Protección a los candidatos: el chicharrón para Armando Benedetti y Augusto Rodríguez, dos funcionarios en guerra fría

Augusto Rodríguez, director de la Unidad Nacional de Protección, y Armando Benedetti, ministro del Interior.

Crédito: Colprensa.

10 Junio 2025 02:06 pm

Protección a los candidatos: el chicharrón para Armando Benedetti y Augusto Rodríguez, dos funcionarios en guerra fría

Ambos hacen parte de la guardia personal del presidente Petro, pero están en orillas distintas. Desde hace meses, a pesar de la relación laboral jefe-subalterno que tienen, se han señalado de conductas graves con la sombra de Papá Pitufo de por medio. En manos de Benedetti y Rodríguez está gran parte de la responsabilidad de garantizar la seguridad de los candidatos.

Por: Andrés Mateo Muñoz

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A diestra y siniestra del presidente Petro hay dos funcionarios en guerra fría: Augusto Rodríguez, director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), y Armando Benedetti, ministro del Interior. Se han lanzado señalamientos graves que incluso han llegado a instancias judiciales. A diferencia de su confrontación con Laura Sarabia –que parece haber terminado con un saludo en Cartagena– la tensión con Rodríguez sigue activa para Benedetti, su subordinado y hombre clave para coordinar las garantías de seguridad que exigen los candidatos.

El atentado contra Miguel Uribe Turbay fue el campanazo más crudo de las difíciles condiciones de seguridad que hay a falta de un año para las próximas elecciones presidenciales y legislativas. Demostró la vulnerabilidad de quienes han decidido hacer actividad política en plazas públicas. “La seguridad se derrumba a pasos agigantados, el país está viviendo una de sus peores crisis en años”, dijo el candidato y exsenador David Luna.

En la mayoría de los equipos de campaña hay preocupación por la seguridad de los aspirantes y la suficiencia del esquema de seguridad que tienen asignado. Las dos decenas de solicitudes que hizo Uribe Turbay a la UNP para reforzar su esquema desde 2024, en su mayoría negadas, dejan ver los problemas y trabas burocráticas que pueden derivar en situaciones de extrema gravedad. 

Lo anterior se suma a las versiones que han llegado a algunos aspirantes sobre presuntos planes de atentar en su contra. La candidata Vicky Dávila dijo que se enteró –a través de una fuente en inteligencia– de un plan de alias Iván Mordisco de atentar contra Miguel Uribe, María Fernanda Cabal y ella misma. Más allá de su fuente anónima, Dávila no presentó más soporte de semejante denuncia. 

Algo similar hizo el exalcalde de Medellín Daniel Quintero, que también acudió a las fuentes anónimas para decir que el atentado fue idea del Clan del Golfo y la “extrema derecha internacional” para desestabilizar al Gobierno. Quintero tampoco mostró soporte de una versión que agitó mucho más el ambiente político.

Las declaraciones contradictorias, exigencias vehementes y tono confrontacional de los partidos independientes y de oposición, tienen a Benedetti y a Rodríguez expuestos a la presión más alta que han enfrentado desde que son parte del mismo ministerio. 

En manos de dos enemigos

“Hubo fallas (de la UNP) en no atender esas solicitudes”, dijo el ministro Benedetti el pasado 10 de junio antes de entrar a la reunión con altos mandos militares y sectores políticos para revisar las medidas de seguridad. La declaración dio la idea de que el Gobierno le soltaba la mano a Augusto Rodríguez, justo cuando varias voces estaban exigiendo consecuencias por el ataque a Miguel Uribe. Sin embargo, Rodríguez ha descartado la opción de renunciar y, como le dijo a CAMBIO, solo saldrá ‘si así se lo pide el presidente Petro’.

El cruce de pronunciamientos entre jefe y subordinado sería un ejemplo más de las diferencias internas en el alto Gobierno, pero el contexto es más diciente. En el célebre primer consejo de ministros televisado, el director de la UNP señaló a Benedetti de haber acercado al supuesto contrabandista Papá Pitufo a la campaña de Petro en 2022. Además, le puso más dinamita a la situación: confirmó la entrada de 500 millones a la campaña, así como el confuso episodio de la devolución. Y, como si fuera poco, filtró una foto de ese día en la que aparecía Benedetti con Xavier Vendrell, el catalán, asesor del Gobierno y también salpicado en la supuesta infiltración de Pitufo.

El ministro respondió con una denuncia por injuria y calumnia. Advirtió que Rodríguez lo investigó ilegalmente, que no denunció por los supuestos hechos que vio y que, en todo caso, ninguno de los señalamientos tenía fundamento.

Los misiles entre ambos funcionarios fueron detonados en silencio. Rodríguez fue citado a la Casa de Nariño a una reunión con el presidente. Allí, el jefe de Estado dejó clara su postura de mantener a Benedetti en su círculo cercano y llamó a la prudencia.

Aun así, la tensión se ha mantenido viva en los últimos cinco meses. Fuentes en el Ministerio del Interior le contaron a CAMBIO que la relación entre Rodríguez y Benedetti es nula: "No se hablan, ni siquiera por chat”. El mismo director de la UNP confirmó esta ruptura en una entrevista reciente: “No hablamos. Pero el trabajo se hace con el Ministerio no con el ministro”.  Ese trabajo de coordinación con la UNP ha estado en manos de los viceministros, como el del Diálogo Social, Gabriel Rondón. 

Pero más allá de la aparente relación funcional entre Rodríguez y el Ministerio del Interior, de puertas para afuera la preocupación se mantiene. Así lo manifestó el senador Carlos Fernando Motoa: “Es evidente que hay fallas en el servicio”, dijo el congresista de Cambio Radical.

Otras voces consultadas en la independencia y la oposición también mantienen el recelo hacia Rodríguez por la poco clara labor que cumplió en la campaña, su poder en el Gobierno y su aparente rol como rueda suelta a quién solo el presidente puede dar instrucciones. “No sabemos a qué información tiene acceso, pero sí que tiene un poder muy grande al ser director de miles de escoltas”, dijo un congresista del Partido de la U.

Hasta el momento, están pendientes las reuniones de coordinación entre la UNP y los candidatos presidenciales para la evaluación de los riesgos y el fortalecimiento de los esquemas de seguridad. Hay especial atención sobre los líderes del Centro Democrático.

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