Rosario López y Patricia Aguirre, dos maneras de abordar la arqueología desde el arte

'Volver a Monsú', en la galería Espacio Continuo.

3 Marzo 2024

Rosario López y Patricia Aguirre, dos maneras de abordar la arqueología desde el arte

En la galería Espacio continuo se presentan dos exposiciones. En el interior, 'Volver a Monsú', de Rosario López, quien reinterpreta desde el arte los objetos, paisajes e historias de una excavación arqueológica. Por su parte, en el espacio que da a la calle denominado La Vitrina, Patricia Aguirre examina y cuestiona la vida del hogar y varios objetos que la componen con la mirada propia de un arqueólogo.

Por: Eduardo Arias

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¿Cómo leer con los ojos del arte el resultado de una excavación e investigación realizada con las herramientas científicas de la arqueología y la antropología? De eso se trata la exposición Volver a Monsú, que puede verse como una gran instalación en la que la artista Rosario López utiliza diferentes estrategias y materiales para ofrecer su mirada personal de los objetos precolombinos que encontraron allí en 1974 los destacados antropólogos Gerardo Reichel-Dolmatoff y Alicia Dussán, su esposa.
En las diferentes salas de la galería Espacio Continuo se exhiben piezas de cerámica, textiles, bordados y objetos informes construidos con diferentes materiales (incluso PVC) que de muchas maneras reinterpretan no solamente los objetos que allí aparecieron sino el territorio y las evocaciones mismas de la artista sobre otros viajes similares que ella ha realizado. Como señala Cristina Lleras en el texto curatorial, La manera como la tierra en Monsú fue ocupada y abandonada en varios momentos propuso, y aún lo hace, preguntas sobre ‘orígenes culturales, relaciones externas y, ante todo, acerca del papel tan extraordinario que las tierras bajas de la Costa Caribe de Colombia desempeñaron en la prehistoria del continente’. (Cita que ella toma de Monsú, un sitio arqueológico, texto de Gerardo Reichel- Dolmatoff. 1985). Continúa Cristina Lleras: “Para López esas preguntas se extienden por fuera de la circunscripción de un territorio concreto. Monsú es una parada en el viaje más largo que incorpora distintas latitudes para entender tanto las fuerzas invisibles exteriores como las interiores. Es el cuerpo en el paisaje y el paisaje en el cuerpo lo que revela capas estratigráficas íntimas. Ambas búsquedas, la externa y la interna profundamente atadas a materialidades y objetos, revelan formas del hacer y de la vida”.
Como señala Rosario López, la idea de esta exposición surgió como un proceso de depuración después de las investigaciones que ella había llevado en Guaviare, Vichada y Vaupés. “Esta exposición es una vuelta a recorrer esos pasos desde el campo del arte. Yo llevaba un tiempo trabajando con los científicos, con los geólogos, con los biólogos y me dije que era un momento de parar, de volver a la forma y a la no forma en términos de lo escultórico y en términos de la exploración con los materiales”.
La escogencia de Monsú fue obra del azar. Cuando Rosario López visitó el Museo Arqueológico Casa Marqués de San Jorge encontró en la librería una monografía sobre esa excavación que habían realizado Reichell-Dolmatoff y Alicia Dussán en 1974. Ellos ya habían estado explorando en diferentes lugares del Caribe y habían encontrado que la cerámica más antigua de Colombia se encuentra en esa región. Por esa misma razón les inquietaba mucho esta formación, a la que llegaron gracias a una una invitación del propietario de la finca Monzur. Reichell y Dussán encontraron un monte de unos 100 metros de diámetro y una elevación de 18 metros. Empezaron a rastrear unas señales muy particulares y muy similares que habían encontrado en otros lugares de la Costa con esas características, los llamados concheros. A partir de allí Rosario López entró desde la dinámica artística y textil, que además de los objetos también evoca el paisaje. Ella se inventó un viaje por carretera de Bogotá a Cartagena acompañada por su hijo por el Magdalena Medio hasta llegar a la finca de Monsú, que está ubicada muy cerca del Canal del Dique.
Ella visitó la finca en compañía del jardinero de la casa de su hermana en Cartagena. Se le presentó al mayordomo como profesora de la Universidad y le dijo que quería conocer la finca porque había leído sobre la excavación. Ella llevaba el libro de Reichell y el capataz de la finca, muy extrañado, le decía: “No puedo creer que eso sea cierto. Yo nunca le le creía a mi jefe. Yo pensaba que eran puras historias y puros cuentos”.

