
Los días difíciles de Armando Benedetti
Armando Benedetti, ministro del Interior.
Crédito: Colprensa - CAMBIO
- Noticia relacionada:
- Gustavo Petro
- Armando Benedetti
- Consulta popular
- Reforma Laboral
En menos de una semana, al jefe de la cartera del Interior se le frustró el sueño de encargarse de la Presidencia como ministro delegatario mientras Petro estaba en China, el Senado le dijo no a la consulta popular y la ministra de Justicia renunció, señalándolo como responsable de su salida.
Por: Armando Neira

Armando Benedetti, ministro del Interior, no imaginó que, en los días siguientes, encadenaría una racha de sucesos tan adversos. Al contrario, la mañana del sábado 10 de mayo, sonreía con optimismo. Estaba en Barranquilla, en la primera comunión de su hijo Camilo, celebrada en la capilla del Liceo de Cervantes, donde él mismo se graduó.
La institución que años atrás había sido visitada por el papa León XIV. Conmovido, renovó su fe junto a sus hijos y su esposa Adelina, citando una frase de San Agustín: “Señor, toma mi corazón y hazlo tuyo para siempre. Ama y haz lo que quieras, porque el amor verdadero no hace daño”.
Disfrutaba de las brisas frescas de mayo en la ciudad donde nació el 29 de agosto de 1967. Sentía que había vuelto a encauzar su vida familiar tras los problemas de drogadicción y estaba a punto de cumplir un viejo sueño: sentarse en la silla presidencial, aunque fuera solo una semana y en condición de ministro delegatario. Así lo había decidido el presidente Gustavo Petro.
De hecho, Petro le había enviado una carta a Efraín Cepeda, presidente del Congreso: “De conformidad con lo dispuesto en el artículo 196 de la Constitución Política, me permito por su digno conducto dar aviso al honorable Congreso de la República de mi traslado del 10 al 17 de mayo de 2025 a la República Popular China, con el fin de asistir a la Reunión Ministerial del Foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y realizar una visita oficial a ese país”, dice el documento remitido el miércoles 7 de mayo.
“Durante mi ausencia ejercerá las funciones legales y constitucionales que le sean delegadas, de acuerdo con la precedencia establecida en la ley, el señor ministro del Interior, doctor Armando Alberto Benedetti Villaneda”, concluía la misiva.

La decisión se hizo pública con la divulgación del decreto número 0499 de 2025, fechado ese mismo día. Benedetti fue notificado mientras se encontraba con gobernadores del Caribe en La Arenosa. Sin embargo, esta ilusión se desvaneció.
Además de la obligación legal de notificar al Congreso sobre un viaje al exterior, el artículo 196 de la Constitución establece que el jefe de Estado solo puede nombrar como ministro delegatario a alguien que pertenezca “al mismo partido o movimiento del presidente”.
Saltar de partido en partido
Aunque no cabía duda de que Benedetti está en el corazón de Petro, hasta entonces el asunto de su militancia era irrelevante. “Cuando llegó al Pacto Histórico cogió las riendas de la campaña, empezó a mandar, pero a nadie se le ocurrió siquiera preguntar en representación de qué partido. Lo único cierto es que de izquierda no era”, dice una persona que participó en la campaña. En su largo recorrido político, Benedetti se ha declarado como vargasllerista, uribista, santista, duquista y ahora petrista.
Ante la duda sobre su afiliación partidista, el presidente tuvo que designar como ministro delegatario a Guillermo Alfonso Jaramillo, ministro de Salud. Frustrado, Benedetti afirmó que cuando respaldó la candidatura de Petro en 2020 “quedamos en que yo entraba a Colombia Humana”. Sin embargo, reconoció: “No basta alzar la mano y decir ‘yo soy de Colombia Humana’, sino que debe haber un registro en el computador del partido, y no lo había”.

