Vicky Dávila: de periodista a candidata presidencial. Por María Jimena Duzán

Ilustración.

Crédito: Jorge Restrepo

25 Febrero 2024

Vicky Dávila: de periodista a candidata presidencial. Por María Jimena Duzán

Hace unos meses escribí una columna para CAMBIO titulada “Gabriel Gilinski, jefe de la oposición”. Me equivoqué. La verdadera tigresa de la derecha se llama Vicky Dávila. Se quitó la careta y, aunque no lo ha dicho, va por la Casa de Nariño.

Por: María Jimena Duzán

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Todo comenzó por un trino que puso en su cuenta de Twitter la exalcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien desde Harvard calienta motores para presentarse como candidata a las elecciones presidenciales de 2026. El trino fue en respuesta a otro hecho por la directora de Semana, Vicky Dávila, en el que la culpaba por el deterioro de la seguridad en Bogotá. La respuesta de Claudia López le subió el tono al agarrón porque señaló a la periodista de estar usando su cargo para montar una candidatura presidencial: “Suerte en la campaña Vicky. Que la hagas de frente, sin portadas y sin carreta. Con los votos de Uribe y la plata de Gilinski a por tu primer empleo público”.

Vicky Dávila le respondió con una andada de adjetivos en catorce trinos, pero en ninguno de ellos negó la acusación que le hacía Claudia. 

Ante las evasivas, Claudia López careó a la periodista y le exigió que le respondiera: “Candidata Vicky, no evadas la pregunta implícita que te estoy haciendo. ¿Cuándo lanzas tu campaña? ¿O acaso niegas que eres candidata?”.

Vicky Dávila no volvió a responder este cruce de trinos, pero Claudia la dejó expuesta. De un tacazo sacó a la luz un secreto a voces que desde hace varios meses se viene comentando en el mundo político: el de las aspiraciones presidenciales de Vicky Dávila. El trino de Claudia desnudó de repente a la directora de Semana y la puso en evidencia porque la trató no como una directora de medio, sino como una candidata que se parapeta en la vitrina del periodismo para hacer política y darles duro a sus posibles contrincantes. 

La candidatura de Vicky Dávila es un rumor que se ha ido asentando a partir de una encuesta que anda rondando por los corrillos del poder. Desde hace muchos años los ricos y poderosos hacen sondeos que nunca se publican para medir el clima político del país y tomar así decisiones estratégicas con esa información privilegiada. Sin embargo, a veces también los hacen con muestras sesgadas para ponerlos a rodar y crear hechos políticos. Hace un par de semanas uno de esos sondeos arrojó un resultado sorprendente. Según esa medición, Vicky Dávila aparece muy bien posicionada para competirle a Claudia López en un eventual escenario de  segunda vuelta.

La pregunta sobre la intención de voto en primera vuelta de esa encuesta, de la cual no se hace pública la ficha técnica y por eso debe mirarse con escepticismo, incluye a todos los candidatos que hoy han asomado cabeza: desde los obvios, como Germán Vargas Lleras o María Fernanda Cabal, hasta los improbables como Francisco Barbosa y Gustavo Bolívar. Aunque la intención de voto que refleja la encuesta es todavía muy baja puesto que nadie alcanza el 15 por ciento, en el primer lugar quedó Claudia López seguida por Vicky Dávila. 

El resultado de esta encuesta deja bien parada a Vicky a precios de hoy, pero eso no significa que vaya a ser la próxima presidenta de Colombia. En materia de opciones electorales, aunque hoy Vicky represente a la derecha que quiere volver al poder, es muy probable que la realidad sea muy distinta dentro de dos años y que el gallo sea otro. Sin embargo, esta encuesta debe tener muy tentados a la directora de Semana y a sus posibles padrinos políticos. Vicky ha sido la gran aliada mediática de la causa uribista y logró convertirse en la principal defensora del expresidente en los momentos claves de su proceso judicial. La derecha que detesta a Petro y que se siente huérfana de representación, la ve a ella como su salvadora y no le importa que utilice el periodismo para construir aspiraciones políticas.  
  
