Parque Arqueológico y de Patrimonio Cultural de Usme, un nuevo tesoro que emerge en Bogotá
30 Junio 2024

Parque Arqueológico y de Patrimonio Cultural de Usme, un nuevo tesoro que emerge en Bogotá

Una iniciativa de habitantes del borde rural de Usme que veían con preocupación el avance de la ciudad sobre su territorio más el hallazgo de restos arqueológicos en la zona, dieron origen a este proyecto, de gran importancia científica y cultural para la ciudad.

Por: Eduardo Arias

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En una esquina del casco urbano de la localidad de Usme, en el suroriente de Bogotá, se encuentra un parque arqueológico del que muy pocos bogotanos tienen noticia. Se trata del Parque Arqueológico y de Patrimonio Cultural de Usme. A primera vista es un potrero con algunos árboles que limita por el oriente con fincas y cultivos que lo hacen sentir a uno en cualquier zona rural de clima frío de Cundinamarca. Por el sur y el oeste, con las casas de autoconstrucción cercanas al centro histórico de la localidad y, por el norte, con edificios de apartamentos de gran altura que se han vuelto moneda corriente en Bogotá. Pero la réplica a gran escala de una figura cerámica precolombina indica que ese lugar es un muy imporante emplazamiento arqueológico. Liliana Buitrago, líder del Proyecto Parque Arqueológico, señala que allí hubo un importante asentamiento de los antiguos pobladores de Usme que se ubicaron entre las quebradas La Fucha, Aguadulce, la Taza y la Requilina, entre el siglo VIII al siglo XVI. Este yacimiento arqueológico ofrece evidencias de cómo eran la vida cotidiana y los rituales funerarios de las poblaciones asentadas en el borde sur de la Sabana de Bogotá en épocas precolombinas.

La investigación en Usme, así como las desarrolladas en otros lugares del sur de Bogotá, como Portalegre, Las Delicias, Candelaria la Nueva, Tibanica y Nueva Esperanza, confirman que esta región fue intensamente ocupada en épocas prehispánicas por sociedades que practicaron la agricultura y la alfarería. En las excavaciones arqueológicas que se realizaron en 2008, 2009 y 2012 se encontraron los restos óseos de 119 personas, más de 1.000 restos óseos de fauna y 35 cerámicas completas que actualmente se conservan en los laboratorios de arqueología y antropología física de la Universidad Nacional de Colombia. Durante los trabajos desarrollados para la siembra de árboles y la restauración ecológica del parque se encontraron fragmentos de cerámica y herramientas de piedra.

Este espacio ha ofrecido a la investigación arqueológica la oportunidad de ampliar sus conocimientos sobre la población indígena del altiplano cundiboyacense. Vasijas, figurinas en arcilla, volantes de huso, cuentas de collar, herramientas en piedra, huellas de postes, entierros humanos, basureros, acumulaciones de material y restos óseos de fauna imdican cómo era la vida en ese lugar antes de la llegada de los españoles. Gracias a los datos extraídos de las excavaciones y su análisis se puede recrear cómo eran sus prácticas sociales y culturales: viviendas, formas de enterramiento, su alimentación, áreas de cultivo y relación con el paisaje.

El origen del parque se remonta al cambio de siglo. Como señala Andrés López, responsable interinstitucional del Proyecto Parque Arqueológico, “en los bordes del sur de la ciudad, en un espacio habitado por campesinos y la Bogotá hecha a mano por el proceso de autoconstrucción, se planeó el proyecto urbanístico Ciudadela Nuevo Usme, fijado en el Plan de Ordenamiento Territorial del año 2000, el cual determinaba que los suelos rurales con vocación agrícola de la localidad fueran clasificados como terrenos de expansión urbana”.

Como él recuerda, en el proceso de construcción de apartamentos para 35.000 familias se proyectaba edificar 315.000 metros cuadrados. “Sin embargo, tras años de luchas y movilizaciones sociales del campesinado, en 2007 se encontraron restos óseos y vasijas de cerámica en El Carmen, lo que obligó a Metrovivienda a suspender las labores de excavación”. Esto ayudó a las comunidades y organizaciones a continuar su proceso de resistencia contra la expansión urbana pues empezaron a jugar un papel activo en torno a la protección del yacimiento arqueológico. Fue como si “los ancestros se levantaran de sus tumbas para defender el territorio”, tal como decía Jaime Beltrán, ya fallecido, uno de los líderes campesinos que más activamente defendió el hallazgo arqueológico.

