Cara a cara con el líder militar de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra
4 Abril 2024

Cara a cara con el líder militar de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra

CAMBIO llegó hasta uno de los campamentos del grupo armado ilegal que es la autoridad en la Sierra Nevada de Santa Marta. Su jefe militar dice que el grupo está dispuesto a sentarse ya en una mesa de diálogos, pero con garantías por parte del Gobierno.

Por: Rainiero Patiño M.

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Los ojos se asoman solo un poco entre los pasamontañas o pañolones que les cubren el rostro. Llevan armas de largo alcance en sus manos y en sus pretinas pistolas automáticas. Un cuchillo o una machetilla a la altura del pecho, en el costado izquierdo. Prendas militares de cabeza a pies. Cantan primero el himno de Colombia y luego otro propio. “El dios de la guerra odia a los cobardes y premia a los valientes”, dice una de sus estrofas. En la pequeña formación se cuentan 22 hombres, pero en los alrededores parece haber más de 50, aunque sus movimientos repetitivos de vigilancia dificultan contarlos con precisión.

No les gusta que les llamen Los Pachenca, nunca les gustó esa denominación. Han insistido en que tal organización nunca existió. El comandante militar dice que no tienen nada que ver con ese nombre y que esa es una muestra más de que el Estado no los conoce.

Se autodenominan las Autodefensas Conquistadores de la Sierra Nevada (ACSN), pero para algunos son solo “los nuevos paracos que mandan en la Sierra”. Y esa puede ser una definición válida, ya que, para bien o para mal, según los habitantes de esta zona del país, aquí ellos son la autoridad, la ley y el terror.

CAMBIO llegó hasta uno de los campamentos de los Conquistadores en lo alto de la Sierra Nevada de Santa Marta, la misma zona desde donde, hace algunos meses, los altos mandos de este grupo armado ilegal enviaron varios mensajes al Gobierno nacional con su disposición para participar de una eventual mesa de diálogos. Sin embargo, el camino para un posible acuerdo y el marco legal para sentarse aún no está claro.

Cara a cara con el comandante militar de las ACSN

Contrario a los señalamientos de los pobladores de la zona y de las víctimas, en esos mensajes recientes las ACSN han insistido en que son una organización política militar que se basa en los “derechos y deberes de los campesinos de la Sierra Nevada” y que su existencia es la “consecuencia de la ausencia del Estado”, lo que los “obligó” a tratar de organizarse de manera autónoma por iniciativa de los mismos habitantes de la región.

El comandante militar de las ACSN, quien responde a las preguntas de pie frente a un telón militar improvisado como fondo para evitar dar pistas de su ubicación exacta, dice que todos son campesinos e hijos de campesinos de “acá” y que pelean por su territorio.

“No nos expandimos a buscar problemas en otros estados, como lo hacen otras organizaciones. Lo hacemos no porque nos guste el conflicto ni la guerra. Si no porque ya estábamos cansados de todos los atropellos que han venido haciendo organizaciones en tiempos pasados”, remata.

La mayoría de los hombres en el campamento se refieren a él solo como “comando”, pero algunos de los pobladores de la zona lo conocen como Cholo. Es un tipo fornido que carga tres armas y un sinnúmero de artefactos militares que podrían intimidar a cualquiera. Habla poco, con palabras entrecortadas, pero siempre como quien da una orden en un tono cordial. Antes de responder pasa la vista por los apuntes de un cuaderno.

Insiste en que la organización que representa tiene una historia de lucha de más de 50 años. Además, dice que lo que hacen es “velar por la región, ya que el Estado no lo puede cumplir”.

En lo de la historia tiene razón; la presencia de grupos armados en la Sierra Nevada de Santa Marta no es algo nuevo, pues por décadas este territorio ha sido considerado como un bastión para diferentes organizaciones ilegales. Esto está muy relacionado con sus características naturales y sus condiciones geográficas: desde tierra para cultivos durante la denominada bonanza marimbera de finales del siglo pasado, pasando por centros de acopio y de rutas de distribución para los carteles de la cocaína, hasta las nuevas rentas ilegales que están ligadas a la economía del turismo.

En los 17.000 kilómetros cuadrados de la Sierra Nevada han tenido presencia organizaciones militares ilegales de distinta naturaleza, como el EPL, el ELN y las Farc, por un lado; y grupos paramilitares como el Clan de los Rojas, los Giraldo, los Barrera, las AUC y ahora las ACSN. En todos siempre ha estado presente el discurso y han agitado como bandera la defensa de los derechos y el bienestar de los campesinos locales, para tratar de suplir la ausencia del Estado y sus instituciones, así como ahora lo pregonan las ACSN. Sin embargo, en la práctica y en medio del crecimiento del conflicto, las “medicinas” han terminado por generar enfermedades más graves. Porque en muchos de los casos las víctimas han terminado siendo los mismos pobladores de la región.

