“La conquista, que aún continúa a manos de los colombianos es un tema vigente y doloroso”: Carl Langebaek, autor de ‘Conquistadores e indios’
Carl Henrik Langebaek
La historia es una disciplina que exige cuestionar lo que durante generaciones se ha dado por hecho. Muchas verdades a medias se han dicho sobre el período de la Conquista. El antropólogo e historiador Carl Langebaek ofrece nuevas luces al respecto en su libro ‘Conquistadores e indios’.
Por: Eduardo Arias
¿Es cierto que algunos indígenas apoyaron a los conquistadores españoles y marcharon a su lado? ¿Las potencias europeas hubieran podido conquistar América sin contar con los esclavos negros? ¿Lo único que buscaban los españoles era oro? Conquistadores e indios – La historia no contada, de Carl Henrik Langebaek, busca romper algunos mitos y creencias acerca de este ´periodo de la historia que durante generaciones se han dado como verdades que nadie cuestiona. Langebaek es antropólogo con un Ph.D, de la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos. Ha estado vinculado a la Universidad Nacional (allí fue miembro del Consejo Académico), la Universidad de los Andes (fue decano de Ciencias Sociales, vicerrector académico y de investigaciones y en la actualidad es profesor titular), Uniminuto (es miembro del Comité Académico). Uniempresarial (rector) y también es presidente del Consejo Superior del Gimnasio Moderno.
En 2009 ganó el premio Alejandro Ángel Escobar por su libro Los herederos del pasado, publicado en 2021 por la Universidad de los Andes. Como arqueólogo e historiador ha trabajado en Tierradentro, la Sierra Nevada de Santa Marta y el departamento de Boyacá. El año pasado recibió la condecoración Simón Bolivar por sus aportes a la educación. Otros libros suyos son Los muiscas y Antes de Colombia.
CAMBIO conversó con él acerca de este libro que muy seguramente provocará controversia entre los historiadores.
CAMBIO: ¿Qué lo llevó a escribir este libro?
Carl Henrik Langebaek: Este libro es producto de una clase que he dictado desde hace años, llamado etnohistoria. Es un curso con estudiantes de toda la carrera, centrada en entender el proceso de conquista y colonización, el cual he disfrutado enormemente porque siempre ha servido para reflexionar sobre "el otro". No solo sobre cómo los españoles vieron a los indios sino cómo sobre estos últimos vieron a los primeros y se vieron entre sí. No hay mejor ejemplo de contacto entre sociedades humanas: el Viejo Mundo y el Nuevo habían estado separadas por al menos 14.000 o más años. Visiones del mundo, de las cosas, de la humanidad entraron en contacto de forma violenta desde hace algo más de 500 años en un proceso que aún no termina. El tema es fascinante también porque sigue vigente. Porque especialmente los políticos de todo el espectro juegan con la idea de víctimas y victimarios, buenos y malos, a partir de consignas elementales que narran –a veces– parte de la verdad pero que siempre ocultan, yo diría deliberadamente, los grises, las zonas ambiguas y complejas. La conquista, que aún continúa a manos de los colombianos, ya no de los españoles, es un tema vigente y doloroso. Y ya no es simplemente cosa de blancos e indios.
CAMBIO: ¿En su investigación encontró algo que lo sorprendiera, que cambiara su mirada con respecto a algún tema?
C.H.L.: Me sorprendieron muchas cosas. Los conflictos entre los propios conquistadores, la llegada de cientos de miles de migrantes que nunca empuñaron armas para matar a nadie, la mezcla cultural que ocurrió en los barcos desde antes de llegar al Nuevo Mundo, las alianzas entre indios y españoles para la conquista o para controlar a la creciente población de esclavos africanos, los testamentos de los conquistadores que dan cuenta de su arrepentimiento y de la necesidad de reparar, la formación de una élite indígena con valores mixtos, pero al servicio de la Corona y de la colonización, los españoles que escaparon y se fueron a vivir con los indios, defendiéndolos contra los europeos, la crueldad de la explotación de las perlas. Muchas otras cosas, incluyendo la formación de valores centrados en el lucro y la ostentación, la idea de poder señorial, que llegan hasta nuestras élites de hoy día.