En efecto, en el Registro Único de Partidos Políticos del Consejo Nacional Electoral (CNE), donde se consignan datos como la designación y remoción de directivos, así como el registro de afiliados, Benedetti no aparece como integrante de Colombia Humana. A pesar de ello, esta colectividad emitió una constancia apresuradamente, aunque el hecho ya había generado tanto ruido que Benedetti comentó entre risas: “Después de este problema no sé si me vayan a tener en cuenta para ser ministro delegatario”.
El domingo 11 de mayo, CAMBIO publicó una columna del periodista Yohir Akerman titulada 'Sábanas sucias en el ministerio'. En ella, con copias de facturas, documentos oficiales y correos internos de la Cancillería, se revelaba que Benedetti salió de Roma —donde ocupó la embajada ante la FAO— “sin ni siquiera pagar el trasteo” ni la limpieza de fundas, cobijas, edredones, toallas, tapetes y lienzos.
A primera hora del lunes comenzó un trabajo de persuasión con los congresistas que consideraba podía convencer para votar a favor de la consulta popular. Según él, su labor fue tan exitosa que, a pesar de la ley de bancadas —que sanciona a quienes se apartan de las decisiones colectivas—, algunos parlamentarios de los partidos Conservador y Cambio Radical le aseguraron estar dispuestos a “inmolarse” y votar afirmativamente.
'Nos sobran votos'
Tenía tanta confianza que llegó a decir que no solo tenía los votos necesarios, sino que le sobraban. Mientras tanto, en Pekín, se producía un hecho en el que Benedetti fue involucrado, aunque esta vez sería inocente.

Según trascendió, el presidente Petro se molestó con la canciller Laura Sarabia porque su intención era firmar con China el “plan de cooperación para la Iniciativa de la Franja y la Ruta”, porque el mandatario deseaba dejar amarrada la nueva relación con Pekín mediante un acuerdo vinculante, no con una simple carta de intenciones.
La W reveló que, antes del encuentro con Xi Jinping, hubo un fuerte reclamo a la canciller porque él supo que no cumplieron su orden. La emisora publicó un pantallazo del chat del gabinete en el que se lee:
“Desde Cancillería habían cambiado el documento sin autorización del presidente, pero logramos, a último momento, volver al original que siempre trabajamos. Alegría porque, aunque desesperados, ¡NO PASARÁN!”.
Aunque en ese chat participan ministros y altos funcionarios del Estado, muchos voltearon a mirar a Benedetti como responsable del mensaje que dejaba muy mal parada a Sarabia. Era natural: casi al mismo tiempo, él declaraba a los medios: “Gozo de buena amistad con todos mis colegas, me llevo bien con todos, excepto con la canciller, con quien he tenido algunas discrepancias” por lo que él calificó como “acciones que van contra el Gobierno”. En realidad, la cosa es de mayor calado porque Sarabia inició un proceso ante la Fiscalía contra Benedetti por violencia de género y ha anunciado que irá hasta las últimas consecuencias.
A pesar de la gravedad de la acusación, Benedetti intentó minimizarla: “En términos generales, yo me la llevo bien con todo el mundo, pero muy bien”.
Una fuente le confirmó a CAMBIO que, en esta ocasión, Benedetti no fue quien escribió al presidente en el chat del gabinete.

Él se preparaba para la votación de la consulta, cuyo resultado fue negativo para el Gobierno. El hombre que había sido integrado al gabinete contra viento y marea, y que generó una fractura interna, perdió la elección que daba por ganada.
No logró evitar la decisión de voto en bloque de los partidos Conservador y Cambio Radical, y así perdió al menos cuatro votos. Tampoco consiguió -por distintas razones- los votos de Richard Fuelantala (Autoridades Indígenas de Colombia, AICO) ni de la líder indígena Martha Peralta Epieyú (Pacto Histórico). Ni siquiera Norma Hurtado (La U), partido que Benedetti conoce a profundidad y al que él se dedicó a mimar durante horas. Resulta difícil comprender cómo no anticipó la ausencia de estos votos seguros, un error grave en alguien con su experiencia legislativa.
Una imagen vale más que mil palabras
Además del fracaso político, quedó la imagen televisada en la que pierde la compostura como ministro de Estado, intenta arrebatarle la hoja de votación al secretario general del Senado, Diego González, y se va contra él. Una escena difícil de olvidar y que, de no ser porque la senadora María José Pizarro lo contuvo, hubiera podido ser peor.
El jueves 15, los miembros del Gobierno se despertaron con el sabor amargo de la derrota, pero con la necesidad de seguir adelante porque no hay tiempo para lamentos. Benedetti atendió a los medios, los cuales además ya no se centraron solo en su fracaso en el Senado sino en la renuncia de la ministra de Justicia, Ángela María Buitrago —una de las funcionarias mejor valoradas del gabinete—, quien dijo que se iba porque él la presionaba.
Según el testimonio de Buitraro, Benedetti y la directora del Dapre, Angie Rodríguez, le habrían solicitado el despido de una persona de la Unidad de Servicios Penitenciarios porque necesitaban el puesto, a lo que ella se opuso por considerarlo un profesional calificado. “Armando Benedetti me llama y me dice que, por orden del presidente, hay que sacarlo”, relató ella.
También Buitrago señaló intentos para que removiera a Alexander Rivera, director de Política de Drogas, a lo que se negó. En estas condiciones, se sintió maltratada y decidió empacar maletas.