La historia y poder de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra Nevada

El origen de las ACSN se remonta a la historia paramilitar ligada al excomandante de las Autodefensas Unidas de Colombia, Hernán Giraldo, quien, después de acogerse a la Ley de Justicia y Paz y de pagar una condena de 12 años en Estados Unidos, volvió a Colombia en 2021. Pero, ahora está preso en la cárcel de Itaguí, por delitos de abuso sexual con menores de edad.

Es evidente la autoridad que ejercen las ACSN en casi todo el macizo montañoso, en un buen número de barrios de Santa Marta y en diferentes municipios de la zona de influencia de la Sierra. Basta indagar con los habitantes para tener claro que es a ellos a quienes reconocen como los encargados de “imponer la autoridad” y de regular las zonas comerciales. Se puede decir que no se mueve una hoja sin su autorización. Todos lo saben, pero casi nadie se atreve a cuestionarlos o a denunciar sus métodos. Alzar la voz ya ha dejado muertos. 

En una buena parte de los barrios de la capital del Magdalena, por ejemplo, son ellos quienes organizan el servicio de vigilancia a través de los populares “serenos”, hombres encargados de cuidar que nadie se robe nada y por los que la ciudadanía da una “aporte voluntario”. Lo mismo ocurre en las zonas comerciales de la ciudad, en el mercado público y en los sitios turísticos de la sierra, en donde controlan desde los precios de los planes para los turistas, pasando por los servicios de transporte, hasta el valor de las comidas.

Días antes de Semana Santa, por ejemplo, habitantes de Minca le contaron a CAMBIO que por orden de alias Camilo, uno de los altos mandos de las ACSN, el precio de un tour de avistamiento de aves, de los más populares entre los turistas, pasó de costar 55.000 pesos a 75.000 pesos. Y durante los días santos prohibieron a las tiendas vender cervezas o cualquier otro tipo de licor, quien lo hiciera debía pagar una multa de 5 millones de pesos.

Este aparente control total, sin embargo, se desarrolla ahora mismo en medio de enfrentamientos militares con el Clan del Golfo (Autodefensas Gaitanistas de Colombia, AGC), con los que tienen disputas, sobre todo en la zona de la sierra que da hacia el departamento de La Guajira. Confrontaciones que han dejado muertos a lado y lado y han ocasionado desplazamientos de población, incluso en los resguardos indígenas.

Los cabecillas de las ACSN dicen que ellos lo único que hacen es defender su territorio de grupos como las AGC, que “han querido ocupar la totalidad del país”. 

El grupo armado está organizado por línea de mando piramidal, en el que se destacan seis jefes o comandantes y al final de la cadena están los patrulleros. Según el comandante militar, esta forma de estructura les ha garantizado tener control y poder ir creciendo.

Las víctimas y crímenes de las ACSN

Más allá de los recientes mensajes de disposición a comenzar unos diálogos con el Gobierno, las ACSN tienen que enfrentar el peso de su historia militar ilegal en la sierra, los señalamientos de sus víctimas y los cuestionamientos de la sociedad civil y de las organizaciones defensoras de derechos humanos del Magdalena, que también los ven como sus victimarios.

Frente a esto el comandante argumenta que las víctimas son la causa de “incursiones inevitables” y que “sirven para cuando otros grupos quieren entrar al territorio”. Situación que en sus palabras se ha agravado después de los procesos de desmovilización de principios de la década de 2000 y que tuvo como fecha de quiebre el año 2006 después de la desmovilización paramilitar.

“La gente del interior viene a mirar cómo suplirse de dinero, que incluso acá no lo hay mucho, atropellar al campesino de una forma que no estábamos acostumbrados, como es el pago por hectáreas de tierra o por un animal nosotros. Dada esa idea hablamos un grupo de amigos y retomamos el tema en ese momento. Gracias a Dios hoy es una organización ya bastante numerosa”, explica el comandante, mientras cuatro de sus hombres le cubren la espalda exhibiendo también sus armas.

A las ACSN no les cuadra la idea de llamar extorsión al dinero que los habitantes, campesinos y comerciantes de Santa Marta y la sierra pagan al grupo. Prefieren referirse a esto como un “aporte voluntario” que se hace para “evitar el caos de que venga gente de afuera a imponer normas”.

“Es un acuerdo al que se llega. No se presiona, ni se obliga a nadie, si no ellos mismos ven la tranquilidad y, de pronto, la garantía de la seguridad que tenemos gracias a Dios. Hay gente que de pronto dice no puedo, no tengo, simplemente se le agradece. No es obligatorio, de esa forma nos hemos sostenido y nos hemos mantenido”, señala el jefe militar con naturalidad.

También niegan tajantemente sus posibles vínculos con el narcotráfico o el control de rutas de distribución. El comandante dice que a diferencia de sus enemigos directos, como el Clan del Golfo, ellos no están en departamentos donde se cultiva coca y que las únicas matas que se pueden encontrar en la sierra son las que los indígenas utilizan dentro de sus tradiciones.

