“El Estado colombiano no puede tolerar que quienes traicionaron el acuerdo estén asesinando a los que se desmovilizaron”: ministro del Interior

Juan Fernando Cristo, ministro del Interior.

Crédito: Colprensa.

7 Julio 2024 03:07 am

“El Estado colombiano no puede tolerar que quienes traicionaron el acuerdo estén asesinando a los que se desmovilizaron”: ministro del Interior

En entrevista con Patricia Lara Salive, Juan Fernando Cristo dice que el Ministerio del Interior será el ministerio del posconflicto y que sus dos principales propósitos serán implementar el Acuerdo de Paz con las Farc y lograr el gran acuerdo nacional.

Por: Patricia Lara Salive

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“Miremos si nos ponemos de acuerdo en las reformas y después decidimos si el mecanismo para sacarlas adelante es la vía ordinaria del Congreso, un referendo o una Asamblea Nacional Constituyente”, dice Juan Fernando Cristo, nuevo ministro del Interior, quien ocupó el mismo cargo en el gobierno de Santos. 

Cristo, que además de senador y embajador fue precandidato presidencial por la Coalición de La Esperanza, afirma que “en estos dos años ha habido un gobierno que cree en la paz, pero que ha carecido de estrategia, coordinación y liderazgo para implementarla”. Por eso, el Ministerio del Interior, bajo su mando, asumirá la coordinación del equipo de implementación de la paz. 

Juan Fernando Cristo se empeñará, pues, en adelantar ese gran diálogo con todos los sectores, con el propósito de disminuir la polarización y lograr el gran acuerdo nacional que permita que se aprueben las reformas que Colombia necesita. 

CAMBIO: Ministro, ¿por qué aceptó ser ministro del Interior de Gustavo Petro? 

Juan Fernando Cristo: Cuando el presidente anunció mi nombramiento me preguntaron mis amigos si yo estaba loco... 

CAMBIO. ¿Su ingreso al Gobierno significa que se va a rehacer la coalición de gobierno que Petro desbarató a los seis meses de posesionarse?

J.F.C.: Son dos coaliciones distintas. El 7 de agosto de 2022 el presidente Petro nombró unos extraordinarios profesionales en algunos ministerios. Pero ellos no tenían representación en el Congreso. Y, por otro lado, invitó al Partido Conservador, al Liberal y a La U, a ser parte de la coalición de gobierno. Sin embargo creo que coalición, como tal, no hubo entonces y no la hay ahora. Ahora, lo que me llevó a aceptar el ministerio, es que creo que los colombianos tenemos que hacer un esfuerzo para bajar el tono, la polarización y la violencia verbal, y para avanzar en un tema fundamental: la implementación del Acuerdo de Paz con las Farc. Y en mis diálogos con el presidente lo vi comprometido en relanzar dicha implementación y en hacer un esfuerzo grande por buscar un acuerdo nacional que permita avanzar en las reformas sociales e institucionales que necesita este país. Es que no podemos permitir que Colombia caiga en una polarización como la que está viviendo hoy, que frena totalmente los avances de la nación y hace insostenible, para muchos ciudadanos, la vida diaria.

CAMBIO. Hablemos del Acuerdo de Paz. ¿Por qué ha fracasado su implementación? ¿Por qué va tan mal y se ha hecho tan poco?

J.F.C.: No va tan mal. Pero no ha avanzado lo que quisiéramos. Acordamos con el presidente que el Ministerio del Interior va a asumir la coordinación de todo el equipo de implementación de la paz. Los habitantes de los 170 municipios PDET están esperando, todavía, que la paz transforme sus vidas. Hay muchas cosas por hacer. Es distinto lo que pasó en los cuatro años de Duque y en los dos de Petro: en aquellos, hubo un gobierno que no tenía ninguna intención de implementar el acuerdo y que fue elegido con la promesa de hacer trizas la paz. En estos dos años ha habido un gobierno que cree en la paz, pero que ha carecido de estrategia, de coordinación y de liderazgo para implementarla. Y eso es lo que podemos aportar para hacer realidad esa implementación.

CAMBIO. ¿Cómo va a ser esa estructura?