A pesar de tantos años transcurridos desde el descubrimiento de los restos indígenas, sdlo hasta 2014 se hizo la declaratoria del parque y apenas en 2022 el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) recibió el encargo de gestionar el predio. Al estar en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) como un nodo de equipamientos rural, en el parque también participan la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, el Instituto Distrital de Turismo, el Jardín Botánico de Bogotá y la Alcaldía Local de Usme. “Así mismo, se trabaja en articular esfuerzos con el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, El Instituto Colombiano de Antropología e Historia, la Universidad Nacional de Colombia, la Secretaría Distrital de Hábitat de Bogotá y el Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal, entre otros, que permitan alinear esfuerzos públicos para el cuidado de la cultura en la ruralidad de Bogotá”, señala López.

Además del componente arqueológico que dio lugar a la suspensión de obras de urbanismo y la protección del lugar, también son de gran importancia las diversas dinámicas sociales que caracterizan el borde sur de Bogotá. Como expresa Eduardo Mazuera, director del IDPC, “allí convergen comunidades campesinas de los territorios rurales circundantes y hasta de la región del Sumapaz que conecta con Bogotá en este punto; también indígenas de diferentes grupos étnicos que reconocen el valor espiritual y simbólico de este lugar donde habitaron sociedades prehispánicas desde hace miles de años; y adicionalmente los habitantes de Usme quienes reclaman con justa razón su lugar dentro del Distrito Capital, con los beneficios a los que tienen derecho”.

Bailes
En efecto, el papel de la comunidad ha sido determinante. Como señala López, “han sido los liderazgos campesinos, juveniles, artísticos e interculturales, quienes de manera organizada y constante han impulsado la defensa del hallazgo arqueológico y posteriormente la apertura gradual de recorridos, investigaciones, talleres, encuentros y reflexiones ambientales y territoriales que dan valor a la gestión de los patrimonios integrados en este yacimiento arqueológico. El Parque Arqueológico y del Patrimonio Cultural de Usme, el primero de su tipo en Bogotá, ha tenido, tiene y tendrá su centro de gravedad en la participación ciudadana”.

Un aliado muy importante en el desarrollo del proyecto ha sido el Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia. Mazuera señala que su institución ha establecido una relación colaborativa y productiva para ambas partes. “Arqueólogos investigadores de la Universidad Nacional, junto con sus estudiantes, lideraron el proceso de excavación en las temporadas 2008, 2009, y 2010, así mismo cumplieron con las actividades de documentación, clasificación e interpretación del material arqueológico recuperado, el cual se encuentra en los laboratorios del Departamento asegurando la conservación y protección de las piezas arqueológicas en condiciones adecuadas mientras se avanza en el proyecto de infraestructura del parque”. Agrega que en torno a estos hallazgos también se generó una producción académica entre profesores, investigadores y estudiantes sobre el mundo prehispánico que se desarrolló en lo que es actualmente el parque. Por eso el instituto quiere darle continuidad a esta alianza interinstitucional, que a través de los aportes académicos fortalece su valoración patrimonial.

Liliana Buitrago señala que quieren aprovechar el convenio con la Universidad Nacional “para iniciar el proceso de retorno del material arqueológico al territorio, tal y como la comunidad de Usme nos lo demanda constantemente. En esa instancia, vamos a determinar junto con la Universidad y el ICANH los procedimientos a seguir para el traspaso de la tenencia y la actualización de las investigaciones que se han desarrollado con el material”.

El desarrollo del proyecto del Parque Arqueológico se ha enfrentado a múltiples retos. El primero de ellos estuvo asociado a la idea misma. Si bien las comunidades se movilizaron y lograron que se declarara una figura de protección, eso no supuso que el Distrito asumiera la responsabilidad de gestionar el hallazgo arqueológico. Como se señaló antes, solo hasta 2022 el IDPC recibió los predios de la Hacienda el Carmen. Desde entonces el IDPC, en asocio con organizaciones locales como la Mesa de Patrimonio Usmeka, el Colectivo Ambiental Conciencia Limpia-CACLI y colectivos ambientales y educativos de la ciudad, vienen avanzando el proyecto. López afirma que el parque es un proyecto con vocación de apertura y democratización del patrimonio. “En él tienen cabida todos los actores interesados en valorar, proteger, divulgar y la memoria arqueológica y los saberes, prácticas y manifestaciones culturales presentes en los territorios rurales de Bogotá”.

