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La amenaza de los aranceles: ¿se viene otra guerra comercial con Trump?
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El magnate y presidente electo de Estados Unidos quiere gravar con una tasa de 60 por ciento las importaciones de China y con 10 por ciento al resto del mundo. ¿Puede afectar al comercio global y a Colombia?

El mundo se prepara para una nueva presidencia de Donald Trump a partir del 20 de enero de 2025. Desde ya se sienten los primeros efectos y temores de sus mensajes y políticas.
Casi como un déjà vu, Trump lleva meses prometiendo que impondrá nuevos aranceles, la piedra angular de su política comercial en su administración pasada y que generó una guerra comercial en 2018.
El magnate prometió en campaña que impondrá un arancel de 60 por ciento a las importaciones chinas y de entre 10 y 20 por ciento para las del resto del mundo, lo que podría afectar el comercio global y el precio de las mercancías que pagan los consumidores no solo en esos dos países, sino en todo el planeta.
Pocos días antes de las elecciones, Trump defendió en una entrevista con Bloomberg su propuesta. Su idea, dijo, es proteger los productos que hay en Estados Unidos y que las nuevas empresas se trasladen a ese país. “Cuanto más alto sea el arancel, más probable es que la empresa venga a EE.UU. y construya una fábrica acá para no tener que pagar el arancel”, dijo.
Además, Trump ha prometido aranceles para los países que no cooperen en los esfuerzos para frenar la migración irregular hacia Estados Unidos, como México.
“Los incrementos arancelarios fueron una bandera de campaña muy fuerte para Trump. Es factible que los aplique porque ya lo hizo en el pasado, pero falta ver la magnitud, puede que no sean de 60 por ciento, sino de 20 por ciento. Pero hay una probabilidad de que puedan suceder y que tengan algún efecto inflacionario en los precios de los productos”, indicó Carolina Monzón, gerente de investigaciones económicas de Itaú Colombia.

Una historia conocida
Los temores de una nueva guerra comercial no son infundados y la receta de los aranceles no es nueva. Es una palabra y una amenaza habitual en los discursos y las acciones de Trump.
En 2018 empezaron sus ataques comerciales. Impuso aranceles de 50.000 millones de dólares a productos chinos bajo el argumento de un historial de prácticas desleales de comercio. China le respondió con aranceles a 128 productos, como aviones, automóviles, frutas y soja, una de las principales exportaciones de Estados Unidos al país asiático.
Estados Unidos contraatacó con una lista de 1.300 productos en los que incluía pantallas, baterías, televisores y otros dispositivos y a esto siguió un tire y afloja de medidas entre ambos países.
Durante la guerra comercial, China le abrió varios procesos a Estados Unidos ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) y, siguiendo órdenes de la administración de Estados Unidos, en 2019 Google dejó de ofrecer actualizaciones del sistema Android a los dispositivos del fabricante chino Huawei.
La crisis mermó en enero de 2020, con un acuerdo entre ambos países y la pandemia de covid-19 los llevó a establecer exenciones. Sin embargo, la guerra de aranceles entre las dos mayores economías del mundo tuvo efectos: China registró en 2019 su peor tasa de crecimiento en 30 años, mientras que el déficit comercial de Estados Unidos se redujo por primera vez en seis años.

¿Por qué no es buena otra guerra comercial?
Otra potencial guerra comercial afectaría a todos los países y también a los ciudadanos, pues a la larga los aranceles terminan transmitiéndose al precio que pagan los consumidores por los productos.
Estos impuestos los deben pagar los importadores a los gobiernos al introducir un producto a un país. Pero las empresas pueden ajustar sus márgenes de ganancia asumiendo ese costo o transmitirlo al precio del producto o a los insumos que compran otras empresas para fabricar productos finales, por lo que el arancel recae en el usuario final.
El presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), Javier Díaz, cree que se avecina otra guerra comercial y que Trump cerrará la economía gringa al comercio internacional.
“No cabe duda de que habrá proteccionismo. Creo que el gobierno de Estados Unidos no ha entendido bien cómo funciona el comercio hoy en el mundo, que es por medio de cadenas globales, los países no producen bienes finales para exportar, sino que participan de procesos. Ponerle un arancel a China no impide que otros usen materias primas chinas, insumos o maquinaria china”, dijo.
Trump no es el único mandatario que ha implementado los aranceles. En septiembre de este año, el presidente Joe Biden también anunció impuestos para productos chinos que compiten con los estadounidenses: a los carros eléctricos chinos les puso un arancel del 100 por ciento, a los paneles solares lo elevó al 50 por ciento y al aluminio y acero al 25 por ciento.

