Carlos Ramón González, el exM-19 que ha hecho campaña con Uribe y Petro
27 Abril 2023

Carlos Ramón González, el exM-19 que ha hecho campaña con Uribe y Petro

Carlos Ramón González, el nuevo director del Dapre, es el propietario de la personería de la Alianza Verde.

Crédito: Fotomontaje: Yamith Mariño Díaz

El nuevo director del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (Dapre) fue hasta la semana pasada uno de los tres presidentes de la Alianza Verde, aunque en el fondo nadie duda de que es el verdadero dueño del letrero. Fue guerrillero en el M-19, pero también aliado del parapolítico condenado Luis Alberto 'el Tuerto' Gil.

Por: Alfredo Molano Jimeno

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Carlos Ramón González nació hace 64 años en Puente Nacional, un municipio del sur de Santander, y es quizá el único colombiano que ha hecho campaña, en distintos momentos, con Gustavo Petro y con Álvaro Uribe. “Es un pragmático”, “un híbrido entre el político idealista, con ideas de izquierda, y el político de maquinaria que se apoya en estructuras”, “Es un conciliador que le ofrece garantías a todos los sectores y ha convertido esa capacidad de concertación en su principal arma”. Así lo definen tres personas que lo han conocido en diferentes momentos de su vida.

Una de las particularidades de González es que es un hombre tan poderosos como desconocido. Desde hace más de 20 años no es candidato a nada, no figura en los medios de comunicación ni su nombre es conocido en las encuestas de personalidades. “Lo que ha hecho, siempre con un bajo perfil, es mantener la personería jurídica del Partido Verde. Y su éxito ha sido mantener el movimiento a partir de abrirles la puerta a sectores muy diversos”, explica Alfonso Cabrera, un hombre cercano a Carlos Ramón desde cuando ambos militaron en el M-19. Un pasado que, aun cuando hayan trascurrido más de tres décadas, dejó una impronta indeleble en quienes hicieron parte de esta guerrilla.


Álvaro Jiménez, otro veterano exmilitante del eme, lo conoció en los años 1980, cuando esta guerrilla vivía su auge entre estudiantes y se encontraba en el pico de la guerra contra el Estado. Afirma que lo conoció cuando él estaba en la dirección del M-19 y era responsable de las tareas militares en Santander. “Es valioso, en ese momento era un cuadro importante en un departamento donde el eme tenía mucha fuerza y presencia política. Carlos Ramón es de una región en la que se desarrolló uno de los primeros esfuerzos por consolidar una estructura militar en la etapa de las unidades móviles. Y esa móvil de Santander se asentó ahí, de donde es él. González era un hombre destacado en la militancia y por eso llegó a ser miembro de la dirección nacional. Formó parte de la estructura hasta el fin de las negociaciones de paz que dieron lugar a la Constituyente”, explica Jiménez.

Carlos Ramón creció en una familia campesina de Puente Nacional, con nueve hermanos de sangre y dos adoptados. Para brindarles estudio, los padres se trasladaron a vivir al área urbana donde Carlos Ramón y uno de sus hermanos estudiaron en el Instituto Técnico Industrial del Pueblo. A los 15 o 16 años ingresó a la guerrilla y así cuenta ese pasaje de su vida: “No sé cómo empezamos en el eme, pero recuerdo que fue a partir de que, siendo estudiante de quinto de bachillerato, mi hermano mayor y yo organizamos unas protestas en el colegio con el ánimo de mejorar las calidades de la educación. La protesta se extendió más de un mes y de eso surgió un movimiento estudiantil que no tenía antecedentes en el pueblo. Entonces unos compañeros del eme nos contactaron. Ahí nos enganchamos”.

De la guerra a la política

Corrían los años 1970 cuando el joven Carlos Ramón empezó su militancia en la guerrilla, en la cual alcanzó responsabilidades militares y el rango de coronel. “La tarea más destacada que cumplí fue mi participación en las dos batallas más duras que enfrentó el M-19. Primero, la resistencia en las montañas de Corinto, Cauca, cuando se rompió la tregua con el gobierno de Belisario Betancur. Durante un mes resistimos 200 hombres acampamentados contra toda la artillería del Ejército. Al final fue tan contundente la resistencia, que el Gobierno tuvo que desistir. Yo era un mando medio, tenía el rango de mayor para ese momento, y me tocó el epicentro de la pelea, enfrentando por un lado al Batallón Rifle y por el otro al Batallón Colombia. Yo debía tener unos 25 años, ya tenía una niña cuando ingresé a la guerrilla con mi compañera, América Millán”, narra Carlos Ramón con el entusiasmo de quien rememora años intensos de su vida.

