Caminando por la décima
26 Agosto 2023 01:08 am

Caminando por la décima

MIRANDO AL SUELO

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

El colombiano no suele mirar al suelo: camina por la calle nervioso, atento a los riesgos y amenazas que surgen de los costados, de atrás, de arriba y de adelante. Pero a menudo el peligro procede de abajo, del andén, del pavimento, de las trampas escondidas en las aceras. Así le ocurrió a nuestra poeta Beatriz Ordóñez, según lo cuenta en estas décimas de la vida real.
       
En Bogotá, los andenes,
son deportes de alto riesgo;
si salgo, siempre me arriesgo
a perder todos mis bienes,
o a tropezar. No te apenes:
tengo un ojo cual compota
y una costilla bien rota,
pues caí larga e inquieta,
de jeta contra el planeta.
Esta ciudad nos agota.

En Urgencias preguntaron:
—¿Qué le hicieron, sumercé?
—Estoy terrible, lo sé,
mas no fue que me atracaron;
los cables se me cruzaron
y no vi la calle hundida.
Ahora estoy adolorida,
en esta tierra sin dueños,
donde se tuercen los sueños
y se desprecia la vida.


—Siga por aquí, mamita,
le haré una radiografía;
no se acueste todavía,
porque veo que está solita. 
Vuelvo enseguida, es malita
esta máquina y se daña;
todo aquí tiene su maña.
Preguntaré a la ingeniera,
ella tiene su manera
y utiliza una artimaña.

—¿Más exámenes? —pregunto.
Los galenos analizan
resultados y precisan
qué tan grave es el asunto.
Muy cansada les consulto
cuándo sabré lo que pasa.
La respuesta se retrasa;
acatar sus instrucciones
prometo, sin condiciones,
si me dejan ir a casa.


Salí muy agradecida
de no tener nada grave.
En nuestro país se sabe,
y es cosa bien conocida,
que el médico colombiano, 
sea clínico o cirujano,
es preparado y humano.
Diez horas tras el ingreso
me mandaron de regreso,
con el diagnóstico en mano.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más columnas en Los Danieles

Contenido destacado

Recomendados en CAMBIO