
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos.
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México, Trump, aranceles y narcotráfico, una mezcla explosiva
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Los aranceles del 25% que impuso Trump a los productos mexicanos que importa E.U. ya tienen a México al borde de una recesión. Y aunque se espera que la medida sea temporal, o menos drástica, todo apunta a que Trump busca imponer a la presidenta Sheinbaum acuerdos leoninos para combatir el tráfico de drogas y la migración ilegal.
Por: Rafael Croda

A partir del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el pasado 20 de enero, varios escenarios de conflagración de alcance global han ido tomando forma por la decisión del magnate ultraconservador de erigir a Estados Unidos, con renovado cinismo, en una potencia imperial, intervencionista y decidida a dictar las reglas del juego de un nuevo orden mundial.
En ese contexto, México es quizá la nación que más resentirá las disruptivas políticas de Trump. No sólo porque es vecino de Estados Unidos y porque tiene un altísimo nivel de dependencia de la economía de ese país, sino porque es la principal puerta de ingreso de migrantes y drogas ilegales al territorio estadunidense. Y el combate a la inmigración y el fentanilo son dos temas centrales en la agenda trumpista.
Es decir, México concentra tres de los temas de manipulación política más recurrentes del republicano: la migración, el tráfico de drogas y el libre comercio.
Y en la narrativa de Trump, basada en mentiras flagrantes, los migrantes son “peligrosos criminales”; los cárteles mexicanos de la droga son los responsables de las decenas de miles de muertes por sobredosis de fentanilo que ocurren cada año en Estados Unidos, y el libre comercio es el culpable del desempleo y del deterioro de la calidad de vida de millones de obreros estadunidenses.
En ese relato, es coherente lo que ocurrió este martes 4 de marzo: la imposición de aranceles del 25%, por parte de Trump, a todos los productos mexicanos y canadienses que ingresen a Estados Unidos, así como la ampliación a 20% del gravamen para las importaciones chinas.
México, sin embargo, no tiene ni tiene la fortaleza de China, el gigante asiático que emerge como potencia global, ni el desarrollo económico de Canadá, el otro vecino de Estados Unidos afectado por los aranceles.
El investigador del Centro de Modelística y Pronósticos Económicos (Cempe) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Emmanuel Salas, dice a CAMBIO que aunque no se espera que los gravámenes produzcan una hecatombe en la economía mexicana, sí es realista anticipar un estancamiento del Producto Interno Bruto (PIB) o incluso una recesión. Esto último, si los aranceles se convierten en una medida permanente, aunque Salas no espera que eso ocurra.
“Creo que será una medida temporal porque Trump está usando el tema comercial para negociar una mayor cooperación en la lucha contra el tráfico de fentanilo y la inmigración”, asegura.
Pero, por lo pronto, las nuevas tarifas ya están vigentes, y es un hecho que organismos multilaterales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ya habían advertido que México es el país “más vulnerable” frente al proteccionismo comercial de Trump porque el 80% de sus exportaciones las destina al mercado estadunidense.
La semana pasada, nadie se sorprendió cuando el central Banco de México ajustó a la baja el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de ese país para este año y lo fijó en apenas 0.6%.
Pero si los aranceles del 25% se mantienen de manera indefinida o permanente, México entrará en un periodo de recesión. Los bancos Morgan Stanley y BBVA proyectan que, en ese escenario, el PIB mexicano retrocedería este año hasta -1.9%.
Para la analista financiera de Citibanamex, Paulina Anciola, esa contracción tendría un impacto en la recaudación fiscal y el gobierno de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, enfrentaría presiones para recortar el gasto público en rubros relevantes como la salud o la construcción de infraestructura.
Esto, si aspira a mantener los ambiciosos programas de subsidios sociales que otorgan una pensión de 150 dólares mensuales a todos los mexicanos mayores de 65 años y becas a jóvenes y a mujeres cabezas de familia. Esas transferencias, que este año costarán 41 mil 780 millones de dólares, son la base de la alta popularidad de Sheinbaum, que en febrero pasado llegó al 85%, la más alta en los últimos 30 años en el país, según una encuesta de El Financiero.
La mayoría de mexicanos aprueba la manera en que la primera mujer presidenta del país está manejando las amenazas de Trump.
El martes 3 de marzo, al entrar en vigor los aranceles del 25% anunciados por el mandatario estadunidense, Sheinbaum dijo en su tradicional conferencia de prensa mañanera que México tiene “un Plan A, un Plan B, un Plan C y un Plan D” para lidiar con las medidas unilaterales del gobernante republicano.
A diferencia del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, quien anunció que actuaría en reciprocidad y aplicaría aranceles del 25% a productos estadounidenses por valor de 155 mil millones de dólares al año, Sheinbaum señaló que hablará con Trump esta semana y que el próximo domingo anunciará, en un acto popular en el zócalo de la Ciudad de México, cómo responderá México a las tarifas estadunidenses.