Y continúa con el segundo episodio que, según él, lo marcaría para el resto de su vida: “La otra gran batalla en la que participé, que es la locura más grande que hizo en el eme, fue la conformación del Batallón América, integrado por ecuatorianos, panameños, venezolanos y unas unidades del Quintín Lame. Recuerdo cuando salimos de Cauca con Álvaro Fayad, quien dijo al arrancar la marcha: ‘Con estos hombres y estas armas nos vamos a tomar el poder’. Arrancamos 500 hombres rumbo a Cali; fueron seis meses de combates diarios y llegamos a Pance con sólo 90 hombres. El resto fueron muertos y deserciones. Esas cosas le marcan a uno la vida para siempre”. En su paso por la guerra estuvo cerca de Carlos Pizarro. Quienes lo conocieron en esos tiempos no le restan pericia militar a González. “Es un hombre trabajador, audaz con el pensamiento político. Tiene una enorme capacidad para negociar. Lo conocí en la guerrilla en 1983. Allá era un hombre común, pero con mucha entrega. Su seudónimo era Mario Pelotón. Es un hombre con el signo pesos en la cabeza”, sostiene Arjaid Artunduaga, uno de los fundadores del M-19. 

A finales de los 1980 se inició el proceso de negociación de paz de las organizaciones insurgentes con el gobierno de Belisario Betancur desde la llamada Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. En los diálogos, Carlos Ramón no cumplió mayores labores y volvió a aparecer para la elección de la Asamblea Nacional Constituyente en el puesto 23 de la lista del M-19. No salió elegido, pero su movimiento obtuvo 19 escaños y gozaba de un notable apoyo popular, sin embargo, una propuesta de Humberto de la Calle asestó un golpe mortal al naciente partido Alianza Democrática M-19. El entonces ministro del Interior aceptó la revocatoria del Congreso a cambio de que quienes participaron en la Constituyente no se presentaran como candidatos a los siguientes comicios. En este escenario se eligió un Congreso de transición y Carlos Ramón salió elegido representante a la Cámara por Santander. El período fue de dos años y medio y el AD M-19 sacó 22 parlamentarios.

En las elecciones de 1994, el eme sufrió un descalabro electoral. De los 22 congresistas, apenas logró elegir un representante a la Cámara. “Nos quemamos. Ahí se dio un acontecimiento importante en mi vida. Para ese momento no sabíamos cómo era la real política en un país como el nuestro. Éramos chinos recién salidos del monte que habíamos alcanzamos 22 curules a punta de opinión, pero nada de estructura. En la siguiente elección desapareció el apoyo popular, el movimiento de opinión se diluyó. Y esa experiencia, me hizo darme cuenta de que la política así no era sostenible. Entendí que esto necesitaba una mezcla entre votos de opinión y estructura organizada. Esa ha sido mi obsesión, lograr ese balance, y ese también ha sido mi éxito” asegura González.

El rescate de la personería jurídica del AD M-19

De la derrota electoral del eme en 1994, Carlos Ramón salió fortalecido. En las elecciones locales salió elegido concejal de Bucaramanga e inició la operación de rescate de la personería jurídica. Por esos días, en Colombia operaba una circunscripción especial para minorías políticas que permitía que aquellas fuerzas minoritarias presentaran listas a Cámara de Representantes  y quienes no alcanzaran el umbral sumarían los votos depositados en las distintas cámaras para elegir un representante. La idea de apostarle a esta circunspección especial la gestó Carlos Ramón y escogió a Édgar Fandiño, un desmovilizado del EPL que salió elegido representante por Bolívar. Desde entonces, González se hizo a la personería de la AD M-19, la cual terminó por convertirse en la actual Alianza Verde.

“Nadie asumió la derrota de 1994 como Carlos Ramón. La personería jurídica quedó flotando y él, junto a un pequeño grupo de personas venidas del eme, logró mantener el proceso. Ahí se juntaron con Luis Alberto ‘el Tuerto’ Gil, a quien conocía desde la guerrilla y luego se separaron”, detalla Álvaro Jiménez, quien sostiene que en el ranquin de amistades de Carlos Ramón él no es ni el número uno ni el 10. Sobre este mismo período, Alfonso Cabrera recuerda lo siguiente:

“Luego de la crisis, en 1996, el Congreso dio la modalidad de la circunscripción especial de minorías, en esa él tuvo la iniciativa de que lanzáramos una lista y se sacó un representante a la Cámara y con eso se salvó la personería. Y ahí se hizo un primer intento de reorganizar el AD M-19, pero no prosperó”.

