Crédito: Jorge Restrepo
Pegasus: la confesión de Estados Unidos que puso en jaque la versión de Petro
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Hace dos meses el presidente dio una noticia que desde entonces ha marcado la agenda pública: la compra ilegal de un 'software' de espionaje. Hoy, Estados Unidos dejó sin sustento la teoría del mandatario. ¿Qué sigue en la novela? ¿Habrá jaque mate?
Por: Redacción Cambio
El miércoles 4 de septiembre, en su cuenta de X, el presidente Gustavo Petro anunció que esa noche se dirigiría a los colombianos. Horas después, cuando empezó a sonar el himno nacional, que siempre antecede la alocución del jefe de Estado, todos esperaban que Petro se refiriera al paro camionero que completaba varios días y estaba a punto de paralizar al país.
Después de saludar, el presidente dijo: “no voy a hablar del paro sino de algo que me parece más preocupante”. A continuación, en apenas 18 minutos, Gustavo Petro acusó a sus adversarios de un listado de delitos que agota el Código Penal: señaló al gobierno de Iván Duque de adquirir un software de manera ilegal y con dineros non sanctos para chuzar, perfilar, perseguir opositores y asesinar jóvenes. También aseguró ser víctima de esa persecución y, luego de endilgarle a su antecesor lavado de activos y otros delitos, sustentó su facultad para violar los acuerdos de confidencialidad de la inteligencia internacional en el rompimiento de las relaciones entre Colombia e Israel.
Desde ese día la palabra Pegasus colonizó la agenda mediática.
Para entonces, el presidente no atravesaba su mejor momento. Las reformas no pasaban, varios de sus funcionarios cercanos estaban llamados a responder en el escándalo de la UNGRD y su popularidad en las encuestas tocaba mínimos históricos. Por eso, la revelación de Pegasus parecía ser un bálsamo para el gobierno, pues tanto adeptos como detractores consideraban inaceptable que una operación de espionaje como la que denunciaba el jefe de Estado hubiera tenido lugar.
Dos meses después, cuando el diario El Tiempo reveló que Estados Unidos había puesto la plata para comprar el software, Pegasus pasó de ser un salvavidas a un boomerang para Petro. Quizás una de las metidas de pata más grandes de su vida política.
El periódico, citando como fuente a delegados autorizados del gobierno gringo, contó los pormenores de la operación. Según los emisarios de Joe Biden, Iván Duque no estuvo enterado, no hubo lavado de activos, ni plata del narcotráfico, ni chuzadas ilegales. Fue una compra financiada por ese país de un software que, en ese momento, era considerado normal en el mundo de la inteligencia y de la cooperación entre países.
Aunque la confesión de los norteamericanos dejó sin piso la teoría de conspiración del presidente Petro, el capítulo de Pegasus sigue abierto y aún son más las preguntas sin resolver que las certezas.
Lo que se sabe
Para reconstruir la operación de Pegasus en Colombia, CAMBIO habló con fuentes de inteligencia, expertos en cooperación internacional, delegados de la Casa Blanca y del alto gobierno colombiano. Entre testimonios de todas las partes, hay varias coincidencias y, al mismo tiempo, un mar de contradicciones. Esto evidencia que la información fue compartimentada y que, por eso, casi nadie tiene la película completa.
El consenso más notorio entre las fuentes es que la utilización de este tipo de herramientas en los acuerdos de cooperación de inteligencia entre países es normal. También consideran explicable que la transacción se hubiera hecho con plata de los Estados Unidos, en efectivo y desde Bogotá.
Además, advierten que este tipo de herramientas son necesarias en la inteligencia, porque es la única manera de infiltrar las organizaciones criminales. Es decir, el método tradicional de interceptación de líneas telefónicas es obsoleto, ya que hoy los delincuentes ya no hablan por teléfono sino que se comunican por medio de aplicaciones como Signal, Telegram y WhatsApp, entre otras. Además, la normatividad vigente prohíbe intervenir comunicaciones, mas no ubicar geográficamente a un objetivo: una de las funcionalidades de Pegasus.
Según el relato de las fuentes, de este tipo de operaciones se entera un grupo cerrado de personas. Dicen que es imposible que esto ocurra sin el conocimiento del director de la Policía Nacional, pero que sí es factible que no se entere el presidente de la república.
Fuentes de inteligencia le confirmaron a CAMBIO que el objetivo de la operación era dar con blancos estratégicos en la lucha contra el narcotráfico. Otra fuente de la misma dependencia sostuvo que la información que arrojó Pegasus fue clave para dar con las coordenadas de alias Otoniel, el máximo cabecilla del Clan del Golfo, capturado en octubre del 2021.
