Patricia Ariza le envía otra carta a Gustavo Petro
12 Mayo 2023

Patricia Ariza le envía otra carta a Gustavo Petro

La exministra de Cultura le envió una misiva al presidente Petro en la que expresa su preocupación por el rol de la cultura en el cambio social. "Una paz que no se cante, que no se pinte, que no se relate, que no se represente, se puede morir de tristeza" dice.

Por: Redacción Cambio

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Presidente:

Escuché  atentamente  su conferencia  sobre los fondos de pensiones y vi cómo los economistas lo  observaban entre sonrientes y perplejos.  Su discurso sobre el fracaso de los alquimistas de la economía fue, sin duda, formidable. Usted habló con la elocuencia que lo caracteriza, de cuán equivocado estaba el conocimiento de tantos “sabios” con diplomas y doctorados que nos prometieron en el año 1993 un mejor vivir con la economía de mercado. Usted, tenía la razón.  
Recordé que una vez usted estuvo de acuerdo conmigo en que el conocimiento sin sensibilidad no sirve de mucho. 

La humanidad en el siglo pasado se debatía en dos grandes maneras de mirar el mundo. Una parte, la nuestra, la de los revolucionarios, la de las y los jóvenes que fuimos capaces de desprendernos de todo hasta de entregar el tiempo y la vida. Pero también de crear grandes obras.  Muchos de los nuestros murieron en el intento, los mataron.  Estaban con nosotros los estudiantes y los obreros, los intelectuales y los campesinos. Los que no fueron matados, fueron, fuimos excluidos y excluidas. Fuimos testigos de la transformación del humanismo en negocio a través de los famosos planes de desarrollo sostenible. Pero también vivimos la resistencia cultural de los jóvenes, de la izquierda, de las mujeres, de los ambientalistas y de los y las artistas que fueron capaces de advertir el desastre.

Y, estaba la otra humanidad, la que se dejó seducir por los cantos de sirena del neoliberalismo. Un modelo que embelleció la llamada economía de mercado, que prometió que el vaso de la riqueza se derramaría sobre los pobres y todos íbamos a convertirnos en emprendedores. Ese modelo prometió que íbamos a acceder a la modernidad postergada mediante las grandes alianzas estratégicas.

Nada de esto pasó, la modernidad prometida no llegó jamás porque era un espejismo para los pobres. Esta modernidad concentró de manera obscena la riqueza en unos pocos patriarcas megamillonarios. Sus multinacionales le extrajeron las entrañas a la tierra y el clima cambió al punto que se están deshielando los glaciares. Y, cada día que pasa, desaparece una especie sobre la tierra. Los gases invernadero llenaron el cielo prometido y la humanidad está llegando al peligro de su propia extinción. Eso fue lo que pasó.  

Nosotros y nosotras no logramos que nuestra utopía poética alcanzara su realización total, pero, como tenemos la razón y el corazón, seguimos en la resistencia. Nada nos detendrá en este propósito y menos ahora cuando tenemos la tarea de contribuir desde aquí a salvar la humanidad de sí misma y parar la guerra, que es el eterno recurso de los imperios para reciclarse. 

Este país no se escapa de la tragedia planetaria. Vivimos las guerras locales  y las guerras ajenas relacionadas con el narcotráfico. Llevamos tantos años en esto, que no tenemos otra alternativa que la de encontrar salidas iluminadoras a la crisis.   

Estamos en ese pulso presidente y, por eso, hoy como nunca antes, debemos acudir a la cultura, que no es un adorno. Es el asunto político por excelencia, porque tiene que ver con los modos de ser y de sentir de las sociedades y de las personas. Tiene que ver con la premonición y la memoria. 

Es necesario cambiar la cultura de la muerte asociada a la riqueza y remplazarla por la cultura de la paz y, por la reconquista de un modelo verdaderamente solidario. Por eso presidente, la gran mayoría de artistas y creadores, de intelectuales y académicos hemos estado con usted y con el Gobierno del cambio porque no nos resignamos a que la guerra y la violencia sean el destino para nuestros hijos y nietos y para nuestras hijas. 

Compartimos con usted, presidente, la necesidad de colocar la vida en el centro de todo, pero no cualquier vida, sino una vida cargada de sentido, una vida donde el conocimiento sensible florezca y donde  la creación no sean atributo exclusivo de unos cuantos, sino un derecho de todos y todas que se pueda practicar y disfrutar a lo largo de la vida, de toda la vida.    

Para profundizar

Estamos en un cambio de época y el Gobierno del cambio que usted preside es la gran oportunidad no solo para Colombia sino para el mundo. Alguien tenía que decir que el modelo fracasó estruendosamente y usted lo ha dicho. Pero no basta decirlo, hay que construir colectivamente el cambio. Y estamos a tiempo todavía.  

No estamos arando en el mar, presidente. Son miles de miles las personas en el mundo y en Colombia que estamos en este propósito. Y, esta hazaña no puede ser solamente un asunto de la política. Tiene que haber un cambio cultural, un cambio de paradigmas, un cambio de mentalidad, un cambio de los dominantes imaginarios de la guerra.

El cambio cultural señor presidente, no puede ser un asunto exclusivo del Ministerio de las Culturas, de las Artes y los Saberes. Es, o debería ser, un propósito nacional, empezando por el Gobierno mismo del cambio porque la cultura está en todos los lugares, en la regiones, en los barrios, en los jóvenes, en las mujeres. Necesitamos construir una cultura de paz en donde la paz se vuelva cultura. 

El gran estallido social del 21, fue, sobre todo, un estallido cultural. Las ollas comunitarias no eran solo para comer sino para encontrarse. Los discursos no estuvieron en los estrados, estuvieron en los muros. Y los jóvenes no estuvieron solamente en las calles, ingresaron al Relato de Nación.        
Estamos inmersos e inmersas no solo en las guerras bélicas, sino que su Gobierno y usted mismo, así como la vicepresidenta Francia Márquez están siendo víctimas de guerras culturales. Estas guerras son muy peligrosas porque muchas veces son intangibles. Trabajan sobre los imaginarios, sobre la mentalidad, sobre los modos de ser, de pensar y de sentir de la sociedad y de las personas. Recuerde presidente, que mediante una guerra cultural se perdió el plebiscito por la paz.  

Por eso presidente y se lo digo con  respeto, pero a la vez con preocupación: no se puede abandonar la cultura porque el cambio social es un cambio cultural.  No se puede pensar que la cultura es una suma de eventos, de proyectos y de fotografías. Este país requiere con urgencia una profunda Reforma Cultural que permita que la paz se vuelva a colocar en el Relato de Nación y en el corazón de la gente. Una paz que no se cante, que no se pinte, que no se relate, que no se represente, se puede morir de tristeza.

Bienvenidos todos los proyectos culturales, pero si no tenemos un Proyecto  Cultural  de Nación a lo mejor serán esfuerzos bellos,  pero vanos.

Claro que necesitamos colocar la vida en el centro de todo, pero vivir no es solo respirar. Necesitamos que la vida se llene de sentido, necesitamos que el cambio sea la reconstrucción del Relato de Nación, que con seguridad presidente será la construcción colectiva de la paz. 

Patricia Ariza
Artista
     

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