Marathon Spa: la historia de una casa en ruinas que el Estado vendió en una puja al Liceo Francés por 12.000 millones
26 Marzo 2024 06:03 am

Marathon Spa: la historia de una casa en ruinas que el Estado vendió en una puja al Liceo Francés por 12.000 millones

Crédito: Cortesía MÓNICA DÁVILA

Una casa al borde del colapso en el barrio La Cabrera de Bogotá fue alguna vez la sede de uno de los gimnasios más exclusivos de la ciudad. El 15 de febrero, después de que el presidente Gustavo Petro le entregara la orden de Boyacá al colegio, se concretó la enajenación del bien. Esta es la historia.

Por: Pía Wohlgemuth N.

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La casa es de ladrillo y las paredes están pintadas de color azul claro, desteñido por años sin mantenimiento. Los techos de teja y lata puesta parecen haber sido puestos de mala gana. El peso de la fachada recae sobre al menos siete vigas metálicas instaladas en diagonal desde el segundo piso intenando evitar lo que pareciera inevitable: las grietas son tan grandes que en cualquier momento la casa podría derrumbarse.

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Un muro de piedra que mide poco más de 1.50 metros de altura y un portón blanco de metal separan la propiedad del andén de la calle 87 con carrera 8, en el exclusivo barrio La Cabrera de Bogotá. La propiedad de interés cultural fue vendida en 12.015.162 millones de pesos al Liceo Francés. Este tendrá que restaurarla y conservarla manteniendo los parámetros originales de su arquitectura, por ser un bien de interés cultural.

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Del esplendor a la ruina

Hace 36 años, esta casa era de color melón y lila. Las tejas de sus techos estaban en orden. El portón era negro y solía estar abierto para que los carros entraran. Un letrero con la palabra MARATHON llamaba a los vecinos de la zona a acercarse.

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(Crédito: Acta Consejo Distrital de Patrimonio, agosto de 2023)

La estructura que hoy está abandonada, sucia y en peligro de colapso, fue la sede del gimnasio más exclusivo de Bogotá entre 1988 y 2004: Marathon Spa. Las señoras de la élite bogotana, políticos, periodistas, empresarios y hasta Poncho Rentería, vecino de la zona, visitaban a diario este lugar fundado por la gurú del ejercicio en Colombia, Mónica Dávila y Marianella Cabrera, productora de cine y hermana de Sergio Cabrera, cineasta.

En mayo de 1988, la revista Semana describió a Dávila como la Jane Fonda colombiana. Tal como la famosa actriz, activista y deportista gringa, esta colombiana tenía su programa de ejercicios: transmitía por el canal RCN el programa Vivir Mejor en el que daba clases de aeróbicos. Inspirada por su amor por el ejercicio, fundó Marathon Spa en la casa de la 87 por ese entonces.

“El jardín era enorme. Nos hicieron el piso, pusimos cauchos para que no hubiera problema de nada con el cuerpo. Teníamos un salón de 180 metros cuadrados por 12 de alto. Impresionante, espectacular. Le pusimos unas lámparas fantásticas, ventiladores, le pusimos de todo”, recuerda Dávila, quien se entrenó y certificó en Estados Unidos para convertirse en una pionera de los gimnasios en Colombia.

Le invirtieron 20 millones de pesos en los arreglos iniciales, “para acondicionarla con todos los requisitos de las aspirantes a Jane Fonda”, como dijo Semana entonces. La matrícula anual costaba 168 mil pesos de la época  y con esto los miembros podían usar el sauna, tomar clases de squash, step -que Mónica Dávila trajo a Colombia-, aeróbicos y usar las pesas.

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(Crédito: cortesía de Mónica Dávila)

Therese Leleux, bailarina francesa que trajo los aeróbicos a Colombia y a quien también apodaban con el nombre de Fonda, estaba en la nómina de Marathon Spa. A su vez, Mónica Dávila formaba a cada vez más profesores y fisioterapeutas para sus clientes, que, dice, eran más de 5.000.

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(Crédito: cortesía de Mónica Dávila)

“Allá se formó la primera tanda de profesores que existieron en todo Bogotá y muchos de Colombia", cuenta Dávila. "A los dos años empecé a hacer congresos de aeróbicos, el primero fue en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, fueron como 2000 personas”.

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(Crédito: cortesía de Mónica Dávila)

Dávila introdujo el yoga años después a esta casa, que también se volvió la meca del samkya, danza árabe traída a Colombia por su hija, Antonina Canal, en el 2001. La fama de Canal la acompaña hasta hoy como un referente de la danza árabe del país.

La historia detrás de la venta

Entre el 11 y el 15 de diciembre de 2023, la Asociación Colombo Francesa de Enseñanza, el Liceo Francés, participó en una puja de Central de Inversiones S.A. (CISA) -encabezada por Nicolás Corso, de la entraña del presidente Gustavo Petro- para quedarse con la casa, en propiedad del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). 

