Colombia es uno de los países más desiguales del mundo según el Banco Mundial.
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¿Estamos condenados a ser desiguales en Colombia? Esto dice el Banco Mundial
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Colombia es uno de los países más desiguales del mundo. Un estudio reciente del Banco Mundial concluye que más de un tercio de la desigualdad de ingresos está determinado por elementos como dónde nacen las personas, su género, el nivel socioeconómico de sus padres, su etnia o estatus migratorio. ¿Se puede combatir esto?
“Imagine a dos niñas nacidas el mismo día en Colombia. Una nace con padres con alto nivel educativo y en una ciudad próspera. La otra nace con padres pobres y con poca escolaridad, y en un municipio alejado de la capital de su departamento, que ya es un departamento con alta pobreza. La trayectoria de vida de ambas niñas podría ser muy distinta. Existe una alta probabilidad de que las condiciones en que cada una nació impactarán sus oportunidades de obtener educación de calidad, un buen trabajo y de vivir una vida fuera de la pobreza”.
Con este apartado abre el más reciente informe del Banco Mundial sobre pobreza y desigualdad en Colombia, el tercer país más desigual del planeta según el organismo internacional, y sólo superado por Sudáfrica y Namibia.
El coeficiente de Gini, un indicador que evalúa la desigualdad en los países, dándole un valor entre 0 (que implica igualdad perfecta) y 1 (una distribución completamente desigual). El de Colombia es de 54,8 puntos, mientras que el de sus competidores africanos es de 63 y 59,1 puntos, respectivamente, según el Banco Mundial.
¿Por qué Colombia es un país tan desigual?
En el documento, el Banco Mundial reconoce que en Colombia persisten profundas desigualdades en el acceso a oportunidades entre distintos grupos sociales y regiones del país y niveles de pobreza muy distintos, lo que se explica especialmente por la desigual capacidad histórica del Estado para prestar servicios públicos de calidad en los distintos departamentos y municipios.
Esas desigualdades en la prestación de los servicios del Estado se terminan traduciendo en menores oportunidades, para muchas personas, de acumular activos esenciales como educación, salud, tierras y vivienda, fundamentales para mejorar su calidad de vida.
“En Colombia, las brechas son muy amplias comparadas con países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde). Se habla de dos Colombia, con lugares con acceso y servicios comparables al África Subsahariana, por un lado, y por el otro con lugares con acceso similar a la Ocde”, explica María Eugenia Dávalos, economista sénior en la práctica global de pobreza y equidad del Banco Mundial, y directora del informe.
Según la economista, una de las particularidades de Colombia que no se aplican a todos los países son las desigualdades territoriales, que son amplias y muy persistentes, y limitan la reducción de la pobreza.
“La capacidad de generar ingresos es muy desigual en el país: no todos están igualmente equipados con activos como educación de calidad, salud, capital financiero o capital físico para buscar mejores oportunidades económicas y salir de la pobreza”, reconoce Dávalos.
En Colombia, 16,7 millones de personas viven en condición de pobreza, es decir, el 33 por ciento de la población. Entre las regiones más afectadas están, por ejemplo, departamentos como La Guajira y Chocó.
El problema, explica Dávalos, es que, por las mismas condiciones y estructuras socioeconómicas de las diferentes regiones, los municipios más pobres no reducen la pobreza al mismo ritmo que los más ricos. “Los lugares más flortecientes han podido prosperar más que los pobres, pues la reducción de la pobreza no le ha dado las mismas oportunidades a todo el mundo”, dice la economista.
El estudio asegura que las instituciones en Colombia no están plenamente preparadas para eliminar las brechas de oportunidades, incluidas las territoriales. Como consecuencia del acceso desigual a activos y oportunidades, se presenta una baja movilidad social entre generación y generación y todo esto termina creando un círculo vicioso de desigualdades.
Esto nos lleva a una de las conclusiones más aterradoras del estudio: la trayectoria de vida está en parte predeterminada al nacer. Según el estudio del Banco Mundial, por lo menos un tercio de la desigualdad de ingresos está determinado por elementos como dónde nacen las personas, su género, el nivel socioeconómico de sus padres, su etnia o estatus migratorio.
¿Estamos condenados a ser desiguales para siempre?
No precisamente. Romper el ciclo de la persistencia y la perpetuación de la desigualdad es una tarea compleja, pero no imposible. Las desigualdades territoriales y entre grupos no se van a resolver sin cambios y las dinámicas económicas y sociales tampoco lo lograrán por sí solas.
Por eso, Dávalos habla de la necesidad de una agenda de política pública para romper con la persistencia y promover la movilidad social: “Es necesario priorizar, sobre todo en zonas rezagadas, lo mismo que impulsar la inversión en activos productivos para igualar las oportunidades, fortalecer las instituciones para proveer mejores oportunidades a nivel local, y diseñar políticas con una visión territorial”.
Algunas acciones puntuales que propone el Banco Mundial son:
- Invertir en una atención primaria de salud de calidad, priorizando las zonas rurales, remotas y periurbanas con bajo acceso.
- Introducir una política nacional de libros de texto escolares y recursos educativos, incluyendo un programa de desarrollo profesional para maestros alrededor de dichos textos. “Colombia es el único país de la región sin una política nacional de textos escolares. Esta es una acción que se puede implementar fácilmente”, explica la economista.
- Avanzar en las iniciativas de catastro multipropósito y el fortalecimiento del desempeño fiscal local para mejorar el acceso a capital físico, como es la tierra.
- Mejorar el marco institucional, por ejemplo, con cooperación intermunicipal, para mejorar las capacidades de diseño de política y gestión y establecer incentivos regulatorios, institucionales y financieros para promover la asociatividad.
- Generar alianzas con otros actores, como el sector privado, la sociedad civil organizada o la academia, con el fin de identificar y mapear actores y capacidades y alinear intereses y posibles complementariedades.
- Diseñar políticas mejor adaptadas a los contextos locales, que tengan en cuenta elementos de diferenciación, coordinación e integralidad.
“En Colombia, donde naces, te dan oportunidades muy diferentes”, dice Dávalos, quien considera que ese círculo vicioso se puede romper, pero para eso se necesita pensar en políticas en diferentes niveles.