Mientras tanto, China, la otra gran economía global, espera con cautela, y está tomando las primeras medidas para protegerse de Trump. En semanas recientes, las autoridades chinas han anunciado una serie de medidas para estimular su economía.
La más reciente se dio tres días después de que se conocieron los resultados de los comicios estadounidenses. Los legisladores chinos elevaron el techo de deuda en seis billones de yuanes o 840.000 millones de dólares, una medida que serviría de alivio para el gigante asiático ante una eventual guerra comercial.
Zhu Jingyang, embajador de la República Popular China en Colombia, le dijo a CAMBIO que la postura de su gobierno sobre el tema está en aportar por el libre comercio. “El mejor negocio es el que beneficie a todos los socios. A nivel nacional apostamos por la globalización económica pese a sus imperfecciones y defectos. No es un proceso que vaya a dar marcha atrás y en eso confiamos”, dijo.
Algunos expertos señalan que una guerra comercial podría, incluso, aumentar la influencia de los productos del país asiático en otras economías, pues con las puertas cerradas en Estados Unidos, las manufacturas e insumos chinos se desvían hacia otros mercados. E incluso, que los aranceles universales del 10 por ciento podrían terminar acercando a América Latina a China.
Además, algunas empresas están midiendo el aceite a la guerra comercial. Luego del triunfo de Trump, el fabricante de calzado Steve Madden aceleró su plan de traslado de su producción fuera de China y anunció que pretende reducir su producción en ese país 40 por ciento en el próximo año, cuando originalmente el plan era un recorte del 10 por ciento.
¿Cómo puede incidir esto en Colombia?
Estados Unidos y China son los mayores socios comerciales de Colombia. Entre enero y agosto de 2024, el 25,8 por ciento de las importaciones de Colombia venían de Estados Unidos y el 24 por ciento de China. En exportaciones, el 29,4 de los envíos de mercancías colombianas se van al país norteamericano y el 5,2 por ciento a China, que se ubica en la cuarta posición como destino exportador.
“Para países como Colombia que tenemos un TLC con Estados Unidos se abren oportunidades. Por ejemplo, si nos ponen un arancel de 10 por ciento, las empresas chinas pueden ver una oportunidad de producir en países como el nuestro, porque en China el arancel será mucho más alto. Se pueden relocalizar, producir y exportar”, dijo Díaz, el presidente de Analdex.
El ministro de Comercio, Industria y Turismo, Luis Carlos Reyes, también se refirió a la situación. “Los cambios de gobierno y las situaciones políticas en otros países siempre llevan a que nos preguntemos qué pasa con las relaciones comerciales, pero es clave recordar que la relación comercial entre dos países beneficia a ambos países, independientemente de cuál sea el gobierno”, aclaró a este medio.
Según Reyes, la política de Colombia con el presidente Trump y su gobierno será la misma que con todos los países: “acercarnos para encontrar puntos de mutuo acuerdo y oportunidades para Colombia”. Para el ministro, puede que sea incluso un momento para “nuevos entendimientos”.

Colombia y Estados Unidos tienen un acuerdo comercial vigente o un TLC desde 2012, pero más allá de esto, Estados Unidos se mantiene como el principal inversor histórico de Colombia. En el primer semestre de 2024 se registró una inversión de 2.802 millones de dólares, lo que representa el 42 por ciento de los 6.720 millones de dólares en inversión extranjera que recibió el país en ese periodo, según cifras del Banco de la República.
María Claudia Lacouture, exministra de Comercio y presidenta ejecutiva de la Cámara de Comercio Colombia Americana (AmCham Colombia), asegura que dada la agenda complementaria que tienen Colombia y Estados Unidos en varios temas hay retos que se pueden volver oportunidades.
“Para el presidente Trump las relaciones internacionales son relaciones transaccionales. Colombia tiene una canasta de productos complementaria con Estados Unidos, los cuales no son sensibles para ese país. No producimos microchips o automóviles, aunque sí producimos acero y tenemos un arancel para ello, pero en general una imposición de un arancel de 10 por ciento en productos sensibles para ese país no afectaría a Colombia y el impacto sería limitado”, explicó.
Aunque el presidente Gustavo Petro ha abierto la puerta para renegociar el TLC, para Lacouture no sería una buena idea en esta coyuntura. “Sería un error en el contexto actual en el que estamos y con la entrada del presidente Trump. El acuerdo comercial entre Colombia y Estados Unidos es un buen acuerdo, y renegociar requiere que tengamos la capacidad de mejorar lo que hoy tenemos y puede que sean más las capacidades de Estados Unidos que las de Colombia”, dijo.
Por el contrario, según la experta, otros factores o “variables transaccionales” que podrían tomarse en cuenta en la relación de los dos países son la política de drogas y la migración.
El mundo ya conoció una primera presidencia de Donald Trump, ya midió el alcance de sus propuestas y de su política económica. Y aunque no ha comenzado su nuevo gobierno, el próximo líder de la mayor economía del mundo ya ha destapado varias cartas. El efecto está por verse.