“Vamos a esperar”, indicó, y recordó una frase de Kalimán, un superhéroe de historieta y de programas radiales de finales del siglo XX. “Serenidad y paciencia, mi querido Solín, diría Kalimán”, afirmó la presidenta con una sonrisa.
Mucho más que aranceles
La imposición de aranceles a México y Canadá constituye una violación al Tratado de Libre Comercio que mantienen esos dos países con Estados Unidos desde hace 21 años.
Aunque Sheinbaum no ha anunciado qué acciones tomará México frente a las tarifas estadunidenses, ya adelantó que, al igual que Trudeau, está contemplando algunas medidas “no arancelarias”.
Una de ellas será convocar a un panel para denunciar al gobierno estadunidense por la violación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). No hay ninguna duda de que la imposición de tarifas decidida por Trump constituye una transgresión del acuerdo comercial, aunque el inquilino de la Casa Blanca esgrima consideraciones de seguridad nacional para tomar de manera unilateral esa medida.
El pasado martes, al anunciar los gravámenes a las importaciones de México y Canadá, Trump dijo que “no queda margen” de negociación para esos dos países. Según un comunicado de la Casa Blanca, ambas naciones “han fallado en tomar medidas efectivas” para combatir el tráfico de fentanilo y la crisis migratoria.
La investigadora del Seminario sobre Violencia y Paz del Colegio de México (Colmex), Dulce Alicia Torres Hernández, señala que los aranceles están siendo utilizados por la administración republicana como un “pretexto y una medida de presión” para obtener concesiones en el combate al fentanilo y a la inmigración, en línea con la narrativa xenófoba y racista de Trump de que ambos fenómenos, junto con el libre comercio, son los culpables de todos los problemas de su país.
De acuerdo con Torres Hernández, el presidente de Estados Unidos mezcla de manera muy conveniente para su discurso los temas del fentanilo, la inmigración y el libre comercio, aunque “no exista una línea lógica” entre los tres fenómenos.
Y eso, señala, es parte de una estrategia de negociación a la que se agregan otros elementos, como el haber declarado el mes pasado como “organizaciones terroristas globales” a seis cárteles mexicanos, incluido el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación, así como a la banda venezolana Tren de Aragua y a la salvadoreña Mara Salvatrucha.
Esa declaratoria faculta a Estados Unidos, según su legislación interna, a ejecutar operativos militares unilaterales en cualquier parte del mundo para perseguir a los “terroristas”.
Sheinbaum enfatizó el martes que su gobierno está abierto a llegar acuerdos con Trump en materia de seguridad, migración y comercio, pero que no está dispuesto “ni a la subordinación ni al intervencionismo”. Además, dijo que Estados Unidos debe hacerse cargo de su alto consumo de fentanilo y de atacar a las bandas criminales que ingresan drogas y las distribuyen en el mercado interno.
Para nadie es un secreto que la DEA es una agencia antidrogas altamente ineficaz en Estados Unidos, donde ha enfrentado varios escándalos de corrupción y fue incapaz de combatir el tráfico de oxicodona (opioide sintético) alentado por las farmacéuticas estadunidenses, lo que provocó la crisis de fentanilo que hoy vive ese país.
Un negociador rudo
La semana pasada, México entregó a Estados Unidos, mediante un procedimiento administrativo, a 29 narcotraficantes solicitados en extradición por ese país, entre ellos Rafael Caro Quintero, principal autor del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, ocurrido en Guadalajara en 1985; a Vicente Carillo Fuentes, y a jefes de Los Zetas y el Cártel de Jalisco Nueva Generación.
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El coordinador del Programa de Seguridad del centro de pensamiento México Evalúa, Armando Vargas, señala que esas extradiciones y el significativo aumento en decomisos de drogas y en capturas de “objetivos de alto valor” en el gobierno de Sheinbaum responden a las presiones de Trump.
Vargas dice que la presidenta de México ha roto con la estrategia de seguridad de “abrazos, no balazos”, de su antecesor y mentor político Andrés Manuel López Obrador, quien mostró “una gran tolerancia” frente al crimen.
En los primeros cuatro meses del gobierno de Sheinbaum, que inició en octubre pasado, las detenciones de “objetivos de alto valor” se duplicaron con relación a los últimos cuatro meses del sexenio de López Obrador --junio-septiembre de 2024—, mientras que los decomisos de fentanilo crecieron en 600 por ciento entre un periodo y otro.
