12 Agosto 2022

‘El leopardo de las nieves’, un documental fuera de lo común

Más que un documento sobre los hábitos de uno de los animales más difíciles de ver, esta película muestra el viaje de un fotógrafo y un escritor que siguen las huellas de estos felinos que viven a 5.000 metros de altitud. Ya se exhibe en varias salas de cine de Colombia.

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Por Gustavo Valencia Patiño
El género del documental es muy amplio y posee diversas categorías y niveles en su tratamiento. Desde el de carácter científico y estrictamente sujeto a datos comprobados que ofrecen una información detallada hasta el que, simplemente, ofrece un registro visual de algún aspecto de variada índole, pasando por la biografía, que ahora suele presentarse en lo que se denomina docudrama, donde hay algo de representación con actores y con la ficción de una puesta en escena que aligera la narración. La televisión ha desarrollado una muy amplia gama de variedades sobre la vida animal, a diferencia del cine, en el que se ve muy poco al respecto.
En nuestra cultura cinematográfica el género documental tiene muy poca tradición y acogida, que se traduce en la baja asistencia de público a las salas de cine. Por tanto, hay que celebrar y reconocer a la empresa distribuidora y a las exhibidoras que se atreven a correr este riego financiero para presentar algo distinto y de gran calidad fílmica como lo es El leopardo de las nieves.

Leopardo
Esta película es sobre el trabajo que ha realizado el fotógrafo Vincent Munier, quien lleva buena parte de su vida retratando en diferentes partes del planeta a diversas especies silvestres en su estado natural. Su conocimiento y experiencia para captar en su medio a estos animales la comparte con el escritor Sylvain Tesson, invitado a vivir estas experiencias de forma directa, en este caso en el Tibet, en alturas superiores a los 5.000 metros sobre el nivel del mar y temperaturas promedio de -25 grados Celsius. Es la aventura de dos personas por los altos de la vertiente septentrional del Himalaya, con el ánimo de registrar en su medio al escurridizo y casi fantasmal leopardo de las nieves.
La película la dirigió y escribió Marie Amiguet y Vincent Munier. Marie es francosuiza, bióloga y con un máster en cine de vida silvestre y ya había rodado algunos trabajos al respecto. Vincent es fotógrafo, director de cine y editor, quien ha recorrido diferentes partes del globo para captar el mundo animal en su hábitat natural y también tiene en su haber varios libros de fotografías y películas de sus anteriores viajes. Juntos ya habían rodado El silencio de las bestias, una valiente denuncia sobre la caza furtiva del lince.

Leopardo
Así que ambos llegaron con bastante experiencia para esta filmación. Por ello mismo, la obra tan madura que entregan, tiene mucho de magistral al captar con una lente la gran dimensión la belleza que posee la naturaleza salvaje. Además con unas reflexiones sobre el ser humano actual, su ignorancia y su actitud hostil con el mundo natural. Estos pensamientos en su mayoría pertenecen a Sylvain Tesson.

La película modifica ciertos criterios y patrones muy arraigados en este tipo de documentales. Lo primero es la creencia de que es muy fácil fotografiar y filmar a los animales en su estado natural.


El guion, escrito por ellos mismos, se estructura en torno a la búsqueda del leopardo de las nieves y es un buen pretexto para que, mientras tanto, Munier le explique al escritor los secretos y la paciencia que hay que tener en el arte de captar animales en su estado natural, los cuales van registrando continuamente. La escenografía es la misma naturaleza que se conserva tal cual y a su vez, el relato va creando cierta atmósfera de suspenso por saber si van a poder encontrar al leopardo de las nieves. Acompañado por las particulares reflexiones acerca de la vida y la libertad que el lugar provoca y la que se tiene en la sociedad urbana actual.
Durante este transcurrir y espera, el registro del lugar, de la inmensidad de sus parajes y de los que allí lo habitan, se convierte en el núcleo de la filmación misma, que adquiere una especial dimensión visual que la pantalla grande permite. Ahora que de nuevo se puede volver a las salas de cine es posible disfrutar películas como esta, diseñadas para que se vean en gran formato y no en la pantalla de un monitor o de un televisor por más pulgadas que tenga. Realizaciones como La diligencia o El acorazado Potemkin, por citar sólo dos bien conocidas, pierden todo sentido y valor fílmico cuando no se les aprecia en pantalla grande. Igual sucede con este documental francés.
La belleza de lo inaccesible, de lo salvaje en su estado actual, nos resulta a nosotros, individuos de la jungla de asfalto y la aglomeración urbana, un mundo muy exótico y también muy extraño. La película modifica ciertos criterios y patrones muy arraigados en este tipo de documentales. Lo primero es la creencia de que es muy fácil fotografiar y filmar a los animales en su estado natural, quizá por lo que tantos se han visto en los safaris africanos y su Serengueti, donde se encuentran en manadas y el registro es inmediato y a voluntad.

Protagonistas
Vincent Munier (fotógrafo) y Sylvain Tesson (escritor) van en busca del leopardo de las nieves.


El otro punto es que cuando se trata del Tíbet, es decir, el Himalaya, su Everest y demás cumbres, pensamos que en esos parajes no hay vida animal y menos de grandes mamíferos. Así, por simple deducción, se traslada esta opinión a otras altas montañas de esta cadena. En ambos casos sucede todo lo contrario y esta realización demuestra con sus imágenes lo difícil que resulta lograr captar a ciertos animales que, entre otras, rehuyen la presencia humana, a las vez que nos descubre los grandes depredadores que viven a esas alturas.
Otro aspecto importante y que lo diferencia de los documentales que presentan los canales de televisión especializados en la vida silvestre, es que registra los momentos fugaces en que aparecen, sin explicaciones científicas de su comportamiento, ni de sus reacciones o disposición natural para cazar o procrear. Así, por ejemplo, filmar un yak en su hábitat y en manada, por los instantes en que esto es posible, como también otras especies, hace que este no sea el documental tradicional en el sentido estricto de la palabra y lo aleja del significado algo aburridor que a veces conlleva el término.

Yak
El yak, emblemático habitante del Himalaya.


Gracias a la conciencia ambiental que en los últimos lustros ha crecido entre diferentes sectores de la población mundial y sobre la consideración de que hay un planeta en el que habitan muchos seres vivos, se puede explicar en buena parte por qué en su país la película recibió el codiciado Cesar a mejor documental del año. Y no solo en Francia. En muchos países europeos ha sido todo un éxito de taquilla. Ojalá que en Colombia, guardadas las proporciones, al menos lo sea entre los amantes del buen cine, que son muchos y que no pueden dejar pasar por alto esta excelente realización.
Sobre las motivaciones propias para esta realización su director se expresó así: “Quiero compartir mis experiencias, llamar la atención sobre la urgencia de salir de nuestro antropocentrismo exacerbado, de la devastadora hegemonía de la especie humana sobre todas las demás. ¡Me mortifica el destino de todos estos animales arrinconados en espacios vitales cada vez más reducidos por nuestra culpa! Pero es difícil transmitir esta dimensión solo con imágenes, sobre todo para alguien como yo que ha elegido mostrar la belleza en lugar de la devastación. Me parece necesario reforzar las maravillas que quiero transmitir a través de mis fotografías con un discurso articulado y comprometido”.
Esperemos que la exhibición de El leopardo de las nieves logre mostrarle al público la importancia y valor del cine documental.

Cartel

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