Desde ese momento, Carlos Ramón González se convirtió en el dueño de una personería jurídica que permite dar avales para presentar candidatos a las elecciones. “Después de la reforma de 2003, que impuso el umbral como requisito para conservar la personería jurídica, Carlos Ramón cambió el nombre a Opción Centro y en 2007, mutó al Partido Verde Opción Centro”, recuerda Daniel García-Peña, quien define a Carlos Ramón como “un hombre que trabaja desde la trasescena”, y anota que lo conoció en el momento en que un sector del Polo, entre ellos Antonio Navarro y Gustavo Petro, llegaron a lo que se convirtió en la Alianza Verde. “No es una persona muy pública, siempre se mantiene en la oficina trasera, en donde se definen los avales, le gusta la minucia jurídica y la maniobra política. Eso hizo que el Verde empezar a parecerse a otros partidos que operan como fábricas de avales”, dice García-Peña.

Una mirada que coincide con la de un congresista de la Alianza Verde que pidió la reserva de su identidad para evitar problemas en su partido. “Carlos Ramón no hace política activa pero sí tiene un círculo cercano que la hace. Su cuñado era diputado y su esposa, Luz Dana Leal, encabezó la lista de Santander, aunque ella tiene vuelo propio. Carlos Ramón es un híbrido como muchos políticos en Colombia: es demócrata y al mismo tiempo un pragmático electoral que lo lleva a moverse mediante prácticas tradicionales. Navega en las aguas de la política transaccional y es una persona muy hábil para lograr consensos internos. Esta es su gran fortaleza. Su capacidad para lograr acuerdos le ha permitido mantenerse como un líder indiscutible en el partido, pues es capaz de llegar a consensos con personalidades como Antanas Mockus, Antonio Navarro, Enrique Peñalosa o Marta Lucía Ramírez”, expresa el congresista.


Una amistad problemática

Justamente esta capacidad de tender puentes con personalidades de relevancia nacional y sectores políticos de naturaleza diversa es su esencia, pero al mismo tiempo lo vuelve flanco de críticas. La principal es la que tiene que ver con la amistad que ha tenido con Luis Alberto el ‘Tuerto’ Gil. Un personaje oscuro de la política santandereana, quien también militó en el M-19 pero que su trasegar ha estado vinculado a escándalo de corrupción, clientelismo y parapolítica. “El ‘tuerto’ Gil y Carlos Ramón se encontraron en un principio en Opción Centro, y luego se dividieron. Uno armó Convergencia Ciudadana y el otro, Opción Centro. Siempre han mantenido relaciones cercanas. Carlos Ramón es un tipo jodido, que habla poquito y es resbaladizo. No toma posiciones ni asume compromisos, eso hace que sea un hombre difícil de leer”, advierte García-Peña. 

Otra fuente que militó con González en los tiempos de la guerra asegura que tenía una relación muy cercana con el Tuerto Gil pero que se alejaron. “Eran muy amigos y dicen que Carlos Ramón es tan berraco, que fue el único capaz de tumbar al Tuerto’”, sostiene pidiendo la reserva de su identidad. Las nueve fuentes que dieron testimonio sobre la vida de Carlos Ramón coinciden en que su relación con Gil fue muy fuerte en los inicios de sus vidas políticas y por cuenta de que compartieron la militancia en el “eme”. De esta relación se dicen muchas cosas, pero pocos se atreven a hacerlo de frente. Una persona que navega en las espesas aguas de la política santandereana, que trabajó con Carlos Ramón y con casi todas las casas políticas del departamento, asegura que Gil y González eran aliados en el momento en que el primero creó Convergencia Ciudadana –para recoger fuerzas de derecha– y el segundo Opción Centro, apuntándoles a las corrientes de la izquierda y centro.

“Convergencia fue una corriente disidente del liberalismo que recibía a gente de pensamiento más de derecha que estaba aburrida de la ‘dinastía’ liberal en Santander y quienes no tenían participación porque todo se lo llevaban los gamonales electorales. Mientras Carlos Ramón recicló todas las fuerzas políticas de izquierda, principalmente figuras que venían de las guerrillas del M-19 y la vertiente que se desmovilizó del ELN. Pero era una estrategia creada entre los dos para acaparar el negocio de la política por punta y punta. Convergencia creció rápidamente, al igual que el Partido Verde, pero al ‘Tuerto’ se le vinieron encima todos los problemas de la parapolítica y a Carlos Ramón le tocó partir cobijas con su antiguo amigo de militancia”, detalla la fuente. 

