Reforma a la salud: ¿cama para todos?
26 Mayo 2023

Reforma a la salud: ¿cama para todos?

A propósito del foro de CAMBIO sobre el futuro de la salud, el presidente de Sies Salud reflexiona sobre la necesidad de que la reforma garantice la continuidad de los programas especializados que atienden enfermedades crónicas complejas.

Por: Redacción Cambio

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Por Álvaro Puerto Valencia*

El jueves pasado, en la apertura del foro sobre el sistema de salud organizado por CAMBIO, el ministro del ramo, Guillermo Alfonso Jaramillo, quiso expresar su indignación ante las inequidades en el sistema de salud. “O todos en la cama, o todos en el suelo”, dijo. De inmediato, su entrevistador, el periodista Daniel Coronell, advirtió que ojalá la reforma no fuera a terminar con todos en el suelo.

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No hay que tomarse tan literalmente los dichos populares. En el contexto de una conversación desparpajada, era claro que el ministro quería generar conciencia sobre las desigualdades, y que su interlocutor quería rematar con un apunte agudo. Sin embargo, el diálogo dio pie para una reflexión sobre los riesgos que, a pesar de las buenas y legítimas intenciones, puede generar una reforma tan ambiciosa.

Esta semana terminó el primero de cuatro debates que tendrá la reforma a la salud. Durante las discusiones en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes, al ministro y a los representantes se les vio tomar nota sobre los vacíos del articulado, lo que es una muy buena señal después de meses y meses de ver a distintos agentes del sistema tocando puertas en vano. En esta ocasión, hay indicios de que no han hecho oídos sordos a una preocupación reiterada por pacientes, prestadores y aseguradores: el articulado, hasta donde se ha conocido, puede generar fragmentación en la atención.

La cuestión es así. El modelo de atención planteado por la reforma busca que los colombianos tengan un centro de atención primaria en salud (CAPS) cerca de su lugar de residencia. Como su nombre lo indica, este centro se encargará de hacer acciones de promoción y prevención y de atender casos que en su mayoría no revisten mayor gravedad, como gripas, diarreas o controles prenatales, por cierto muy importantes para disminuir el riesgo de mortalidad materna.

Si el tema es más serio –digamos, una apendicitis, un preinfarto, una complicación derivada de la diabetes–, el CAPS deberá remitir al paciente a clínicas u hospitales de mediana y alta complejidad. Esa articulación la deberán hacer las entidades gestoras de salud y vida (EGVIS), o sea, las exEPS.

Actualmente, las EPS tienen la obligación de acompañar al paciente en ese salto de un nivel al otro. Dado que los CAPS serán autónomos con respecto a las EGVIS, parece legítimo el temor de los pacientes de quedar a la deriva en ese trayecto de lo básico a lo complejo.

Que el modelo sea nuevo no significará que los pacientes también lo sean. Los usuarios del sistema, y en particular los pacientes con enfermedades crónicas –VIH, artritis, esclerosis múltiple, insuficiencia renal, diabetes, cáncer– ya traen una historia y un tratamiento que no admite ser interrumpido siquiera por un instante. Hoy, buena parte de estos usuarios son atendidos en centros de programas especializados que, justamente, se encuentran a medio camino entre la atención primaria y la mediana y alta complejidad. Allí reciben una atención integral, que incluye pedagogía, control y tratamiento farmacológico, entre otras cosas.

No tiene sentido, pues, que a estas personas se les envíe a un CAPS –que será una institución primípara y requerirá una curva de aprendizaje para funcionar satisfactoriamente–, o que la continuidad de su atención quede supeditada al proceso de transformación de las EPS, que, según el articulado, preservarán el manejo clínico de estos usuarios “durante al menos seis meses posteriores a su transformación”.

Tampoco tendría sentido que, de un momento a otro, cada uno de los elementos de la atención integral de los pacientes crónicos termine siendo pagada “al detal”, con los sobrecostos y fracturas que esto genera, en contraste con los beneficios del ”todo incluido” que caracterizan a los programas especializados vigentes.

El ministro ha dado muestras de ser consciente de que arrancar todo desde cero es un despropósito. El desmonte de los programas de pacientes equivaldría a llevarlos a la parte del dicho que reza “todos en el suelo”.

La buena noticia es que este punto no parece ser una línea roja, innegociable, ni para el Gobierno ni para los congresistas. Los pacientes con enfermedades crónicas no pueden ser invisibilizados. Hacer explícita la existencia y la gestión de los centros especializados y la intención de que se incluyan en el texto de la reforma –e incluso ampliar a los pacientes que aún no están en estos programas– es una forma de decir que el nuevo sistema busca que haya cama para todos.

* Presidente de SIES Salud

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