Ante la circunstancia excepcional que vive el mundo, Víctor Mallarino escribe una página no menos excepcional que lleva como título shalom, la palabra hebrea de saludo y paz.
SHALOM
Siempre traigo al desayuno
las décimas espinelas;
son rimadas triquiñuelas,
uno dos dos uno uno...
Que no se salve ninguno
es la consigna, caerle
al caído y prometerle
que, cuando llegue de misa,
se cagará usted de risa.
Pero hoy no sé cómo hacerle.
He buscado en los rincones
del humor y del sarcasmo,
maquiné con entusiasmo
burlas e imaginaciones
no sea que mis patrones
me rajen en la libreta
o me den en esta jeta
si no escribo algo gracioso.
Me tentaba mucho el oso
que hizo Petro en YXZ
porque es agrio comentario
el del Auschwitz palestino
dicho por cualquier vecino,
pero es yerro temerario
viniendo de un mandatario.
Vi que están ya por nombrar
directores en las CAR.
Corrupción, favoritismos
y las mismas con los mismos
nos volverán a embaucar.
Hoy no encontraré el humor
por mucho que me concentre
porque en el medio del vientre
tengo un puntiagudo ardor:
son la rabia y el terror
a esta mortal realidad
de saber que la verdad,
en una guerra cualquiera,
es la víctima primera
y veo con claridad...
...que el periódico de hoy entre las manos
me dice que de humor no es ocasión
cuando hay un dios que ofrece salvación
a quien mate en su nombre a sus hermanos.
Mujeres truncas, jóvenes suicidas,
al otro lado morirán de sed;
consignas de prehistoria en cada red
y drones y misiles genocidas.
La infancia asesinada sin respeto
por fundamentalistas, la ilusión
de una paz ya con forma de esqueleto
ha quedado en los cuadernos de Sión.
De rodillas, por hoy, pido perdón,
porque hice trampa y me salió un soneto.
