¿Por qué Colombia no mejora en las Pruebas Pisa?

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Crédito: Freepick

28 Enero 2024 03:01 am

¿Por qué Colombia no mejora en las Pruebas Pisa?

El escritor y rector del colegio El Sabio Caldas analiza por qué a Colombia no le va bien en las pruebas PISA. Los presupuestos para la educación han aumentado, pero hay un reto enorme frente a la calidad de la misma. Diez dirigentes del sector aportan sus ideas para iniciar una transformación educativa en el país.

Por: Santiago Espinosa

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A finales del año pasado se conocieron los resultados de las Pruebas PISA. Colombia bajó en las tres áreas evaluadas: lectura (perdimos cuatro puntos), ciencias (perdimos tres) y matemáticas (caímos 8 puntos, de 391 a 383). El presidente Gustavo Petro, en una alocución presidencial, analizó estos resultados como “un fracaso del sistema educativo”. Una lectura más atenta sería menos catastrofista. En el año 2022 ocurrió la mayor caída desde que se realizan estas pruebas—una hipótesis inicial son los estragos de la pandemia—, y los resultados de Colombia se mantuvieron más o menos estables. 

Si miramos el promedio de los 81 países que presentaron la prueba, hubo un descenso de diecisiete puntos en matemáticas, once puntos en lectura y cuatro puntos en ciencias. La caída de Colombia fue muchísimo más baja que la del promedio de los países. Lo que es indudable es que los resultados no son buenos. Desde que Colombia participa de estas pruebas (2006), siempre ha estado en los últimos lugares, al punto que podríamos hablar de quince años de relativo estancamiento. Los presupuestos en educación han aumentado de manera significativa; hoy hay más cobertura que nunca; y, en muchos lugares, mejores instalaciones; las condiciones son más favorables para todos los maestros de colegios oficiales, pero a pesar de estos esfuerzos la calidad educativa sigue siendo una tarea pendiente. 
Es evidente que los colegios son mucho más que estos tres indicadores académicos. En sus instalaciones ocurre el encuentro de la comunidad y la educación para la paz, la atención prioritaria a las familias y hasta la alimentación de los niños. Aspectos fundamentales como el trabajo en equipo y el desarrollo de las emociones, la convivencia y la inclusión en las diferencias, la ética o el proyecto de vida de los estudiantes, no son evaluados por estas pruebas. En lo que podríamos estar de acuerdo es en que ninguna educación de calidad podría prescindir de las habilidades de lectura, fundamentales, además, para la construcción de una democracia; ni de las capacidades de un pensamiento analítico o científico. Ahí podrían estar la mayoría de los empleos del futuro. 

Estos resultados nos dicen que menos de la mitad de nuestros estudiantes, el 49%, comprenden propiamente lo que leen. Algo muy parecido ocurre en ciencias. En las matemáticas básicas que demandan los trabajos del siglo XXI, el 71% no tiene las habilidades, y casi ningún estudiante colombiano tiene un desempeño superior en esta materia. 

Hablamos de habilidades básicas para que una persona pueda leer críticamente su mundo, o comprender un problema complejo. Esas son las cosas que se supone que tendríamos que aprender en un colegio, aparte de todo lo demás. Actualmente, el gobierno nacional discute un proyecto de Reforma Educativa. Su mensaje prioritario es que la educación sea un derecho fundamental. Pero que esta educación de calidad ocurra efectivamente en las aulas del país supone otros retos, más específicos y menos grandilocuentes. 

¿Por qué Colombia no mejora en las pruebas? ¿Cuáles son las claves para una transformación educativa en Colombia? Les hice estas dos preguntas a diez expertos en calidad educativa, y esto fue lo que me respondieron. Una educación de calidad debería ser un propósito compartido por todos los sectores de la sociedad. Ese debería ser el gran acuerdo sobre lo fundamental, y sobre el que tendrían que iniciar todos los cambios. 

“LOS DIFERENTES GOBIERNOS HAN DESCUIDADO LOS FACTORES ASOCIADOS A LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN”

 

Julián de Zubiría. Es el director del Instituto Alberto Merani, tiene una columna en El Espectador y es autor de varios libros sobre pedagogía. 

