La urgencia del acuerdo nacional
26 Agosto 2023

La urgencia del acuerdo nacional

Marta Ruiz, periodista y excomisionada de la Verdad, quien participó en el diseño del foro de CAMBIO, El gran acuerdo nacional: el camino hacia la paz grande, resume los principales consensos que emergieron de esa conversación entre sectores tan diversos, demuestra que hay que comenzar ya a construir el acuerdo, y que hay con quien hacerlo.

Por: Marta Ruiz

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Cansancio con las divisiones, deseo de ser una nación, anhelo de paz, y generosidad para comenzar. Ah, y cierto optimismo. Así se podría resumir la foto que deja el foro de CAMBIO, El acuerdo nacional: el camino hacia la paz grande, a propósito de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad. Un nutrido grupo de colombianos puso sobre la mesa sus mínimos para conducir al país en la ruta de convertirse en una nación, y dejar de ser este puñado de conflictos irresolutos y violentos que nos carcomen por dentro. 

Cambio Colombia

Si algo quedó claro en el foro es que el Acuerdo Nacional tiene que parecerse más al sancocho nacional del que habló Jaime Bateman, que al Frente Nacional. Sin exclusiones, con los ojos en los problemas estructurales y no solo en sacar las armas de la política, y con un cambio necesario de actitud, de lenguaje y de emociones en los dirigentes del país.

Entonces el acuerdo no se postuló solo como un deseo, sino como una urgencia.  Más aún, las conversaciones del foro dejan claro que hay madera para comenzar esa obra. Por supuesto, el diablo está en los detalles y por eso afloraron los dilemas y tensiones propios de un escenario donde confluyeron diferentes corrientes y personas.

¿Sobre qué?

En el foro predominó la idea de que un acuerdo nacional debe ser sobre lo fundamental, sobre mínimos y, sobre todo, que no se trata de un acuerdo para suscribir la agenda del gobierno. Hay un amplio consenso en que los dos puntos centrales son ponerle fin a la violencia y atacar la desigualdad y la exclusión social como una de las causas de fondo de la persistencia del conflicto armado.

Un acuerdo que tenga este alcance debe tener tres dimensiones: la de los partidos políticos para garantizar un clima de gobernabilidad y de respeto a la democracia; la del gobierno con los grupos armados que permita un nuevo intento por gobernar los territorios sin conflictos armados; y un pacto con la gente, de toda la sociedad, especialmente la de las regiones más afectadas. Es de destacar que esta vez se impuso la idea de que es necesario moverse, ceder, reconocer lo que hemos hecho mal y lo que cada uno puede aportar. El tema ambiental también emerge como un asunto que cohesiona las voluntades políticas.

Cambio Colombia

Un paso adelante en la discusión se dio cuando se planteó que es necesario revisar el modelo de desarrollo que existe en el país: su estructura productiva, el modelo de Estado y la descentralización y la tierra. La idea de que las instituciones, las empresas. incluso los medios de comunicación, viven de espaldas a los territorios y al país verdadero fue prácticamente transversal en el evento.

Foro Gran Acuerdo Nacional: el Camino hacia la Paz Grande

Pero también hubo desacuerdos. El primero de ellos y quizá más fuerte es sobre los caminos para ponerle fin a la violencia. Respecto a la paz total se expresaron dos posiciones: una que plantea una salida política para los grupos que tienen ese origen; y otra que argumenta que a todos los grupos armados que hacen presencia hoy hay que tratarlos como crimen organizado, y, por tanto, someterlos por las armas y la justicia. Quedó planteada la pregunta sobre si los sectores que siguen en armas, como el ELN, deben hacer parte de un acuerdo nacional. Este es un asunto central porque justamente ese grupo guerrillero plantea que la paz con ellos necesita un acuerdo nacional, pues de lo contrario no sería un cierre definitivo de ese ciclo de violencia política.

Las valoraciones en torno a la seguridad son diversas. No hubo muchos puntos de convergencia, pero tampoco claridad sobre el carácter de los grupos criminales y el tratamiento que se les dará. Ligado a ello, existen divergencias sobre los caminos para enfrentar el narcotráfico: solo garrote, o una combinación de garrote y zanahoria. Por cierto, quedó abierta la pregunta de si el narcotráfico está invitado al acuerdo, dado que el presidente Gustavo Petro mencionó la víspera del Foro su intención de presentar una ley de reconciliación nacional que incluye a los narcos.

Así pues, la realidad impone que los asuntos sobre los que puede avanzar un acuerdo nacional son los que tienen que ver con la inclusión social. Se mencionaron con fuerza: la justicia social en el sector rural y particularmente en materia de tierras, la apuesta por la educación, por el medio ambiente y por la juventud. He ahí pues las bases para comenzar a hablar del acuerdo.

Foro Gran Acuerdo Nacional: el Camino hacia la Paz Grande

Sin embargo, surge la pregunta del método al que le apuesta el gobierno. El presidente Petro se debate entre dos caminos: el de la amistad o el enfrentamiento con las élites. En la práctica esto denota dos ritmos: uno gradual, dado que necesita ir construyendo consensos y eso toma tiempo; y el otro acelerado y de ruptura. Este dilema deja abierta la pregunta de si el Acuerdo Nacional es flor de un gobierno o puede ser, como lo fue el Frente Nacional, de largo plazo.

