Juan Camilo Restrepo
9 Mayo 2024

Juan Camilo Restrepo

Reactivación económica estatizante

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Desde hace varios meses se venía solicitando un plan contra cíclico. El desplome de la economía lo reclama. El año pasado cerró con un famélico crecimiento de 0,6 por ciento. Y para este año de 2024 los pronósticos se están alineando entre 1 y 1,5 por ciento.

Después de la reunión gubernamental de Paipa –en la que el presidente Petro dejó esperando día y medio a sus colaboradores- el Gobierno, con varios meses de retardo, parece haberse dado cuenta del declive que trae la actividad económica, y de la necesidad imperiosa de poner en marcha medidas que reactiven su comportamiento.

Infortunadamente al Gobierno Petro solo se le ocurren medidas asociadas a mayor estatización de la economía. No le pasa por la cabeza que el sector privado, al que tanto palo se le ha dado en este primer año y medio de gobierno, pueda jugar un papel fundamental en el cambio de tendencia preocupante que trae la actividad económica. Y que es mucho más eficaz que el que puede asumir un gobierno caótico e ineficiente como el que tenemos. Que ni siquiera logra ejecutar convenientemente el gigantesco presupuesto que tiene aprobado para la vigencia en curso (502 billones de pesos).

El componente privado de la economía colombiana es del 80 por ciento al paso que el peso del sector público es apenas del 20 por ciento. Es por lo tanto utópico y equivocado pretender que inflando el 20 por ciento público -que en el fondo es la orientación canónica del Gobierno Petro- se puede sustituir lo que la empresa privada está dejando de hacer. O porque el Gobierno no la deja o simplemente porque está desanimada. La inversión -tanto la privada como la pública- ha caído estrepitosamente en las últimas cuentas nacionales que se conocen.

Por eso el plan contra cíclico anunciado por el Gobierno no va a funcionar. O lo va a hacer a medias. Pues solo se enfoca en una mayor estatización de la economía.

Veamos en qué consisten los ejes del programa contra cíclico anunciado por el ministro Bonilla, que, en el fondo, se reduce a más gasto público, más impuestos y más endeudamiento. Pero sin detenerse a mirar cómo se podría estimular al sector privado para que jalone la reactivación de la economía. Es la óptica estatizante que predomina en cualquier raciocinio del Gobierno Petro. Y de ahí no sale.

Se anuncia una revisión de las normas que rigen la regla fiscal, en primer lugar. ¿Para qué? Para gastar más, desde luego. Apalancando dicho gasto con mayor endeudamiento público rompiendo el cinturón de prudencia financiera que traza la llamada regla fiscal.

Valga decir que el gasto público, descontando el servicio de la deuda, viene creciendo en el último año y medio a niveles como nunca se habían alcanzado: 20 por ciento del PIB, el más alto de la región. Apenas comparable con el gasto que hubo que hacer durante la pandemia. Lo que se traduce en un déficit de 80 billones de pesos proyectados para este año. Pero ahora se quiere aumentarlo todavía más.

El exministro Ocampo y el actual ministro Bonilla habían dicho hasta la saciedad que respetarían la regla fiscal. Ese fue un mensaje del Gobierno Petro que le dio credibilidad y un margen de confianza ente los mercados. 

Pero ahora (quizás como una resaca del discurso de Petro el primero de mayo) el ministro de Hacienda anuncia que sus promesas anteriores ya no valen; y que ahora le apuntamos a una nueva regla fiscal. 

Esto no va a ser bien recibido por los mercados, y las condiciones con las cuales vamos a obtener nuevos créditos serán mucho más gravosas.

Ojalá el Congreso, que es quien tiene que autorizar los cambios en la arquitectura de la regla fiscal, no trague entero. Y muestre mayor prudencia fiscal que la que está exhibiendo el Gobierno.

El otro eje del plan contra cíclico bosquejado por el ministro Bonilla son más inversiones forzosas. Ya existen para el sector agropecuario a través de Finagro. Parece que la idea es extenderlas a otros muchos sectores de la economía. Las inversiones forzosas no son otra cosa que el Estado asignando hacia dónde deben ir los recursos de la economía. Para que esta función no la cumpla el mercado (asignando hacia las mejores inversiones el ahorro nacional) sino para que esto lo haga el Estado. Más estatismo.

Y por último se anuncia una nueva reforma tributaria que, como de costumbre, no está estudiada ni cuantificada. Se dice simplemente que se buscaría reducir la tasa del impuesto a la renta de las sociedades y que lo que se pierda de recaudo con esta maniobra se compensará con mayores impuestos a las personas naturales que ganen más de 10SMM. 

Lanzar al país en la incertidumbre en que se encuentra a una nueva reforma tributaria que ni está bien estudiada ni cuantificada ni ambientada, no deja de ser una aventura estatista más para conseguir más impuestos.

Pero ahí estamos: el trípode estatista sobre el cual reposa la lógica del Gobierno Petro sigue imperturbable: más gasto público, más endeudamiento y más impuestos.  

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