J.F.C.: No se trata de inventar nada, de cambiar gente ni de improvisar instituciones. Lo que se necesita es estrategia, coordinación, liderazgo y garantizar una financiación mínima, especialmente para los 170 municipios PDET. Y elevar la prioridad de la protección de la vida de los excombatientes y de los líderes sociales, pues no podemos seguir tolerando, como sociedad, que los sigan asesinando. Lo que vamos a hacer desde el ministerio es poner una especie de torre de control que va a hacer seguimiento diario, coordinar y liderar esa implementación. Y vamos a acordar una priorización y un plan de choque para que la gente vea realidades y no discursos de paz.

CAMBIO. Hablemos de lo fundamental: la seguridad de los firmantes. Uno no puede decir que se está cumpliendo el acuerdo cuando han matado 423 de ellos desde que se firmó la paz. Y a muchos los han asesinado no solo los miembros del Clan del Golfo, sino también los de las disidencias de las Farc y los de otros grupos que están negociando con el Gobierno. ¿Cómo se explica eso? ¿Cómo el Gobierno tolera que personas pertenecientes a las organizaciones con las que está negociando estén matando firmantes de paz y líderes sociales?

J.F.C.: Comparto esa apreciación y lo conversé con el presidente Petro. El Estado no puede tolerar que quienes traicionaron el acuerdo estén asesinando a aquellos que se desmovilizaron, se desarmaron y cumplieron con la sociedad colombiana. Para evitarlo, lo que hay que hacer es implementar el acuerdo. Hay un plan de protección de excombatientes que no se está cumpliendo, y vamos a ponerlo a funcionar. Y vamos a consultar permanentemente a las dos personas que diseñaron ese programa en la mesa de negociaciones, que fueron el general Óscar Naranjo y el excomandante de las Farc, hoy senador de Comunes, Pablo Catatumbo. Vamos a hablar con ellos para ver qué hay que hacer para llegar a cero asesinatos de excombatientes de las Farc.

CAMBIO: Pero no son solo los asesinatos. Lo que acaba de pasar en Miravalles es terrible. ¿Cómo les van a garantizar la vida a quienes han desarrollado allá sus proyectos productivos y están viviendo pacíficamente? El asunto no puede solucionarse mandándolos para otro lado. Les tienen que garantizar su permanencia en el territorio y no dejar que este sea el reino de las disidencias.

J.F.C.: Sin duda alguna. Una situación como la de Miravalles es la exteriorización de un fracaso del Estado en esa zona. Y un desplazamiento forzado no se puede permitir. Y no lo vamos a permitir.

CAMBIO: Usted fue ministro del Interior de Juan Manuel Santos y fue cercano a la hechura e implementación del Acuerdo de Paz. ¿Por qué el Estado, en el último año y medio de Santos, no copó los territorios donde estaban las Farc? 

J.F.C.: Esa es una gran pregunta. Y es un ejercicio de autocrítica que varias veces hemos hecho. Se hizo un plan de copamiento del territorio. En los consejos de ministros el presidente Santos, reiteradamente, pedía información sobre su resultado. Las Fuerzas Armadas y el Ministerio de Defensa los presentaban. Se destinaron 85.000 integrantes del Ejército para copar todos los territorios de las Farc.

CAMBIO. ¿Los militares presentaban el plan pero no iban a los territorios?

JFC: No, sí, supuestamente allá estaban los soldados en los territorios. Y recibíamos unos informes relativamente positivos sobre que el plan de consolidación de copamiento estaba funcionando. Pero lo cierto es que no funcionó. 

CAMBIO. ¿Entonces le estaban diciendo mentiras al presidente?

J.F.C.: Para no poner esto en blanco y negro, yo diría que hubo unos territorios en donde funcionó más, en otros menos y en otros nada. Para concluir ese tema y no darle muchas largas creo, sin duda alguna, que el Estado, en su conjunto, falló en ser eficiente en el control del territorio. Algo se avanzó, pero después se perdió en los cuatro años de Duque, a quien no le interesó el Acuerdo de Paz ni la implementación, y en donde, si usted ve las cifras, entre el año 2018 y el 2022, se duplicaron o triplicaron las disidencias y el ELN. 

CAMBIO: La paz total se ve lejana y el tiempo de gobierno del presidente Petro se está agotando. ¿Qué van a hacer para que, por lo menos, esa estrategia de paz total no fracase?

