Explorador obsesivo del lenguaje, Víctor Mallarino ha querido dejar testimonio de expresiones y modos de hablar característicos de diversas profesiones u oficios en la Colombia actual. Coloquen atención, pues, señores y señoras, para captar las singularidades acumuladas por el vate.
Permítanme que agasaje
a cada profesional
que es pieza fundamental
en el social engranaje
y, a la par, con el lenguaje
no deja de cooperar.
Yo les puedo asegurar:
cada oficio y profesión,
cada humana condición,
tiene su forma de hablar:
Hay mamás que todavía
por instinto primitivo
usan pronombre dativo:
"¡No me pasó geografía!".
Y el docente pone al día
la misma declinación:
"¡Se me salen del salón!".
Siempre me hace mucha gracia
que los teachers de gimnasia
usen la conjugación
plural, primera persona:
"¡Damos tres vueltas al campo
de fútbol y aquí le estampo
su cero si no corona!".
La enfermera es campeona
del uso del colectivo
y el modo diminutivo:
"Ahora nos rasuramos
el vellito y colocamos
la colita en el estribo".
Hincha es del condicional
la cajera de Carulla
que muy discreta masculla:
"Serían cien mil en total".
El médico da puntual
de una droga el mecanismo
cual si la tomara él mismo:
"El Tofranil me reduce
la ansiedad, pero me induce
impaciencia y pesimismo".
Frecuentemente se ve
al mesero que impresiona
siempre en tercera persona:
"¿Doña Pilar toma té?"
y para darse caché
se come las contracciones
cuando ofrece las opciones
de un churrasco: "Como entorno,
tengo puré y papa horno;
elija sus guarniciones".
Es ya de muy vieja data
que cualquier mujer u hombre
se adueñe de nuestro nombre:
"Mi Dani", "Mi Ana", "Mi Tata"...
Termino mi perorata
cual azafata en avión:
"Por su gentil atención,
gracias y esperamos verles
para poder atenderles
en una nueva ocasión".