De otro lado, una persona que estudió derecho con Carlos Ramón en la Corporación Universitaria Unitec sostiene que en esos tiempos González pertenecía a un grupo que los estudiantes conocían como los “patricios”, por las ínfulas de superioridad que emanaban. Asegura que no tiene detalles de la cercanía personal entre González y Gil, pero que Rodrigo Romero, hoy representante legal de la Alianza Verde y mano derecha de Carlos Ramón, fue uno de los puntos de conexión cuando Romero salió elegido representante a la Cámara por Opción Centro con el apoyo del Tuerto. “Lo que sé es que los estatutos de Opción Centro se hicieron en la cafetería de Finsema”, afirma haciendo referencia a la Fundación Integral para la Salud y Educación Comunitaria del Magisterio. Una iniciativa de Gil cuando era presidente del Sindicato de Educadores de Santander (SES).

La referencia ofrecida por la fuente apunta a que entre Carlos Ramón y Gil existió, además de la coincidencia en el M-19, una relación económica que pasa por el sector de la salud, donde el Tuerto alcanzó a tener una fuerte injerencia y una EPS. Así lo que explica Alfonso Cabrera: “Él (González) nunca militó políticamente con el Tuerto, pero sí tuvieron una relación económica cuando Gil constituyó una EPS llamada Sol Salud, a través de la cual el ‘tuerto’ apalancó su proyecto político”.  Para Álvaro Jiménez, en la política santandereana la actividad sindical tiene una incidencia directa en las dinámicas electorales y, tanto el Tuerto como Carlos Ramón supieron sacarle provecho a su pasado sindical. “Por el año 1996 Carlos Ramón salió sancionado o con un cargo judicial y desapareció del escenario público de Santander. Volvió a aparecer en Bogotá en un esfuerzo para no dejar perder la personería jurídica de lo que había sido ADM-19”, reseña Jiménez.

Al respecto, el propio Carlos Ramón lo explica sin aspavientos: “Es sabido por todo el país que Luis Alberto Gil fue un hombre del M-19 desde el año 1970. Yo lo recluté en 1974, siendo un dirigente sindical muy reconocido por los maestros. Fue parte de la dirección nacional del M-19. Fue una relación de muchísimos años, hasta el momento en que empezó a cometer los grandes errores. Lo acompañé hasta cuando empezó a meter al gobernador Hugo Aguilar y por ahí derecho fue filtrando una cantidad de gente indeseable. Hasta ahí llegó la relación política. Eso fue producto de un análisis muy riguroso por parte de Antanas Mockus y Lucho Garzón cuando entraron al partido. Eso es conocido, pero de ahí a que digan que este partido es el brazo de Luis Alberto, tampoco. Hubo una amistad de muchos años, y de vez en cuando nos encontramos y nos tomamos un tinto, pero no es estrecha como en otras épocas. Sé que acaba de salir de la cárcel. He tenido relación con él como las he tenido con Everth Bustamante, Otti Patiño y otros militantes del eme”, explicó González, quien al ser indagado sobre la relación económica dijo que no tuvieron ningún tipo de negocio, pero reconoció que sí le prestó servicios profesionales a la EPS Sol Salud.

El político que mezcla votos de opinión y estructuras políticas

La senadora Katherine Miranda, de la Alianza Verde, cuenta que ella conoció a González en 2009, cuando el Partido Verde Opción Centro acogió a Antanas Mockus de cara a las elecciones presidenciales de 2010. “La relación con el Tuerto fue uno de los primeros reparos de Antanas y del mismo Peñalosa, sin embargo, las explicaciones de Carlos Ramón nos dieron la tranquilidad de que no era una alianza política, que se conocían desde el M-19. Antanas confía mucho en él y a mí siempre me ha brindado garantías”, recordó la congresista. Para Miranda, Carlos Ramón es un dirigente político inteligente y lo define como “una persona sensata, que evita el conflicto, es racional y nunca se deja llevar por sus emociones. En los debates más duros se vio a sus contradictores desencajados y él siempre mantuvo la serenidad”.

Miranda se refiere al durísimo debate interno que hubo en la Alianza Verde en las pasadas elecciones, en el que el sector de Angélica Lozano y la alcaldesa Claudia López quiso entrar a la Coalición de la Esperanza y el otro sector, liderado por González, quería llegar al Pacto Histórico de Gustavo Petro.