J.F.C.: Yo me voy a concentrar en la implementación del Acuerdo de paz con las Farc.

CAMBIO: ¿O sea que en la otra parte, no?

J.F.C.: La tarea de la paz total y de las negociaciones tiene unos responsables. Espero conversar esta semana con el comisionado de paz, Otty Patiño; he seguido muy de cerca el proceso con el ELN; no tan de cerca ni tan entusiasta los procesos con las disidencias. Opinaré sobre la paz total; pero lo haré primero internamente para plantear inquietudes y retos. Nos queda poco tiempo, y quiero conocer bien qué pasa en cada una de las mesas de negociación y contribuir, pero sin tener la responsabilidad ni tomar las decisiones, pues la tarea fundamental de este Ministerio del Interior, que se va a convertir en el Ministerio del Posconflicto, será relanzar la implementación del Acuerdo de Paz con las Farc.

CAMBIO: ¿Cómo piensan solucionar el problema del sometimiento a la justicia de La Nueva Marquetalia? Porque el Acuerdo de Paz prohíbe que quienes lo rompieron sean acogidos otra vez… 

J.F.C.: El acuerdo, el acto legislativo de creación de la JEP y su ley estatutaria son absolutamente claros: quien reincida en la violencia queda por fuera del sistema de justicia transicional. Eso no admite duda. Espero conversar con el doctor Armando Novoa, que lidera esa mesa de negociación. 

CAMBIO: ¿Y no será que detrás de la idea de la constituyente está la intención de llegar a un tribunal de cierre, a una especie de amnistía para todos, guerrilleros, paramilitares, militares, empresarios y hasta expresidentes?

J.F.C.: Esa es una tesis que siempre ha estado ahí, flotando; pero en las conversaciones con el presidente no se la he escuchado. Lo que veo detrás es la posibilidad de explorar un acuerdo nacional para convocar una constituyente que, incluso, se podría elegir en el próximo gobierno. Más allá de ese tema, lo que hay es la necesidad de hacer unas reformas institucionales que hemos tenido pendientes durante mucho tiempo y que han estado bloqueadas. La reforma política, la reforma a la justicia y el nuevo ordenamiento territorial que tienen mucho que ver con la paz del país.

CAMBIO: ¿Pero por qué plantear una constituyente para el próximo gobierno? ¿Eso no es un desgaste? No se sabe cuál va a ser… 

J.F.C.: ¿Cómo surgió la constituyente del 91? Se comenzó a construir en el Gobierno del presidente Virgilio Barco y se consolidó en el de César Gaviria, después de la entrada del M-19, precisamente, a un acuerdo de paz. Este país necesita más reformas y no menos reformas. Necesita más concertación y menos confrontación. Este país necesita una alta dosis de valeriana. Estamos incendiados. Estamos en una violencia verbal indiscriminada. La calidad y la altura del debate se han disminuido de una manera extraordinaria. Hemos demostrado desde hace muchos años una incapacidad de generar consensos y acuerdos en la sociedad colombiana, y de escucharnos y hablarnos. Y cuando me preguntan si es indispensable la constituyente, digo no, la constituyente no es indispensable. Es una alternativa, no una obligación. Lo que sí es indispensable es un acuerdo nacional para avanzar en las reformas que necesita este país.

Es indispensable que nos escuchemos, que comencemos ese diálogo. Esa será mi otra prioridad como ministro del Interior. Algo que haré desde la próxima semana con todos los sectores políticos, sociales y económicos, sobre la idea de un acuerdo nacional en el cual podamos consensuar unas mínimas reformas que se necesitan y que se podrán seguir tramitando por el Congreso. Y si se requieren mecanismos extraordinarios, serán los que están contemplados hoy en la Constitución. ¿Cuál es el instrumento para refrendar esas reformas? Nos los darán las propias conversaciones y el acuerdo nacional al que se llegue y en el cual vamos a trabajar intensamente con las altas cortes, el Congreso, los gremios y las organizaciones sociales y comunitarias.

CAMBIO: ¿Cuáles serían los puntos fundamentales de ese acuerdo?

