¿Por qué escasean los medicamentos en Colombia?
Crédito: Foto ilustración: Yamith Mariño
Los médicos tienen dificultades para recetar a sus pacientes por cuenta del desabastecimiento de algunos medicamentos. La situación no es exclusiva de Colombia. ¿Qué está pasando?
Por: Juliana Ramírez
Laura* padece estrés postraumático complejo y trastorno disfórico premenstrual, motivo por el cual toma diariamente entre 50 y 100 miligramos de zoloft, de Pfizer, medicamento psiquiátrico mejor conocido con el nombre de sertralina. Sin embargo, hace varias semanas se le dificulta conseguirlo.
“Tengo que ir a muchas farmacias. La última vez, tuve que cambiarme a una marca genérica. No es que esté mal, pero vuelven los efectos secundarios del medicamento, como diarrea, malestar estomacal, insomnio y migrañas. El cambio de medicamento se siente particularmente en el control de ansiedad y algunos síntomas severos de la disforia premenstrual”.
Su situación se agrava cuando no logra conseguir ni el medicamento que usualmente toma, ni su sustituto en la semana previa a su menstruación, porque tiene pensamientos intrusivos, insomnio, ataques de pánico y flashbacks de los eventos traumáticos. “En mi caso, los trastornos se cruzan bastante y la sertralina es muy importante para mantenerme bien”, dice.
La médica psiquiatra Lucrecia Ramírez explica que el desabastecimiento de medicamentos pone en riesgo la estabilidad clínica de los pacientes. “Muchas veces es difícil encontrar el sustituto que realmente actúe igual y sea bien tolerado. Con el cambio se arriesga la aparición de efectos adversos”. Y eso es precisamente lo que está viviendo Laura.
El desabastecimiento de medicamentos, como el que afecta a Laura, no es nuevo. Ni siquiera es exclusivo de Colombia. En este momento también lo están viviendo en Estados Unidos. De hecho, suele ser un fenómeno cíclico, pero hay ciertos factores que lo agravan o lo atenúan.
Un evento imprevisto como la pandemia puede contribuir a la escasez por una necesidad mundial que dispara la demanda. Un evento previsto, como el proyecto de reforma a la salud en Colombia, por ejemplo, contribuye a la escasez por dos vías. Del lado institucional, por los temores de las entidades encargadas de comprar y suministrar los medicamentos (las EPS y los hospitales), pues la incertidumbre acerca de si seguirán operando o desaparecerán altera sus decisiones de compra. Por el lado de los pacientes, el riesgo de que el sistema actual vaya a cambiar en el futuro propicia el aumento de citas y, en consecuencia, la prescripción inusual de medicamentos.
Acemi, que representa al gremio de las EPS del régimen contributivo, reporta que hay novedades relacionadas con la escasez sobre 1.200 principios activos. Afidro, la asociación que agrupa a las farmacéuticas, es mucho menos severa, y habla de inconvenientes en solo tres principios activos. El Invima, por su parte, tiene un listado de 201 casos de desabastecimiento que vienen desde 2013 hasta la fecha: 33 se han actualizado como no desabastecidos, 115 se encuentran en monitoreo, 14 se consideran en riesgo de desabastecimiento y 39 ya fueron declarados como desbastecidos.
Los fármacos más afectados son los que se usan en tratamientos de salud mental, hipertensión, cáncer, menopausia, anticonceptivos y el tratamiento contra el dolor.
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Claudia Vaca, profesora de la Universidad Nacional y directora del Centro de Pensamiento de Medicamentos, Información y Poder, advierte, de entrada, que la alerta de Acemi es desfasada porque, si fueran 1.200 principios activos los escasos habría un desabastecimiento total. Ella asegura que eso no es cierto. “Esto tiene un mensaje de pánico inadecuado”.
Vaca aclara, además, que se debe diferenciar entre desabastecimiento y escasez. El desabastecimiento es la ausencia de un producto por causas profundas cuya solución se da a largo plazo. La escasez, en cambio, se produce en momentos concretos y consiste en una disminución de las cantidades disponibles de un medicamento, lo que impide satisfacer la demanda. En otras palabras, la escasez es la dificultad para encontrar un medicamento, aun cuando puede haber disponibilidad en el mercado.
Según los expertos, en el ámbito internacional el desabastecimiento se da por un problema de falta de materias primas y porque agentes poderosos, con capacidad para poner en riesgo los sistemas de salud, han distorsionado el mercado.
“A nivel global se está viendo que el problema en la cadena de suministros que se presentó por la pandemia todavía continúa. También existe una reducción paulatina de la producción de medicamentos que no son tan rentables de producir”, opina Andrés Vecino, investigador del Departamento de Salud Internacional de la Universidad Johns Hopkins.