Que Vicky Dávila, una periodista dedicada al trabajo y talentosa, pueda convertirse en una punta de lanza de la derecha colombiana para recuperar el poder en las próximas elecciones presidenciales, puede sonar como un mal chiste. No obstante, la política en Colombia está tan enrarecida que este escenario tan estrambótico tiene sentido electoral y puede prosperar.   

Vicky se ha convertido en la jefe de la oposición al gobierno de Gustavo Petro y ha logrado capturar la pasión y la devoción de ese sector que detesta al presidente. Vicky trina más que Petro y él le responde a ella más que a cualquier jefe político. La graduó hace rato como su gran interlocutora. Ninguno de los dirigentes de la nueva derecha le llega a los tobillos a Vicky en términos de reconocimiento. Ella sabe mejor que nadie cómo exacerbar los sentimientos del colombiano promedio, que es rezandero, moralista y chapado a la antigua. Pero sobre todo Vicky tiene un megáfono que cualquier político envidiaría y que ha utilizado con maestría y destreza. Ese megáfono se llama Semana. Desde ese púlpito ella le habla al país y se comunica con su gente. Sin sonrojarse, ha pasado del periodismo al activismo. Con Vicky los hechos son actores de reparto y las emociones, protagonistas. Sus titulares no informan sino que apelan al odio, a la frustración, al miedo, o a la rabia. Mismos sentimientos que llevaron al poder a Millei en Argentina o a Trump en los Estados Unidos. 

El hecho de que hoy Vicky emerja como una candidata viable no solamente habla de su talento para disfrazar la política de periodismo, sino de la ausencia absoluta de liderazgos fuertes en la derecha. Hace unos años hubiera sido impensable que una periodista taquillera se hubiera convertido en una posible opción presidencial. Pero en estos tiempos cuando la política se mueve por emociones y se hace en escenarios como Twitter, una figura como Vicky puede abrirse campo sin ningún problema. 

En las elecciones de 2022 Colombia votó por el cambio y los dos candidatos que llegaron a la segunda vuelta representaban dos visiones opuestas de cómo ejecutarlo.  En 2026, es probable que Colombia le abra paso a un outsider, y que muchos incautos vean en Vicky Dávila la manifestación de esa figura. No la va a tener fácil porque a pesar de que insiste en mostrarse como una periodista independiente, ella representa el statu quo y sobre todo a las nuevas élites regionales con hambre de poder que ella ha tratado con guante blanco.

En el pasado, Vicky fue una periodista dedicada a su oficio que libró batallas importantes por sacar verdades a la luz. Desde que llegó a la dirección de Semana, ha publicado chivas de alto calado y ha marcado agenda. Sin embargo, poco a poco fue quitándose la máscara hasta revelar su verdadero rostro.  

Vicky Dávila venía en coche. Nadie se atrevía a meterse con ella, ni a decirle que se había convertido en una agitadora y activista. La primera en decírselo de frente fue Claudia López, quien al llamarla candidata la desnudó cuando ella menos lo esperaba. Lo sucedido no es una pelea de Twitter intrascendente. A raíz del trino de Claudia, Vicky queda en una situación en la que puede perder con cara y con sello. Si en efecto tiene aspiraciones presidenciales y sigue al frente de Semana, va a tener que empezar a dar explicaciones de que no es cierto que esté usando el periodismo para catapultarse como candidata presidencial. Y si renuncia a su cargo de directora, como debería hacerlo, y entra en la contienda en franca lid, tendría que aguantar dos años y medio de campaña, una odisea de la que muy pocos candidatos salen bien librados. 

En la derecha hay muchos aspirantes que vienen haciendo la fila india. Hoy todos ven a Vicky como su principal aliada, porque es el megáfono que le hace eco a sus intereses. Si se lanza no solamente deja de serles útil, sino que además se les convierte en una piedra en el zapato. 

De ahora en adelante, Vicky va a ser tratada como candidata y no como periodista. Ese es un costo que asume no solo ella sino el periodismo colombiano. Cualquier ciudadano tiene el derecho legítimo de aspirar a ser elegido presidente de la república. Lo que sí no se puede permitir es que se utilice el periodismo como ropaje para acabar con el contrario y catapultarse al poder. 
Bienvenida al ruedo, candidata. 

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