J.F.C.: El primero, el más importante, sacar definitivamente la violencia del debate político en Colombia. Ese es un punto fundamental para las elecciones de 2026. El segundo, no tocar la figura de la reelección presidencial. El tercero, las reformas institucionales. Menciono sólo tres. El presidente Petro mencionó nueve. Y queremos escuchar a otros sectores a ver si tienen otras ideas. Miremos si nos ponemos de acuerdo en las reformas y después decidimos si el mecanismo para sacarlas adelante es la vía ordinaria del Congreso, un referendo o una Asamblea Nacional Constituyente.

CAMBIO. ¿O sea que, en la práctica, en este momento la idea de la constituyente es secundaria y lo fundamental es el gran acuerdo nacional?

J.F.C.: Esa es la idea central de lo que vamos trabajar. Es fundamental el acuerdo nacional, y la constituyente es una opción para ese acuerdo. Yo les pido a los críticos del Gobierno que le den una oportunidad al acuerdo nacional. Fíjese que, hace un mes, esos mismos críticos decían que el presidente Petro iba a nombrar un gabinete radical y que eso iba a ser el desastre para el país. En cambio nombró a ministras como la de Justicia, Ángela Buitrago, o como la de Transporte, Constanza García: ejecutivas, técnicas, que no son militantes políticas de ningún proyecto. Y les abrió la puerta otra vez a sectores moderados, porque a este país hay que imponerle la moderación, como sucedió en el caso del Ministerio del Interior. Y hay sectores a los que eso tampoco les gusta, no les gusta nada del Gobierno. Bueno, y tienen todo el derecho; pero vamos a insistir en hablar. Hay que recuperar el poder de la palabra y del diálogo en Colombia.

CAMBIO: Hablemos de la constituyente. ¿Cómo se explica que usted, que se opuso en el pasado a que se convocara, ahora sea un promotor de ella? ¿Ha cambiado alguna circunstancia o se trata simplemente de que la política es dinámica?

J.F.C.: Yo no he cambiado un ápice mi posición. Me llama la atención que me hayan graduado de opositor de la constituyente, en genérico. Desde hace varios años he afirmado que hay unos temas bloqueados en Colombia, como la reforma política, la territorial y la de justicia, que necesitan eventualmente un mecanismo como el de la constituyente. Y en mi columna de Cambio y en las redes dije que la Constituyente es inviable si no es con un acuerdo nacional y si no es ajustada a la Constitución del 91. Y lo dije a propósito de la estrambótica idea de que se podía convocar una constituyente pasándose por la faja al Congreso y a la Corte Constitucional. Y esa Constituyente era ayer inviable y hoy es inviable. La posibilidad de esta constituyente es siempre bajo los parámetros de la Constitución del 91 y bajo la figura de un acuerdo nacional. Eso es claro. Ya, quien no entiende, es porque no quiere entender. 

CAMBIO: ¿Ministro, cuáles son las normas constitucionales que le impiden al presidente ejecutar su plan de gobierno?

J.F.C.: No he hecho ese balance. Una cosa es ejecutar el plan de gobierno y otra es impulsar reformas. Si usted me pregunta si la reforma política, la de la justicia y la territorial se pueden hacer por la vía del Congreso, respondo que sí; pero no se han hecho en los últimos 20 o 30 años. Miremos qué es lo que ha pasado y si se pueden generar acuerdos. Sobre la ejecución del plan del Gobierno yo le he escuchado al presidente dudas, no constitucionales, sino legales, para poder avanzar más rápidamente en la adquisición de predios para la reforma rural. Pero, en general, la ejecución del plan del gobierno lo que necesita es un acuerdo nacional para que, por ejemplo, podamos sacar en este periodo la reforma a la salud y la laboral que están previstas como prioridades de la próxima legislatura.

CAMBIO: Ministro, el presidente de la Corte Constitucional no está de acuerdo con la constituyente. 

J.F.C.: Me parece delicado que el presidente de la Corte haya dicho eso cuando, eventualmente, tendría que revisar el proyecto de ley que convoca la constituyente. 

CAMBIO: El expresidente Santos tampoco lo está. Y el jurista Rodrigo Uprimny señala que, en Colombia, “una constituyente no sólo no es necesaria, sino que es riesgosa, puesto que pondría en peligro la Constitución del 91”. Digamos que ahí subyace un temor a que, de pronto, llegue la derecha y acabe con los derechos que fueron consagrados en la Constitución del 91.