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Julián de Zubiría. Crédito: Redes sociales.  
  • En Colombia, los diferentes gobiernos han descuidado los factores asociados a la calidad de la educación: formación de docentes, currículo y liderazgo pedagógico, entre otros. Todavía no hemos reformado las facultades de educación a pesar de que, desde 2012, todos los años, los futuros docentes alcanzan los niveles más bajos en lectura y razonamiento matemático. Así mismo, cada año los niños ven más de 15 asignaturas con contenidos totalmente fragmentados. Como puede verse, la mayor responsabilidad le compete a la clase política que ha gobernado el país y que entiende muy poco de educación. 
  • Si queremos mejorar la calidad de la educación debemos cambiar el sistema de formación de docentes por otro orientado a desarrollar las competencias de los futuros docentes. Así mismo, debe ser grupal y contextualizado. También es necesario que los mejores egresados de la básica se vinculen a la docencia; para lograrlo, debemos ofrecerles becas y mejorar los salarios de ingreso. Un programa “Ser Pilo Maestro” sería una buena opción. En lo que tiene que ver con el currículo, lo más aconsejable sería privilegiar unas muy pocas y esenciales competencias. Bogotá ha demostrado la pertinencia de organizar las instituciones educativas en cuatro ciclos. Eso favorece el trabajo en equipo y articula educación y desarrollo. Al fin de cuentas, lo importante no es que un niño aprenda muchas cosas, sino que después de su paso por la escuela, piense, se comunique y conviva mejor. 

“NO EXISTE UNA POLÍTICA DE CALIDAD DEFINIDA, AMPLIA Y CLARA”

 

Edna Bonilla. Exsecretaría de Educación de Bogotá y alcaldesa encargada en varias ocasiones. Actualmente es Profesora de la Universidad Nacional de Colombia. 

Edna Bonilla
Edna Bonilla. Crédito: Secretaría de Educación. 
  • Son varias las razones que explican por qué no hemos mejorado en las pruebas PISA, pero me centro en tres: No existe una política de calidad definida, amplia y clara. La política educativa implícita a la Ley 715 de 2001 centró su atención a mejorar el acceso y la cobertura. La inversión en calidad es marginal. En el Sistema General de Participaciones (SGP), el gasto en calidad apenas representa el 4% de la bolsa. Con ese nivel de inversión, es imposible tener buenos resultados.  Y finalmente está la falta de un currículo único nacional. La Ley General de Educación instauró la autonomía curricular de las instituciones educativas, sin tener en cuenta la capacidad real de los colegios. La autonomía de los colegios impide, desde el punto de vista legal, implementar políticas nacionales de dotación de textos, que guíen los procesos de enseñanza/aprendizaje.
  • Para cambiar la educación de Colombia es necesario que comprendamos la relación directa que existe entre el ser y el saber, esta es la clave para una formación integral. Para esto debemos proporcionar a los estudiantes las condiciones y elementos necesarios que promuevan el aprendizaje, incluyendo la formación de los maestros. Debemos priorizar los aprendizajes fundamentales, con competencias que preparan a los estudiantes para afrontar situaciones y tareas en contextos relativamente nuevos y retadores. También debemos acentuar los intereses, necesidades y expectativas de las comunidades educativas, para esto es fundamental que cuidemos la educación socioemocional, incluir el arte, el deporte, la creación, la cultura y la innovación como elementos integrales al proceso de formación. En síntesis, debemos revisar y actualizar la ley general de educación, para sintonizar el sistema educativo a las necesidades reales de la sociedad actual. En esta propuesta debería haber un viraje hacia un currículo único nacional, y una mayor autonomía de los colegios en materia de gestión.

“MI DIAGNÓSTICO ES QUE PROBABLEMENTE NO HEMOS HECHO UN BUEN DIAGNÓSTICO". 

Moisés Wasserman. Bioquímico y columnista de El Tiempo. Fue rector de la Universidad de Nacional de Colombia entre 2006 y 2012. 

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Moisés Wasserman. Crédito: Colprensa.  
  • Mi diagnóstico es que probablemente no hemos hecho un buen diagnóstico. Es indudable que se han hecho grandes esfuerzos a lo largo de los años y en varios gobiernos, sin embargo, los resultados Pisa (y también nuestras pruebas Saber) parecen resistentes al cambio. Desde 2012 funciona el programa todos a aprender para los maestros (ha cubierto más de 80.000), hoy casi el 40% de ellos tienen posgrado, las instalaciones han mejorado. Evidentemente no entendemos bien qué es lo que ha pasado y estamos llevando a cabo iniciativas importantes, pero no damos en el blanco.
  • Creo que no sabemos cuáles son las claves y por tanto nuestras acciones no impactan la educación como esperamos. Todas estas pruebas, la Pisa internacional y las Saber 3,5,9, 11 y Pro, del Icfes, nos generan una información propia muy importante tanto del sector público como del privado. No hay que usarlas como meta y tratar de ‘entrenar’ a los estudiantes para mejorar en ellas. Más bien propondría emprender proyectos de investigación en profundidad: ¿Por qué dos colegios que se parecen mucho tienen resultados disímiles? ¿Qué hay en sus procesos educativos que los diferencie? ¿En qué son distintos sus cuerpos de maestros? ¿En qué el manejo directivo de las instituciones? ¿Cuánto afecta el uso de nuevas pedagogías y de recursos virtuales? ¿En qué se diferencias sus proyectos institucionales y los currículos adoptados?

