Mauricio Rodríguez Múnera
26 Agosto 2023

Mauricio Rodríguez Múnera

¿Es posible un Gran Acuerdo Nacional?

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El pasado jueves CAMBIO organizó un foro con el objetivo de explorar la factibilidad de un Gran Acuerdo Nacional (GAN), mediante el intercambio de reflexiones entre personas de ideas, experiencias y actividades muy diversas -ministros, académicos, representantes de la Iglesia y de las Fuerzas Armadas, ONG, periodistas, empresarios, líderes sociales, diplomáticos, políticos y guerrilleros. (Participaron el expresidente de la Comisión de la Verdad, padre Francisco de Roux; el jefe de la delegación de diálogo del ELN, Pablo Beltrán; el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie; los senadores David Luna, Iván Cepeda y Paloma Valencia; los ministros del Interior, Luis Fernando Velasco, y de Justicia, Néstor Osuna; el viceministro de Defensa, Alberto Lara; el director de la Policía, general William Salamanca; los exministros Yesid Reyes y Alejandro Gaviria; la directora del ICTJ, María Camila Moreno; la coordinadora de la Ruta Pacífica de las Mujeres, Marina Gallego; la integrante del Comité de Seguimiento de las Recomendaciones de la Comisión de la Verdad, Angélica Rettberg; la exfiscal y académica Ángela María Buitrago; el gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo; los empresarios Gonzalo Pérez, presidente de Sura, Carlos Enrique Cavelier, presidente de Alquería y Maurice Armitage, exalcalde de Cali y gerente de Siderúrgica de Occidente; los periodistas Yolanda Ruiz, Juan Roberto Vargas, José Guarnizo y el padre Rafael Castillo, director de Pastoral Social). Así, estas personas llevaron a cabo, durante ocho horas –en varios paneles temáticos- una conversación respetuosa y constructiva, a pesar de las grandes diferencias de opinión entre los participantes.

Estas son mis principales conclusiones sobre lo discutido: 

  • Dada la gravedad de la situación económica, social, política y de orden público, el GAN no es opcional, es una imperiosa necesidad. Es indispensable tener consensos en asuntos fundamentales, para poder sortear con éxito los múltiples y complejos retos que enfrenta el país. Lograr esto es una tarea muy difícil, pero no es una misión imposible.
  • Los colombianos debemos comprender cuanto antes que quienes piensan distinto a nosotros, NO son nuestros enemigos. Hay que escucharlos con atención, con la mente abierta, con tolerancia. Y estar dispuestos a cambiar o moderar la opinión propia, cuando sus argumentos sean válidos.   
  • La búsqueda de la paz debe ser la piedra angular del GAN. Para poder avanzar hay que despolitizar esa labor, verla como un objetivo de la sociedad entera, y no solo del gobierno y unos pocos partidos. 
  • La educación es la herramienta más poderosa para transformar a Colombia. Una educación de calidad, a la cual puedan acceder todos, que enfatice la ética, el civismo, la empatía, el respeto y la solidaridad, es clave para lograr el cambio de mentalidad que permita la construcción de una nación sin violencia, sin corrupción, sin discriminaciones, justa y próspera. 
  • Los medios de comunicación son un potente formador de buenos ciudadanos. Mediante su tarea de informar, analizar y opinar con independencia, rigor y objetividad, complementan a diario la labor de los educadores. Profesores y periodistas son a mi juicio pedagogos que crean la capacidad intelectual necesaria para derrotar a la ignorancia, la manipulación y las estigmatizaciones que tanto daño nos están haciendo.
  • La debilidad o ausencia del Estado en muchas regiones (problema muy serio que viene de tiempo atrás) exige solución pronta. Voluntad ha habido, pero no se ha traducido en hechos concretos. Sin esa presencia de instituciones oficiales que provean los bienes públicos esenciales –seguridad, justicia, educación, salud, vías, servicios– en las zonas más remotas, no habrá ni paz ni progreso.
  • El modelo económico nacional requiere ajustes. La libertad económica, el respeto e impulso a la iniciativa privada, y la economía de mercado, deben seguir siendo los pilares de ese modelo. Pero hay que introducirle o refinarle innovaciones que faciliten oportunidades para los jóvenes, las mujeres, los afrodescendientes, indígenas y campesinos, para reducir nuestra enorme desigualdad (una de las peores del mundo).
  • El GAN solo podrá materializarse a punta de liderazgo de la más alta calidad. El presidente de la república, por la naturaleza de su responsabilidad constitucional, debe ser el principal impulsor y facilitador de ese arduo proceso. Pero muchos otros líderes –institucionales y sociales– deben coadyuvar en este propósito superior. Incluso cada ciudadano tiene que aportar, con su comportamiento cotidiano, para vencer la desconfianza y la polarización que tanto nos están perjudicando. Un GAN realmente transformar demanda no solo el ejercicio de los liderazgos tradicionales sino el liderazgo colectivo. Con un ingrediente esencial: magnanimidad – generosidad de espíritu.
  • Como invitación a que todos los ciudadanos contribuyamos a hacer viable el GAN, termino citando al maestro argentino Jorge Luis Borges, quien nos enseña cómo tener diálogos fructíferos: 

“Las polémicas son inútiles; estar de antemano de un lado o del otro es un error, sobre todo si se oye la conversación como un juego en el que alguien gana o alguien pierde. El diálogo tiene que ser una investigación, y poco importa que la verdad salga de boca de uno o de otro. Yo he tratado de pensar al conversar, que es indiferente que yo tenga razón o que tenga razón usted; lo importante es llegar a una conclusión, y de qué lado de la mesa llega eso, o de qué boca, o de qué rostro, o desde qué nombre, es lo de menos”. 

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