Pero los principales expertos en política de drogas coinciden en que los acuerdos que busca imponer Trump a México son abusivos e ineficaces porque perpetúan la estrategia prohibicionista, que no ha dado ningún resultado en más de medio siglo, y porque pone el énfasis en combatir la oferta de estupefacientes sin enfrentar la demanda con un enfoque de salud pública. Este es un tema que no le interesa a la nueva administración republicana, que aún tiene muchos otros elementos de presión bajo la manga.
Trump no sólo impuso a México aranceles del 25%, sino que la Casa Blanca sacó el lunes 3 un comunicado en el que aseguró que los cárteles mexicanos son los principales traficantes de fentanilo del mundo y “operan sin obstáculos debido a una relación intolerable con el gobierno” mexicano. Sheinbaum calificó ese comunicado de “ofensivo y difamatorio” y dijo que cualquier tipo de coordinación binacional debe estar “basada en el respeto”.
Entre los analistas políticos mexicanos hay consenso en que los dardos de Trump contra la alianza entre cárteles y el gobierno apunta, más que a Sheinbaum, hacia el expresidente López Obrador, a quien la DEA ha investigado –sin que se conozcan elementos concluyentes— sobre el presunto ingreso de dinero del narcotráfico a sus campañas políticas.
La semana pasada, Trump dijo a la revista británica The Spectator, que le recomendaría a la fiscal general de los Estados Unidos, Pam Bondi, “que se investigue” a los políticos mexicanos ligados al crimen organizado.
Y la noche del martes 4, en su mensaje a la nación ante el Congreso, el presidente afirmó que el territorio al sur de la frontera estadunidense, es decir, México, está “dominado completamente” por cárteles delictivos. “Tienen el control total de toda una nación –aseguró-- y son una gran amenaza para nuestra seguridad nacional. Los cárteles le hacen la guerra a Estados Unidos y es hora de que Estados Unidos le haga la guerra a los cárteles”.
Para el doctor en economía de la UNAM, Emmanuel Salas, Trump “es un negociador muy rudo, pero es un empresario que ha pasado su vida haciendo acuerdos con el método de la ambigüedad: hoy puede decir ‘no’ y mañana ‘sí’, siempre y cuando obtenga en todo momento victorias mediáticas”.
Por ello, el profesor de modelística y econometría aplicada cree que el gravamen del 25% a los productos mexicanos y canadienses es insostenible para los propios intereses del republicano.
Efecto bumerang
Una encuesta del Washington Post/Ipsos indicó que el 59% de estadunidenses está en contra de aplicar aranceles a los bienes importados de México, por el temor de que esa medida provoque más inflación, mientras que 41% está a favor.
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Según análisis de la banca de inversión Goldman Sachs, los gravámenes a las importaciones podrían incrementar la inflación en un punto porcentual y reducir las ganancias de las empresas estadounidenses.
De hecho, las empresas asentadas en México que saldrían más perjudicadas por la imposición de aranceles serían las automotrices de Estados Unidos, como General Motors, Ford y Stellantis, cuyos vehículos se encarecerían en tres mil dólares en promedio en el mercado estadunidense.
En 2024, las exportaciones automotrices de México a Estados Unidos llegaron a 193 mil 907 millones de dólares y representaron el 38% de las ventas mexicanas al mercado estadunidense. Un gravamen de 25% representaría para los consumidores de ese país sobrecostos por unos 50 mil millones de dólares.
Trump ha dicho, sin embargo, que la idea es que las automotrices instalen sus plantas en Estados Unidos para evitar aranceles, pero un proceso de relocalización industrial de esas dimensiones tardaría años y también tendría un impacto inflacionario en ese país, pues los costos de producción son mucho más altos que en México.
Un sector económico de Estados Unidos que se vería especialmente afectado en una guerra comercial con México sería el agroalimentario, que el año pasado vendió 45 mil millones de dólares al mercado mexicano.
“Para Trump no será fácil mantener esos aranceles, no se puede pelear con sus propias empresas y con los productores agropecuarios, que son mayoritariamente republicanos y que votaron por él, principalmente los del medio oeste. No tengo ninguna duda en que va a buscar un acuerdo”, señala Salas.
De hecho, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, dijo este martes 4 que Trump ha escuchado a México y Canadá y que es probable que logre con esos países “un acuerdo” para llegar a “un término medio” en los aranceles, que quedarían muy por abajo del 25% a cambio de “demostrar que harán un mejor trabajo” en la lucha contra el fentanilo.
En su edición del pasado fin de semana, el semanario británico The Economist señaló que el mundo está observando a Trump como un negociador de estilo “mafioso” cuyo enfoque se parece más al de Don Corleone que al de un presidente.
Esto “hará que el mundo sea más peligroso y que Estados Unidos sea más débil y más pobre”, según The Economist.
Y esto no es una buena noticia para nadie. Los mexicanos saben que, cuando Estados Unidos estornuda, a México le da pulmonía.
