Género: ¿cómo compensar los ingresos que las mujeres dejan de recibir por el trabajo de cuidado no remunerado?
10 Julio 2023

Género: ¿cómo compensar los ingresos que las mujeres dejan de recibir por el trabajo de cuidado no remunerado?

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

El trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es la segunda actividad generadora de ingresos y producción para el país y las mujeres son responsables de la mayoría de este trabajo. Este es el plan del Gobierno para pagarles lo que se merecen o mejorar sus posibilidades de tener un trabajo remunerado.

Por: Angélica M. Gómez

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Según los datos a 2021 del Dane –que son los más actualizados para este tema–, el trabajo doméstico y no remunerado era equivalente en producción y generación de ingresos a 462 billones de pesos, superado únicamente por los 470 billones de pesos del sector manufacturero. Las mujeres, que entre 2020 y 2021 dedicaron en promedio 7:44 horas en estas labores, generaron el 75 por ciento de ese ingreso que no se pagó.

Mientras en 2021 las mujeres realizaron un trabajo doméstico y de cuidado no remunerado equivalente a un ingreso de 174,8 billones de pesos, los hombres en las mismas labores habrían generado 55,5 billones de pesos.

Todo eso, con jornadas laborales que entre 2020 y 2021 fueron de 15:21 horas en promedio para las mujeres, de las cuales casi la mitad (7:44 horas) correspondieron a labores no remuneradas. Las jornadas laborales de los hombres en el mismo periodo fueron de 12:03 horas, de las cuales solo 3:06 horas las dedicaron a tareas no remuneradas.

En el país hay cerca de 6 millones de mujeres que se dedican a las labores domésticas y de trabajo no remunerado, lo que significa que tampoco cotizan a seguridad social y, por lo tanto, no tendrán o no tienen una pensión de vejez. 

Por eso, el Estado ha avanzado un camino de varios años para corregirlo. Comenzó por contabilizar el tiempo dedicado al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (TDCNR) en la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT) y calcular el valor de ese tiempo, con el objetivo de desarrollar programas que reduzcan la carga de estas labores al menos durante el horario laboral, como el programa de madres comunitarias del ICBF.

En 2022, el nuevo gobierno creó la política nacional de cuidado, bajo la dirección de la Vicepresidencia de la República; y luego, este año, el llamado Sistema Nacional de Cuidado, incluido en la ley que dio vida al Ministerio de la Igualdad.

Además, contará con el Conpes, que está en proceso y que será la base para que al menos 10 ministerios del gobierno coordinen políticas enfocadas especialmente en las necesidades de las mujeres que están en los territorios, es decir, fuera de las principales ciudades, y en las diversas necesidades que tienen según su contexto.

El sistema también está respaldado por el Plan Nacional de Desarrollo, que en su documento de bases explica que con el sistema “se articularán las políticas y acciones de distintos sectores para que se asegure el aumento de los servicios de cuidado en el área urbana y rural, en la planeación del ordenamiento territorial, y su coordinación con otras ofertas públicas de formación, formalización, participación y empleo, así como de recreación, actividad física, deporte, vivienda y transporte”.

Para lograrlo, el Gobierno nacional cuenta con algunos ejemplos y experiencias previas, como la de Bogotá con las manzanas de cuidado o el giro de Renta Ciudadana de hasta 500.000 pesos mensuales, que en su fase piloto empezó con mujeres cabeza de hogar como beneficiarias. 

¿Cómo lograr el equilibrio? 

Los economistas Ana Tribin, Martin Cicowiez, Hans Lofgren y Tatiana Mojica publicaron el pasado 4 de julio un documento en el que muestran el efecto de tres  soluciones diferentes para aumentar la presencia de mujeres en el mercado laboral colombiano. 

En el documento, los economistas destacan que, si bien el país ha avanzado en el cierre de brechas, las “desigualdades en el trabajo de cuidado no remunerado siguen siendo un desafío importante en Colombia, lo que resulta en una carga desproporcionada de trabajo de cuidado para las mujeres”.

“Promover la redistribución del trabajo no remunerado de cuidado dentro de los hogares para transformar las creencias y normas sociales sobre los roles de género es esencial para lograr la igualdad entre hombres y mujeres en el trabajo remunerado. Este cambio en los valores sociales requiere el reconocimiento del papel vital que desempeña el trabajo de cuidado en nuestras economías y sociedades”, agregan.

Los expertos probaron tres tipos de programa: un subsidio para el cuidado infantil –con tres opciones diferentes–, provisión de servicios de cuidado infantil y una transferencia monetaria.

En el caso de los subsidios y la transferencia monetaria, todos tenían un costo de medio punto del PIB, es decir, cerca de 600.000 millones de pesos. Pero todos con una financiación diferente: uno de los subsidios y la transferencia se plantearon con el impuesto sobre la renta a empresas y hogares; otro subsidio, a cambio de menor inversión pública en infraestructura; y el otro, a cambio de una mayor eficiencia gubernamental. 

Lo que encontraron es que las transferencias monetarias terminan reduciendo el tiempo de hombres y mujeres en el mercado laboral, pero aumentan ligeramente el tiempo dedicado a actividades de ocio, así como aumenta un poco más el tiempo que dedican a las labores domésticas. 

Sin embargo, este tipo de programas, reconocen los economistas, también pueden solventar algunas carencias de recursos de las familias, por lo que podrían mejorarse poniendo condiciones: por ejemplo, que los menores de edad estén inscritos a cursos de estimulación temprana o primeros años de educación, o que las mujeres deban asistir a formación para el trabajo o emprendimiento. 

Por el contrario, los subsidios y la provisión de servicios públicos de cuidado infantil aumentan la participación de las mujeres en el mercado laboral y el tiempo de ocio tanto de hombres como de mujeres, pero tiene un impacto más alto la provisión de bienes públicos, con una resultado de 0,9 por ciento frente al entre 0,5 y 0,6 por ciento de los subsidios según el tipo de financiación que los sustente. 

Finalmente, los expertos advierten que “las políticas destinadas a apoyar a las familias con hijos deben ser cuidadosamente diseñadas para mitigar posibles consecuencias no deseadas”.

Este experimento teórico le ofrece al Gobierno algunas alternativas para un piloto, si lo quisiera, o para avanzar en el diseño de su sistema nacional de cuidado. 

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