Otro perro con escoltas: al caso del fiscal Barbosa se le suma el del contralor general

Carlos Mario Zuluaga, contralor (e) general de la República y sus dos perros

Crédito: Fotografía: Redes Sociales

15 Enero 2024

Otro perro con escoltas: al caso del fiscal Barbosa se le suma el del contralor general

Escoltas del esquema de protección del contralor (e), Carlos Mario Zuluaga, denunciaron que son obligados a hacer tareas que no corresponden a su trabajo, entre ellas sacar a hacer pipí a la mascota del contralor. Esta es la historia.

Por: Iván Serrano

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Cambio Colombia

 

Son las seis  de la mañana. Oslo, un perro de raza springer spaniel, abre los ojos y se levanta de su cubil. Con paciencia, espera a que lo saquen a hacer pipí y a dar una vueltica por Chicó Reservado, un tranquilo barrio en el norte de Bogotá.

Los que lo sacan a evacuar y a olisquear los prados vecinos son los escoltas pertenecientes a uno de los esquemas de seguridad más robustos que funcionario alguno tenga en el país: el contralor general de la república.

Oslo, mascota del contralor (e)​​​

Esta situación y otras que incluyen presuntos abusos y maltratos por parte del jefe de seguridad del contralor (e), fueron puestas en conocimiento de la gerente de la Unión Temporal Protección y Vida, el director de la UNP, el Ministerio del Trabajo y la Procuraduría General de la Nación por cinco escoltas que pertenecieron al esquema de seguridad del alto funcionario.

En la carta, conocida por CAMBIO, firmada el 11 de septiembre, los escoltas señalan al coronel Jaime Andrés Martínez, jefe de seguridad del contralor Zuluaga, como el responsable de los presuntos abusos.

Aseguran que sus jornadas laborales se extienden regularmente hasta por 18 horas diarias y que, además, tienen que ejecutar actividades que no tienen que ver con su labor, entre ellas, sacar al perro y transportar a personas que no están cobijadas por las medidas de protección.

Aparte de la queja presentada por el grupo de escoltas

“Nos ha tocado llevar a personas que no tienen asignada la medida de protección, nos ha tocado transportar al novio de la hija del contralor y a una amiga de ella”, le dijo a CAMBIO uno de los firmantes de la carta.

Los denunciantes dicen que los llamados de atención que les hacen son reiterativos y arbitrarios, y que son víctimas de comentarios humillantes en público. Alegan haber sido víctimas de ataques físicos, y de haber sido amedrentados por parte el coronel Martínez.

El escolta, que le pidió a CAMBIO proteger su identidad, añadió que en una ocasión el coronel Martínez sacó a uno de los hombres de vigilancia a punta de empujones de un ascensor, y que varios de los denunciantes fueron sacados del esquema de seguridad del contralor Zuluaga por quejarse.

La situación con Oslo, el perrito del contralor, podría empeorar porque al hogar de Carlos Mario Zuluaga llegó recientemente un cachorro de la raza bernés de la montaña.

El contralor (e) Carlos Mario Zuluaga y sus dos perritos


En septiembre del año pasado, Yohir Akerman, columnista de CAMBIO, reveló una situación similar con Bell y Laika, los perros del fiscal general Francisco Barbosa, que eran sacados al parque por los escoltas del funcionario.

El fiscal, al ser confrontado sobre la evidente irregularidad, se defendió diciendo "esas mascotas hacen parte de mi entorno familiar".

Para profundizar

Fuentes de la UNP le dijeron a CAMBIO que el esquema de seguridad del contralor cuenta con cerca de 45 hombres. Cada escolta le cuesta a los colombianos unos 7 millones de pesos mensuales. El contralor general tiene dentro de sus obligaciones velar por el correcto uso de los recursos públicos, lo que incluye que los escoltas no ocupen su tiempo en misiones diferentes a las que fueron contratados.

CAMBIO consultó al equipo de comunicaciones del contralor en funciones. La respuesta fue que se encargarían de facilitar una comunicación con el coronel Martínez, contra quien fue interpuesta  la queja de los escoltas inconformes. Agregaron que el contralor Carlos Zuluaga no fue informado de las presuntas irregularidades ni por su jefe de seguridad ni por los hombres que componen su esquema.

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