“NECESITAMOS UN CAMBIO DE PARADIGMA EDUCATIVO QUE ENTIENDA QUE LA EDUCACIÓN EXCEDE UN PERIODO DE GOBIERNO Y REQUIERE DE UN CONSENSO SOCIAL Y POLÍTICO PROFUNDO.”  

Yolanda Reyes. Escritora y Educadora. Ganó el premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil. Dirige Espantapájaros, un proyecto de educación y cultura para la primera infancia. 

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Yolanda Reyes. Crédito: Redes sociales.  
  1. No estamos haciendo nada distinto a reaccionar, resignados o a la defensiva, frente a una prueba que llega desde otras realidades y cuyo sentido nos es ajeno. Dado que una prueba evalúa un trabajo orientado hacia un punto de llegada, la pregunta es si el modelo PISA se ajusta a ese deber ser: a cómo y por qué necesitamos educarnos para vivir en este país y en el planeta. Una crisis educativa -y es necesario llamarla por su nombre- es una crisis de la sociedad en la que se inserta, porque la escuela no está fuera de la realidad ni hace magia, sino que refleja y contiene a la sociedad. Y esta sociedad segregada, con zanjas entre lo público y lo privado, lo urbano y lo rural, la riqueza y la pobreza y tantas más, se refleja en cualquier prueba porque el problema no es la prueba sino las brechas. 
  2. Romper modelos inmediatistas y hacer preguntas esenciales de país. ¿Qué (y por qué) necesitamos aprender hoy? ¿Cómo se inserta la educación en otro contrato social de nación? Entender que es imposible enseñar sin aprender al mismo tiempo, y esto tiene que ver con los maestros y con su lugar en la sociedad. Más allá de claves, necesitamos un cambio de paradigma educativo que entienda que la educación excede un periodo de gobierno y requiere de un consenso social y político profundo.  Lo demás son cursitos remediales.

“CUANDO LOS ACTORES EDUCATIVOS SE PONGAN DE ACUERDO, LOS RESULTADOS DE LAS PRUEBAS PISA MEJORARÁN, ASÍ COMO LAS CONDICIONES DE VIDA DE NUESTROS NIÑOS”

Eucardo Pérez P. Profesor y rector del Colegio Calasanz Buenavista en Bogotá. Esta institución, dentro de los colegios oficiales, ocupó el tercer lugar en el ranking distrital de las Pruebas Saber. 

  1. Las pruebas PISA y sus resultados deberían no sólo contribuir a mejorar las prácticas educativas, sino también a enriquecer los debates de política educativa de los países que participan. Se hace necesario que en esta reflexión participen la escuela con sus comunidades, el sector universitario, las secretarias de educación, el ministerio de educación y el sector privado. Estos resultados también deben ser “leídos” en un contexto amplio y no solamente haciendo referencia al “número”. La educación es una práctica compleja donde intervienen distintos actores. Si están desarticulados, no se podrán obtener los buenos resultados que la sociedad necesita. Estos actores, en muchas ocasiones, no tienen en cuenta que son los estudiantes los que deben estar en el centro de todos los esfuerzos, y que su transcurso por la escuela los va a marcar por el resto de la vida.  Cuando estos actores educativos, y seguramente otros más, se pongan de acuerdo, no solo los resultados de las pruebas PISA mejorarán, también las condiciones de vida de nuestros niños, niñas y jóvenes serán mejores.
  2. Es importante que revisemos, en primer lugar, la orientación profesional de los docentes, que la decisión de ser maestro no sea el plan B o C, así como la formación que reciben en la universidad. Es muy importante que estas facultades tengan recursos y programas actualizados, enfocados a la formación continua, que enseñen prácticas pedagógicas que preparen al futuro maestro en el contexto real de la escuela. En un segundo lugar están los colegios. Estos deben contar con plantas físicas adecuadas y recursos de aula en buen estado, espacios amplios para la actividad al aire libre, etc. Es muy importante que los colegios cuenten con un equipo directivo comprometido, con un horizonte institucional definido, con una planeación estratégica coherente, y con unas familias comprometidas con la educación de sus hijos y con el PEI del colegio.

“FALTA UNA ALINEACIÓN ENTRE EL CURRÍCULO ESCOLAR, LAS METODOLOGÍAS Y LAS HABILIDADES PARA LA VIDA.”

Catalina Guzmán Urrea. Doctora en Ciencias de la Educación. Actualmente es la rectora del colegio Marymount School de Medellín

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Catalina Guzmán Urrea. Crédito: Colegio Marymount. 
  1. Pienso en cuatro factores para un diagnóstico. Desigualdades socioeconómicas: las brechas en el acceso a recursos y oportunidades. Calidad de la infraestructura educativa: falta de material educativo actualizado y entornos físicos deficientes. Formación y retención de docentes: mejorar los programas de formación docente y proporcionar oportunidades de desarrollo profesional continuo. Falta de alineación entre currículo escolar, metodologías y habilidades para la vida.
  2. Porpongo las siguientes claves: compromiso Político Sostenido. Inversión significativa en recursos: no solo de presupuesto, debemos asegurar que los recursos se utilicen eficientemente. Formación y Desarrollo Profesional de Docentes. Adaptar el currículo educativo para que sea relevante y alineado con habilidades blandas, competencias digitales, y que permita la flexibilidad en los métodos de enseñanza. Equidad y acceso universal: abordar las desigualdades socioeconómicas, geográficas y étnicas. Evaluación formativa y continua. Finalmente debemos fomentar la innovación educativa, para estimular la creatividad y preparar a los estudiantes para un mundo en constante cambio.

“SE DEBE TENER UNA POLÍTICA PÚBLICA CLARA Y COHERENTE PARA LA CONTRATACIÓN, EVALUACIÓN Y CAPACITACIÓN DE MAESTROS”

Víctor Alberto Gómez. Psicólogo y educador. Actualmente es el rector del Gimnasio Moderno. 

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Víctor Alberto Gómez. Crédito: Rede sociales. 
  1. El país ha hecho un esfuerzo en cumplir con indicadores de cobertura en educación, pero ha descuidado la calidad. Toda la fuerza de la política pública educativa debe tener el foco de la calidad. Lo segundo es responder a la pregunta, ¿qué entendemos por calidad educativa? Lo que tiene que ver, necesariamente, con escoger a los mejores profesionales para que sean maestros. Esto se logra haciendo atractivo el trabajo de los maestros, remunerándolos bien, para que sus ingresos sean comparables con otros sectores de la economía. El entrenamiento de maestros debe ser permanente y dirigido por las mejores escuelas públicas y privadas del país y del exterior. Esto exige esfuerzos del Estado muy importantes, como aumentar en 1 o 2 puntos del PIB la inversión en educación. Se debe tener una política pública clara y coherente para la contratación, evaluación y capacitación de maestros. No se trata de comparar colegios de primer nivel, con todos los recursos, con entidades territoriales que no disponen de recursos básicos para ofrecer servicios educativos. Existen unos mínimos fundamentales para que los niños y niñas, jóvenes de todo el mundo, puedan recibir una educación de calidad.
  2. Fortalecer los modelos pedagógicos de los colegios con enfoques de innovación y creatividad en el aula, esto es, estudiar e indagar las mejores metodologías para resolver problemas reales e incorporarlas al modelo específico de cada colegio. Analizar el mercado mundial: se están necesitando profesionales en áreas específicas que las universidades no tienen, debemos estructurar nuevos programas para el desarrollo de competencias digitales. Y finalmente se debe hacer un seguimiento riguroso a los planes decenales de educación y a las recomendaciones de la Comisión de Sabios, para identificar que nos falta y direccionar los esfuerzos frente a los objetivos propuestos.

“CLARAMENTE, NUESTROS ESTUDIANTES NO ESTÁN RECIBIENDO UNA EDUCACIÓN COMPATIBLE CON LO QUE EXIGE LA PRUEBA PISA.”

Luisa Pizano. Matemática y educadora. Fue la primera rectora del Colegio Los Nogales y directora de Alianza Educativa. Actualmente es asesora de distintas organizaciones educativas. 

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Luisa Pizano.  Crédito: Rede sociales. 
  1. Claramente, nuestros estudiantes no están recibiendo una educación compatible con lo que exige la prueba PISA, que, de paso, considero una muy buena prueba básica sobre los conocimientos que debe tener un estudiante del siglo XXI. Pisa busca que los estudiantes desplieguen su pensamiento crítico y otras habilidades de pensamiento que, aunque incluyen la memoria, no se centran solamente en esta. Creo que los resultados no han mejorado porque seguimos sumidos en didácticas memorísticas. La memoria es fundamental para el aprendizaje, pero no debemos quedarnos ahí. Por otro lado, creo que nos hemos descuidado en el currículo, debemos preguntarnos qué estamos enseñando y qué nivel, cómo lo estamos enseñando, y para qué. Es muy importante, por último, que revisemos la formación de los maestros. 
  2. Tener docentes bien preparados en su disciplina y en la didáctica de las mismas, y que haya un apoyo al docente desde la rectoría y las coordinaciones académicas. Es muy importante que los rectores se vinculen a las áreas académicas, que asesoren y acompañen a los profesores en el desarrollo del currículo, que estén atentos a cómo se enseña y se aprende en su colegio. Debemos pensar en un currículo que responda a las siguientes preguntas: ¿qué enseñar?, ¿para qué enseñar? y, ¿cómo enseñarlo? Hemos descartado los textos escolares y los materiales, que son una ayuda importantísima para los estudiantes y sobre todo para los docentes, que a veces no tienen el tiempo de preparar clases, y que a través de estos textos pueden revisar sus propios conocimientos de la materia. Los maestros, por otra parte, necesitan un mayor apoyo para manejar las dificultades de aprendizaje dentro del aula. 

“EL ESTUDIANTE NO ENCUENTRA EN LA ESCUELA DE HOY LO QUE ÉL QUIERE O LO QUE ÉL DESEA PARA CONSOLIDAR SUS SUEÑOS.”

Jorge Castilla. Es el rector de la Institución Educativa Departamental Mitsilou Campbell, ubicada en Los Negritos, Magdalena, municipio San Sebastián de Buenavista.

  1. ¿Cuál sería el de diagnóstico que podíamos plantear desde el territorio? Para responder a esa preguntar debemos centrarnos en la acción académica y en la distancia que existe entre el currículo y los estudiantes. En la escuela de hoy no se llega a aprender sino a desaprender, y básicamente porque el estudiante no encuentra en la escuela de hoy lo que él quiere o lo que él desea para consolidar sus sueños. Podemos invertirle a la educación cualquier cantidad de recursos, pero si no pensamos en el currículo y en la dinámica de los territorios no tendremos resultados positivos. 
  2. Lo primero sería reconocer los territorios como las unidades transformadoras, aprovechar la diversidad de los entornos con el ánimo de que el chico pueda ejercer el liderazgo pertinente de su propia formación. El protagonista ya no puede ser el docente sino el estudiante. Frente a los procesos formativos, algo que consideramos supremamente importante, es la formación por ciclos de aprendizaje. El currículo debe estar encaminado al desarrollo de las competencias de los estudiantes, y la escuela debe ser el motor de desarrollo. Para esto debemos incentivar el pensamiento y la comprensión lectora, con el fin de que, desde la autonomía, los estudiantes puedan ser líderes con la capacidad de transformar sus propias comunidades. Eso, indiscutiblemente, sólo se logra si pensamos en la formación de docentes desde una dinámica diferente.

“LA LIBERTAD CURRICULAR NO SIRVE DE NADA SI VA A QUEDAR A MERCED DE LAS EDITORIALES O DE LA REPETICIÓN DE UNOS CONTENIDOS OBSOLETOS.”

Juny Montoya. Abogada y Doctora en Educación, profesora universitaria. Actualmente es la directora de Desarrollo e Innovación Pedagógica y Curricular de la Universidad de los Andes.

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Juny Montoya.  Crédito: Universidad de los Andes. 
  1. El sistema educativo en Colombia está fragmentado y segregado. Aunque en promedio el desempeño es deficiente, los resultados son muy diversos y no contamos con instrumentos para mejorar la calidad de todo el sistema. A pesar de que la reglamentación de los programas de formación inicial se ha hecho más exigente, los que se forman como profesores no son los mejores estudiantes, ni las prácticas de formación son las más adecuadas (reciben clases magistrales sobre la importancia del aprendizaje activo). No estamos garantizando la calidad del profesorado como cuerpo. Por otra parte, Colombia no cuenta con un currículo nacional. Si bien somos un país diverso y por eso nos resistimos a la estandarización, la libertad curricular no sirve de nada si va a quedar a merced de las editoriales o de la repetición de unos contenidos obsoletos. 
  2. Dos factores clave son la formación de los profesores y el currículo. Debemos motivar a los mejores estudiantes a formarse como profesores y asegurar que esa formación modele el tipo de ambiente educativo que queremos que los profesores repliquen en sus aulas. Debemos contar con un currículo nacional, o al menos con un marco curricular común que nos permita garantizar unos aprendizajes y un nivel de calidad mínimos en todo el territorio nacional y con los recursos para desarrollarlo.
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