‘Más tareas no hechas’, crónicas de Luis Miguel Rivas donde se cruzan la realidad y la ficción

Luis Miguel Rivas,

Crédito: Juan Ospina

30 Septiembre 2023

‘Más tareas no hechas’, crónicas de Luis Miguel Rivas donde se cruzan la realidad y la ficción

Más tareas no hechas, de Luis Miguel Rivas, es una colección de crónicas a mitad de camino entre el periodismo y la ficción literaria que retratan desde una mirada muy personal momentos de su vida de los que se vale para analizar el mundo que lo rodea y la época que le ha tocado vivir.

Por: Eduardo Arias

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A mitad de camino entre crónicas y relatos, entre periodismo y ficción, los textos que componen el libro Más tareas no hechas, de Luis Miguel Rivas, presentan una mirada muy aguda de hechos aparentemente triviales y que pasan inadvertidos para la gran mayoría de las personas. Como señala el autor en el prólogo del libro, “son intentos de contar momentos, o más bien de contar lo que pasaba adentro de esa persona que atisbaba esos momentos”. Los ha escrito a lo largo de su vida “en lugar de hacer cosas más importantes”, y había publicado versiones preliminares de ellos en la revista Universo Centro, de Medellín, en el blog Tareas no Hechas del diario El Espectador y un par más en el periódico El Colombiano.

“El nombre ‘Tareas no hechas’ también es una respuesta a ese prurito paisa antioqueño del estar haciendo, de producir y producir, de hacer las tareas, de ser responsables, esa culpa católica por estar quieto un momento"; Luis Miguel Rivas.


A través de temas tan diversos como recuerdos de su infancia, relatos de su vida en su barrio de Envigado, de sus vivencias en el centro de Medellín, su pasión por el fútbol, sus intentos fallidos por ingresar a la militancia política le da una mirada muy personal y divertida a su vida y su época. La primera tanda (Tareas no hechas) la publicó en 2015 con el fondo editorial de la Universidad EAFIT y en esta (por llamarla de alguna manera) segunda parte no reunió los textos por orden cronológico sino siguiendo un orden anímico.
Rivas nació en Cartago (Valle) en 1969 y creció en Envigado (Antioquia). Se ha desempeñado como escritor, libretista y realizados audiovisual. Ha publicado también los libros Los amigos míos se viven muriendo, Era más grande el muerto, ¿Nos vamos a ir como estamos pasando de bueno?, Hoy no quiero metáforas (poesía) y Malabarista nervioso. Ha colaborado con las revistas SoHo, El Malpensante y los diarios El Espectador, El Colombiano y Universo Centro.
En su concepto sus textos son crónicas ficcionadas porque parte de hechos que ocurrieron y que arrancaron con una intención inicial periodística. “Pero el rigor periodístico se me acaba cuando la realidad que estoy contando no encaja con el ideal de redondez o de belleza o de liviandad con el que yo quiero mirar ese momento”. Entonces en ese instante le tuerce un poco el pescuezo a “la realidad” y mete un personaje de más, una frase que no se dijo, pero todo nace y se basa en un hecho real.

También hay nostalgia porque él está hecho de todo ese amasijo del lugar donde creció y donde se hizo mentalmente, de las heridas que ese modo de pensar le generó.


Estos textos y la manera como están escritos surgieron de impresiones que tuvo en distintos momentos de la vida que lo han impactado. Escenas que había visto, historias que había escuchado, recuerdos de la infancia o de la adolescencia que le han llegado después de los años a la cabeza como con un resplandor especial. Para Rivas la escritura es una manera de tratar de explicar esa vibración tan fuerte que tienen ciertas imágenes, ciertas anécdotas, ciertas escenas. “Al escribirlas uno trata de escudriñar qué es lo que vibra ahí debajo, encontrar eso tan significativo que lo marca uno. A mí me influenciaron mucho algunos escritores que hicieron cosas similares con pequeñas estampas que veían, como las crónicas de Luis Tejada las Aguafuertes porteñas de Roberto Artl, relatos que no tienen un planteamiento de problema, desarrollo, clímax y desenlace sino simplemente hacen una pintura de un momento que lo impactó a uno y uno no sabe por qué".

Bolis
Luis Miguel Rivas. Foto: Juan Ospina.