”No nos financiamos, ni tenemos vínculo con el narcotráfico”, afirma. Pero reportes recientes de las autoridades los vinculan con disputas por el control de diferentes puertos en la Región Caribe para el envío de drogas.

Condiciones para el diálogo

Por medio de comunicados públicos y de declaraciones a medios de comunicación, las ACSN han venido insistiendo desde finales de 2022 en la intención de sentarse a negociar un acuerdo con el Gobierno. Esto, dice el jefe militar, no significa que el grupo esté doblegado, sino que ven la política de la Paz Total del presidente Gustavo Petro como una ventana para el diálogo.

“Siempre y cuando veamos garantías para nosotros y nuestra organización, para nuestros campesinos, porque no es un tema de solo organización, sino de unas comunidades que están detrás esperando ese anhelo de una paz”, explica el comandante sobre sus pretensiones políticas.

Para las ACSN el proceso de Justicia y Paz se puede considerar “un total fracaso” que conllevó a una reorganización de muchas de esas estructuras armadas. Para evitar eso, dice Cholo que es clave crear un marco jurídico que les garantice un buen acuerdo. Entre los requerimientos iniciales estaría que las autoridades emitan una especie de salvoconductos para los seis representantes de la organización que se sentarían en la mesa. “Todo el mundo terminó pagando cárceles, porque hubo unos arreglos muy malos. Entonces, estamos prestos y queremos esa paz, pero que sea una paz garantizada y duradera".

Otras de las condiciones para el diálogo es que haya un sitio seguro en la región para las conversaciones y que participe el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, como mediador y facilitador.

La intención de vincular a Mancuso, quien regresó de Estados Unidos hace poco, donde también pagó una condena por narcotráfico, ya había sido manifestada por las ACSN, que en su momento calificaron su llegada como “un anuncio importante que nos da luces para buscar acercamientos con el Gobierno” y para la pacificación de la sierra. “No como excomandante, sino como gestor de paz, genera confianza y es un canal que estamos dispuestos a abrir y respetar”, señalaron en su mensaje de ese entonces.

Hasta ahora el excomandante paramilitar no se ha pronunciado oficialmente de esa posibilidad de participar como mediador. Pero, CAMBIO conoció que por orden expresa del presidente Gustavo Petro, el actual alto comisionado de Paz, Otty Patiño, sostuvo una reunión privada con Mancuso en su lugar de reclusión para discutir la oferta. Y, además, que el posible diálogo con las ACSN sería una especie de plan piloto para futuras negociaciones con otras organizaciones ilegales que tienen dominio de territorios locales en las regiones.

La posibilidad del diálogo, según pudimos comprobar en conversaciones informales en el campamento de las ACSN, genera posiciones divididas en el interior del grupo. En el caso de M, uno de los encargados de la seguridad de los comandantes de la organización, quien fue soldado del Ejército Nacional y lleva cinco años en las ACSN, la idea de poder estar tranquilo en su tierra lo motiva. Como anécdota reciente cuenta que después de largos meses confiando en la montaña, hace unos días tuvo que bajar para realizar trámites familiares. Fueron momentos de mucho pánico, dice, porque tiene vigente una orden de captura. Aunque reconoce que han hecho “cosas malas” y que tienen que enfrentar las consecuencias de eso.

A unos pasos de M, otro de los “comandos” responde con más dudas que certezas sobre la negociación. Trata de no alzar la voz. Viene de una larga lucha en la montaña y es lo que ha hecho por más de tres décadas. No luce muy entusiasmado en sus comentarios. “Si me toca aceptar, me toca, Pero, ¿cómo confiar en un presidente que viene de la guerrilla?", dice, a modo de respuesta.

Alias Cholo cree que deben ser claves en la negociación palabras como “estatutos políticos”, “perdón y olvido”, “penas mínimas” y que en caso de condenas se establezcan sitios de reclusión en la misma región. Y otra de sus preocupaciones es que el Clan del Golfo aproveche un posible cese al fuego para “golpear sus zonas”, por lo que le piden al Gobierno todas las garantías de protección.

Entre la población también hay muchas dudas, sobre todo de la verdadera intención de los comandantes de las ACSN. Un líder social de Minca, quien por obvias razones prefiere el anonimato, cree que estos “solo quieren el proceso para que les quiten las órdenes de captura y así seguir delinquiendo en la zona”.

El vocero de las ACSN dice que si el Gobierno les da garantías ellos se pueden sentar “ya” a la mesa de negociaciones. “Estamos dispuestos en este momento incluso a hacerlo porque es nuestra voluntad y lo que más queremos es la anhelada paz para la sierra”, concluye Cholo ahora sin revisar los apuntes de la libreta, con un bolígrafo en su mano y la pistola siempre colgada en el pecho.

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