Durante este proceso se han identificado por lo menos tres retos que deben atenderse en los próximos diez años: el reto de investigación y activación; el reto de la gobernanza y participación, y el reto presupuestal y de operación. Respecto al primero, es grande aún el vacío de información arqueológica sobre las comunidades muiscas que habitaron esta zona de la sabana de Bogotá, junto con los procesos desarrollados en el sur de la ciudad durante el periodo colonial y en fechas más recientes asociado a los procesos de ocupación y vidas campesinas.

En segundo lugar, existe un reto importante en relación con las formas en cómo se determinan las decisiones. Por su devenir comunitario y los estándares contemporáneos de gestión del patrimonio y la diversidad cultural, este parque abre nuevas preguntas para la gobernanza participativa de la cultura, el medio ambiente y los territorios de borde de la ciudad.

Finalmente, en el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá, el parque se proyecta como el nodo de equipamientos de vocación rural y cultural más grande de la ciudad. Como explica Mazuera, “en él estarán ubicados equipamientos para el repositorio y divulgación in situ de referentes importantes de los hallazgos arqueológicos de Bogotá - Región, así como equipamientos para la oferta artística, cultural y del cuidado en el borde sur. Todo ello supone retos novedosos en el presupuesto para la infraestructura y operación del patrimonio cultural de la ciudad”. Para el IDPC la convivencia y comunicación permanente con las comunidades campesinas, las agrupaciones artísticas, los maestros de colegios públicos y privados de la ciudad, cabildos indígenas, organizaciones ambientalistas es central y otros públicos interesados.

El parque se ha mantenido abierto al público, con múltiples actividades de recorridos, encuentros, festivales y activaciones para generar una mayor conciencia sobre la relevancia de este sitio. “Actualmente el IDPC adelanta los estudios para dotar al Parque Arqueológico de la infraestructura necesaria para su adecuado funcionamiento y progresiva capacidad de recibir visitantes e investigadores, mediante sucesivas etapas de intervención acordes con el Plan de Manejo Arqueológico del sitio”, dice Mazuera.

La agenda de actividades del Parque Arqueológico, que por el momento solo se permiten de manera regulada con el acompañamiento del IDPC, se construye en respuesta a las solicitudes de acuerdo con la capacidad de carga. En caso de interés para visitarlo, debe escribir al correo electrónico [email protected]

Parque

El parque arquelógico de Usme en cifras y datos

Andrés López hace un balance de lo que se ha adelantado durante el proceso de consolidación del Parque Arqueológico y de Patrimonio Cultural de Usme.

6.383.252.955 de pesos invertidos en procesos de activación, que incluyen estudios técnicos de equipamientos culturales, dotación de equipamientos livianos, procesos de restauración ambiental y desarrollo de procesos participativos de investigación y recorrido del Parque Arqueológico.

Se desarrolló un proceso de investigación arqueológica y restauración ecológica que logra una meta de 10.580 especies de árboles sembradas con el Jardín Botánico de Bogotá.

En la fase de prefactibilidad del parque a 2023,se logró el alistamiento administrativo, social y jurídico para dar viabilidad a la fase de diseño y construcción del parque arqueológico.

El IDPC logra el traslado de la propiedad del área del sector de desarrollo urbano al sector cultural.

En 2022 se logró la actualización y aprobación del plan de manejo arqueológico del área bajo los nuevos lineamientos emitidos por la autoridad Nacional en el 2022. Por el momento es la única área en el país que se ajusta al estándar.

Se avanza en la creación de un proyecto arquitectónico en esquema básico con infraestructuras apropiadas para la gestión integral de los patrimonios del borde sur.

Avance significativo en los estudios y diseños definitivos de las primeras obras a realizar.

Activación a través de procesos participativos que han permitido su disfrute y que involucraron a poblaciones rurales, comunidades indígenas, niños, niñas y jóvenes.

Realización de cuatro ediciones del Festival Patrimonios en Ruana que ha llegado a cerca de 5.000 asistentes en total, aproximadamente 23 millones de pesos en ventas de emprendedores locales, y una coordinación interinstitucional de 6 entidades distritales.

Instalación de los primeros dispositivos y dotaciones, parte de estas resultaron de una iniciativa priorizada en presupuestos participativos, que permitió la participación ciudadana incidente en la creación del parque.

Se han sembrado más de 10.580 árboles en las rondas de las cuatro quebradas que bordean el área.

El parque ha recibido unos 10.000 visitantes en los últimos tres años.

 
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