El colegio, que dos meses después recibió la orden de Boyacá de manos del presidente Gustavo Petro, fue el único oferente -según CISA, esto no es inusual- y le adjudicaron la propiedad el 18 de diciembre. La oferta del colegio fue del mismo valor del avalúo comercial: 12.015.162 millones de pesos, por un terreno de 1.280 metros cuadrados y 972 de área construida, en una de las zonas más exclusivas de Bogotá.

La propiedad -diseñada por el arquitecto Germán Samper, por lo que es considerada un bien cultural y de identidad nacional- quedó en manos del ICBF de forma oficial desde 2013 tras la decisión de un juez. La razón es que en 1986 había muerto la propietaria Ida Weber Dolores de Toro y no dejó testamento ni herederos. 

No obstante, el gimnasio funcionó allí durante 16 años (hasta 2004) y solo en 2013 un juez de la república le adjudicó el bien al instituto por vocación hereditaria. La administradora de Marathon Spa, Mónica Dávila, sabía que la infraestructura tenía problemas graves, pero no logró el permiso para adecuarla.

Todo esto, porque según la ley, los bienes de interés cultural son inembargables, imprescriptibles e inalienables. Modificarlos más allá de una intención de conservación, es imposible. Por eso, el ICBF solicitó al distrito la enajenación de la casa que alguna vez fue la sede de Marathon Spa.

La entidad, según un derecho de petición respondido a CAMBIO, decidió vender la casa por su deterioro y porque no es “apto para el uso institucional”. Las intervenciones que se le quisieran hacer tendrían que estar orientadas a reconstruirla y conservarla, que no es parte de la misión del instituto.

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En agosto de 2023, el Consejo Distrital de Patrimonio Cultural se reunió para revisar el pedido del ICBF. En un acta del día 23 quedó consignado el proceso de discusión sobre el bien y el análisis de las leyes sobre bienes de interés cultural y de identidad nacional.

En casos excepcionales, según un decreto de 2015, el Ministerio de Cultura puede autorizar la enajenación o el préstamo de estos bienes entre entidades públicas. De hecho, el artículo 83 del Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno Duque determinó las condiciones para esto.

Allí dice que la enajenación de este tipo de bienes es posible bajo algunas condiciones. Una de estas es que la transferencia del bien se haga a una institución de educación superior o a una entidad de derecho privado sin ánimo de lucro, que desarrolle actividades culturales o de defensa del patrimonio cultural.

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La otra condición clave es que dicha enajenación se haga cuando el bien cultural tenga un uso comercial, de servicios o comercial y la entidad pública -en este caso, el ICBF- no pueda usarlo o mantenerlo, “de forma que el bien tenga riesgo de deterioro”.

El consejo consideró que la casa no es un bien cultural decisivo para la “configuración y conservación de la identidad nacional”. Por eso, la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte determinó lo mismo en noviembre de 2023 y así dio luz verde al proceso de transferencia de la casa.

Entonces, vino la puja en días decembrinos por la propiedad que el Liceo Francés quería comprar. Ofertó el valor del avalúo comercial y logró quedarse con la propiedad, que este 26 de marzo tiene que terminar de pagar, según el ciontrato de compraventa. 

El 14 de febrero, día del aniversario 90 de la fundación del Liceo Francés, el presidente Gustavo Petro le otorgó la orden de Boyacá, para “reconocer los méritos y exaltar las calidades” de la institución que “continúa fortaleciendo la cooperación académica y cultural entre la República de Colombia y la República Francesa”.

Apenas para la celebración de cumpleaños, el 15 de febrero se terminó de concretar la enajenación de la casa. La resolución 106 de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte autorizó oficialmente la enajenación del inmueble al colegio, después de la puja de diciembre. 

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Alrededor de la propiedad hay otras casas que también se consideran de interés cultural, cualquier intervención en la zona es un lío. De hecho, el ICBF está tratando desde 2017 de que la casa deje de ser considerada bajo este título. Según le dijo el ICBF a CAMBIO, en este momento un juez tiene en sus manos la solicitud. De lograrlo, el colegio podría hacer intervenciones grandes en la casa.

Por lo tanto, el colegio -que no respondió las preguntas de CAMBIO sobre la compra y usos que dará a la casa- podrá comenzar a intervenir la construcción ahora bajo los parámetros estrictos que rigen este tipo de bienes. No obstante, también podría esperar la decisión que avanza ante la Jurisdicción Contencioso Administrativa para hacer cambios de fondo en la infraestructura. 

Esta casa, que hoy parece al borde del colapso, pronto podría ver mejores días. 

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