Memoria Sonora para la Paz, el canto de la resistencia del norte del Cauca
Adaluz, integrante del grupo Renacer Bonaerense y Génesis Teatro, de Buenos Aires, Cauca. (No se menciona su apellido por la política de salvaguarda).
Crédito: Fotos: Cortesía Fundación PLAN
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Hoy se presenta en Bogotá un grupo de artistas del norte del Cauca que han formado parte del proyecto Memoria Sonora para la Paz. A través de la música, la palabra hablada y otras expresiones hablan de sus vivencias y de cómo han resistido de manera pacífica en un territorio azotado por la violencia, el narcotráfico y el conflicto armado.
Por: Eduardo Arias
Parafraseando al escritor Mario Mendoza “cantar o tocar un instrumento es resistir”. La música, así como otras expresiones artísticas asociadas a ella, se ha convertido en una de las herramientas más poderosas para enfrentar las atrocidades de la guerra, para recomponer, así sea en parte y a veces de manera simbólica, los daños y traumas provocados por la violencia.
Ejemplo de lo anterior es el proyecto Memoria Sonora para la Paz, que el jueves lanza en Bogotá su tercera versión, denominada Un canto de esperanza. En este evento, que se llevará a cabo en el Salón Central del centro cultural Casa E, 15 artistas del Cauca le cantarán a Bogotá parte de las canciones de la Memoria Sonora, con lo que buscan dejarle al país un mensaje de reconciliación y resistencia desde las artes. A ellos los acompañará César López, músico y activista por la paz que ha sido un aliado de primer orden de este proceso cultural que se desarrolla en municipios del norte del Cauca, muy afectados por la violencia y el conflicto armado. Esta misma noche también se presentará el documental Un canto de esperanza: Memoria Sonora para la Paz, que cuenta la historia de este proyecto.
Este proceso se impulsa desde el proyecto EmpoderArte por la Paz, un proyecto que la Fundación Plan ha puesto en marcha en asocio con Foro Nacional por Colombia-Capítulo Suroccidente y Corporación Otra Escuela, financiado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Ya en 2010 César López había ido a El Salado, corregimiento de Carmen de Bolívar donde ocurrió una terrible masacre. Allí él se dedicó a grabar relatos, poemas, los sonidos que captaba cada vez que salía a caminar y así construyó una serie de paisajes sonoros que mostraban cómo era la vida en el caserío que renacía de sus cenizas.
La iniciativa de la Memoria Sonora para la Paz nació en Buenos Aires, Cauca, en 2017, cuando López, invitado por Plan, fue testigo de un evento musical que se llevaba a cabo en el polideportivo de esa localidad. En sus conversaciones con los músicos que allí se presentaron, todos ellos habitantes de la región, surgió la idea de que todo ese bagaje musical no se quedara flotando en el aire sino que se grabara y llegara a todos los rincones del mundo a través de plataformas y redes sociales.
López, un músico bogotano que formó parte de la agrupación Poligamia y que luego se ha convertido en un activista de la paz a través de la música, desde 2017 es embajador musical de Plan.
Como señala Ángela Anzola, presidente ejecutiva de Fundación PLAN, “la Memoria Sonora para la Paz es una iniciativa que combina la música y la palabra hablada para crear un espacio de reflexión y diálogo sobre temas de paz y reconciliación. Este proceso busca recordar y honrar a las víctimas del conflicto a través de cantos que representan la resistencia por la vida y la paz de una cantidad cada vez mayor de artistas del norte del Cauca”.
En Un canto de esperanza se contó con la participación de artistas, activistas, lideresas y líderes sociales de los municipios de Suárez y Buenos Aires, Cauca. Las canciones seleccionadas son testimonios de memoria colectiva desde un territorio que sigue muy afectado por el conflicto. Eso significa que la Memoria Sonora para la Paz puede verse como una obra artística colectiva en la que han participado cerca de 300 artistas del norte del Cauca. De ellos, más del 60 por cientos son niñas, niños y adolescentes que viven en territorios afectados por el conflicto armado y que desde la música, el arte y la cultura resisten de manera pacífica y aportan a la construcción de paz.
Ya se han llevado a cabo dos versiones de la Memoria Sonora para la Paz. Yo no me voy (2018) y Resistir hasta el final (2021). En estas experiencias y en Un canto de esperanza se han recopilado ya 99 productos sonoros como cantos de resistencia y llamados a la paz desde la música, tres expresiones artísticas (teatro, danza, esgrima), y tres documentales que dan cuenta del proceso y de las difíciles situaciones que se viven en el territorio. Estos trabajos dan fe de cómo la música y el arte ayudan a sanar y tejer esos vínculos que daña la guerra. “La memoria sonora es casi la única posibilidad que le queda a los artistas que también son líderes, lideresas y referentes en sus comunidades, para contar las realidades, tristezas y clamores de paz, y es una oportunidad para que niñas, niños y jóvenes no sean arrebatados de los grupos armados”, dice Sara Erazo, gerente de proyectos de PLAN.
Han sido seis años de un proceso impulsado por la Fundación Plan bajo la dirección general de López, y desde sus inicios ha contado con la financiación de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional (Asdi) y Plan Suecia.
Un canto de esperanza se grabó entre febrero y marzo de 2023 en Cali, a varias horas y kilómetros de distancia de las montañas de Buenos Aires y Suárez. La causa principal de esa decisión fue el recrudecimiento del conflicto armado en el territorio que no les permitió recorrer las veredas y corregimientos para encontrar los cantos y expresiones de resistencia y resiliencia desde la música y el arte, tal como se había hecho cinco años atrás en la producción de Yo no me voy. "En esta ocasión nos acogió Centro de Producción Musical de la Universidad Icesi e hicimos alianza con el Instituto de Paz de la Universidad del Valle, el Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana, la Alcaldía de Cali, la Casa de las Memorias y el Conflicto de Cali. Estas alianzas sumaron a las ya establecidas con las Alcaldías de Buenos Aires y Suárez, la Gobernación del Cauca y la Misión de Verificación de la ONU”, señala Sara Erazo.
De acuerdo con ella estos son algunos de los logros que se pueden mencionar. Reconocimiento de la experiencia en el territorio como legado y oportunidad para cantar lo que no se puede contar. Impulso de semilleros de niñas, niños y adolescentes desde las agrupaciones artísticas para así transmitir el saber y dejar el legado. Niñas y mujeres jóvenes interpretan hoy la percusión para derribar imaginarios y estereotipos de género. Gracias al proyecto se ha vinculado la academia para reconocer la importancia del arte y la cultura en la construcción de la paz. Participación de artistas del proceso en eventos, intercambios académicos y festivales para llegar a diferentes sectores de las ciudades y contribuyendo a sensibilizar sobre la paz.
Memoria Sonora para la Paz “Un canto de esperanza”
Jueves 15 de junio de 6:00 p.m. a 8:00 p.m.
Salón Central, Casa E
Carrera 24 (Park Way) No. 41- 69, barrio La Soledad, Bogotá.
Entrada gratuita.