
El presidente Petro llegó a Pekín el pasado 11 de mayo.
Crédito: Juan Diego Cano - Presidencia de la República.
Colombia, a jugar en el ajedrez de las superpotencias: Gustavo Petro llega a firmar en Pekín a pesar de la presión de Estados Unidos
- Noticia relacionada:
- Gustavo Petro
- Ministerio de Relaciones Exteriores
El foro China-Celac, que comenzará en unos días, es el más importante de la última década. China le apuesta a ser el socio preferido de América Latina y el Caribe a sabiendas de la molestia de Washington. En la mitad está Colombia y el presidente Petro, que llega a Pekín distanciado de la canciller Laura Sarabia y dispuesto a firmar un acuerdo con oídos sordos a las advertencias de la administración de Donald Trump.
Por: Andrés Mateo Muñoz

Con un par de días de anticipación para disimular el jet-lag y escalar la Gran Muralla con su hija Antonella, el presidente Gustavo Petro llegó a Pekín en uno de los viajes internacionales más importantes en lo que va de su mandato. Con el doble papel de presidente de Colombia y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el jefe de Estado pondrá las condiciones finales para el inminente ingreso de Colombia a la iniciativa de la Ruta y la Franja de la Seda. Lo anterior, mientras Estados Unidos presiona y mira con desconfianza a uno de sus aliados más leales en la región.
“China-Celac: nuestro momento es ahora”, así dice la portada más reciente de la revista estatal China Hoy, una publicación mensual que se distribuye en China continental y en más de una decena de países de América Latina desde 1960. La cobertura corresponde a la próxima Reunión Ministerial del Foro China-Celac, que comenzará el 13 de mayo y hace parte de una estrategia intensa del gigante asiático por darles un nuevo aire a sus relaciones con los países del otro lado del planeta que tradicionalmente han estado bajo la sombra de Estados Unidos.

Será la cuarta edición del evento y quizás la más importante, pues se espera que allí se concrete el ingreso de dos aliados importantes para China a su megainiciativa internacional de comercio: Colombia y Brasil, cuyos presidentes tendrán encuentros privados con Xi Jinping para avanzar en las conversaciones y finiquitar los acuerdo a la medida de cada caso.
“Vamos a hablar con Xi Jinping de tú a tú, no como arrodillados, y abordaremos problemas que hay vigentes, porque China tiene un superávit comercial, nosotros tenemos un déficit por 14.000 millones de dólares anuales (...) la balanza comercial tiene que equipararse, sea con inversiones de ellos en Colombia, sea comprando cosas de Colombia”, dijo el presidente Petro el pasado 6 de mayo. Además, desautorizó a la canciller, Laura Sarabia, quien había citado a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores. "Quien dirige las relaciones exteriores soy yo", dijo Petro.
Además de su distanciamiento con Sarabia, las palabras del mandatario anticiparon que su viaje a Pekín implica una conversación detallada con los funcionarios chinos sobre las condiciones del ingreso de Colombia a la Ruta de la Seda del Siglo XXI. La voluntad existe, pero ‘el diablo está en los detalles’.
El dilema de la balanza comercial
La discusión principal está en el equilibrio de la balanza comercial entre Colombia y China, es decir, la diferencia entre las importaciones y las exportaciones hacia el país asiático. Si hay superávit quiere decir que Colombia exporta más de lo que importa, si hay déficit es lo contrario. En el caso de China, nuestro déficit en 2024 fue de 12.394 millones de dólares, es decir, importamos más de lo que exportamos y por mucho.
En general, de China se está importando tecnología, electrónica, maquinaria y textiles. Mientras que enviamos productos agrícolas, flores, cobre, carbón, petróleo y combustibles minerales.
Sin embargo, la tendencia no es uniforme en América Latina. Por ejemplo, datos del Instituto de Estudios Internacionales de China muestran que, entre 2012 y 2022, Brasil, Chile y Perú registraron superávit comercial con el país asiático. Distinto al caso de México, que en ese mismo periodo siempre tuvo déficit debido en gran parte a la dependencia de la industria automotriz a los artefactos electrónicos chinos.