Germán Velásquez, exdirector del programa de medicamentos de la Organización Mundial de la Salud y consejero especial para salud del Centro Sur en Ginebra, Suiza, añade que el problema es incluso más complejo en los países desarrollados que en los países en desarrollo:
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“En los países del Norte hay un control de precios muy estricto. Muchos laboratorios dejan de producir un medicamento y sacan uno “nuevo” que no tiene nada de nuevo, rejuvenecido cosméticamente, y logran un nuevo precio evidentemente más alto. Aquí las fallas no son de los gobiernos que compran sino de las industrias que quieren vender a precios más altos”.
Velásquez dice que el sector farmacéutico se concentra más en vender que en curar. “¿Por qué un fabricante no produciría un medicamento que sabe que hace falta y se lo pueden comprar? Simplemente porque sabe que, si hace una pequeña maniobrita, lo puede vender al doble y ganar el doble”.
¿Qué pasa con el desabastecimiento en Colombia?
Más allá de los fenómenos internacionales, en Colombia hay otros factores que contribuyen a la escasez; por ejemplo, la demora en los trámites del Invima, la entidad encargada de certificar los medicamentos, y la falta de respuesta rápida a la crisis de entidades como la Superintendencia de Salud y el mismo Ministerio de Salud.
María Clara Escobar, presidenta de Afidro, gremio de las farmacéuticas, resalta que existen 19.000 trámites de medicamentos pendientes de aprobación que incluyen los registros nuevos y las actualizaciones de eficacia y calidad que hacen los fabricantes. Por ello, insiste en la necesidad de fortalecer la capacidad institucional, tecnológica, de infraestructura y de personal de la entidad.
“Coincidimos con el Ministerio de Salud en que el aumento en la demanda de medicamentos, como resultado de la amplia inclusión que se dio al Plan de Beneficios en Salud con cargo a la UPC, ha tenido un impacto en el canal institucional”, dijo Escobar.
Por su parte, Vaca explica que “el desabastecimiento es un problema de varios años, pero en el caso de Colombia sentimos que el tema se agudizó un poco por los cambios de la demanda de choque. Cuando se liquidan algunas EPS, como Caprecom, Medimás, Coomeva, entre otras, y los pacientes pasan a otras, se generan unas necesidades de adaptación que suelen estar mediadas por escasez. No descartaría también cosas de mala leche para inducir la crisis”.
Respecto de la incertidumbre del sector por la reforma a la salud, algunos actores están demorando sus decisiones de mediano y largo plazo porque no saben qué va a pasar. “Cómo te vas a arriesgar a pagar por un stock de medicamentos con anticipación cuando en pocos meses no sabes si vas a poder hacer uso porque no sabes si continuas siendo prestador o asegurador”, explica Vecino.
¿Cómo se soluciona el problema?
Para Claudia Vaca, la forma de contener es tener una institucionalidad más fuerte. Por el lado del Invima, mayor agilidad en los trámites; por el del ministerio de Salud y la Superintendencia, mayor capacidad sansionatoria. “Estamos hablando de un fenómeno que viene desde antes, por motivos distintos, y por eso cada motivo debe tener un tratamiento diferente. Considero que el Gobierno se ha demorado mucho en demostrar su capacidad de control y, sobre todo, sus dientes en los casos donde se identifiquen prácticas anticompetitivas y de mala leche”, agrega.
Germán Velásquez también cree necesario que el Invima despeje asuntos administrativos que pueden estar demorando la entrada de algunos medicamentos. Andrés Vecino, por su parte, trae a colación el ejemplo logístico que se usó durante la pandemia.
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“Hacer el rastreo de dónde están los medicamentos, ir a buscarlos y traerlos es un proceso logístico muy complejo. Durante la pandemia, algunos medicamentos críticos que se usan en UCI, como anestésicos u oxígeno, empezaron a escasear y hubo un gran esfuerzo del Ministerio de Salud de conseguirlos donde estuvieran. Fue un esfuerzo extraordinario que, sin embargo, no dejó un sistema que hiciera eso permanentemente”.
Según Acemi, el mayor desabastecimiento se está presentando en los canales institucionales, que son los que abastecen a las EPS, las cuales, a su vez, surten los medicamentos prescritos por los médicos. En consecuencia, plantea que una de las soluciones es la importación extraordinaria de algunos medicamentos con oferta limitada. También sugiera actualizar los precios regulados; crear un sistema de información que permita monitorear las cantidades que se producen e importan y que se prescriben tanto en el canal comercial como en el institucional, dándole prioridad a este último para usar de forma más eficiente los inventarios existentes.
*Nombre cambiado a petición de la entrevistada.