No fue la única operación que se habría realizado gracias a esa información. En ese año, en cabeza del general Jorge Luis Vargas, la Policía logró algunos de sus golpes más importantes, como la muerte de Jesús Santrich, líder disidente de la guerrilla; Henry Castellanos, alias Romaña, y Hernán Darío Velásquez, alias el Paisa. Todos los operativos se desarrollaron en la frontera con Venezuela. En todo caso, advierten las fuentes, el país nunca sabrá de manera oficial qué operaciones se hicieron con información de Pegasus.
Los relatos de los consultados, sin embargo, no coinciden en cuán involucrados estaban los colombianos en la operación del software. Algunos aseguran que los gringos manejaban todo y que se limitaban a compartir con las autoridades colombianas la información que consideraban pertinente sin explicar su procedencia. “En inteligencia nunca se revela el método pero sí la información”, dijeron fuentes cercanas al proceso.
Otras personas, igual de informadas, sostuvieron que el uso del software era liderado por los gringos, pero con pleno conocimiento y participación de sus pares colombianos. Es decir, oficiales de grupos selectos que trabajan en llave con los norteamericanos en temas de narcotráfico.
Las preguntas que quedan sin resolver
Aunque las aclaraciones del gobierno estadounidense le hacen sentido a los expertos, tampoco pueden tomarse como la última palabra. Sería un error desconocer que en todos los países donde ha aparecido Pegasus, este programa haya sido usado para espionaje ilegal. Es difícil creer que Colombia sea la única excepción.
La versión sobre los tiempos de compra y operación del software también deja dudas. Según los americanos, para el caso de Colombia, Pegasus se compró en 2020 y dejó de operar en 2022, cuando se conocieron los usos indebidos de este sistema a nivel mundial. Sin embargo, las dudas sobre esta herramienta habían empezado al menos un año antes.
Las fuentes de inteligencia le confirmaron a CAMBIO que para este tipo de operaciones conjuntas los Estados Unidos tienen unos estándares de rigor muy altos. Según cuentan, de llegarse a identificar usos inadecuados, las sanciones pueden ser severas. Aunque los americanos no necesariamente están en capacidad de garantizar que Pegasus haya sido utilizado sin vulnerar la ley, por ahora no existe ninguna prueba que establezca un uso irregular de la herramienta en Colombia.
Quienes conocen la mecánica de la diplomacia gringa saben que cualquier decisión o pronunciamiento es calculado milimétricamente y tiene que pasar por varios ojos antes de publicarse. Sin embargo, no se entiende que los Estados Unidos haya dejado pasar dos meses desde la famosa alocución presidencial de Petro para salir a aclarar lo que había sucedido. Si no era prudente hacerlo ante la opinión pública, un mínimo gesto de cortesía diplomática habría sido informarle en privado al presidente colombiano de manera oportuna. Fuentes del primer anillo de la Casa de Nariño le confirmaron a CAMBIO que esa notificación ocurrió apenas esta semana.
La opinión pública, el Gobierno nacional y la justicia colombiana tienen derecho a exigir respuestas concretas a los norteamericanos. Le asiste razón al presidente Gustavo Petro cuando exige que se respete la soberanía de Colombia. En este país, incluso para las operaciones de mayor reserva en la inteligencia, hay unas reglas de juego. Esos parámetros que tiene que cumplir cualquier autoridad colombiana no pueden ser burlados por los Estados Unidos.
En la novela de Pegasus casi todos los protagonistas quedan mal parados. El general Jorge Luis Vargas, por guardar silencio ante las autoridades, tiene muchas cosas que explicar; el presidente Iván Duque, que hasta ahora no se ha referido al tema, por no haberse enterado. Además, las justificaciones hasta ahora ofrecidas por los Estados Unidos son insuficientes y crean un clima de desconfianza. Pero la peor parte de esta historia se la lleva Gustavo Petro. Con la información que se tiene hasta el momento, el presidente pasó de ser la víctima de una operación de espionaje ilegal a un mandatario que armó un escándalo nacional e internacional del cual, al parecer, tenía algunos indicios pero ninguna prueba. A este punto, y acaso para siempre, el escándalo de Pegasus se centrará en la palabra del uno contra la del otro, pues según los expertos en la materia, es prácticamente imposible llegar a una verdad concluyente. Así, el desenlace de esta partida entre Petro y Estado Unidos parece ser uno solo: quedar en tablas.