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"Los políticos de todo el espectro juegan con la idea de víctimas y victimarios, buenos y malos, a partir de consignas elementales que narran –a veces– parte de la verdad pero que siempre ocultan, yo diría deliberadamente, los grises, las zonas ambiguas y complejas".
CAMBIO: ¿Cómo se relacionaban entre sí las distintas naciones indígenas cuando llegaron los españoles?
K.H.L.: Colombia no existía, no era ni un sueño ni una pesadilla. No era nada. Había un sinnúmero de comunidades muy diversas, tanto en lo cultural como en la forma de entender el mundo. No vivían en una arcadia feliz, pero los unía una cosa: la ausencia de los conceptos de riqueza y de lucro. La enorme diversidad geográfica y cultural hizo que esta fuera una de las regiones más difícil de conquistar en el Nuevo Mundo, tanto que solo fue posible hacerlo, y de forma parcial, después que cayeran aztecas e incas. Las pequeñas comunidades que existían en este territorio habían evitado el surgimiento de mandamases que siguieran sus propios intereses al modo de los caciques contemporáneos. Existían diferencias de jerarquía muy profundas en algunos casos, pero no gente que se apropiara de los excedentes en su propio beneficio. Guerreaban e intercambiaban entre sí, hacían alianzas y competían. Pero no se sacaba provecho del trabajo de los otros.
CAMBIO: ¿Los españoles pudieron establecer alianzas con algunos de los pueblos indígenas?
C.H.L.: La conquista hubiera sido imposible sin la ayuda indígena. En cada expedición los españoles contaban con traductores, guías, gente que les ayudaba a transportar sus suministros y guerreros que les ayudaban a combatir a otras comunidades. La Corona misma lo reconoció. Los españoles jugaron a presentarse como los aliados en contra de enemigos de vieja data. La conquista no solo fue cosa de españoles (un concepto por cierto que aún no era del todo claro en esa época: la gente se sentía de su pueblo, de su provincia, más que de "España"). Muchos conquistadores fueron mestizos, o incluso afrodescendientes. Algunos caciques indígenas reclamaron parte del botín que se obtenía a costa de otras comunidades. Los conquistadores debieron adaptarse a estas tierras: aprender lenguas, cambiar sus hábitos alimenticios, sus armas y su manera de ver al mundo. Pocos regresaron a España. Literalmente el Nuevo Mundo los engulló. Por el otro lado, los indígenas no fueron víctimas pasivas, ni tontos que no supieran defenderse, ni simplemente valerosos guerreros que se opusieron a la conquista: defendieron sus intereses en los términos que dictaba su forma de ver el mundo y las circunstancias y fueron exitosos, más de lo que se piensa.
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"La historia no es un canal lineal, unidireccional. Más bien se trata de meandros que hacen que los seres humanos debamos ser cómplices, antes que antagonistas por causas como el color de nuestra piel o nuestra forma de ver el mundo".
CAMBIO: ¿Es difícil escribir historia en esta época en que hay tanta sensibilidad con respecto a minorías étnicas y comunidades vulnerables?
K.H.L.: No se saca nada escribiendo sobre el pasado si no se reflexiona sobre el presente. La conquista continúa, el afán de lucro desbordada, la conformación de familias poderosas, el afán de ostentar poder y lujos, la idea de una naturaleza a nuestra entera disposición para obtener ganancias ilimitadas están a la orden del día. En mucho sentido los poderosos de hoy son como los poderosos que vio nacer la conquista y muchas comunidades en el país, negras, indias, mestizas, blancas y de todos los colores son las víctimas. Una de las cosas que quiero decirle al lector es que el afán de ciertos políticos es que las pequeñas identidades construidas sobre la negación del otro son, sobre la rabia, el odio, siempre terminan mal. Esas pequeñas cajitas basadas en buenos y malos, sirve propósitos oscuros y fueron el resultado de una astuta política de la Corona española. El mundo es híbrido, lleno de grises. Los humanos no podemos crear las condiciones en las que vivimos. La historia no es un canal lineal, unidireccional. Más bien se trata de meandros que hacen que los seres humanos debamos ser cómplices, antes que antagonistas por causas como el color de nuestra piel o nuestra forma de ver el mundo. Si no entendemos el valor de la diversidad cultural y que las identidades son fluidas, casi escurridizas, este país, fruto de 500 y más años de conquista continua no tiene futuro.