Mientras Benedetti respondía a estas acusaciones, le preguntaron por una fotografía en la que se ve una conversación suya con el presidente Petro. El fotógrafo Guillermo Torres, de Semana, lo captó durante la sesión en la que se hundió la consulta. Tras los gritos y su intento de quitarle la hoja a González, Benedetti regresó a su silla, desbloqueó su celular y escribió:
-“¿Quién convoca la huelga general? ¿A quién se le dice que lo haga?”.
Entre risas, Benedetti dijo que se había confundido: “Yo lo que quería era que no me pusieran la responsabilidad de Barranquilla”, en referencia al cabildo abierto que se realizaría allí. Según él, el mensaje al presidente aludía a manifestaciones, no a un paro nacional.
Un mensaje a Pekín
Además, el Tercer Canal captó otra conversación en su teléfono en la que supuestamente Benedetti le escribió al presidente Petro con el que tenía 14 horas de diferencia: “Gregorio (Elijach) está haciendo campaña por la apelación y no a la consulta. Si puedes, dale una llamada apenas te levantes. Que te ayude”.
En el intercambio, Benedetti insinuaba que la estrategia era evitar revivir la reforma laboral y enfocarse en aprobar la consulta. A quienes no votarían a favor, él les habría dicho que era mejor no asistir, ya que la decisión se tomaría por mayoría simple: “Entre hoy (martes) y mañana (miércoles) debemos ganar cuatro votos más. Los esfuerzos han sido en el plan de que no asistan, pero no me voy a confiar en eso”.
Cuestionado por este inédito episodio, Benedetti dijo: “Yo no sé de eso” y “esos no son míos”.
En semejante situación, la pregunta obvia es. ¿Continuará Benedetti en el gabinete? El analista Gabriel Cifuentes considera que aún está por verse si su estrategia tendrá efectos en las elecciones de 2026, que es su gran desafío.
Y es que, por ahora, sus resultados han sido agridulces: aunque ha perdido votaciones, ha logrado visibilizar la consulta sobre los derechos de los trabajadores —de amplio respaldo popular— y ha centrado la estrategia del gobierno en comunicarse masivamente a través de alocuciones y consejos de ministros televisados.

Esto, sin duda, ha permitido al Ejecutivo ganar en favorabilidad y eclipsar otras crisis: corrupción, salud, crisis fiscal, energía y seguridad. Desde su llegada, todos los focos se han centrado en Benedetti, quien ha recibido palo a diario. Lo sorprendente es que en esta dinámica ha contribuido a que otras tormentas políticas que en cualquier otro país provocarían una crisis mayúscula -como la decisión de la fiscalía contra Carlos Ramón González, quien fuera el número 2 en Palacio- pasen desapercibidas.
Adiós a las buenas maneras
Otros ven, sin embargo, que su presencia provocó el desmembramiento del gabinete y la salida de figuras leales al proyecto progresista. Y lo más grave es que con él se ha diluido la promesa de renovación política y el rechazo a las prácticas tradicionales.
En esta línea, Gonzalo Araujo, de la firma Orza, advierte que, tras todas las maniobras realizadas para conseguir votos, al ministro le esperan, sin duda, al menos algunas audiencias ante la Corte Suprema. Además, lleva consigo el desprestigio de haber normalizado —a través de escándalos, denuncias y actitudes— una práctica pública basada en el 'todo vale' y la falta de ética.
Frente a las acusaciones de la ministra Buitrago, Benedetti se mostró exhausto y ofendido: “Lo que ella dice es mentira. Es la actuación de una persona que la botaron y como siempre salen a golpear al perro más flaco”. Y anunció: “acabo de dar poder para demandar a la exministra de Justicia por injuria y calumnia”.
Y concluyó con una frase escueta esta semana de vértigo:
-“Ya estoy cansado”.