“Es un hombre de diálogo, de construir consensos y muy pragmático. Por ejemplo, no tuvo problema en que Peñalosa recibiera el apoyo de Uribe, y en esas cosas podemos tener diferencias, pero es garantista de los distintos sectores. Su apuesta en esta campaña fue por la libertad del partido para no implosionarlo. No es cierto que haya querido entregar el partido al petrismo. Le apostó a que unos pudieran hacer campaña con el Pacto Histórico y otros con la coalición”, concluye la congresista.

Otro parlamentario del Verde, que pidió reservar su identidad para no generar conflictos en medio de la campaña, afirma que Carlos Ramón logró lo que se propuso en este pulso. “Le puso una vela a Dios y otra al diablo. Logró que para Senado fuéramos con la Coalición de la Esperanza y para las Cámaras, donde las dinámicas territoriales son distintas, cada quien puede ir con quien quiera, la mayoría irá con el Pacto Histórico. Él tiene su nostalgia por el eme y eso lo jala mucho a Petro. Sin embargo, es sagaz y jugó a dos bandos, se le salió la trampita, conejeando los acuerdos internos para llevarnos a donde Petro. Eso generó la peor crisis que ha tenido el partido y su liderazgo se volvió tóxico. Puso condiciones inaceptables para torpedear los acuerdos con la Coalición”, señaló el parlamentario.

Pero existe una coincidencia entre quienes se consideran contradictores y aliados de Carlos Ramón: y es que sienten que tiene un lugar indiscutible en el partido por la lucha que dio por la personería jurídica que hoy los abriga a todos. También coinciden en que González es una persona que ofrece garantías a las distintas tendencias dentro del partido. De su capacidad de dialogar y buscar consensos, Carlos Ramón ha hecho una estrategia política. Una característica a la hora de construir acuerdos entre sectores disímiles, entre facciones de centro derecha y de izquierda, entre votos de opinión y estructuras políticas que operan dentro de la transaccionalidad de las maquinarías. De esa capacidad nació lo que en 2009 se convirtió en los “quíntuples”, donde logró un acercamiento entre Sergio Fajardo, Enrique Peñalosa, Lucho Garzón, Marta Lucía Ramírez y Antanas Mockus, que más tarde se convirtió en la ola verde, y que en 2011 desembocó en una tarima en la que Garzón, Peñalosa y Uribe se sincronizaron para la alcaldía de Bogotá y para bailar el Aserejé.

A esta observación de que por un lado, tiene capacidad de construir consenso, y del otro lado una flexibilidad para aceptar el apoyo de las maquinarias, Carlos Ramón tiene su propia explicación. “Ese es un esfuerzo consciente. Yo no soy el ala politiquera del partido, pero la política se hace alcanzando una organización sostenible en el tiempo y en el espacio. Esa es la combinación que le ha dado el éxito al partido. Pasamos de minoría política a mayoría. Vamos imparables, y eso requiere paciencia y diálogo. Nuestra gran virtud ha sido mantener un equilibrio, y construir una fuerza política de opinión que está soportada en estructuras. Me han acusado de que quiero llevar el partido a donde Petro, y sólo digo que si hay algo que demuestra el equilibrio fue la decisión de dejar a la militancia en libertad. Teníamos mayorías para llevarlo al Pacto Histórico, pero no lo hicimos por respeto a Angélica y a Claudia. Llevamos el partido a la libertad para mantener los consensos. Esa es una demostración de que lo que se dice de uno no siempre es la realidad”, concluye Carlos Ramón.

Lo explica mejor su amigo Alfonso Cabrera: “Lo que ha hecho Carlos Ramón es, desde el bajo perfil, mantener la personería jurídica del partido. Y su éxito ha sido mantener el movimiento a partir de abrirles la puerta a sectores que hicieron de ese proyecto un partido importante. Recuperar la personería y ponerla al servicio de la Alianza Verde ha sido su tarea de vida, que ha tenido momentos álgidos, y estuvo cerca de ganar la Presidencia. Él ha sido un dirigente asertivo y con buen olfato. Ha mantenido el partido siempre en alza. Con una importante representación política”. 

Los éxitos electorales lo han hecho acreedor de un lugar indiscutible en su partido y en la política nacional. Carlos Ramón González hoy es uno de los dirigentes más exitosos de la política criolla, su poder crece exponencialmente sin ser una figura pública y a partir de ser el dueño de una personería jurídica, a la que han llegado para arroparse gente de izquierda y de derecha, de votos de opinión y de maquinarías políticas. Ese es Carlos Ramón González, el dueño la Alianza Verde, y ahora de la chequera de la Presidencia de la República.  

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí