Cacería: ¿la solución al eterno problema de los hipopótamos de Escobar?
7 Febrero 2024

Cacería: ¿la solución al eterno problema de los hipopótamos de Escobar?

Crédito: COLPRENSA

El Estado no pudo completar las 20 esterilizaciones que se esperaban en 2023 y la presión por tomar acciones más eficientes sigue creciendo. Animalistas critican la idea de la caza, que no hace parte del plan del Ministerio de Ambiente, mientras expertos la recomiendan como la medida más efectiva.

Por: Pía Wohlgemuth N.

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Un hipopótamo adulto puede pesar entre 1.300 y 1.800 kilogramos, más o menos lo mismo que una camioneta de cuatro puertas. Es el tercer animal terrestre más pesado del mundo, solo lo superan el elefante y el rinoceronte blanco. Mide entre 3 y 5 metros y su piel tiene 5 centímetros de grosor. Vive entre río y tierra y, antes de que Pablo Escobar trajera la especie a Colombia, solo estaba en África. 40 años después, Colombia lidia con más de 150 animales de estos que representan un problema para los ecosistemas nativos. La estrategia del Gobierno no ha sido efectiva y la opción recomendada por muchos expertos es también la más impopular: cazarlos.

En 2022, el Instituto Humboldt, el Instituto Sinchi, Invemar y el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, reunidos en el llamado Comité Técnico Nacional de Especies Introducidas y/o Trasplantadas Invasoras dieron un veredicto que ya muchos daban por hecho desde hacía años. Los hipopótamos en Colombia son una especie invasora.

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(foto: COLPRENSA)

Esto significa que tienen un impacto directo sobre las especies nativas, afectando hasta la cantidad de oxígeno presente en los ríos y otros cuerpos de agua en donde se encuentren. En el mundo, las especies invasoras son una de las principales causas de pérdida de biodiversidad.

Aunque estos animales salieron de la Hacienda Nápoles de Escobar -quien los trajo desde África-, se dispersaron por el río Magdalena, especialmente por fuentes de agua conectadas a este. Las zonas más vulnerables a sus efectos son aquellas en donde viven manatíes y chigüiros, las ciénagas de la Depresión Momposina entre Bolívar, Córdoba y Sucre; Barbacoas en Antioquia y Zapatosa, entre Cesar y Magdalena. 

En noviembre de 2023, la ministra de Ambiente, Susana Muhammad, habló del plan definitivo para el manejo de la especie invasora. Esperaba que, para finales del año, la Corporación Autónoma de los Ríos Negro y Nare (Cornare) terminara 20 esterilizaciones de estos animales. Al año, dijo, deberían hacerse 40 de estos procesos, con apoyo de más entidades. La inversión por las esterilizaciones sumaría 808 millones de pesos. Sin embargo, Cornare solo alcanzó a hacer seis el año pasado, en un trabajo que no es poca cosa, pero que se queda corto frente a la urgencia del asunto.

“Todo un récord para nosotros como equipo (...) nunca habíamos hecho tantas en un mismo año”, explica David Echeverri, jefe de la oficina de Biodiversidad de Cornare, quien explica que antes hacían una esterilización al año por los costos -alrededor de 40 y 50 millones por hipopótamo- y riesgos que implica. Reconoce que ahora es importante mejorar “el método de captura” de los hipopótamos, “porque si bien sigue siendo funcional, es bastante demorado”. 

Muhammad anunció que hay otros dos métodos de manejo por venir: la llamada eutanasia ética y el envío a zoológicos de otros países que podrían albergarlos. Incluso, confirmó en agosto del año pasado que India se llevaría 60, Filipinas 15 y México 10, aunque el proceso todavía no se ha terminado de concretarse.

Según cuenta el biólogo de Cornare, República Dominicana, Perú y Ecuador también tienen zoológicos interesados en llevarse algunos de los hipopótamos. Los costos pueden variar, aunque esos países tendrían que asumirlos. El viaje a México costaría alrededor de 300.000 dólares, mientras que a India podría alcanzar los 700.000. 

Sin embargo, las tres estrategias del plan -eutanasia ética, translocación y esterilización- tienen complicaciones y escapan a la recomendación de algunos expertos sobre la impopular caza de control.

¿Eutanasia ética o cacería de control?

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(foto: COLPRENSA)

La esterilización de los hipopótamos requiere capturarlos, sedarlos y realizarles el proceso quirúrgico. Es caro, como ya lo ha dicho la ministra, pero también muy arriesgado para los funcionarios encargados de buscar a los animales. Además, los hipopótamos esterilizados hasta ahora fueron liberados, como lo advirtió Nataly Castelblanco Martínez, investigadora especialista en mamíferos acuáticos, para La Silla Vacía el pasado 27 de enero. Entonces, el riesgo para la comunidad y para los ecosistemas sigue latente, aún después de la medida que impide que se sigan reproduciendo. Su promedio de vida puede ser de hasta 50 años.

El problema con la eutanasia ética es que requiere un proceso previo casi igual. Captura, sedación, transporte y un procedimiento veterinario. En resumidas cuentas, puede ser igual de arriesgado que la esterilización e incluir costos altos.

Por eso, expertos hablan de la cacería de control como una alternativa mucho más rápida y efectiva. Incluso, dicen que con ayuda de un protocolo, organización y la normativa adecuada, francotiradores del Ejército podrían recibir entrenamiento para esta tarea. “Hemos estado matándonos 60 años, tenemos un armamento y no hemos sido capaces de asumir responsablemente esta cacería”, dice el biólogo Hugo López, profesor de la Universidad Nacional y líder del Grupo de Conservación y Vida Silvestre. 

Explica que las medidas no deben ser iguales en todo el país y siempre debe tenerse una mirada de indicadores sociales y biológicos. “El punto de vista biológico es la reducción del área de distribución. Los hipopótamos van por Magangué y quién sabe si llegarán a la Orinoquia. Es fundamental no permitir que esto pase. Esos grupos pequeños, a esos hay que darles un tiro de gracia”, agrega. Allí es casi imposible esterilizar a estos animales, por ser una zona alejada y de espacios abiertos.

En contraste, considera que en zonas como las que circundan la Hacienda Nápoles deben mezclarse las distintas estrategias. Sabe bien que la solución más rápida y efectiva sería la cacería, pero reconoce que no se pueden ignorar otros puntos de vista. Así mismo, dice que hay falta de voluntad y réditos políticos de por medio, que también impiden recurrir a la caza, que sería tremendamente impopular.

La perspectiva de David Echeverri de Cornare es distinta. Para él, la caza de control no es tan sencilla como la hacen ver. Explica que matar a un hipopótamo requiere de conocimientos muy precisos y ser casi un cazador experto, de lo contrario, habría que dispararle más de una vez.

Si eso lo hacen instituciones como el ministerio, es un papayazo de bienestar animal, porque ahí no hay bienestar del animal y eso se vuelve muy complejo. Una muerte ética es una muerte sin dolor”, anota.

Para Néstor Roncancio, veterinario zootecnista con maestría en biología, la caza de control es la mejor alternativa porque protege a las especies nativas. Cuestiona a quienes están en contra de la medida por razones animalistas, pues “una cosa es el bienestar y otra cosa es la vida animal, no necesariamente un animal vivo tiene bienestar, y no solo él sino todo el ecosistema en el que está”, anota. 

La senadora Andrea Padilla es una de las voces más críticas de cualquier medida que implique la muerte de los hipopótamos. Le atribuye la llegada y expansión de los animales a la desidia del Estado. Por eso, piensa que no es “justo ni compasivo que la solución sea matarlos”. En caso de que así sea, espera que se haga en solo algunos casos puntuales y con eutanasia, no mediante caza. “Preocupa que, pasado año y medio, este gobierno tampoco haya implementado una solución de Estado”, agrega.

A todo esto se suma una presión internacional. Colombia, como parte del Convenio sobre Biodiversidad Biológica y futura sede de la COP16 de Biodiversidad, tiene una presión adicional y un compromiso internacional por acelerar el paso en el control de las especies invasoras. 

Lo cierto es que el debate puede continuar, mientras sigue creciendo la población de hipopótamos y se siguen poniendo en riesgo personas y especies que se cruzan con estos animales. La medida de la caza es impopular y no es probable que este Gobierno se atreva a tomar la decisión polémica, cuyo costo político es demasiado alto.

No obstante, por la necesidad de hacer un control efectivo de estos animales, Petro se encuentra frente a una paradoja entre conservar el ecosistema nativo o atentar contra la vida de una especie que, como argumentan animalistas, no es responsable de haber llegado a Colombia.

 

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