J.F.C.: Yo soy el hincha número uno de la Constitución de 1991. Me parece que la Carta de Derechos de la Constitución del 91 es una obra ejemplar. Pero es una obra humana y, como bien lo dice Uprimny, es imperfecta. Entiendo los riesgos. Por eso mi tesis es que una constituyente no puede ser la imposición de un sector de la sociedad a otro. La Constitución del 91 fue fruto de un consenso nacional. Yo creo, y Uprimny, que sabe mucho más derecho constitucional que yo, compartirá conmigo que hoy se puede hacer una constituyente limitada y acotada, que en el 91 no se podía hacer porque no estaba reglamentada la figura. Esta explicación es importante para que la gente entienda que, para convocar una constituyente, primero se tiene que presentar un proyecto de ley al Congreso que fije dicha convocatoria. Ese proyecto de ley define de qué tema se va a ocupar la constituyente, cuándo se elige, cuántos constituyentes hay que elegir y cuánto tiempo va a sesionar esa Asamblea Nacional Constituyente. Y esa ley va a control de la Corte Constitucional antes de convocar a la gente a pronunciarse en las urnas. Se puede hacer una constituyente acotada y reglamentada sólo para un tema. Por eso, quienes hablan de cambiar la Constitución del 91, están haciendo ciencia ficción. Aquí, de lo que se trata es de mejorar, no en la parte de derechos –que no tiene por qué ser tocada–, sino en la estructura orgánica y de funcionamiento del Estado. Se trata de mejorar unas cosas que no están funcionando. 

CAMBIO: Pero ministro, siendo realistas, para que una constituyente pase se necesitan más o menos 13.000.000 de votos. Usted que es político curtido sabe que conseguirlos es virtualmente imposible. Entonces ¿para qué insistir en ese embeleco que es tan poco probable?

J.F.C.: No es embeleco y no es imposible. Es posible si hay un acuerdo nacional. Si hay un enfrentamiento político de un sector con otro, sería inviable. Primero, antes de la votación, hay que lograr un consenso nacional. Y, como fruto de ese consenso, unas mayorías en el Congreso. Por eso todo pasa por el acuerdo nacional.

CAMBIO: Entonces va a tocar que usted ayude a que el presidente Petro modere su lenguaje, porque a veces exacerba las contradicciones en lugar de generar acuerdos.

J.F.C.: Pero si la búsqueda de este acuerdo nacional es una instrucción que me dio el presidente Petro… Fue una de las tareas encomendadas al Ministerio del Interior. 

CAMBIO: Sí, pero hay que quitarle el Twitter… 

J.F.C.: Bueno, eso no es conmigo, yo no estoy en Palacio…

CAMBIO. Ministro, con el grado de polarización que hay en el país, ¿sí cree posible lograr un acuerdo nacional?

J.F.C.: Si no lo creyera, no me hubiera metido en esta vaca loca. Creo que es posible y soy optimista. Espero que todos recuperemos el buen juicio, la moderación y la ponderación. Porque si no, vamos a seguir en las mismas, se van a acrecentar la violencia y la exclusión, no vamos a ser capaces de avanzar como sociedad, y va a haber cada día más descontento con las instituciones, no solamente con el gobierno del presidente Petro. Yo me resisto a creer que este país haya llegado a un punto en que no nos podemos poner de acuerdo sobre absolutamente nada. El diálogo siempre permite explorar acuerdos y hallar coincidencias.

CAMBIO: Ya para terminar, ministro, al dejar su cargo, ¿qué aspiraría haber logrado? ¿Cómo quisiera que lo recordaran?

J.F.C.: Aspiraría que la gente sienta que se está implementando el Acuerdo de Paz; que la paz está llegando a los territorios; que en los 170 municipios PDET hay una transformación positiva en las condiciones de vida de la gente; que se respira un clima menos polarizado y menos radicalizado; que hay una moderación en el debate público; y que se logra una concertación de unas reformas sociales e institucionales que necesita este país. No podemos resignarnos a que no es posible sacar adelante reformas concertadas y no impuestas. Yo quisiera ser recordado por esos legados.

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