¿Por dónde empezar?

Un acuerdo sustancial que se expresó en el Foro es que el Acuerdo Nacional involucra a todo el mundo. Es decir, es un acuerdo de país. Por tanto, hay que tejerlo desde muchos escenarios y refrendarlo democráticamente. Se reivindicó ampliamente el diálogo político y la capacidad de conversar entre diferentes, antes que pactos formales, fórmulas jurídicas o leyes. Comenzar por dar ejemplo, con experiencias territoriales. Territorio fue la palabra que más se mencionó bien como clamor o como mea culpa. Quienes desde allí dicen que la paz sigue siendo una deuda pendiente y quienes reconocen que no han sido capaces de entrarle a la diversidad y complejidad de lo que es esta Nación en construcción.

No puede ser un pacto de élites, pero tampoco puede ser un pacto sin élites. El pacto de élites se necesita, pero no basta. Entre otras cosas, porque uno de los panelistas mencionó la experiencia de Tenemos que hablar Colombia, un ejercicio de diálogo sostenido que involucró a más de 5.000 personas, en el que la evidencia es que el país no está polarizado: son las élites las que lo están.

Sin embargo, este optimismo se modula cuando algunos de los panelistas mencionan las dificultades de base: no se puede impulsar un acuerdo si persiste la estigmatización del contrario. Se necesita confianza, pero para llegar la confianza se requiere conversar. Y no sabemos conversar. No nos escuchamos. Los sectores políticos de oposición que asistieron al Foro manifestaron que no han sido escuchados. Reclamaron que el gobierno, que habla de Acuerdo Nacional, dé ejemplo. Que muestre con hechos esa voluntad de paz política.

Desde el panel de los medios de comunicación y paz se habló de una fórmula sencilla: más contexto y menos adjetivos. De la ética de la democracia. Sobre la verdad se puede construir un debate argumentado, pero no sobre la mentira, sobre el prejuicio, sobre la ignorancia.

Foro Gran Acuerdo Nacional: el Camino hacia la Paz Grande

Así pues, una fórmula posible de por donde comenzar es aprender a dialogar, a negociar, y poner un tono desde el gobierno que sea favorable a la conversación entre diversos. Y que se teja de abajo hacia arriba.

Obstáculos

Los mayores obstáculos se pueden resumir en tres palabras: el contexto, las ambiciones y cada uno de nosotros.

Sobre el contexto el panorama es un poco dramático. Diversos panelistas reconocen que estamos en transición, sin poder leer con absoluta claridad los cambios que se están produciendo. Por un lado, los cambios en las economías ilegales, su carácter cada vez más transnacional. Por otro los cambios sociológicos y generacionales que se expresaron en el estallido social y que aún no alcanzamos a dimensionar en su profundidad. El impacto de la pandemia tanto en la seguridad como en la economía, y los nuevos fenómenos de inhumanidad como la trata de personas, la erosión de la naturaleza y la violencia galopante. A eso se suma el deterioro de confianza en las instituciones, la baja calidad del debate público, etc.

Sobre las ambiciones, existe la tensión entre el maximalismo, y el minimalismo. Querer hacerlo todo ya porque el cúmulo de factores sistémicos destructores de la vida ya no da espera, o modular esa ambición y optar por unas acciones menos monumentales, pero con mayor efecto en modificar la reproducción del sistema de violencia.  Probablemente, y este fue más comentario de pasillo que del escenario, que se comience por experiencias territoriales tipo “maquetas” como las que propuso el jefe negociador con el ELN Otty Patiño. Esta modulación de las ambiciones puede ser uno de los puntos más desafiantes para un acuerdo nacional. En ese sentido vale la pena rescatar el término que con frecuencia ha usado el presidente del Grupo Sura, Gonzalo Pérez: hay que ser heroicos y persistir.

Foro Gran Acuerdo Nacional: el Camino hacia la Paz Grande

Finalmente, cada uno de nosotros. A juzgar por el foro, este parece ser un momento en el que se ha incrementado la conciencia de que las transformaciones no solo vienen de los grandes procesos de la historia ni de los pactos rimbombantes, sino de una construcción más cotidiana y de la ética y la praxis de cada uno. Antes de pensar que son los otros los que tienen que cambiar preguntarse ¿Y yo cómo lo estoy haciendo?

Finalmente, un mensaje claro: la juventud tiene que hacer parte de ese pacto. Dejen que ocurra el relevo generacional, dijo uno de los senadores que participó en el Foro. Así pues, la juventud tiene la palabra.

 

*Este artículo es una colaboración especial para CAMBIO con motivo del foro Acuerdo Nacional el camino hacia la paz grande, inspirado en las recomendaciones de la Comisión de la Verdad. No menciono nombres porque quiero destacar los consensos y las ideas para llevar a la práctica el acuerdo.

*El foro contó con el apoyo de Sura, las embajadas de Noruega, Suecia y Suiza; el Comité de Seguimiento y monitoreo a las recomendaciones de la Comisión de la Verdad; la Redprodepaz; la ICTJ; y la Universidad de La Salle.

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