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La crisis del sector lechero en Colombia: un panorama alarmante
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La seguridad alimentaria enfrenta un desafío que amenaza su futuro. La caída del consumo, el aumento en las importaciones de lácteos y la falta de apoyo a los productores configuran un escenario con consecuencias devastadoras para el agro colombiano.
Por: Iván Serrano
La imagen volvió a repetirse, esta vez por cuenta del paro camionero. Campesinos de Boyacá y Cundinamarca regalan y botan la leche que no pueden comercializar. "Tras de cotudos, con paperas", dice América Ardila, integrante del comité ejecutivo de Dignidad Agropecuaria. Sin embargo, instantes después admite estar de acuerdo con el cese de actividades de los transportadores, pero de eso hablaremos más adelante.
La crisis del sector lechero es una problemática que no solo afecta a los pequeños y medianos productores, sino que también implica un grave perjuicio a la economía del país y un riesgo en materia nutricional, sobre todo para los niños, lo mismo que un reto de autonomía alimentaria. La confluencia de varios factores ha puesto al sector en una situación muy compleja, entre ellos la caída en el consumo interno, el aumento de las importaciones de productos lácteos y los efectos adversos de los tratados de libre comercio (TLC).
Caída del consumo de leche
Uno de los ingredientes más preocupantes de esta crisis es la disminución sostenida en el consumo de leche en Colombia. Entre 2022 y 2023, dicho consumo per cápita cayó 9 por ciento, y hasta marzo de 2024 se registró un nuevo descenso del 6 por ciento. Según la Asociación Colombiana de Procesadores de Leche (Asoleche), esta reducción está relacionada principalmente con la pérdida de poder adquisitivo de los hogares, que limita el acceso a productos lácteos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo mínimo de 170 litros de leche por persona al año para asegurar una nutrición adecuada. Sin embargo, en Colombia esta cifra llega apenas a los 140 litros. Esta diferencia subraya el problema de acceso a productos esenciales para una parte significativa de la población, en particular los estratos más bajos.
A pesar de los llamados de Asoleche al Gobierno para que implemente campañas que promuevan el consumo de leche, los resultados no han sido los esperados. El declive continúa, lo que afecta tanto a la salud pública como a la viabilidad de los pequeños productores, quienes enfrentan una disminución constante en la demanda.
El aumento de las importaciones
Otro factor clave que agrava la crisis es el creciente volumen de importaciones de productos lácteos, especialmente de leche en polvo. Los tratados de libre comercio (TLC), particularmente con Estados Unidos y la Unión Europea, han permitido la entrada de estos productos a precios más bajos que los de la producción nacional. Para 2024, los aranceles sobre las importaciones de leche en polvo desde Estados Unidos se redujeron a apenas 4,4 por ciento, lo que favorece aún más la competencia desleal.
Colombia produce un estimado de 7.414 millones de litros de leche al año, pero solo el 44 por ciento de esta producción se recolecta de manera formal. Esto significa que más de la mitad del líquido no ingresa en los canales oficiales de comercialización, lo que afecta directamente los ingresos de los pequeños ganaderos. La entrada masiva de productos importados desplaza la producción local, agudizando aún más los problemas de rentabilidad para los productores nacionales.
Entre estos productos se cuenta los lactosueros, que son utilizados de manera ilegal en la adulteración de la leche en Colombia. Este subproducto, que debería destinarse a la industria alimentaria y no a la sustitución de la leche, se mezcla con el líquido, reduciendo su calidad y afectando los ingresos de los productores nacionales. Al ingresar lactosueros a bajo costo, se genera una competencia desleal que presiona los precios a la baja, lo que perjudica aún más a los ganaderos colombianos, quienes ya enfrentan dificultades por los altos costos de producción y la falta de apoyo gubernamental.
José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, ha advertido sobre el impacto que tienen estas importaciones en el sector, y ha señalado que, de no renegociarse los TLC, el sector lechero colombiano podría enfrentar una crisis de supervivencia en los próximos años.
Los tratados de libre comercio y su impacto
Los tratados de libre comercio fueron firmados con la intención de abrir nuevos mercados para los productos colombianos. No obstante, en la práctica han creado una competencia desleal que afecta gravemente a los pequeños y medianos productores locales. Los productos lácteos importados, como la leche en polvo, ingresan al país a precios mucho más bajos debido a los subsidios que reciben en sus países de origen, lo que genera una distorsión en el mercado.
Además de los precios, estos tratados también han incrementado los costos de producción para los ganaderos colombianos, quienes deben competir en un mercado globalizado sin los apoyos que tienen sus competidores internacionales. Esta desigualdad ha llevado a que muchos pequeños productores no puedan cubrir los costos de producción, obligándolos a dejar la actividad.
Precios al productor y al consumidor
Otra desconexión importante es la brecha entre los precios que reciben los ganaderos y los que pagan los consumidores. Mientras los precios en los supermercados se mantienen elevados, los pequeños productores reciben cada vez menos por litro de leche. En algunas regiones, estos ganaderos apenas perciben 600 pesos por litro, un valor que está muy por debajo de sus costos de producción.
