ¿Cómo se imagina usted el Archivo General de la Nación?
F. J. F.:
Imagino un archivo que, al tiempo que orienta la política archivística del país y hace una adecuada gestión de preservación documental, aprovecha la memoria que resguarda para establecer un diálogo más fluido con la nación. Y ese diálogo, leído en clave de territorialización, se facilita si el AGN se nutre con las visiones y sensibilidades de directivos, funcionarios y trabajadores procedentes de diversas regiones del país. Por ello, al grupo directivo han llegado profesionales procedentes del Caribe y el Pacífico, algunos de ellos indígenas o afros.
También imagino un AGN preocupado por proyectar la memoria histórica del país a nivel global. Con respecto a esto último, por ejemplo, a mediados de mayo abriremos el panel “América Latina y sus vorágines” en el marco de la semana de América Latina en París. Ese mismo mes, seremos co-organizadores de un evento dirigido a exaltar la trayectoria intelectual y política de Juan José Nieto en el Museo de las Américas en Washington.


CAMBIO: Siendo sinceros, poca gente conoce al Archivo General de la Nación, ¿cómo va a hacer para que esta situación cambie?
F. J. F.:
Es cierto. En diciembre del año pasado, cuando el ministro anunció mi nombramiento, varias personas llamaron a expresar sus felicitaciones y luego me preguntaban: “¿Qué hace la entidad que vas a dirigir?”. Parece increíble pero el archivo es una institución invisible para muchos colombianos. Para superar este bajo nivel de reconocimiento, un equipo de comunicaciones, fortalecido recientemente, está encargado del diseño de una estrategia comunicativa. También vamos a trabajar fuertemente en publicaciones. De hecho, acabamos de diseñar una colección llamada “Otras Colombias posibles”, en la que se publicarán quince libros entre el segundo semestre del 2024 y mediados del 2026. Haremos presencia en eventos, proponiendo debates y discusiones de importancia para el país.


CAMBIO: Y… ¿cómo hacer para que la gente deje de pensar que el archivo solo se refiere al pasado? ¿Puede el archivo intervenir en temas de la actualidad nacional?
F. J. F.:
La clave para mí pasa por el concepto de conciencia histórica, esa capacidad que desarrollan los integrantes de una sociedad para escapar al presentismo y lograr interconectar el pasado con el presente. Para ello, es importante que el AGN, depositario de la memoria de la nación, se vincule a los debates que viene adelantando el país sobre paz, racismo, xenofobia, género, territorios bioculturales, derechos humanos o medios de transporte. Por ejemplo, este año, a la luz del interés suscitado por la reactivación del sistema ferroviario colombiano, estamos trabajando en una serie de seis capítulos titulada “Cuando Colombia se movía en tren” que recreará la historia ferroviaria del país. Igualmente, el AGN, junto a varias entidades pertenecientes o adscritas al Ministerio de las Culturas, jugará un papel activo en un ciclo de charlas llamadas “Conversaciones difíciles”, las cuales, abordaran temas que en la sociedad colombiana se suelen tramitar desde la descalificación del contradictor y no desde un diálogo reflexivo y constructivo.

 
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