Textil

El uso en la exposición de diferentes materiales y técnicas se debe a la necesidad de reconstruir ese lugar geográfico y todas esas historias y capas de historia que se empiezan a entrecruzar. “Los objetos de piedra, que son como las cantimploras, o los objetos de cuero evocan esa zona ganadera. También evocan esos riachuelos y esas zonas que están más o menos desecadas. Los caracoles son una alusión a la concha de nácar, a esas capas de historia. Las piezas más contundentes de la exposición son los tapices que recrean la estratigrafía o la excavación”, señala. “Tienen que ver con esa idea del soporte y la narrativa de construir esa historia a partir de capas y capas que se van sumando, se van adicionando y que también se van entretejiendo, con el objetivo de dejar ahí depositados los mismos motivos que habían sido dibujados, marcados o perforados en las cerámicas que esta pareja de arqueólogos encontraron tanto en Monsú como en otras excavaciones”.
Rosario López nació en Bogotá en 1970. Estudió en la Universidad de los Andes y luego en el Chelsea College of Art and Design en Londres. Su principal medio es la escultura y se apoya en el registro fotográfico. Ha participado en exposiciones en distintos países, ejerciendo la docencia en centros académicos como la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de Canberra, en Australia. Su estudio está ubicado en Bogotá.
 

Mano

Mano de sospechas: cuando el hogar no es tan dulce
 

En la vitrina de la galería, con vista al andén de la calle 77A, se expone Mano de sospechas, de la artista Patricia Aguirre. Con toques de humor (a veces negro) e ironía, ella se pregunta qué tan cálido, acogedor y seguro es ese espacio que por lo general evoca afecto, amor y solidaridad, pero que en realidad no siempre es tan cómodo ni placentero. Para hacerlo escribe la vida en el hogar a partir de objetos cotidianos que ella despliega en el espacio que ocupa su exhibición.
El tema de la casa siempre le ha interesado porque es un espacio aparentemente inofensivo, protector y seguro pero debajo de eso hay muchas capas que le gusta remover. “Es un espacio totalmente normalizado donde todo el mundo dice ahí no pasa nada. Pero cuando tú empiezas a remover las capas que hay debajo aparece la mugre. Debajo de la alfombra ocurren muchas cosas”.
Ella señala, además, que a través de la vida familiar y del tema del hogar se pueden tocar otros temas como la contaminación, la tristeza y el poder. “También es una forma de cuestionarnos lo heredado. No solamente heredamos lo físico sino también narraciones, imposiciones, nos decimos ‘esto nos tocó así’ y eso es muy cuestionable. Por eso pienso que una acción tan radical como el envenenar un postre de una receta heredada es como romper la normalización que hay ahí. Porque se ve como algo normal la entrega, el sacrificio, ese tipo de cosas".
En un tendedero ella dispuso objetos pequeños, una especie de arqueología de lo que a uno lo ha rodeado, como una mirada un poco arqueológica a lo que tenemos alrededor. También se exhiben unos bordados que tienen mucho que ver con la mujer. “Antiguamente las mujeres se reunían a bordar. Y en esos espacios de bordado se empezaron a generar las revoluciones feministas, porque se sentaban a bordar, pero también a pensar, a hablar y a cuestionarse. El bordado permite que tú hagas esa actividad, pero estés hablando y estés escuchando”.
Patricia Aguirre estudió diseño industrial y se retiró a mitad de carrera. Se casó muy joven y se desempeñó en las labores de la casa. Poco a poco trató de acercarse a la gente del arte, como Víctor Laignelet, Giovanni Vargas, Danilo Dueñas y entró a cursos libres en la Universidad de los Andes. Con Natalia Gutiérrez tomó teoría del arte contemporáneo y empezó a desarrollar proyectos mucho más estructurados. En 2008 se presentó a una convocatoria del Ministerio de Cultura y la ganó con una serie de seis videos de acciones relacionadas con la vida en el hogar que se presentaron en el Espacio Alterno del Planetario Distrital. A partir de allí ha participado en diversas exposiciones colectivas e individuales en las que ha trabajado con curadores como Manuel Kalmanovitz, Carolina Cerón e Inti Guerrero (que llevó su obra a Hong Kong), entre otros.
Años después la llamó William Contreras, curador de arte, y la invitó a participar en la Galería Liberia, donde presentó unos trabajos denominados Ejercicios en casa. De nuevo Contreras la llamó para participar en este montaje, que es la cuarta muestra del ciclo de exposiciones denominado La otra mano.

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Volver a Monsú (Rosario López) 
y Mano de sospechas (Patricia Aguirre)
Galería Espacio Continuo 

Calle 77a # 12a – 35

Lunes a viernes10:00am 6:00pm. Sábados: 11:00am - 3:00pm. Abierta hasta el 1 de abril.

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