Este desequilibrio se debe, en parte, a la acumulación de inventarios de productos importados por las grandes empresas procesadoras, inventarios que reducen la demanda de leche local, lo que hace que los precios caigan aún más. La falta de regulación adecuada en la cadena de valor ha permitido que los grandes actores controlen los precios, dejando a los pequeños productores en una posición de vulnerabilidad.
La voz de los pequeños y medianos productores
América Ardila forma parte del comité ejecutivo de Dignidad Agropecuaria, agremiación que agrupa a pequeños y medianos productores. Su objetivo principal es defender los intereses de los campesinos, ganaderos y agricultores, particularmente frente a las políticas que consideran perjudiciales para el sector rural, como los tratados de libre comercio (TLC) y la falta de subsidios y apoyo técnico por parte del Gobierno.
Ella cree que el alza en el precio de los combustibles no es la única solución a un problema de caja en el país. Afirma que el poder adquisitivo de los colombianos está tan deteriorado que ya hay personas a las que no les alcanza ni siquiera para comprar leche, algo que no se había visto antes, asegura. Por eso opina que medidas que terminen elevando el costo de la canasta familiar son profundamente lesivas.
Sin embargo, dice que la actual crisis es algo que se ha venido gestando desde tiempo atrás: “Este problema no es nuevo. Llevamos años enfrentando una dificultad recurrente en el sector lechero debido a las importaciones lecheras. Con los tratados de libre comercio se ha ido reduciendo el arancel sobre las importaciones y entra cada vez más leche a menor costo. Por ejemplo, importamos alrededor del 54 por ciento de la leche en polvo desde Estados Unidos, y otros porcentajes vienen de Bolivia y Chile. Esto ha hecho que no podamos competir, ya que en Colombia no tenemos subsidios como en esos países”, le dijo a CAMBIO.
También explica que hay zonas del país en donde les están pagando a los campesinos 600 pesos por litro, una cifra muy por debajo de los costos de producción. A esto hay que sumarle las toneladas importadas de leche en polvo, mucho más barata que la colombiana, y la adulteración del producto. “Además, hemos detectado que muchas de las 'leches' que se venden en los supermercados contienen hasta un 80 por ciento de lactosuero, lo que engaña al consumidor ya que no están comprando leche pura. Todo esto agrava la situación, pues los industriales están priorizando el uso de leche en polvo y lactosuero para reducir costos, mientras que nuestra leche termina siendo desplazada”.
Desde la firma del TLC con Estados Unidos, diferentes voces advirtieron que los campesinos colombianos no estaban en condiciones de competencia simétricas. Según América Ardila, ha sido mucho lo que se ha dejado de hacer y muy poco lo hecho: “Desde la firma de ese tratado, no hemos visto un avance real en el apoyo a los campesinos o en la tecnificación del sector. Seguimos produciendo leche de manera muy precaria. El Gobierno ha hecho algunos aportes, pero no ha habido un seguimiento adecuado. Muchos de los fondos asignados se han perdido o no se han invertido de manera correcta. En resumen, no vemos una política pública clara que fortalezca el sector ganadero en Colombia”, advierte.
La salida: un diálogo nacional
Roberto Ramírez, director de Demogan, es una voz obligada a escuchar cuando se trata de campo y producción lechera. Él insiste en que tomar decisiones en Colombia es muy difícil sin que se hagan las cuentas exactas de, por ejemplo, cuánto cuesta producir un litro de leche. “La gestión ganadera requiere llevar un control preciso de costos”, asegura Ramírez, para añadir que muchos ganaderos no lo hacen y terminan limitándose a llevar balances basados solamente en flujos de caja.
Una de las posibles salidas propuestas por él es aumentar el consumo de leche en Colombia. En ese sentido, deben hacerse en el país campañas para educar a los colombianos sobre la importancia del consumo de este alimento y su utilización como ingrediente en un sinnúmero de preparaciones: “El consumo per cápita de queso en Colombia, por ejemplo, es muy bajo. Tenemos que ser más creativos en cómo fomentamos el uso de la leche y sus derivados. Los productores tampoco han hecho mucho para desarrollar productos de valor agregado que realmente se inserten en el mercado”.
Pero iniciativas como esta pueden quedarse cortas frente a los serios problemas de infraestructura que tiene el país, y que incluyen desde ganaderos que aún transportan la leche en burros por caminos difíciles y el alto costo de la ganadería en algunas regiones, hasta el elevado costo de la energía en otras zonas del territorio. “Los ganaderos en Córdoba, por ejemplo, pueden pagar hasta un millón de pesos en energía para refrigerar su producción diaria de 1.500 a 2.000 litros de leche. Ese es un costo enorme que reduce su margen de ganancia”, agrega Ramírez. Otras alternativas, como pulverizar la leche en zonas de alta producción como la costa Caribe, para luego reconstituirla para consumo en el interior del país, son opciones viables para disminuir la importación de leche.
Sin embargo, nada de esto será posible –según Ramírez–, sin que se inicie un diálogo nacional. Una conversación sincera en la que participen todas las partes, para finalmente adoptar decisiones y políticas que logren sacar de esta crisis al campo colombiano: “He propuesto un foro público para que ganaderos e industriales puedan hablar abiertamente sobre estos problemas. Este es un país en el que los pequeños productores necesitan ser escuchados, porque ellos son los que mantienen vivo el campo”, concluyó.