Comenzó a escribir este tipo de crónicas cuando cayó en cuenta de que muchas cosas que le habían ocurrido en la vida habían permanecido en su cabeza durante años. “Eran de un significado mucho más grande del que yo le había dado en el momento en que los vivía. Porque cuando uno vive está en la inmediatez, en responder a lo que está pasando y luego, con la perspectiva del tiempo, me di cuenta de que tenía un significado que me trascendía. Podía definir lo que pasaba en mi en mi entorno, en mi sociedad, incluso en el país. Entonces, al contar mis experiencias en la militancia política o esa sensación de ser siempre sospechoso o culpable, estaba contando lo que yo estaba sintiendo y también algo que le pasaba a mucha gente. De alguna manera definía también un modo de pensar y de sentir la cultura en que yo había crecido”.

Para Rivas la escritura es una manera de tratar de explicar esa vibración tan fuerte que tienen ciertas imágenes, ciertas anécdotas, ciertas escenas.


En todas sus crónicas ficcionadas están muy presentes Medellín, el Valle de Aburrá, Antioquia, la mentalidad antioqueña dentro de la cual creció. La que padeció y de la que se benefició. “Muchos de esos textos son una crítica a ese a ese pensamiento, y también son un autocrítica porque yo hago parte de eso. La mejor manera que tenía de enfrentar ese pensamiento monolítico era con la risa, distanciarse y burlarse un poco de eso. Porque ante una mole tan fuerte cualquier intento de fuerza sale derrotado. El humor es una manera de hacerse a un ladito, relativizarlo, reírse de eso y a la vez reírse de uno mismo”.
También hay nostalgia porque él está hecho de todo ese amasijo del lugar donde creció y donde se hizo mentalmente, de las heridas que ese modo de pensar le generó, “pero también de ciertas entre comillas virtudes como la llamada pujanza que ha sido tan mal entendida pero que significa mantenerse en un esfuerzo a pesar de los obstáculos. A mí eso me ha servido en la vida personal para pasar por ciertos momentos bravos. Pero ese ese mismo concepto ha servido para que se cometan los mayores crímenes y las mayores atrocidades políticas”.

La escritura le ha servido para reconocer con nostalgia esas otras instancias, de ese modo de pensar que lo han formado como persona y que también han generado cosas muy positivas en la sociedad antioqueña y del país. “El nombre ‘Tareas no hechas’ también es una respuesta a ese prurito paisa antioqueño del estar haciendo, de producir y producir, de hacer las tareas, de ser responsables, esa culpa católica por estar quieto un momento. Me acordaba mucho de de un concepto de Estanislao Zuleta que era la pereza como actitud política. Esa actitud que tenían los esclavos de no hacer nada como una manera de rebelarse. "Si no hacés nada te dan palo y si trabajás mucho también te dan palo". Entonces busquemos las maneras marrulleras para enfrentarnos a esa productividad a ultranza, y generalmente sin sentido a través del no hacer. En ese primer tomo hay unos textos sobre todo acerca de la procrastinación”.

Tareas
Los textos los escribía mientras tenía que hacer otras labores, escribir otras cosas "importantes" como textos institucionales, guiones sobre una empresa de televisión, artículos que era lo que daban plata pero que no tenían que ver con lo que él sentía o quería. En vez de hacer eso se ponía a escribir sus cosas. “De ahí surgieron la mayoría de estos textos que son tareas no hechas. Son el producto de las tareas que debieron haberse hecho y que no hice o popstergué”.
Luis Miguel Rivas señala que seguirá escribiendo este tipo de textos pero no como un proyecto predeterminado. “Para mí es una manera de estar en el mundo. Este andar por la calle viendo ciertas cosas que todos vemos y tratar de elaborarlas con las palabras. Esas cosas a veces ciertas que uno ve o que recuerdan intuiciones o flashazos. Muchos de esos momentos no necesitan una novela para que los cuenten. Una novela es demasiado extensa, engorrosa. Un cuento es demasiado esquemático, demasiado técnico. Un poema no es suficiente. Entonces hay cosas que requieren esta manera particular de narrar. Seguiré viendo esas cosas sin proponérmelo y trataré de escribirlas proponiéndomelo”.

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