En el caso de Chile y Perú, sus exportaciones se fortalecieron en la última década gracias a los Tratados de Libre Comercio (TLC) que firmaron con China. Por su parte, Brasil tiene a ese país como su principal socio comercial y le vende, entre otros, hierro, carne, petróleo, soja y azúcar.
Según el investigador Zhou Mi del Ministerio de Comercio de China, en términos generales “durante diez años (2012-2022) de comercio con América Latina y el Caribe, China registró un superávit en siete años y un déficit en tres años (...) lo anterior muestra un patrón de volatilidad”.
A pesar de las prometedoras cifras de otros países, el Gobierno colombiano ha venido mirando con lupa los detalles técnicos del ingreso del país a la iniciativa de la Ruta y la Franja de la Seda. Desde octubre del año pasado se ha trabajado conjuntamente entre equipos de la Cancillería y la Embajada de China para ajustar cada vez más los tornillos del acercamiento. De hecho, en la agenda del presidente de esta semana hay reuniones con el ministro de Hacienda chino y los embajadores de ambos países, antes del encuentro de 30 minutos con Xi Jinping.
Sin embargo, desde la Cancillería y la Embajada de China no ha habido mayor información al respecto. Al parecer, según se ha señalado fuera de micrófonos, el Ministerio de Relaciones Exteriores ha cumplido un rol secundario y las conversaciones las ha asumido directamente la Casa de Nariño y el Ministerio de Comercio.
Las presiones de Estados Unidos y la incertidumbre de lo que se firmará
Desde Washington se han enviado mensajes para que Colombia reconsidere los pasos hacia China. “El acercamiento del presidente Petro con China es una gran oportunidad para las rosas de Ecuador y el café de Centroamérica”, dijo, con ironía, Mauricio Claver-Carone, enviado especial del Departamento de Estado para América Latina.
La molestia del principal socio comercial de Colombia ha generado preocupaciones en grupos de interés dentro de Colombia. Bruce Mac Master, presidente de la Andi, advirtió que los industriales no han sido consultados sobre los planes del Gobierno con China:
“El comercio lo llevamos a cabo exclusivamente desde el sector empresarial y, por supuesto, debemos ser parte muy activa en las decisiones que en lo comercial se tomen desde Colombia. Están tomando decisiones sobre nuestro futuro”, dijo el líder de los grandes empresarios, quienes han tenido buena relación con Sarabia, pero no con el presidente.
Justamente, varios sectores no solo ven con preocupación las posibles represalias de la administración Trump, sino el distanciamiento entre el presidente y la canciller Sarabia, a quien le ha tocado asumir el control de daños con Washington de las decisiones y declaraciones presidenciales desde que entró al cargo.
frase-destacada
“Es evidente que Colombia, en las circunstancias actuales, es muy vulnerable frente a Washington y que por esa y otras razones se deben manejar las relaciones con el gigante asiático con extremo cuidado”, dijo el excanciller Julio Londoño Paredes.
La incertidumbre aumenta por la falta de claridad de qué documento firmará el presidente en Pekín. La semana anterior se habló de una carta de intención, un paso inicial en donde simplemente se manifiesta la voluntad de entrar a la iniciativa. Pero el presidente Petro aseguró desde la capital china que el paso será más decidido.
frase-destacada
“Vamos a firmar la ruta de la seda, tanto Colombia como América Latina como Colombia somos libres, soberanos e independientes”, dijo el jefe de Estado.
Por ello, lo más probable es que en los próximos días se firme un memorando de entendimiento, es decir, documento previo a un tratado en el que se describen las condiciones del inminente acuerdo y debe pasar por el Congreso. De esta manera, el acuerdo final le correspondería al próximo gobierno. Sin embargo, no se sabe el contenido del memorando ni sus alcances.
Fuentes le adelantaron a CAMBIO que la prioridad del acuerdo será la cooperación e inversión directa de China en desarrollo tecnológico, especialmente en Inteligencia Artificial. La idea es que el país asiático sea un socio estratégico en ese campo, así como lo ha venido siendo Emiratos Árabes.
Más allá del contenido de lo que se firme, sin duda será uno de los pasos más significativos en materia diplomática de la administración de Petro, pero al mismo tiempo el costo es inevitable y la factura se conocerá cuando Washington evalúe la gravedad de la desobediencia.
